Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

12 abr 2018

Los espectadores acusan de "tongo' a 'Pasapalabra' por lo que ocurrió en el último programa

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Los espectadores cargan contra el programa de Christian Gálvez por la repesca de Sebastián.

 


TELECINCO
Los espectadores de Pasapalabra están criticando duramente al programa de Telecinco por la repesca de Sebastián, un concursante que perdió el lunes.
 La audiencia cree que el programa presentado por Christian Gálvez ha cometido tongo, tanto por la vuelta del concursante como por el nivel de las preguntas a las que se le sometió.
 Sebastián se ganó la oportunidad de regresar al programa tras vencer a su rival en la "silla azul", pero los telespectadores comenzaron a enfadarse porque les parecía que las preguntas que se le formularon eran más fáciles que las que se le hicieron a su rival.
La cosa no acaba ahí, porque la audiencia también criticó que su rosco final era más fácil que el de Fran, que ya le había vencido el lunes.
Estos son algunos de los mensajes de protesta publicados por los espectadores del programa:

 Con el rosco de Sebastian Fran ya se hubiera llevado el bote.
 Sebastián debe tener un familiar en porque se lo ponen todo evidentemente más fácil que a sus contrincantes.
 Si ya hablamos del descaro de las preguntas... ya flipamos, claramente más fáciles para Sebastian!!
  Es increíble lo del rosco. Tongo no, tomadura de pelo

  Si los demas dias se notaba el favoritismo, lo de hoy ya ha sido exagerado, y el Sebastian poniendo cara de listo con esas preguntas de parvulario.

11 abr 2018

Una de las supuestas examinadoras de Cifuentes dice ante la policía que no la evaluó

Una de las supuestas examinadoras de Cifuentes dice ante la policía que no la evaluó.

La profesora Alicia López de los Mozos asegura que nadie le pidió consentimiento para firmar en su nombre y que se enteró de todo durante la rueda de prensa del rector Ramos.

 

 

¿Quién es la misteriosa y delicada monja de Murillo que ha salido a la luz 350 años después?

La obra fue pintada sobre una plancha de bronce de un grosor excepcional para la época.

  

Nuevo cuadro de Murillo, realizado sobre bronce, que ha permanecido inédito tres siglos y medio y ha sido presentado en el Museo de Bellas Artes de Valencia. 
Nuevo cuadro de Murillo, realizado sobre bronce, que ha permanecido inédito tres siglos y medio y ha sido presentado en el Museo de Bellas Artes de Valencia.
La mujer mira al cielo, a su derecha, tiene rasgos delicados y una actitud arrobada que transmite que está más allá de este mundo, en comunión con Dios.
 La mujer es una monja y, según ha asegurado este miércoles Ignacio Cano, conservador del Museo de Bellas Artes de Sevilla, autoridad en Murillo y comisario de dos de las principales exposiciones que se inaugurarán este año sobre el autor, no hay duda de que la pintura es obra del genio del barroco español.
 Fue creada hacia 1670 sobre una plancha de bronce y ha permanecido inédita hasta su presentación este miércoles en el Museo de Bellas Artes de Valencia, donde se expondrá durante cinco años, cedida por un misterioso coleccionista cordobés que en los últimos años ha prestado valiosas obras a la pinacoteca valenciana bajo el nombre de Colección Delgado.
Cano ha admitido que no ha podido averiguar quién es la mujer del cuadro.
 El pintor sevillano, de quien este año se celebra el 400 aniversario de su nacimiento, tuvo una hija, sorda, que ingresó en 1665 o 1666, siendo muy joven, como novicia en el convento de Dominicas de la calle San José de Sevilla, situado cerca de su casa.
 Pero la edad de la retratada y el hábito que viste parecen descartar que se trate de ella.

La investigación del hábito realizada por el experto le lleva a pensar que fue probablemente una monja agustina —orden para la que trabajó en dos ocasiones—, cisterciense o clarisa —más flexibles en cuanto al color del vestido—.
El cuadro, como corresponde a Murillo, no aspira a narrar ni a describir.
 "Transmite una imagen, pero sobre todo transmite emociones, nos lleva a otro sitio.
 Los ojos, las manos, el fondo neutro, la sobriedad de la indumentaria y del colorido hacen que nos centremos en el sentimiento mientras lo demás queda ausente", ha indicado el conservador.
La obra fue realizada sobre una plancha de cobre redonda de 55 centímetros de diámetro, batida hasta dejarla perfectamente lisa, con un grosor de 2,5 milímetros, muy superior al común en la España de la época, aunque no en Flandes. 
Pesa tres kilos y medio y solo el material ya debió resultar caro. Hijo de un barbero cirujano acomodado, Bartolomé Esteban Murillo se convirtió pronto en un pintor muy solicitado en Sevilla, una ciudad que a pesar de la crisis económica y demográfica —debido en parte a la peste— que sufrió, fue durante el siglo XVII una de las más ricas de España gracias al comercio con América.
Además de lienzos, Murillo pintó sobre cobre, madera e incluso obsidiana, una piedra procedente de América a la que se atribuían propiedades mágicas.
 
Inmaculada Concepción, obra de Murillo propiedad del Museo del Prado.
Inmaculada Concepción, obra de Murillo propiedad del Museo del Prado.
La plancha de cobre —originalmente una bola, que era aplanada a martillazos dejando los bordes elevados para que sirvieran de marco— no absorbe el pigmento, por lo que la superficie conserva la textura y la huella del pincel. "Permite ver muy bien la grafía, cómo utilizó el pincel y hasta el grosor que este tenía", ha señalado Cano.
El párpado reforzado por una delgada línea negra y el brillo en el lagrimal de los ojos son soluciones técnicas propias de Murillo, ha afirmado el también exdirector del Museo de Bellas Artes de Sevilla, que observa parecidos "muy contundentes" entre la fisonomía de la monja y la de una Inmaculada de medio cuerpo del Museo del Prado.
 Y entre la transmisión de sentimientos del personaje del nuevo cuadro y los que, en otro registro emocional, traslada la dolorosa de una Piedad que incluyó recientemente en la exposición Murillo y los Capuchinos de Sevilla.
Cano es también comisario, junto a María Valme Muñoz, de la antológica del pintor titulada IV Centenario que se inaugurará en noviembre en Sevilla.
La obra cedida al Museo de Bellas Artes de Valencia —cuyo director, José Ignacio Casar Pinazo, ha destacado que la pinacoteca dispone de otros cinco cuadros del pintor— se hallaba en buen estado de conservación, ha indicado su restaurador, Rafael Romero. En su creación se utilizó la llamada tierra sevillana, la preparación que Murillo usaba como base de sus obras. 
"La técnica es típica de Murillo, de sus años de madurez. Una pincelada suelta, larga, fluida, una ejecución segura y diestra, y una utilización de pigmentos excepcionales, como el lazo azul del pecho, que es una azurita de gran calidad que el pintor utilizó mucho".


 

 

Cómo afecta al Nobel de literatura el escándalo sexual en el entorno de la Academia

Crisis en la institución sueca tras la dimisión de tres académicos y las acusaciones de filtraciones en una semana decisiva para el premio.

 
La académica sueca Katarina Frostenson al recibir un premio literario en Copenhagen en 2016.
La académica sueca Katarina Frostenson al recibir un premio literario en Copenhagen en 2016. REUTERS / Cordon Press
El Premio Nobel de Literatura se falla cada año en octubre pero tiene en abril uno de sus momentos decisivos.
 Es en este mes cuando la Academia Sueca estudia entre 15 y 20 nombres para ganar en otoño.
 Estas semanas culmina un periodo de selección que comienza en septiembre, cuando el Comité Nobel –una comisión de cuatro académicos- envía 700 cartas a personas e instituciones invitándolas a proponer candidatos.
 El Comité deja la larga lista resultante en una veintena de escogidos y en abril los presenta al pleno de la Academia, que cuenta oficialmente con 18 miembros (la mitad, mujeres). 
En mayo quedan cinco finalistas y entre junio y septiembre todos leen y debaten la obra de los elegidos.
 Un mes después lo anuncian al mundo.
 Este año, sin embargo, las acusaciones de acoso sexual y las sospechas de filtración en el pasado reciente del nombre de alguno de los ganadores sacude los cimientos de una corporación de 230 años de antigüedad y que desde 1901 otorga el galardón más influyente de las letras universales.
 La reciente dimisión de tres académicos no ha hecho más que ahondar en la herida.
 En el ojo del huracán está Katarina Frostenson, académica desde hace 26 años, miembro asociado del Comité Nobel y esposa del dramaturgo y fotógrafo francés Jean-Claude Arnault. 
Ambos son los promotores de Fórum, un centro cultural vinculado a la Academia Sueca que se convirtió en piedra de escándalo cuando, en noviembre pasado, y con el impulso del movimiento #MeToo, Arnault fue acusado de abusos sexuales por 18 mujeres.
 A ello se añadió la sospecha de que el origen de la filtración de los galardones concedidos a los franceses J. M. G. Le Clézio en 2008 y a Patrick Modiano en 2014 fue el propio Arnault.
La Academia rompió su vinculación con Fórum y abrió una investigación que se cerró sin conclusiones por falta de pruebas.
 No obstante, la institución sometió a votación la posibilidad de censurar la conducta de Katarina Frostenson, cuyo puesto, como el del resto de sus compañeros, es vitalicio.
 Ganaron sus partidarios por un estrecho margen y a principios de abril, en desacuerdo con la decisión, presentaron su renuncia Klas Östergren, Peter Englund y Kjell Espmark.
 Este último, el segundo académico más veterano, presidente del Comité durante 17 años –entre 1988 y 2005 y autor de la historia canónica del Nobel de Literatura, acusó a sus compañeros en un comunicado difundido por la prensa sueca de “anteponer la amistad a la responsabilidad y la integridad”.
Aunque Espmark se refugia en la confidencialidad propia de la institución que acaba de dejar para no dar más detalles, el traductor español Francisco J. Uriz, que vive a caballo entre Estocolmo y Zaragoza, es amigo personal suyo y prepara estos días un número de la revista Crisis dedicado a la Academia Sueca, interpreta las tres renuncias como “una maniobra” para forzar la salida de Frostenson. 
Se trataría de sumar al sector crítico a dos académicas que podrían compartir sus posturas: la actual secretaria permanente y encargada de anunciar al Nobel, Sara Danius, y Sara Strindberg, elegida hace dos años.
 Su éxito pasaría por la aplicación estricta de los estatutos de la Academia, que tanto para incorporar nuevos académicos como para elegir al nuevo Premio Nobel de cada año, exigen un quórum de 12 miembros.
 Hoy por hoy quedan 13, ya que a los tres dimisionarios recientes hay que sumar las bajas de las escritoras Kerstin Ekman y Lotta Lotass.
 La primera renunció en 1989 por la falta de apoyo de sus colegas a Salman Rushdie, amenazado de muerte por la fetua del ayatolá Jomeini.
 La segunda, por desacuerdo con la vida social que impone la institución.
Fuentes de la Academia Sueca confirman que la reforma es la vía para el desbloqueo.
 Hasta ahora, el carácter vitalicio de cada elección se aplicaba de modo sibilino: si un académico dimitía la Academia, que no se daba por aludida, consideraba simplemente que había dejado de acudir a los plenos.
 Desde 2016, explican, existe una ley en Suecia que prevalecería sobre los estatutos de la corporación y que impide que se obligue a permanecer en una institución a alguien que no quiere pertenecer a ella: “Los que renuncien pueden ser reemplazados”.
 Las mismas fuentes, que reconocen que este viernes es el día señalado para la decisiva selección de candidatos de abril, niegan “categóricamente” que el Premio Nobel de Literatura esté en peligro.
 Por un lado, existe el mecanismo de renovación de los sillones.
 Por otro, queda “mucho tiempo” para elegir al ganador de 2018.
El escritor y editor sueco de origen húngaro Gabi Gleichmann, gran difusor de la literatura nórdica, confirma alarmado la posibilidad de bloqueo pero matiza que la renuncia de Danius podría limitarse a su cargo de secretaria permanente.
 No obstante, acusa a Arnault de “jactarse de haber sido el artífice de los premios para Le Clézio y Modiano” y sugiere que la solución pasa, primero, por la “renuncia voluntaria” de la esposa de Arnault, Katarina Frostenson, y, después, por una reflexión profunda del resto de los académicos.
 ¿La situación actual podría llevar a la desaparición tanto de la Academia como del Nobel de Literatura? “Sí, pero no es probable”, responde Gleichmann. 
“Tienen demasiado prestigio.
 Posiblemente se arreglará cambiando las reglas e incorporando a nuevos miembros. Aunque es un proceso lento”.

  El ganador de 2010, Mario Vargas Llosa, consultado por EL PAÍS, es consciente de que “se trata de un gran escándalo que ha motivado una escisión muy fuerte”. 
También son conscientes, explica, los académicos suecos con los que ha comentado el caso.
 Pero añade: “Con ser terrible, creo que se trata de un asunto local. Y los premios Nobel no son locales.
 La división ha sacado a la luz rivalidades que existen en todas las instituciones.
 Sobre las denuncias, al parecer muy fundamentadas, debe pronunciarse la justicia, pero el escándalo no debería afectar a una institución que siempre ha gozado de un respeto y una audiencia universales.
 Han servido para reconocer la importancia de científicos fundamentales para la Humanidad y para hacer que la gente leyera a autores que no conoceríamos si no fuera por los premios.
 Quienes estamos afuera debemos pedir que se haga todo lo posible para que tanto los premios como la Academia no se vean afectados”.
 ¿Notó él esas rivalidades cuando acudió a Estocolmo a recoger su medalla? “En absoluto, como es normal: los de la entrega son días de fiesta.
 Lo que me contaron fue algo que me entristeció: el primer año que se entregó el finalista fue Tolstói, pero lo ganó este poeta francés que ya no lee nadie ¿Prudhomme? Creo que al decirlo no desvelo ningún secreto... 
Los suecos también son humanos”. 
En las próximas semanas sabremos hasta qué punto lo es también, humano, el divino premio Nobel de Literatura.

Escándalos y secretos

En octubre de 2008, apenas días después de abrir la famosa puerta blanca de la Academia Sueca para anunciar que el Premio Nobel había recaído en J. M. G. Le Clézio, el entonces secretario de la institución, Horace Engdahl, reconoció que alguien había filtrado la noticia y, de paso, beneficiado a los que apostaron por el francés en las casas de apuestas.
 Una de ellas, la célebre Ladbrokes, que cada año se utiliza como termómetro oficioso del inminente premio, llegó a cerrar su ventana dedicada al Nobel de Literatura ante la sospechosa subida en el ránking de Le Clézio.
 Engdahl, que trabajó en los servicios secretos suecos antes de convertirse en catedrático de lenguas nórdicas, se propuso investigar en el pequeño círculo de los conocedores del secreto. Descartados los encargados de traducir a varios idiomas, como cada año, la biografía del premiado y los motivos de la Academia, el secretario puso el foco en los teléfonos y correos electrónicos de los posibles implicados.
 Él había sido el que introdujo la costumbre de llamar a los candidatos por un nombre en clave durante las deliberaciones, cuyo contenido debe permanecer en secreto durante 50 años: Le Clézio, por ejemplo, era Châteabriand. 
Una década después de aquella filtración la particular novela de espías de la Academia Sueca mantiene el final abierto.