Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

14 ene 2018

El invierno del descontento.................................. Juan Cruz.

Pablo Iglesias rompe su silencio haciendo autocrítica… a los medios de comunicación, los suyos y al PSOE salvo pellizcos de monja a Rajoy.

(Juan mira que se la tienes jurada a Pablo Iglesias, no estuvo nada acertado al irse con los inpendentistas catalanes y ahora se va a encontrar muy solo, resbaló y sigue dando discursos) 

Echenique, Iglesias y Montero en el Consejo Ciudadano de Podemos.
Echenique, Iglesias y Montero en el Consejo Ciudadano de Podemos. EFE
Es el invierno del descontento de Pablo Iglesias y lo ha resuelto haciendo autocrítica… a los otros.
 A los medios de comunicación, que están esperándole siempre y a los que hay que dar esquinazo, según su doctrina de arrepentido de tanto micrófono.
 E hizo autocrítica a los suyos, por hablar demasiado o por hablar cuando no toca.
 No llegó a hacerle autocrítica a los votantes, por un milímetro.
Hizo también autocrítica al PSOE, su rival sin perdón.
 Le dijo a Pedro Sánchez que ya no se junta, un poco después de que Sánchez, por persona interpuesta, le dijera que ya no más.
 Y le hizo autocrítica a su propia historia: ahora marca en silencio su paseo por las nubes, él que tanta palabra tuvo para decir (como ahora ha dicho) que está perfectamente de acuerdo consigo mismo.
La autocrítica que le hizo a Rajoy fue de pellizco de monja, porque de quien quería burlarse era de Pedro Sánchez, en lo que es habitualmente diestro.
 Sánchez quiere que Rajoy siga, dijo Iglesias. 
Y es ahí donde le falla la historia. Porque él tendrá a su favor a los monederos y a los echeniques, pero es insólito que olvide, hacia dentro de su conciencia, que él dejó que gobernara Rajoy en primera instancia.
En su teoría y práctica de las culpas ajenas se burló esta semana hasta de Martin Schulz, el socialdemócrata alemán, por desdecirse de su programa. 
Él seguro que se leyó, hasta en alemán, el lado en el que Schulz escribió el no es no que ahora le saca a pasear al teutón para afearle el procedimiento.
 Tiembla, Martin.
En un libro último, el escritor Patricio Pron (Lo que está y no se usa nos fulminará, Random) incluye un cuento magnífico: un escritor de su propio nombre, Patricio Pron, pide a un actor que lo suplante en saraos literarios de pesada enjundia. 
Termina siendo más creíble el impostor que el propio Pron ficticio.
Al escuchar ayer a Pablo Iglesias en la expresión descontenta de su invierno difícil sentí que no era el joven de antaño, tan feroz con los otros, tan suave consigo mismo, sino alguien que lo representaba, y era peor.
 Un ser humano que encuentra a su lado a tanto defectuoso que estima que resulta pertinente pedir silencio mientras él estudia como calentar de nuevo la voz.
 Una impostura. 
Un modo de ahuyentar la nieve de la que penden sus palabras.

La vida al lado de nosotras mismas...................... Remedios Zafra.


MI QUERIDA HERMANA, a menudo me descubro marcando tu número, pronunciando en sueños tu nombre, pero es impertinente el silencio de tu ausencia que convierte todo deseo de compartir y abrazar en monólogo. 
 Sólo salva la escritura que funde los tiempos y permitirá en el futuro hacernos dudar de lo que pudimos o no decir.
Mi conciencia de mí misma surgió en nuestra niñez mirándote a ti. Desde que descubrí que esto de tener un cuerpo que se ensucia y piensa es existir y que a ti te pasaba lo mismo, tú fuiste mi medida en el mundo. 
Siempre me resultó más fácil verte a ti que a mí misma.
 Eras la que se sentaba en la silla de al lado, la que dormía en la cama de al lado, la que viajaba en el asiento de al lado.
 Tu voz era la voz interior del “estar en casa” y tu presencia daba la referencia de lo humano, como hermana única, hermana mayor, espejo.

El tiempo guardó y cambió sus espejos y ahora tu hija en sus cuentos infantiles escribe sobre ti diciendo: 
“Érase una vez una mujer que se quedó embarazada y nací yo. Después la mujer murió. Antes de morir la mujer tuvo una hermana”.
 Me gusta cómo ella me introduce a destiempo en tu historia que es su propia historia, a partir del “vínculo que nos une” y que coloca subordinando la idea lineal del tiempo a su particular orden de las cosas.

Me sigue conmoviendo pensar en la reciprocidad acerada de la palabra “hermana”, que me convierte en la tuya igual que tú eres la mía. 
Y pienso si así como yo buscaba tu referencia como medida vital, tú la buscaste en mí, y eso nos sirvió o nos dañó.
 El daño también nos sirve para construirnos con (o a pesar de) el otro.
En mi último libro una cita modificada de Pessoa inicia el texto. Creo que la frase original cita tu vida al decir: “Hay sólo dos tipos de estado de ánimo constante en los cuales la vida vale ser vivida: el noble goce de una religión o el noble desamparo de haber perdido una”. 
La frase modificada, cita la mía: “Yo diría el noble goce de una pasión creadora o el desamparo de perderla”. 
Religión y arte como dos caminos diferentes pero igual de esotéricos para mujeres educadas en un mundo de labriegos, allí donde si sigues la inercia quedas pegada al cuerpo y a la materialidad del interior de las casas.
Puede que la extrañeza de que tú y yo habiendo vivido vidas tan iguales eligiéramos vidas tan distintas la dé el fondo artificial que sigue predominando en este mundo, donde las diferencias se construyen como opuestos. 
Es difícil construirse al lado y no enfrente, posiblemente esta probidad sea nuestro mayor logro.
 Entre tanto desastre que configura las vidas de humanos y hermanos en conflicto, podemos amarnos pensando distinto, estando “al lado”. 
Esta es una carta de amor a tu diferencia. 
De las múltiples identidades que nos marcan, tu hermandad y la orfandad de tu pérdida son quizá las que, de manera íntima, más me significan.

De la reforma laboral, ni mu..............................Juan José Millás

De la reforma laboral, ni mu










No se pierdan ustedes el número que organizaron para subir el salario mínimo a una cifra del todo insuficiente para vivir.
 Por si fuera poco, parte de ella estaba condicionada a un crecimiento que, según el propio Gobierno, no llegaría a producirse. 
La noticia ocupó la cabecera de los telediarios, las primeras páginas de los periódicos y la apertura de los informativos de los programas de radio. 
Todo ello a cuatro días, como el que dice, del estrepitoso fracaso del PP en Cataluña y mientras se anunciaban incrementos feroces en los recibos de la luz y el gas.
 El frío arreciaba.
Como no somos analistas políticos, ignoramos si con el ruido de la firma se intentaban tapar los agujeros mencionados. 
Alguien dijo en la radio que era de justicia, una vez pasada la crisis, dar las gracias con esta propina a las clases sociales que habían pagado el pato. 
No lo dijo así, lo del pato y la propina son licencias de carácter personal, pero lo cierto es que, queriendo o no, vino a escapársele que la distribución del sacrificio había sido desigual. 
¡Pues vaya modo de reparar el daño!, exclamamos al tiempo de poner en duda que de verdad hubiera pasado lo que impropiamente continuamos denominando crisis. 
En cualquier caso, a Rajoy le vino Dios a ver con esta foto en la que los sindicatos y la patronal le daban un poco de oxígeno cuando se hallaba al borde de la asfixia política.
 Es como si se le hubiera aparecido la misma Virgen que mantiene milagrosamente en su puesto a Fátima Báñez. 
De la reforma laboral, que es la madre del desastre en el que chapoteamos, no se dijo ni mu.
De la reforma laboral, ni mu

Los payos damos miedo...........................Rosa Montero

Las condiciones de la comunidad gitana siguen siendo vergonzosas en España: sólo un 38% son asalariados y más de la mitad están excluidos de la sociedad.

TODOS LOS PUEBLOS tienen sus miserias particulares, su propia trastienda inconfesable. 
En España, ese rincón de iniquidad está ocupado por el miedo y el odio a los gitanos.
 En los 40 años que llevo publicando artículos de opinión, no ha habido una sola vez que haya escrito a favor de los romaníes que no haya recibido cartas violentas e insultantes, y supongo que ahora pasará lo mismo. 
Se trata de una repulsa feroz que viene de muy antiguo y que forma parte de nuestro inconsciente de aborrecimientos y temores. 
Y es también una cuestión clasista, desde luego (aporofobia, el miedo al pobre, como dice la filósofa Adela Cortina), porque la comunidad gitana en su conjunto vive en unas condiciones mucho peores que la media española: sólo un 38% son asalariados, es decir, trabajan por cuenta ajena, frente al 83% estatal; el 54% de los romaníes viven actualmente en condiciones de exclusión social severa, y el 18% en exclusión moderada; 9.000 familias gitanas residen en infraviviendas sin la más mínima habitabilidad, 2.000 de ellas en chabolas. 
Es una bolsa de colosal desamparo que debería abochornarnos. Una vergüenza en un país desarrollado de la UE.
 A estas alturas un buen puñado de lectores ya me deben de haber escrito mentalmente sus airadas respuestas: “Es que son ellos los primeros que no quieren integrarse”. 
Es la respuesta tópica que se repite siempre. ¿De verdad lo creen así? ¿Ellos son distintos y por eso no hay manera de hacer nada? Eso sería sostener que, contra toda evidencia científica, existen etnias genéticamente diferentes e inferiores.
 Eso es racismo del más zafio. En España siempre hemos alardeado de no ser racistas, sobre todo cuando éramos una sociedad homogénea, antes de la llegada de los inmigrantes. 
Nos parecía horrible el racismo estadounidense contra los negros, porque el único negro que conocíamos era Sidney Poitier en las películas de Hollywood. 
No nos dábamos cuenta de que éramos y somos igual de racistas con los gitanos, y por las mismas razones: en Estados Unidos el prejuicio también lleva a considerar a los negros como delincuentes. 
Es fácil verlo así cuando todas las noticias negativas hacen hincapié en el hecho de que son negros (o gitanos). 
Y cuando se les mantiene en unas condiciones económicas, culturales y vitales indignas que obviamente no favorecen la inserción social y legal.
El pasado diciembre, la Fundación Secretariado Gitano lanzó una gran campaña contra la discriminación que durará varios meses.
 No digo que sea fácil, pero es necesario, es urgente acabar con esta situación de radical inequidad, y para ello hay que trabajar sobre todo con los jóvenes
. Un 64% del alumnado gitano no termina la educación secundaria obligatoria: una tasa de fracaso escolar exorbitante.
 Y los niños de menos de 14 años tienen tres veces más caries (cuatro veces más las niñas) que la población infantil general.
¿Cómo vamos a pretender que se integren si los discriminamos constantemente? 
Lo sabe bien la abogada Sara Giménez (40 años), primera gitana licenciada en Derecho en Aragón y directora del Departamento de Igualdad de la Fundación.
 A los gitanos se les niega a menudo la vivienda (“me ha dicho el dueño que no alquile ni a moros ni a gitanos”) y el empleo (ofertas de trabajo que se evaporan misteriosamente cuando se enteran de que el solicitante es romaní). 
 Se les impide el acceso a los lugares de ocio (“no entras porque contaminas el agua”, le dijeron a una mujer en una piscina).
 Y se los humilla de manera habitual: “Es eso de ir a un supermercado y que se te coloque el guardia de seguridad detrás y te siga por toda la tienda”, dice José Antonio Plantón, de 30 años, graduado en Turismo, experto en publicidad y máster en profesorado por la Universidad de Jaén.
 Llevan tan metido ese rechazo desde niños que se han acostumbrado a convivir con ello; durante un periodo de prueba en una empresa, José Antonio aguantó las burradas que decían sus compañeros contra los gitanos y calló que él lo era por temor a ser despedido.
 Y, según Sara, el 90% de las discriminaciones no son denunciadas. ¿Los payos les tenemos miedo a los gitanos? 
Pues debo informarles de que los gitanos nos tienen mucho más miedo a nosotros, y ellos con toda la razón.
 Ya va siendo hora de acabar con tanto sufrimiento innecesario.