Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

7 feb 2018

Si usted no regala este libro lo asesinarán.................. Juan Cruz.....

Vicente Verdú publica su segundo libro de poesía 46 años después.

El escritor Vicente Verdú presenta su segundo poemario, 'La muerte, el amor y la menta', acompañado de Ángel Gabilondo y Manuel Rico.
El escritor Vicente Verdú presenta su segundo poemario, 'La muerte, el amor y la menta', acompañado de Ángel Gabilondo y Manuel Rico. EL PAÍS
Hace 46 años Vicente Verdú (Elche, 1942) le robó un verso a Manuel Vázquez Montalbán para titular su primer libro de poemas, Si usted no hace regalos le asesinarán. 
Ahora Verdú publica su nueva entrega, La muerte, el amor y la menta (Bartleby). 
En su presentación, este martes en la Casa Encendida Verdú, contó el forcejeo que tuvo con Manolo V para rebajar el leísmo de aquel título.
 Pero a Vázquez Montalbán, que hizo el prólogo, le sonaba mejor su verso.
 Y así quedó impreso: Si usted no hace regalos le asesinarán (Anagrama).
  En el acto de este martes alguien propuso un eslogan para vender esta nueva entrega de los versos de Verdú: 
“Si usted no regala este libro lo asesinarán”.
La anécdota fue solo una parte ligera de una presentación intensa. Verdú prolongó el tono del libro, en el que se aplica con humor a subrayar las variedades oscuras de la vida. 
En el libro cuenta su lucha a favor y en contra de la quimioterapia (“la respiración nombra/ inyecciones de acero”), y mucho de lo que narra (“Nos duelen los brazos/ tras pretender doblegar/ nuestros malentendidos”) parece provenir de esa dramática dependencia.
Como dijo su editor, el poeta Manuel Rico, Verdú es incalificable como autor de versos, puede ser de cualquier generación y de cualquier estilo, según se lo lea; el periodismo (desde Cuadernos para el Diálogo a EL PAÍS, donde fue decisivo en Opinión y Cultura en los años 80 y sucesivos) lo llamó por otras veredas, pero siempre alentó en él aquella pulsión que se puso de manifiesto en Si usted no hace regalos… 
Este de ahora es “un diálogo medular, sereno, para aludir a la verdad auténtica de las cosas”.

Al contrario de lo que suele pasar con lo escrito, Verdú luego dijo con todas las letras, de viva voz, “la verdad auténtica de las cosas”. Ni hizo circunloquios para contar su vida, ni tampoco dibujó metáforas para contar su enfermedad, la raíz de estos poemas. Escribió cientos, uno cada día, pintó sin cesar, y lo sigue haciendo, y todo para perpetrar una escritura que parece también una pintura y que, acaso como cualquier escrito o como cualquier dibujo, sirve para ensayar (o tachar) las despedidas.
Verdú habló después de su otro presentador, el filósofo Ángel Gabilondo.
 Este hizo una lectura comentada de los versos, como si dialogara con Verdú, con humor y con filantropía, como si le diera un abrazo en lo que más duele, el alma, una de las enfermedades del cuerpo, “y desde la enfermedad escribe Verdú”. 
Y luego el autor se lanzó sin red a una autobiografía que, si hubiera estado escrita, en él hubiera sido igual de auténtica que tal como la habló.
 Gabilondo había citado a Cioran (“La lucidez es incompatible con la respiración”) y, explicó el filósofo, “un poema es una forma de respirar”.
Los poemas no dan explicaciones, pero la lectura te adentra en la explicación misma de esa autobiografía que, después de los versos que leyó Gabilondo, desgranó Verdú como si estuviera contando un cuadro.
 Y sus cuadros iban pasando junto a él. 
Contó cómo dejó la ingeniería, cómo se hizo economista, cómo llegó al periodismo, cómo escribió (con su mujer, Alejandra Ferrandis) un libro vendidísimo sobre lo que discuten los matrimonios, cómo abrazó la pintura y cómo, en fin, escribió estos poemas que fueron centenares de versos hasta que, por fin, son lo que son, esqueleto de lo que fueron, “en definitiva, lo que hubiera querido decir”. 
“Desvivido/ desahuciado/ desalmado”. Con “la conciencia de libertad que se halla al final de la vida”.
Otras veces se dice, de tantos poetas, pero quienes estuvieron escuchando a Verdú el martes en la Casa Encendida pueden decir de veras, sin vuelo en el verso, que quien toca este libro (aunque no lo compre para regalo) toca a un hombre.


 

Massiel, sobre mi situación sentimental: "Cuidado porque estás en una edad muy complicada"


Massiel, sobre mi situación sentimental: "Cuidado porque estás en una edad muy complicada"


Jorge Javier y Raquel Mosquera
7 de febrero 
Vidas propias

Massiel, sobre mi situación sentimental: "Cuidado porque estás en una edad muy complicada"

Jorge Javier Vázquez Raquel Mosquera
Jorge Javier y Raquel Mosquera
7 de febrero de 2018,
Viene Raquel Mosquera al ‘Deluxe’ e impregna el plató con un aroma cercano al desasosiego. 
Ella es muy de Pessoa, pero seguramente no lo sabe.
 Ataca sin querer –o muy queriendo, tampoco lo tengo muy claro– a Rocío Carrasco por el desapego que la hija de la Jurado le mostró tras la muerte de Pedro Carrasco.
Creo que ninguna estaba muy en sus cabales como para hacer las cosas bien.Raquel tiene todo el derecho a cargar contra Rocío pero tampoco le podemos pedir a esta que siga manteniendo lazos emocionales con quien no le apetece.
 Sus razones tendrá para vivir como lo hace. Luego está el asunto de los hijos.
 Desde fuera lo más sencillo es cargar contra Rocío y llamarla “mala madre” y demás sandeces pero no seré yo quien se atreva a opinar sobre este asunto.
 Conozco muy poco de la historia, prefiero ser prudente y ser consciente de que tomar decisiones no ha debido ser fácil.
De esto y de otras cosas hablo con M., tiene 25 años y estos asuntos le suenan a marcianadas. 
 Le hace gracia que los fans de la Pantoja hagan las camas o pongan la mesa en Cantora, el despiporre sentimental de Rosa Benito –aunque no sepa muy bien de dónde viene el personaje–, y la gallardía de Mila Ximénez.
Le explico que le he contado mi situación sentimental a Massiel y la cantante me ha dicho: 
“Cuidado porque estás en una edad muy complicada”. M., en vez de animarme, echa más leña al fuego: 
 “Ahora, con las redes, ten en cuenta que cuando estás con alguien este siempre estará buscando por Instagram alguien mejor que tú”. Pues vaya futuro de mierda que me espera.


 

Las pantoja no dan miedo, producen cierta lástima


Las pantoja no dan miedo, producen cierta lástima









Chabelita balbucea en los platós dejando historias a medias que le permitirán seguir en el negocio.
 Madre e hija me producen un gran tedio, pero reconozco que me ponen cuando señalan y amenazan. 
No solo no dan miedo, producen cierta lástima. 
Isabel madre ha perdido el brillo que tuvo y ahora solo interesa para narraciones de subsuelo.

Anacrónicas y pedantes


No hay duda de que es una artista, pero jamás llegará a ser una estrella, algo que esta ha llegado a creerse a fuerza de lametazos de sus palmeros.

 Chabelita no es ni una cosa ni otra. 
Pero sigue la tradición familiar de rodearse de inferiores para dirigirlos como leales vasallos.
 Ambas son anacrónicas y pedantes, sin el menor bagaje educacional. 
Los Pantoja se han convertido en una estirpe enlutada de fallecimientos y escándalos encerrados en los intramuros de Cantora. 
 Sabemos muchos de ellos, pero estoy convencida de que lo peor está encerrado en algún cuarto con ventanas selladas. 
Ellos solo abren puertas a golpes de talonario.
 Viven de las rentas de sus fracasos y saben como nadie elegir las prendas vendibles de sus miserias para tenderlas al sol.

Atrapada en la cutrez


Pantoja madre piensa que todo el mundo está pendiente de su vida. Lo que ella no entiende es que solo da audiencia cuando la ponen a parir, incluso sus propios familiares. 

Pero bueno, cuando la Panto agoniza, su niña Chabelita siempre la rescata y la pone de nuevo en la ruta de los paparazzi.
 La verdad es que, a medida que sigo escribiendo, me grita más esta incoherencia mía. 
Tenía que estar escribiendo sobre los Goya.
 Detesto dejarme llevar por esa cutrez que impregna mi atención a veces. 
La semana que viene intentaré bucear en charcas más limpias.


Isabel Pantoja

“Soy poeta y vivo de esto”............................... Jesús Ruiz Mantilla

Elvira Sastre, segoviana de 25 años, es una autora con éxito de ventas en el género lírico y multidifusión de su obra por Internet.

La poeta Elvira Sastre, en una librería de Madrid, el pasado 26 de enero.
La poeta Elvira Sastre, en una librería de Madrid, el pasado 26 de enero.

 Al entrar en la librería La Central de Callao, en Madrid, con su abrigo verde y su cara de pedir permiso, nadie pensaría que esta chica llena auditorios por todo el mundo.

 Pero no a base de canciones o exhibiciones gastronómicas: leyendo poemas.

 Elvira Sastre despide esa humildad machadiana que suele contagiarse a los habitantes de Segovia, la ciudad de la que fue vecino. 

Allí nació ella hace 25 años. 

Hoy vive en Madrid. 

Se dedica a escribir y a traducir. 

Poesía, sobre todo. Y vende. 

Tanto que pese a que la tienten con novelas y otros géneros, aunque los vaya a probar incluso, no olvida la esencia de lo que ella siente sobre todas las cosas: "Soy poeta y vivo de esto", afirma.

Lo dice sin sombra de duda.
 Recia, cabal y consciente de una heroicidad poco común en un país azotado por el paro juvenil. 
Elvira Sastre destaca como creadora en una generación multitarea: es decir, que baila constantemente en las redes (tiene casi 290.000 seguidores en Facebook, más de 90.000 en Twitter y 153.000 en Instagram), pisa la calle y sabe indagarse a sí misma encerrada en sus habitaciones.
 Y que conforma una voz para la que ponen a su servicio herramientas de impacto global.
Ella acaba de llegar de México, donde ha llenado varios teatros leyendo versos en una gira y se ha traído una maleta llena con lo que ha encontrado en mercadillos.
 Por Puebla, Guadalajara, Monterrey o Ciudad de México, ha dejado sembradas piezas de poemarios como La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida (Visor), Baluarte (Valparaíso) o Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo (Lapsus Calami)…
 Así lo lleva en este encuentro madrileño, caído como un hilo frágil y vertiginoso sobre los hombros.
Aparece bendecida por las palabras que de ella han dicho algunos mentores de generaciones precedentes:
 “Es la poeta que desde hace mucho estaba pidiendo la poesía española”, cree Benjamín Prado
 “No puedo saber lo que hará Elvira Sastre con su vida, pero sí sé que ahora es una espléndida poeta joven que despliega con fuerza su personalidad", ha comentado Joan Margarit.
 También, el maestro avisa a propósito de los jóvenes talentos: “Siempre son una incógnita”.
“Compartir con los lectores en internet ha sido parte del proceso”, comenta.

“En nuestro caso, el éxito no se debe tanto a nosotros, los autores. Viene más del canal”
Ella trabaja ahora duro para merecer esos elogios. 
“¿Yo? Lo que digan ellos…”. No se va a poner a discutir.
 Pero sí a ganárselo. De niña, despuntaba:
 “Cuando con una amiga teníamos que decidir qué hacíamos por turnos cada día, yo siempre escogía ir a la biblioteca. Sé que sorprende mi juventud, pero es que yo he vivido dos vidas. La real y la de mis lecturas”.
Se enganchó al Jabato y al Capitán Trueno por un lado y a Bécquer y la Generación del 27 por otro. 
Apenas le distraían de pasar páginas las quedadas para jugar al fútbol y al baloncesto. 
Lo primero, lo ha ido apartando. “Me dejaba la vida en ello. Echaba hasta la quiniela.
 Me ha dado muchos quebraderos de cabeza”. Además, su ídolo vive cierto declive: “Yo era sobre todo de Casillas, aunque también un poco de Messi”.
 En eso, ambivalente. O sabia amante de lo bueno.
Eligió escribir.
 Primero un blog donde iba desgranando emociones. 
Lo que le pedía el cuerpo. Lo que se le pasaba por la cabeza.
 Ahí está, activado con el nombre Relocos y recuerdos, como la canción de Luis Ramiro.
 O también como Blueparaplui. A lo largo del mismo, Sastre ha ido conformando un modo de expresión muy generacional, a medio camino entre el exhibicionismo natural y los palos de ciego que contagian.
 Logró un batallón de adeptos. “Compartir con ellos ha sido parte del proceso”, comenta.
 “En nuestro caso, el éxito no se debe tanto a nosotros, los autores. Viene más del canal”.
Pero la poesía, ha ido comprendiendo, no es un vómito. Muy al contrario. 
Más bien, alimento bien condimentado. 
Y ella, que es feliz cocinándose un plato de garbanzos, lo sabe. O un riego. Otro aspecto que conoce por el amor a sus plantas. “Algunas se me mueren, pero no me rindo”.
Aquella pura espontaneidad adolescente es hoy voz y discurso. “Todavía me cuesta autoconsiderarme algo”, asegura.
 Sí tiene claro el método: “El poema surge siempre de un primer fogonazo.
 No dura nada. Un minuto. Dos... Luego lo dejo enfriar y lo corrijo. Escribo lo que me incomoda o me duele”.

Cree —todavía— que la poesía es un rapto y no una disciplina: “Nunca me he sentado a escribir un poema. 
Es él quien viene a mí. Y si no aparece, no me empecino”. Aun así, ya ha logrado obras de coherencia en las obsesiones, como La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida. 
Un manual sobre el abandono donde las puertas cerradas de los cuartos en penumbra enlazan con el mar.
 “Es mi libro monotemático. La historia de una ruptura”.
Lo exorcizó así. “Ahora soy feliz. Vivo sola, con mi perro. Se llama Tango.
 Soy un poco señora mayor. Viejoven, sí…”. Pero, aunque como dice Margarit, un poeta a su edad es una incógnita, en el caso de Elvira Sastre ese interrogante está lleno de futuro.