El Rey emérito ha viajado con su hija Elena y los hijos de esta para acudir a la final del torneo internacional de polo.
Don Juan Carlos, durante la final del torneo de Polo en Sotogrande.GTRESONLINE
Don Juan Carlos prosigue con su agitado verano. Su última parada ha sido en Sotogrande donde ha asistido a la final del
Torneo Internacional de Polo una cita inusual en su calendario estival
habitual. Lo ha hecho acompañado de nuevo por su hija la infanta Elena y
los hijos de esta Felipe y Victoria, que pasan los últimos días del mes
con su padre en esta localidad en la que los Marichalar tienen casa. El
Rey emérito fue el encargado de entregar el trofeo al capitán del
equipo ganar el Ayala Polo Team que jugaba en casa. El Rey emérito también ha estado con su hija mayor,
con quien comparte mucho tiempo libre, en San Sebastián para asistir en
los toros. Don Juan Carlos ha recuperado en este tiempo también su
afición por regatear gracias a Pedro Campos que con otro grupo de amigos
entre los que se encuentra Josep Cusí han comprado una embarcación que
se adapta a las condiciones físicas del veterano Rey. El barco fondea en Sanxenxo
otro de los destinos vacacionales del jubilado monarca que de momento
tiene que esperar ya que estaba prevista su presencia la semana en que
se produjeron los atentados en Cataluna y don Juan Carlos optó por no
acudir.
Don Juan Carlos, en la final del torneo de Polo en Sotogrande. Detrás de él, su hija Elena y sus nietos, Felipe y Victoria.GTRESONLINE
Entre los otros rostros conocidos que también se dejaron ver durante
la entrega de trofeos en Sotogrande estaba Luis Alfonso de Borbón, que
ha sido uno de los participantes en esta edición con el Lechuza de
Caracas de su suegro Víctor Vargas, y su esposa Margarita Vargas, el
duque de Alba y su hermano Fernando Martínez de Irujo y la socialité Carmen Lomana y Hubertus de Hohenlohe.
El padre de Felipe VI ha pasado también algún tiempo en el extranjero
como en Irlanda a donde acudió acompañado de su amiga Marta Gayá.
Carolina Herrera y Miguel Báez 'El Litri'.GTRESEl verano es un tiempo de cambios para las parejas según los
psicólogos. Un tiempo de convivencia que resquebraja a muchas pero por
el contrario impulsa el nacimiento de otras. Macarena García y Leiva
son de las primeras. La actriz y el músico han roto tras tres años de
relación. Un amiga de la intérprete ha explicado que "lo dejaron a
principios de verano", además de afirmar que ella lo ha pasado mal. Un
final que tendrá su segunda parte el próximo 29 de septiembre, día que
se estrena la película de La Llamada, en la que ambos han participado. Mar Flores y el millonario mexicano Elías Sacalson una pareja singular. La suya es una relación de ida y vuelta. Rompieron en primavera y han
vuelto en verano. Prueba de la reconciliación son unas fotos tomadas en
Saint Tropez donde el empresario mexicano ofreció una fiesta por todo lo
alto en honor a su novia.
Mar Flores, con Elias Sacal.GTRES
Las redes sociales fueron el medio que eligieron hace unos días el futbolista James Rodríguez y su mujer Daniela Ospina para informar de su ruptura. Tras casi una década juntos la pareja ha asegurado que mantiene una
buena relación por el bien de su hija. Ninguno quiso entrar en los
motivos de su separación pero ahora han salido a la luz rumores que
relacionan al jugador de fútbol con la modelo rusa Helga Lovekaty. El mundo de Hollywood también ha sorprendido con un sonado divorcio. Una de las parejas más adoradas del star system, la formada por los actores Chris Pratt y Anna Faris,
ha puesto fin a su relación. Cuando pasaron por el altar en 2009 la
actriz era mucho más conocida que él por eso muchos aseguran que la
descomunal y rápida fama adquirida por el protagonista de Jurassic World ha afectado de lleno a la pareja Narcís Rebollo, con Eugenia Martínez de Irujo y la hija de esta, en Ibiza.GTRES El primo de Felipe VI, Fernando Gómez-Acebo, se separaba a primeros de verano de la periodista griega Nadia Halamandari,
un nuevo divorcio que se suma a los cuatro que ya han tenido lugar en
la familia Gómez- Acebo y Borbón. El hijo de la infanta Pilar ponía así
fin a su relación con la madre de su único hijo, el pequeño Nicolás, con
la que contrajo matrimonio el 31 de mayo de 2016. Pero para divorcio y millonario el de Roman Abramovich y Dasha Zhukova. El dueño del Chelsea, y la editora de la revista Garage,
anunciaron a través de un comunicado su decisión de ir cada uno por su
lado. "Después de 10 años juntos, los dos hemos tomado la difícil
decisión de separarnos. Seguiremos siendo buenos amigos, padres y socios
en los proyectos que hemos desarrollado juntos". Este divorcio promete
ser uno de los más caros de 2017: la revista Forbes sitúa a Abramóvich como la fortuna 139 del mundo con una cuenta corriente que asciende a más de 11.000 millones El amor les ha durado poco al fundador de Tesla y la exmujer de Johnny Depp. Tras menos de un año de noviazgo, Elon Musk ha roto con Amber Heard
pese a que anunciaron su intención de casarse y formar una familia. "Todo ha terminado entre Amber y Elon. Ella está devastada porque fue él
quien tomó la decisión", dijo un portavoz de la actriz En el aire está el matrimonio de Carolina Herrera y Miguel Báez El Litri. La parerja anunció a comienzos de verano quese tomaban un tiempo para reflexionar tras 13 años de matrimonio. Los medios de comunicación especulaban desde hacía tiempo con la posibilidad de que la pareja pusiese fin a su unión. A Eugenia Martínez de Irujo y al empresario musical Narcís Rebollo, en cambio,
les ha sentado bien el verano. En este tiempo de asueto han consolidado
su relación y se han mostrado sin reparos en público. Lo han hecho en
Ibiza donde han navegado junto a la hija de ella CayetanaRivera, que a sus 17 años, está a punto de convertirse en uno de los grandes objetivos mediáticos.
Había más pancartas contra los 'foráneos' que dicterios contra los que mataron y los que mandaron matar.
El Rey es un ciudadano al que la CUP y sus cupaires de aluvión han cargado de sospechas.
El Gobierno es, para ellos, sospechoso antes de Rajoy, antes de Azaña
incluso. En España, zona de Cataluña, hubo dos atentados el 17 de
agosto. La ciudadanía a la que pertenecen el Rey y todo el Gobierno
pusieron en práctica su voluntad de condolerse con las víctimas yendo a
esta parada triste.
Y fueron al perímetro que la CUP y los suyos quieren cuadricular.
Mientras esos forajidos de fuera emprendían camino, expertos en
ciclostiles cupaires armaron una parafernalia de eslóganes que
contradecían las convocatorias (bienvenida a tothom) de la Generalitat y
del Ajuntament. Todos serán bienvenidos. Pues no. La flecha lanzada por
la CUP —el Rey comercia con armas: ellos no saben siquiera si hay
empresas de su territorio vendiendo armamento— se hizo cartel y bandera;
en el recuerdo de los asesinatos, había más pancartas contra esos
foráneos que dicterios contra los que mataron y los que mandaron matar. Y
donde no habría de haber banderas
(Colau dixit), el agravio al Rey y a los otros visitantes (vuestras
guerras, nuestros muertos, esos pronombres perversos) ya estaba en
marcha.
Así que cuando los extranjeros aterrizaron se hizo un ruido atronador e insultante. ¡Abajo el Rey, fuera el Gobierno! Los asesinos son otros, pero no
importa: es el ruido que tenían preparado. A los insultos respondieron,
para aminorarlos, Colau y Puigdemont. Son cosas de la libertad de
expresión, dijeron. Esa libertad los dejó intactos a ellos; dejó
intactos a los Mossos, incorporados al ejército de los intocables… Los
dejó intactos a todos, menos a esos salvajes que iban desde Madrid
cargados de guerras y de armas. Guerra a ellos, claro que sí. Y si no,
que les aticen con la libertad de expresión. Lo de Colau llamó la atención. Ella tiene un prontuario propio, que
saca a pasear con las artes de antigua tertuliana: responder por encima
del que le habla argumentando con un eslogan de seis palabras: “Esto es
la libertad de expresión”. Condenó con rapidez, ante unas preguntas de
Xavier Sardá en La Sexta, el acoso indecente que sufrió la diputada
popular Andrea Levy mientras hablaba precisamente en esa cadena. Pero en
seguida Colau volvió a la tangente que marcan sus fidelidades para
añadir que si eso ocurre, como lo que le ocurrió al Gobierno, que fue
insultado, como lo que le ocurrió al Rey, que fue muchísimo más
insultado, es porque aquí existe la libertad de expresión. Claro que sí.
Han repetido Puigdemont, Colau e tutti quanti estos días, antes de la
supuesta bienvenida a los foráneos y una vez que esa bienvenida se
convirtió en malvenida, que Cataluña es un país plural. Pero no se sabe
de qué persona del plural, o si esa forma que conjugan es transitiva o
intransitiva. La del sábado no era una bienvenida al país plural: era un
repudio, era una malvenida, un modo de expulsar al que peregrina para
solidarizarse con el dolor de otro. Se ha dicho mucho desde ayer que estuvieron ausentes las víctimas.
Esta certidumbre produce tristeza; el uso de la expresión libertad de
expresión para explicar el acoso a los que fueron malvenidos produce
legítima, rabiosa indignación, lo que se siente ante la desvergüenza. En
nombre de la libertad de expresión, no, diguem no. Libertad de Expresión no es insultar. hay que aprender, por lo visto que no puedo patear verbalmente y luego decir que es libertad de expresión, porque entonces los terroristas matan e insultan ejerciendo su libertad de acción y de insultar en nombre de Alá y no es eso Sra Colau, no es eso. Si digo que los independentistas son feos y gordos ¿Que es eso? libertad o insultar?
Pese a la extendida idea de que no tiene acento, la región presenta muchas características lingüísticas.
Apenas llevaba cuatro meses como estudiante en la Universidad de
Alcalá, y la joven estadounidense Robyn Wright ya hablaba español con
dejes locales. “Vaya. Ya se te ha pegado el ejque madrileño”,
le dijo la madre de una amiga una tarde de 2003 en referencia a la
característica pronunciación de la ‘s’ como si fuera casi una ‘j’, por
ejemplo, en esa famosa versión del ‘es que’ o en palabras como bosque o
casco. “Me hizo mucha gracia. Ni siquiera me había dado cuenta”, explica
por teléfono Wright cuando se le pregunta por qué le ha dado a una
profesora de Lengua y Literatura Española en la Universidad de Hendrix, en Arkansas, por estudiar algo tan específico como El Ejke madrileño. Estudio sobre la percepción y la producción de la /s/ velarizada en Madrid.
Apenas llevaba cuatro meses como estudiante en la Universidad de
Alcalá, y la joven estadounidense Robyn Wright ya hablaba español con
dejes locales. “Vaya. Ya se te ha pegado el ejque madrileño”,
le dijo la madre de una amiga una tarde de 2003 en referencia a la
característica pronunciación de la ‘s’ como si fuera casi una ‘j’, por
ejemplo, en esa famosa versión del ‘es que’ o en palabras como bosque o
casco. “Me hizo mucha gracia. Ni siquiera me había dado cuenta”, explica
por teléfono Wright cuando se le pregunta por qué le ha dado a una
profesora de Lengua y Literatura Española en la Universidad de Hendrix, en Arkansas, por estudiar algo tan específico como El Ejke madrileño. Estudio sobre la percepción y la producción de la /s/ velarizada en Madrid. Así se titula el completo trabajo de 202 páginas que acaba de publicar y que concluye, a través de más de 400 entrevistas a hispanohablantes de todas las autonomías españolas, que ese ejque,
se suele asociar, efectivamente, al habla de madrileño. Y, en general,
con connotaciones muy negativas. Por ejemplo, a quienes lo usan se les
adjudican rasgos como “menos inteligente, más perezoso, mezquino, menos
fiable y con mal carácter”, dice el texto. Incluso entre los propios
madrileños se ve con rechazo.
Pero el hecho es que las percepciones no siempre se corresponden con
la realidad. No solo por esos atributos de personalidad tan aventurados. Ni porque el ejque sea una característica extendida —y
probablemente con más presencia— en toda La Mancha. Sino, además, porque
su uso ni siquiera está tan generalizado en Madrid. Cuando medio
centenar de madrileños fueron entrevistados para la segunda parte del
estudio de Wright, un 87% pronunció la ‘s’ de forma estándar, es decir,
como una ‘s’ normal, un 6,3% la aspiró (ehque), un 4% sí la hizo ‘j’ y el resto la eliminó.
Son, sin duda, unas diferencias notables, por mucho que la
pronunciación dependa también del contexto social, el nivel de
formalidad o el estrés con el que se esté hablando. Entonces, ¿por qué
se asocia en general al madrileño? “Yo creo que es, simplemente, porque
es muy llamativo. Por su gran sonoridad y también porque es una solución
lingüísticamente atípica”, opina la profesora estadounidense. La propia existencia de un acento (“conjunto de las particularidades
fonéticas, rítmicas y melódicas que caracterizan el habla de un país,
región, ciudad”) y, en general, de una variante madrileña del español se
ha puesto tradicionalmente en entredicho, considerando el de capital el
castellano estándar. Sin embargo, sí tiene el habla de Madrid una serie
de características propias que se han ido reflejando en diferentes
trabajos a lo largo de los años. Algunos, más literarios, con mucho de
observación y percepción, como el de Madrid no tiene arreglo,
de José María Blanco Corredoira (2007). Este subdivide la lengua
madileña en varios subtipos: la pija —“algo nasal, tímidamente gangosa,
desganada, con el huevo en la boca”—, la de barrio —aquí incluye el
ejque, el laísmo y el uso de ‘venga’ como fórmula de despedida— y un
nuevo cheli de macarras, con una “jerga cansina y malsonante” que
utiliza con entusiasmo términos como piba, palo, dabuten o tronco.