Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

20 ene 2018

Pessoa, el artista múltiple de Lisboa....... Ferran Bono

El Reina Sofía indaga en la relación del gran escritor de los heterónimos, convertido también en reclamo turístico de la capital portuguesa, con las vanguardias lusas.

Pessoa, el artista múltiple de Lisboa
EL PAÍS
Si los turistas que abrazan diariamente la escultura de Pessoa, frente al café A Brasileira de Lisboa, fueran también sus lectores, el tímido escritor no saldría de las listas de superventas.
 Apoyan sus cabezas sobre su hombro, le atusan el bigotito, le tocan el ala del sombrero… Su imagen resulta muy familiar. Está por todas las calles. 
 Aquí vivía, aquí escribía, aquí bebía, por aquí paseaba... 
Es la marca de su natal Lisboa, el icono de una ciudad de moda, el prestigioso reclamo de la mercadotecnia.
Desde hace unos años, todo el mundo parece reconocerlo, pero su fama fue póstuma.
 Pessoa (1888-1935) solo publicó en vida un libro, el poema patriótico Mensagem
Y siempre vivió atormentado por su personalidad. “No sé quién soy ni sé cómo es mi alma.
 Hablo con sinceridad y reconozco con sinceridad que no sé de qué hablo cuando hablo de mí. 
Soy muy distinto de esos otros que tampoco sé si existen.
 Me siento múltiple”, escribió en sus diarios publicados en castellano el pasado octubre por Hermida Editores.
Tanto es así que Pessoa incluso se dirigía a su única amada reconocida, Ofélia Queirós, con alguno de sus múltiples heterónimos, categoría reina de su largo centenar de personalidades y personajes inventados a la que pertenecen los más clamados, Alberto Caeiro, Ricardo Reis o Álvaro Campos, y para los que llegó a crear una caligrafía propia, una vida, una rúbrica.

El poeta, que se ganaba la vida traduciendo cartas comerciales gracias a su impecable inglés y su dominio del francés, tejió un personal entramado de ficción e introspección que se enmarcaba en el espíritu de las vanguardias surgidas en la Europa que se mataba en la Gran Guerra, siendo París la capital mundial del arte. 
Y todo sin salir de su estimada y periférica Lisboa, adonde regresó a los 17 años tras pasar la infancia en la sudafricana Durban.
'Los galgos', de Sousa-Cardoso, de 1911.
'Los galgos', de Sousa-Cardoso, de 1911. EL PAÍS
¿Fue vanguardista Pessoa? 
El Museo Reina Sofía indagará en su próxima exposición, que se inaugura el 7 de febrero, en la relación central con las vanguardias que mantuvo este cronista del fracaso cotidiano, seguidor de tradiciones ocultistas, nacionalista místico portugués, “conservador pero al estilo inglés” (como él mismo se definía), lector empedernido, cristiano agnóstico… 
“Siempre me ha agobiado el vulgarismo deber de la reciprocidad, la lealtad de espíritu que impone la correspondencia”, plasmó en sus diarios el autor del Libro del desasosiego, que grabó definitivamente su nombre en la historia de la literatura cuando se publicó en los años ochenta.
No es fácil clasificar a Fernando Antonio Nogueira Pessoa. 
Aunque mostró simpatía por el futurismo (si bien no participaba de la deriva fascista de su impulsor, Marinetti), no se adscribió a ninguno de los movimientos vanguardistas, que conocía por revistas y cartas.
 Tampoco era muy aficionado a las artes visuales. En realidad, prefirió crear su propio corpus teórico-estético y filosófico.
Acuñó el término sensacionismo, que definió así: “Nada existe, no existe la realidad, sino solamente sensaciones.
 Las ideas son sensaciones, pero de cosas no situadas en el espacio y, a veces ni siquiera en el tiempo”.
 También se inventó el interseccionismo, de resonancias futuristas, que alude a la superposición de planos, y el paulismo, un refinamiento de procesos simbolistas.
Todos estos conceptos y su influencia en los artistas portugueses conforman el eje de la exposición Pessoa. 
Todo arte es una forma de literatura, organizada en colaboración con la Fundación Calouste Gulbenkian.
 Este filántropo de origen armenio fallecido en 1955, que hizo fortuna en la industria del petróleo y el gas, fue clave para rescatar y reivindicar muchas obras de la escasamente conocida vanguardia portuguesa, según explicó el pasado lunes el subdirector del museo español y comisario de la muestra, João Fernández, frente a un gran mural de José de Almada Negreiros que preside la entrada de esta fundación abierta en 1969 en el centro de Lisboa.
En sus almacenes, los conservadores mostraron los cuadros a punto de ser embalados con destino al Reina Sofía.
 Destacaba entre los peines del almacén el gran retrato que realizó en 1964 el propio Almada (1893-1970) a su amigo Pessoa y que bien podría ilustrar la idea del interseccionismo de éste.
Compartirá protagonismo con los esplendidos óleos de Amadeo de Souza-Cardoso (1887-1918), que compartió habitación con Modigliani en el París de las vanguardias, y cuya temprana muerte truncó su carrera.
 Se nota la influencia del matrimonio formado por los pintores vanguardistas Sonia y Robert Delaunay que, huyendo del clima bélico centroeuropeo, se estableció en Portugal (antes de instalarse en Madrid). 
Eduardo Viana, Sarah Afonso o Júlio son otros artistas presentes. La Gulbenkian ha prestado 56 del total de 200 obras que formarán la exposición, que incluye material documental original.

En la última casa donde vivió Pessoa (se mudó unas 20 veces) hay un museo que ha contribuido a revitalizar el barrio de Campo de Ourique y a dar a conocer al autor.
 Por la habitación del poeta, con la cómoda sobre la que escribía, desfila un goteo continuo de visitantes, la mayoría turistas.
 ¿Y el arca, donde se guardan más de 20.000 papeles que según dicen aún no se ha publicado de Pessoa?
 “Está bien guardada”, explica sonriendo un guía en la biblioteca de y sobre Pessoa que no para de crecer, 130 años después del nacimiento del gran embajador de Lisboa en el mundo.

 

50 años reales................................ Boris Izaguirre

Don Juan Carlos y doña Sofía parecen perdonar por adelantado a Iñaki Urdangarin.

Iñaki Urdangarin, en bicicleta por las calles de Ginebra en febrero de 2017.
Iñaki Urdangarin, en bicicleta por las calles de Ginebra en febrero de 2017.

 

Francisco Correa no me cae precisamente bien, pero creo que su paso por la cárcel le ha cambiado un poco la forma de pensar.
 Esta semana se dirigió al juez en su comparecencia en el juicio Gürtel exigiendo que lo rebauticen Correa, como su apellido en castellano.
 Gürtel es correa en alemán y así decidieron llamar, en su momento, uno de los casos de corrupción y financiación ilegal más célebres de nuestra historia.
 Al pedir ese cambio, Correa quizás se estaba labrando un poquito más de inmortalidad y reclamaba la autoría de la obra.
 ¿Qué puede haber más egocéntrico que tu juicio se apellide como tú?
Cada vez me gustan menos las correas.
 En mi opinión, el cinturón corta la silueta. Y observando estos detalles de estilo volví a quedarme hipnotizado con la importancia que Francisco Correa otorga al aspecto. 
Estoy convencido que está en su ADN. Por ejemplo, El Bigotes es más de brocha gorda, más callejero.
 Correa es como de toreo de salón. Necesita verse esa melena, lustrosa y canosa, esa barba de Sansón sin Dalila, ese torso apretado en trajes de raya diplomática, ese tobillo cubierto por un calcetín finísimo y zapatos que, pese a su paso por la cárcel, siguen lustrosos. 
Y esa habilidad para enseñar el tobillo, masculino, entero, capaz de alojar ese microfilme implicador donde esté la factura que todos quieren encontrar.
 A Correa deberían hacerle una figura para el Museo de Cera, difícil de calificar y de ubicar pero que una vez expuesta serviría para estudiar ese hombre astuto, corruptible, capaz de hacer del delito, la trampa no solo un estilo de vida sino un ejercicio de burbujeante elegancia como las coca-colas de las que es adicto.
Al contrario que El Bigotes, Correa era muy amigo de Alejandro Agag, yerno del expresidente Aznar.
 La trama Gürtel regaló la instalación del sonido en su boda con Ana Aznar.
 No olvidemos, porque han pasado casi 10 años desde el origen del caso Gürtel y es tiempo suficiente para que tengamos lagunas. 
Correa y los suyos escalaron socialmente pero no llegaron hasta los Urdangarin Borbón que acaban de celebrar, en Ginebra, los 50 años de Iñaki con la presencia de los Reyes eméritos. 
 Siempre sorprende cómo en España todo se vincula. 
Y cómo todos los caminos van a Ginebra, pasando por Roma porque los Urdangarin fueron al Vaticano a la misa del día de Reyes, antes del cumpleaños. 
Tanto Gürtel como la investigación del Instituto Nóos, por la que Urdangarin espera sentencia, son contemporáneas, coincidieron con lo peor de la crisis económica.
 Los escándalos contribuyeron a ahogar y desahogar los ánimos de la población, afectada por el paro, los desahucios y el desasosiego propio de una crisis sin precedentes.
 Urdangarin, Correa, El Bigotes se volvieron patatas calientes y el Museo de Cera una especie de pórtico de donde la figura del exjugador de balonmano fue removida del entorno real. Poco después, los Urdangarin Borbón acudieron a una boda en Barcelona en la que yo estaba presente y donde se nos sugirió que los saludáramos porque casi nadie lo hacía. 
Y cuando nadie lo esperaba, el rey Juan Carlos abdicó. 
 Como ahora se habla de que el 2018 marca el fin de la crisis, Juan Carlos y Sofía parecen perdonar por adelantado a Iñaki y a la Infanta soplando las 50 velas.
 Así son ellos. Los reales tienen su propio protocolo. Y memoria.
Podríamos enumerar todos los momentos de molestia que ocasionó a la opinión pública el conflicto del enjuiciamiento a un miembro de esa Familia Real. 
Aquella frase del rey Juan Carlos reclamando una conducta ejemplar. El bochorno porque la reina Sofía acudiera a visitar al Monarca acompañada de su yerno.
 Todo eso se disuelve ahora en un vaso de ginebra, en Ginebra. Ya nos sentimos a flote otra vez, se olvidó la crisis.
 El que la recuerde es un aguafiestas.
Por fortuna, al otro lado del Canal de La Mancha, cual Lancelot, está David Beckham.
 Que nos sorprende con una nueva propuesta de estilo, lo que se llama masculinidad moderna, que le acaba de conseguir un contrato, legal y jugoso, con L’Oréal para sacar adelante una línea de cosméticos masculinos.
 Beckham ofrecerá los imprescindibles para pelo y piel pero también tatuajes.
 Porque el tatuaje también envejece y hay que mantenerlo brillante, su colorido intacto.
 Una línea de productos de la que podrá beneficiarse cualquier caballero, en Ginebra o en la cárcel.

Quim Gutiérrez: “Hay actores que se toman libertades en escenas sexuales”

El actor, protagonista de 'El accidente', considera injusto que sus compañeras cobren menos que él.

Quim Gutierrez, en el festival de Málaga.
Quim Gutierrez, en el festival de Málaga. Juan Naharro Gimenez

 

19 ene 2018

La limpieza facial, la nueva obsesión cosmética.............María Ovelar...

Las búsquedas de Google no engañan: la limpieza de nuestra piel es lo que más preocupa a los consumidores de cosmética. ¿Qué hay detrás de nuestra fascinación por una tez impoluta?.

limpieza facial
Foto: Imaxtree

Exfoliar, desmaquillar y limpiar son la nueva trinidad facial. Un lema purificador con decenas de aristas. 

El buscador de Google, esa lupa social que lee en nuestras pesquisas online las tendencias candentes, asegura en su último informe que la limpieza facial es la nueva obsesión. 

 Entre lo más rastreado en los tres mercados que el buscador considera faros de tendencias –Francia, EE UU y Japón–, destacan las mascarillas de arcilla del mar Muerto o de bentonite (para depurar toxinas y reducir la inflamación), los exfoliantes en polvo, los cepillos limpiadores, los peelings para los puntos negros y las lociones enzimáticas (eliminan células muertas sin agredir).

 En España –uno de los sectores más inmovilistas tradicionalmente– sorprende el crecimiento del 9,3% en tónicos desde enero a septiembre de este año, según la consultora NPD. Las mascarillas –muchas con efecto detox– siguen en auge (llevan así un par de años): se apuntan un subida del 16,9%.

Las razones detrás de esta fascinación por retirar impurezas tienen una lectura medioambiental. 

 «La contaminación [2017 se ha cerrado con 37.000 millones de toneladas de dióxido de carbono más en la atmósfera], la falta de hidratación de la piel, el uso de productos agresivos que rompen el manto hidrolipídico, el estrés, la mala alimentación, la falta de sueño y los rayos UVA causan acné, puntos negros y pérdida de luminosidad», cuenta Elena Cilibiu, facialista de Bionike España.

 En ciudades como Madrid y Barcelona, uno de los servicios más solicitados, según la app Bucmi, son los faciales.

 «El número de clientes que apuesta por este tratamiento aumenta: en los últimos tres años, un 20% más. 

Todavía son mayoritariamente mujeres, pero cada vez se animan más hombres», revela Claudia di Paolo, cool hunter –recorre medio mundo en busca de avances– y responsable de la boutique homónima.

 

Tampoco está exenta de implicaciones estéticas. 
El paradigma ha tomado un giro hacia lo natural. «La belleza real y sin artificios es el canon. 
Lo auténtico triunfa en todas las esferas, no solo en cosmética», opina Di Paolo.
 La piel es el nuevo ‘accesorio’, por eso se trabaja desde dentro. «Una dermis sana no se finge.
 De ahí, el boom en España de la triple limpieza japonesa con crema o aceite, espuma y loción», añade.
 Cada vez dedicamos más tiempo a este ritual.
 Y más mimo: adiós a las fórmulas agresivas; el sector suaviza el gesto con productos al carbón (atrapa la suciedad incrustada) y al agua.
 «El mercado se ha renovado con aceites desmaquillantes satinados, pero no grasos, que se transforman en leche con el agua y eliminan hasta el waterproof.
El secreto de estos limpiadores suaves y potentes son ingredientes de última generación como el tea cocoyl glutamato, procedente del aceite de coco, o el ácido caprílico, que trabajan en profundidad sin dañar.
 Las novedades incluyen aminoácidos, tensioactivos, coenzimas, la raíz de morera y complejos antiedad; es decir, no solo limpian, también protegen e hidratan», informa Di Paolo.
 Otras novedades número uno en ciudades muy contaminadas, como México DF y Roma, son las fórmulas con beta-glucano y l-carnosina (combaten radicales libres y favorecen la reparación epidérmica) y pantenol y caléndula, ambos calmantes (Defence Tolerance de Bionike; 11 euros) .