Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

4 nov 2017

La segunda vida de José María Cano................ María Contreras

Hace 15 años el ex Mecano cambió la música por la pintura. Hoy vive en Londres y sus cuadros valen cientos de miles de euros.

El músico y pintor José María Cano.
El músico y pintor José María Cano. GETTY

 En español se llama reinventarse, pero en inglés se utiliza un término más evocador: second act (segundo acto). 

Inglaterra fue el destino elegido por José María Cano (Madrid, 1959), el que fuera uno de los músicos más famosos del pop español, para empezar una nueva vida.

 Veinticinco años después de la separación de Mecano en 1992 (aunque se reunirían brevemente en 1998) y quince desde que el compositor de canciones como Hijo de la luna o Mujer contra mujerse alejara de los focos para consagrarse a la pintura como vehículo de expresión, Cano sigue volcado en su segundo acto: el arte.

 

Siempre le interesó esta disciplina —también como coleccionista—, pero el éxito de la banda le desvío de esa vocación temprana.
 En 2002, inmerso en un divorcio tortuoso con la madre de su hijo Daniel, empezó a pintar, y no ha dejado de hacerlo desde entonces. Según la web especializada Artfacts, ha participado en 37 muestras, 20 de ellas en solitario.
 Solo el año pasado expuso en Praga, Taipei y Pekín. 
También hay un mural suyo en el Senado, y en 2010 la Fundación Picasso de Málaga colgó sus obras sobre la tauromaquia junto a las de Goya y Picasso.
Su estudio está en su casa de Londres, un exclusivo inmueble en Holland Park que, según publicó The Times, Cano le compró al manager de Duran Duran en 1993. 
Allí lo conoció hace más de una década Ambra Medda, consultora de arte y exdirectora de la feria Design Miami, que jugó un papel fundamental en su profesionalización como artista.
 “Tuve la suerte de visitarle en su casa-estudio y sumergirme en su mundo y su obra.
 Me cautivó al instante y le propuse que trabajáramos juntos”, recuerda a EL PAÍS Medda. 
“Quería que llegara a un público más amplio y decidimos exponer en Miami”.
José María Cano, con algunas de sus obras.
José María Cano, con algunas de sus obras. GETTY

Su serie más icónica es The Wall Street 100: grandes lienzos recubiertos con cera, creados mediante una técnica laboriosa llamada encáustica, y que parten de los retratos de las élites financieras que aparecen en las páginas de The Wall Street Journal (uno de ellos viajó hasta la Casa Blanca cuando el expresidente checo Václav Havel se lo regaló a Barack Obama). 
Sus cuadros más recientes se inspiran en la luna y otra parte de su obra exhibe y reinterpreta su propia intimidad (de las cartas de su divorcio a los dibujos de su hijo, que tiene síndrome de Asperger). “Su obra me impactó por ser tan intensamente personal”, asegura Ambra Medda.

A tenor de los números, su cotización se ha multiplicado en pocos años. En 2013 Sotheby’s vendió su obra God Save the Queen por unos 81.000 dólares. 
El pasado mes de abril, en la sede de la casa de subastas en Hong Kong, su retrato del magnate chino Jack Ma superó los 414.000 dólares.
 Y en agosto, en la gala benéfica Starlite en Marbella, uno de sus cuadros taurinos alcanzó la cifra récord de 260.000 euros. 
“Antonio Banderas comentó: ‘El año que viene deberíamos tener arte potente para la subasta, ¿y si le pedimos ayuda a José María Cano?’. 
Esa misma tarde le llamamos y nos mandó la foto del cuadro que nos iba a donar”, cuenta Sandra García-Sanjuán, fundadora de Starlite y amiga del artista.
 “Como es muy difícil poder comprar un cuadro de José, pues no vende a quien quiere adquirirlo sino a quien a él le apetece que lo tenga, muchos se picaron en la puja, incluso Antonio Banderas. 
Fue algo único y muy emocionante”, recuerda.
 Como el propio Cano le explicó una vez a The Times, en España Mecano fue comparables a The Beatles.
 Se estima que vendieron más de 25 millones de discos y entre sus fans estaba el actual rey Felipe VI. 
Pero en 1998, durante una ceremonia de premios y con una gira mundial en ciernes, Cano anunció de forma abrupta que dejaba la banda definitivamente.
 Su contacto con la música es esporádico; en 2012 tocó el piano en la versión de Me cuesta tanto olvidarte de India Martínez, cuyo videoclip se grabó en su casa de Londres.
 Un año después habló para la primera promoción de graduados del campus en Valencia del Berklee College of Music de Boston. “Estáis a punto de cruzar el desierto. Seguid adelante, encontraréis la manera”, les animó.
 Él lo hizo. Sandra García-Sanjuán lo resume así: “Tiene la capacidad de encontrar en la adversidad las oportunidades. 
Es increíble la clarividencia que tuvo cuando, en lugar de aprovechar los mercados donde Mecano era enorme, decidió apostar por conquistar la otra parte del mundo, el mercado anglosajón y China, donde se le conoce como el pintor y no como el músico”.

3 nov 2017

Felipe González: “Lo de Puigdemont en Bruselas es un acto de cobardía”

El expresidente defiende la independencia de la juez que encarceló al Govern destituido pero recrimina a Rajoy que no hiciera política y aplicara el artículo 155 antes.

  • Felipe González.
    Felipe González.
    Felipe González se encuentra en Buenos Aires para participar en el XVIII Foro Iberoamérica, un grupo de debate de alto nivel con políticos y empresarios, pero está muy pendiente de la realidad española.
  •  En una entrevista con EL PAÍS, el diario Clarín y Radio Continental, el expresidente admite que el encarcelamiento de buena parte del Gobierno catalán destituido puede perjudicar la estrategia del Gobierno de Mariano Rajoy, "suponiendo que la tuviera", pero insiste en que en España la justicia es independiente y responsabiliza a los dirigentes catalanes por su actitud.
  •  En especial a Carles Puigdemont, al que llama abiertamente "cobarde" por haberse refugiado en Bruselas. 
  • Pero también reprocha a Rajoy que no hiciera política y aplicara antes el artículo 155.
  • Pregunta: ¿Cómo ve la situación de la crisis catalana? Respuesta: España está soportando como estado democrático su peor crisis desde que empezó el régimen del 78, del que me siento representante absolutamente legítimo, la peor crisis de la democracia desde entonces.
     Esa crisis tiene un factor fundamental, que es que hay una parte de los catalanes, no Cataluña, que sin legitimidad y sin legalidad han roto la convivencia, el estatuto de autonomía en que se basa su poder, han roto la constitución y han desobedecido todas las sentencias, pero hablan en nombre de Cataluña como ha pasado durante el siglo XX con todos los nacionalismos.
    P. ¿Puede el encarcelamiento de los exconsejeros perjudicar la solución de la situación?
    R. Yo nunca le daría ese enfoque.
     He defendido desde hace muchos años la iniciativa política para enfrentar la crisis en Cataluña. ¿Por qué? Porque es la única manera de minimizar la dimensión penal de los acontecimientos. 
    He querido priorizar la política porque es lo único que el Poder Ejecutivo controla.
     Si hubiera actuado políticamente, incluso en la aplicación del 155, que es pura política, y lo hubiera hecho a tiempo no estaríamos desencadenando los inevitables procedimientos penales.

    P. ¿Estamos aquí no haber hecho política antes? R. No creo que totalmente sea así, pero que la ausencia de iniciativa política ha abierto mucho más espacio a una dinámica que tiene sus fundamentos jurídicos de carácter penal, no me cabe la menor duda. Les pondré un ejemplo.
     Cuando el señor Artur Mas era presidente de la Generalitat y convoca a una consulta ilegal después de que el Tribunal Constitucional le dijera "oiga, que usted no tiene competencias para hacerlo" y lo hizo igual.
     Imagínense que en ese momento hubiera sido requerido, desde el punto de vista constitucional, sin amenaza penal, le hubieran llamado la atención con el malhadado 155, que han satanizado, pero es igual que el artículo 37 de la Constitución alemana. Simplemente es decirle:
     "Usted no cumple con su función, no respeta sus competencias, le llamo la atención para que vuelva a respetar el ordenamiento jurídico.
     En caso de que no lo haga, el Senado me da la posibilidad de suspenderlo de sus funciones". 
    P. ¿Está demasiado judicializada la crisis?
    R. Estoy en contra de la judicialización de la política, porque inevitablemente eso termina con la politización de la justicia. Pero todo el mundo, o casi todo el mundo, está manifestando su respeto hacia que una señora jueza atienda a la decisión del fiscal y dicte la prisión provisional sin fianza como medida cautelar
  • . La gente respeta, sabe que esa jueza es completamente independiente.
  •  Porque cuando habla del Poder Judicial parece que es el poder del Gobierno.
  •  La magistrada que ha tomado la decisión es independiente.
  •  P. ¿Qué le parece la decisión de Puigdemont de quedarse en Bruselas y no responder a la Justicia española?  R. Ojalá no se moleste por lo que voy a decir.
     Me parece un acto de cobardía, casi de vodevil que deja a los pies de los caballos a sus seguidores y a más de la mitad de su Gobierno porque el gran argumento de la magistrada sobre el riesgo de fuga no tiene que explicarlo mucho, ya se lo da solo el señor Puigdemont.
     Es uno de los que habla todos los días, hoy se lo he escuchado decir, de una democracia del siglo XXI.
     Si su discurso es de nacionalismo irredentista, supremacista, que es como mucho identificable con los desastres del siglo XX del nacionalismo, ¿cómo reclama usted que eso es del siglo XXI? Le diría algo que es intelectualmente divertido. Puigdemont no es presidente de la Generalitat, no porque haya sido destituido, que también, en aplicación del 155, sino porque él ha propuesto destruir la Generalitat y la Constitución.
     Por tanto, si fuera algo, que no lo es, sería presidente de la república independiente.
    P. ¿El encarcelamiento de funcionarios catalanes puede perjudicar la estrategia del presidente Rajoy en Cataluña? 
    R. ¿De verdad tiene una estrategia el Gobierno? [se ríe]. 
    En el supuesto de que la tuviera y esa estrategia coincidiese con la necesidad de que haya elecciones… Creo que, por fortuna, no habrá inhabilitaciones para el 21 de diciembre. 
    Ni siquiera para Artur Mas. A la gente se le olvida y dice que está inhabilitado, pero la sentencia no es firme, está recurrida. Por tanto no habrá inhabilitación
    . Haré una broma casi grotesca: algunos de los que no estén en libertad para hacer campaña, si son candidatos, tendrán una ventaja relativa porque tendrán una excusa para no tener que explicar la cantidad de tonterías que han hecho para llevar a Cataluña a esta desastre.
     Les alcanzará con decir que están presos.
     Porque hay que ver las cosas que han hecho. Van por 2.000 empresas que se han cambiado de domicilio, algunas con un siglo y medio de raíz catalana. 
    P. ¿Creé que el mundo va a entender esto? Ha habido críticas por los encarcelamientos.  
    R. No, claro, el mundo no lo entiende. 
    Aquí hay una sola legalidad, como en cualquier país democrático. 
    Imaginen que la gobernadora de Buenos Aires lleva a la legislatura de la provincia el ejercicio del derecho de autodeterminación para separar a la provincia de Buenos Aires del Estado argentino.
     Esto es lo que ha hecho. Pero en el relato han contado un montón de mentiras que ha creado una confusión general, cosa que es bastante frecuente en la sociedad que vivimos. ¿Cuántas mentiras de Trump se cuentan que la gente cree que son verdad?
     En el relato han ido ganando, pero ya no, porque la mentira tiene las patitas cortas.


 

La juez Lamela dicta orden internacional de detención para Puigdemont y el resto de exconsellers

La fiscalía belga ha asegurado que en cuanto reciba la euroorden de detención y entrega aplicará la ley.

 

Laika, la ‘perra del espacio’ que impulsó la carrera entre Rusia y EE UU

Se cumplen 60 años del lanzamiento del primer ser vivo al espacio exterior, un acontecimiento respondido por Kennedy con el envío del primer hombre a la Luna.

El 'Sputnik 2' con la perra Laika a bordo
A pesar de los 60 años transcurridos, su nombre –Laika- es todavía tanto o más popular que el de Gagarin o Armstrong.
 El primer ser vivo que se aventuró por el espacio exterior ocupa un lugar de honor en el imaginario colectivo.
El lanzamiento del primer Sputnik, en octubre de 1957 no fue anunciado como un acontecimiento excepcional. 
 Apenas mereció una modesta columna arrinconada en la primera página de Pravda, bajo el inicuo titular “Informe de TASS”.

La reacción en Occidente fue muy distinta. 
Aparte de la sorpresa ante un éxito tecnológico que nadie esperaba estaban sus implicaciones militares: el Sputnik demostraba que la Unión Soviética disponía de un misil intercontinental capaz de alcanzar cualquier punto del globo. Occidente, no.
 Y en muchos círculos la sorpresa dejó paso a una sensación de temor casi histérico.
Esa reacción cogió por sorpresa al propio dirigente soviétivo Nikita Kruschev.
 Nunca antes había considerado el valor propagandístico de un lanzamiento espacial pero el Sputnik le abrió los ojos al instante y no tardó ni un día en reaccionar. 
La siguiente edición de Pravda le dedicaba la portada íntegra, describiéndolo como “una gran victoria en la competencia pacífica con el capitalismo”
A los pocos días del lanzamiento, Serguéi Korolev, el anónimo padre del Sputnik, fue recibido por un exultante Kruschev quien le hizo una petición sorprendente: “Sergei Pavlovich: Nunca creímos que pudieras lanzar un Sputnik antes que los americanos. 
Pero lo hiciste.
 Ahora, por favor, lanza algo nuevo al espacio para celebrar en próximo aniversario de nuestra revolución”. 
Sería en noviembre. Tenía un mes.
Hoy en día, nadie soñaría con proyectar, fabricar y lanzar un satélite en un plazo tan corto.
 Pero Korolev puso a trabajar a su equipo tan febrilmente que no había tiempo para diseños refinados ni controles de calidad. Los planos pasaban directamente del tecnígrafo al taller. 
Se utilizaría una copia del primer Sputnik para aprovechar sus baterías y equipos de radio.
 Sobre él, irían unos sencillos detectores de radiación y debajo, una cabina presurizada capaz de albergar un perro pequeño.
Casi todas esas piezas estaban ya disponibles.
 La Unión Soviética había realizado varios lanzamiento de cohetes zona con perros a bordo, así que ya poseía experiencia en el tema. En total, el conjunto pesaba algo más de media tonelada. Era una carga inconcebible para la tecnología americana, que todavía estaba limitada a unos pocos kilos. 
 Pero que no planteaba ningún problema para el formidable cohete de Korolev, el R-7, pensado para llevar ojivas nucleares de cinco toneladas.
 
El 'Sputnik 1', el primer satélite artificial.
El 'Sputnik 1', el primer satélite artificial.
Para ir a bordo del segundo Sputnik se seleccionaron tres perros de raza indefinida, todos recogidos en las calles de Moscú: Albina, Laika y Mukha.
 Los científicos rusos preferían estos animales, asumiendo que si habían sobrevivido a las duras condiciones de la vida en la calle, sin duda serían ejemplares vigorosos.
 De los tres, Laika (“Ladradora”, en ruso) resultó el de temperamento más dócil, así que al final le correspondió a ella el dudoso honor de ser el primer ser vivo en realizar un vuelo orbital. Viaje sólo de ida, claro.
 La tecnología de la época no permitía ningún intento de recuperación.
Laika no recibió un entrenamiento especial. Al fin y al cabo, las reducidas dimensiones de su cabina tampoco le permitirían más que ponerse en pie o echarse.
 Se le implantaron unos electrodos para registrar su respiración y también un sensor de pulso y presión sanguínea en una carótida. El 31 de octubre se la acomodó en su alojamiento en el morro del cohete.
El pobre animal estaría tres días encajonado allí a la espera del lanzamiento.
 En la desolada estepa de Tyuratam, noviembre es un mes muy frío, y la única concesión a la comodidad de Laika fue un sistema de calefacción que la mantendría a temperatura agradable no solo a ella sino también a los equipos electrónicos de la nave.
Por fin, el 3 de noviembre, a tiempo para celebrar el aniversario de la revolución de octubre (cosas del calendario juliano) se lanzó el segundo Sputnik.
 La telemetría mostró un aumento del ritmo cardíaco del animal durante el despegue, pero al cabo de unos minutos, ya en órbita, se tranquilizó sin mostrar, de momento, signos alarmantes.

El 'Sputnik 2' con la perra Laika a bordo
A pesar de los 60 años transcurridos, su nombre –Laika- es todavía tanto o más popular que el de Gagarin o Armstrong. El primer ser vivo que se aventuró por el espacio exterior ocupa un lugar de honor en el imaginario colectivo.
El lanzamiento del primer Sputnik, en octubre de 1957 no fue anunciado como un acontecimiento excepcional. Apenas mereció una modesta columna arrinconada en la primera página de Pravda, bajo el inicuo titular “Informe de TASS”.

La reacción en Occidente fue muy distinta. Aparte de la sorpresa ante un éxito tecnológico que nadie esperaba estaban sus implicaciones militares: el Sputnik demostraba que la Unión Soviética disponía de un misil intercontinental capaz de alcanzar cualquier punto del globo. Occidente, no. 
Y en muchos círculos la sorpresa dejó paso a una sensación de temor casi histérico.
Esa reacción cogió por sorpresa al propio dirigente soviétivo Nikita Kruschev. 
Nunca antes había considerado el valor propagandístico de un lanzamiento espacial pero el Sputnik le abrió los ojos al instante y no tardó ni un día en reaccionar.
 La siguiente edición de Pravda le dedicaba la portada íntegra, describiéndolo como “una gran victoria en la competencia pacífica con el capitalismo”
A los pocos días del lanzamiento, Serguéi Korolev, el anónimo padre del Sputnik, fue recibido por un exultante Kruschev quien le hizo una petición sorprendente: “Sergei Pavlovich: Nunca creímos que pudieras lanzar un Sputnik antes que los americanos.
 Pero lo hiciste. Ahora, por favor, lanza algo nuevo al espacio para celebrar en próximo aniversario de nuestra revolución”. Sería en noviembre. Tenía un mes.
El éxito de los dos primeros Sputniks forzó a la administración del presidente Eisenhower a acelerar el lanzamiento de su propio satélite
Hoy en día, nadie soñaría con proyectar, fabricar y lanzar un satélite en un plazo tan corto.
 Pero Korolev puso a trabajar a su equipo tan febrilmente que no había tiempo para diseños refinados ni controles de calidad.
 Los planos pasaban directamente del tecnígrafo al taller. Se utilizaría una copia del primer Sputnik para aprovechar sus baterías y equipos de radio.
 Sobre él, irían unos sencillos detectores de radiación y debajo, una cabina presurizada capaz de albergar un perro pequeño.
Casi todas esas piezas estaban ya disponibles. 
La Unión Soviética había realizado varios lanzamiento de cohetes zona con perros a bordo, así que ya poseía experiencia en el tema. En total, el conjunto pesaba algo más de media tonelada. Era una carga inconcebible para la tecnología americana, que todavía estaba limitada a unos pocos kilos. 
Pero que no planteaba ningún problema para el formidable cohete de Korolev, el R-7, pensado para llevar ojivas nucleares de cinco toneladas.
Y Como yo leí en el Blog Eureka de Daniel Marín....¿Quién dice que una perra no puede cambiar el mundo?
El 'Sputnik 1', el primer satélite artificial.
El 'Sputnik 1', el primer satélite artificial.
Para ir a bordo del segundo Sputnik se seleccionaron tres perros de raza indefinida, todos recogidos en las calles de Moscú: Albina, Laika y Mukha. Los científicos rusos preferían estos animales, asumiendo que si habían sobrevivido a las duras condiciones de la vida en la calle, sin duda serían ejemplares vigorosos. De los tres, Laika (“Ladradora”, en ruso) resultó el de temperamento más dócil, así que al final le correspondió a ella el dudoso honor de ser el primer ser vivo en realizar un vuelo orbital. Viaje sólo de ida, claro. La tecnología de la época no permitía ningún intento de recuperación.
A mediados de 1961, exasperado ante el inesperado anuncio del vuelo de Gagarin, el presidente John F. Kennedy embarcó al país en el desafío de llevar un hombre a la Luna antes del fin del decenio
Laika no recibió un entrenamiento especial. Al fin y al cabo, las reducidas dimensiones de su cabina tampoco le permitirían más que ponerse en pie o echarse. Se le implantaron unos electrodos para registrar su respiración y también un sensor de pulso y presión sanguínea en una carótida. El 31 de octubre se la acomodó en su alojamiento en el morro del cohete.
El pobre animal estaría tres días encajonado allí a la espera del lanzamiento. En la desolada estepa de Tyuratam, noviembre es un mes muy frío, y la única concesión a la comodidad de Laika fue un sistema de calefacción que la mantendría a temperatura agradable no solo a ella sino también a los equipos electrónicos de la nave.
Por fin, el 3 de noviembre, a tiempo para celebrar el aniversario de la revolución de octubre (cosas del calendario juliano) se lanzó el segundo Sputnik. La telemetría mostró un aumento del ritmo cardíaco del animal durante el despegue, pero al cabo de unos minutos, ya en órbita, se tranquilizó sin mostrar, de momento, signos alarmantes.
Por desgracia, no todo fue a pedir de boca. El satélite no estaba diseñado para separarse del cohete portador, el sistema de refrigeración no funcionó como estaba previsto y la cabina empezó a recalentarse casi desde la misma entrada en órbita. La cápsula de Laika llegó a registrar más 43ºC . Al cabo de unas horas, el animal sucumbía, probablemente a causa de un síncope por hipertermia. Su nave le sobreviviría seis meses justos, antes de desintegrarse en la atmósfera entre el Caribe y América del Sur.
El presidente de EE UU Richard M. Nixon habla a los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin and Michael Collins. ampliar foto
El presidente de EE UU Richard M. Nixon habla a los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin and Michael Collins.
El Sputnik 2 provocó aún más consternación en Occidente que su predecesor. Seis toneladas y media (el satélite más el cohete ya agotado) en órbita era algo de todo punto impensable. Y con un perro a bordo, además. Este era sólo un detalle pintoresco pero que contribuyó a cimentar el prestigio de la URSS en la naciente tecnología aeroespacial.
El éxito de los dos primeros Sputniks forzó a la administración del presidente Eisenhower a acelerar el lanzamiento de su propio satélite. Había sido una apuesta personal del presidente: diseñar un cohete “civil” para evitar dar la imagen belicosa asociada a un cohete militar. Los rusos no habían tenido tantos remilgos y gracias a eso habían ganado la carrera.
El Vanguard americano arrastraba serias dificultades de diseño. Todavía le faltaban varios vuelos de prueba y, para colmo, el diminuto satélite que debía poner en órbita más parecía un pomelo (en palabras de un sarcástico Kruschev) que un artefacto comparable a los rusos.
Explosión del 'Vanguard' tras su lanzamiento.
Explosión del 'Vanguard' tras su lanzamiento.
Pero había que intentarlo. En diciembre, deprisa y corriendo, a la vista de las cámaras de cine y televisión de medio mundo, se dio la orden de lanzamiento para el primer satélite Vanguard. El cohete –con un hermoso diseño, eso sí- se elevó justo un metro antes de desaparecer en una nube de llamas. Añadiendo insulto a la injuria, el cono de proa se abrió, el satélite cayó al cemento de la plataforma y empezó a transmitir su bip-bip. Al terminar 1957, la Unión Soviética no era sólo una potencia espacial. Era la única potencia espacial.
La leyenda de los supercohetes rusos se asentó durante muchos años. Y no era sólo una ilusión: los americanos tardarían mucho en disponer de lanzadores comparables. Al mismo tiempo, espoleado por un Kruschev cada vez más entusiasmado con el impacto propagandístico de esos vuelos, Korolev orquestó en poquísimo tiempo una serie de asombrosos hitos: El primer planeta artificial, el primer impacto y el primer descenso de una sonda en la Luna, el primer hombre en órbita, la primera mujer, la primera cápsula triplaza, el primer paseo espacial…
A mediados de 1961, exasperado ante el inesperado anuncio del vuelo de Yuri Gagarin, el presidente John F. Kennedy embarcó al país en el desafío de llevar un hombre a la Luna antes del fin del decenio. Esa decisión marcaría a la larga un cambio de tendencia absoluto en la carrera espacial.
Edwin Buzz Aldrin, durante su misión lunar en 1969.
Edwin Buzz Aldrin, durante su misión lunar en 1969.
La propuesta de Kennedy se ha estudiado mucho en las escuelas de negocios. Fue un modelo de liderazgo en el que se establecía qué hacer (ir a la Luna) y un plazo (nueve años) y –sobre todo- se dotaba a la agencia espacial de cuantos medios fueran necesarios para conseguirlo. En algunos momentos, la NASA recibió más del 4% del presupuesto federal.
No ocurrió lo mismo en la URSS. El Politburó no se decidió a poner en marcha su programa lunar hasta dos años más tarde, con una financiación insuficiente. Estallaron numerosas rencillas personales. Diferentes diseñadores compitieron entre sí para favorecer su propio proyecto y torpedear el del competidor. Korolev falleció en 1967, sin dejar un sucesor con su carisma. A partir de ese momento, la organización de un programa tan complejo, fue acumulando fallos y retrasos.
Hacia 1967, al terminar el programa Gemini, podría decirse que la tecnología espacial americana había sobrepasado a la soviética. Entre los factores clave estaban su experiencia en miniaturización electrónica, la puesta a punto del nuevo lanzador Saturn 5, la exitosa colaboración entre industria, universidades y agencias estatales y –muchas veces ignorado- el desarrollo de una serie de técnicas de ingeniería de sistemas para gestionar proyectos de enorme complejidad.
Tras el desembarco en la Luna del Apolo 11, en 1969, la URSS mantuvo su propio proyecto lunar activo hasta que en 1972 decidió abandonarlo. En su lugar, se concentró en la creación de laboratorios orbitales, un campo en el que cosecharía notables éxitos.