De la reforma laboral, ni mu
No se pierdan ustedes el número que organizaron para subir el salario mínimo a una cifra del todo insuficiente para vivir.
Por si fuera poco, parte de ella estaba condicionada a un crecimiento que, según el propio Gobierno, no llegaría a producirse.
La noticia ocupó la cabecera de los telediarios, las primeras páginas de los periódicos y la apertura de los informativos de los programas de radio.
Todo ello a cuatro días, como el que dice, del estrepitoso fracaso del PP en Cataluña y mientras se anunciaban incrementos feroces en los recibos de la luz y el gas.
El frío arreciaba.
Como no somos analistas políticos, ignoramos si con el ruido de la firma se intentaban tapar los agujeros mencionados.
Alguien dijo en la radio que era de justicia, una vez pasada la crisis, dar las gracias con esta propina a las clases sociales que habían pagado el pato.
No lo dijo así, lo del pato y la propina son licencias de carácter personal, pero lo cierto es que, queriendo o no, vino a escapársele que la distribución del sacrificio había sido desigual.
¡Pues vaya modo de reparar el daño!, exclamamos al tiempo de poner en duda que de verdad hubiera pasado lo que impropiamente continuamos denominando crisis.
En cualquier caso, a Rajoy le vino Dios a ver con esta foto en la que los sindicatos y la patronal le daban un poco de oxígeno cuando se hallaba al borde de la asfixia política.
Es como si se le hubiera aparecido la misma Virgen que mantiene milagrosamente en su puesto a Fátima Báñez.
De la reforma laboral, que es la madre del desastre en el que chapoteamos, no se dijo ni mu.
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