"La Ayuso desveló que Lina cobraba por capítulo ciento noventa y dos mil euros"
Jorge Javier Vázquez
Que era más rara que un perro verde era algo de sobras conocido.
Actores
que han trabajado con ella aseguran que cuando salía al escenario
tenían que fingir que les entraba tal ataque de risa que no podían
continuar con su papel.
Pero poco me podía imaginar que además no fuera solidaria. Contó
Marisol Ayuso en Sábado Deluxe que en Hostal Royal Manzanares se vieron
obligados a cortar la producción porque a Lina le tuvieron que extirpar
unos nódulos de la garganta.
Lina se cabreó con Marisol porque llevó a juicio a los
productores de la serie.
¿La razón? Se negaban a pagarle lo que le
debían del contrato: menos de cuatrocientos euros. ¡Ah! ¡Por cierto!
Creo que es necesario contar este pequeño detalle: la Ayuso desveló que Lina cobraba por capítulo ciento noventa y dos mil euros.
Más datos: he ido a Wikipedia para comprobar cuántos años duró la serie. Tres.
Así que pónganse a echar cuentas.
Desde luego la actitud de la Morgan no dice mucho de una mujer que se vanagloriaba de colaborar de una manera muy activa con el Padre Ángel.
He tenido una relación muy personal con Barcelona, viví en esa ciudad y trabajé tb en ella. Esa rambla es importante para pasear y trasladarse a otros lugares de la ciudad, cerca de un mar que no vemos muy bien, pero ese lugar fue y es muy importante en mi vida, y cuando veo esas escenas me dan escalofrios, porque es un lugar de paso o de paseo hasta la Barcelona nueva de las Olimpiadas. Yo si tengo miedo, miedo porque todo ese terror lo hacen personas amparadas en algo tan poco argumentable como la muerte. Y Catalunya lo ha vivido.....ya da igual lo que se diga, en el miedo hay gente que se crece y que se acobarda. Todo es sorpresa y ves muerte y miedo. Dicen que no hay que tener miedo, pero es
atentado que recuerda al horror que supuso el atentado de Hipercord. . Barcelona es un punto extrañamente atractivo para los terroristas. Digamos que dentro de una rabia irracional salen mis mejores recuerdos y esos no los va a matar ningun muchacho del ISIS, Tampoco debería existir esa Guerra en Siria. . No a la violencia que nos marca etapas en nuestra vida,
Se vendieron como adorables fábulas de superación, pero acabaron destruyendo toda esperanza.
Y todavía nos estamos recuperando.
Robert Redford y Michelle Pfeiffer viven un amor de película con un final también de película en 'Íntimo y personal' (1996).
Hay películas que son como una canción de Los Planetas:
empiezan con una melodía deliciosa, consiguen que menees la cabeza
poniendo una sonrisa tonta y acaban destruyendo todo en lo que crees. Son historias que nos recuerdan que la palabra "entrañable" viene
derivada de "entrañas", porque ahí es donde nos atacan. Películas que se
vendieron como adorables fábulas de superación, mediante pósters con
estrellas felices abrazándose y poniendo caras de alegría como si
acabaran de escuchar la frase: "Vayan pasando por esta caja en orden". Y
cuando estábamos con la guardia bajada, cuando habíamos asumido que la
vida es un hermoso milagro, nos dieron una patada en la boca. Todavía
nos estamos recuperando.
'Una pareja de tres' (2009)
¡Jennifer Aniston y Owen Wilson han adoptado un perrito! Las travesuras, los tropiezos y el enredo están asegurados. Pero Una pareja de tres
es mucho más de lo que su pizpireto póster promete. El matrimonio con
mejor pelo de toda América se enfrenta a la decepción y a los sueños
truncados en un retrato de la inevitable crueldad de la madurez:
sacrificios profesionales, reproches y complejos que sin embargo merecen
la pena porque han construido un hogar idílico con tres hijos y Marley,
el perro más desobediente de la historia. Y de repente Marley se muere.
Un giro que hizo que los espectadores llorasen (pero no
silenciosamente, sino con hipo) y que algunos saliesen tan enfurecidos
de ver la película que pusieron en marcha una iniciativa de boicot
pintando con espray "el perro muere al final" en los pósters de la
película.
'Íntimo y personal' (1996)
Por si la presencia de Robert Redford y Michelle Pfeiffer no
te recordase constantemente que estás viendo una película, sus
personajes tenían nombres de esos que solo existen en el cine (Warren
Justice y Tally Atwater) y vivían un amor, efectivamente, de película. Él era un implacable periodista, ella una torpe aspirante a presentadora
que no valía nada sin su mentor: pocas cosas resultaban más sexys para
el Hollywood de los noventa que una muñeca dependiendo de un anciano. Íntimo y personal es una comedia simpática y predecible hasta que deja de ser ambas cosas a la vez cuando Robert Redford
es cosido a tiros durante la grabación de un reportaje de guerra. Ella
lo ve todo por televisión. Y ya está. Así acaba la película.
'Recuérdame' (2010)
En pleno fervor colectivo por Crepúsculo, Robert Pattinson
protagonizó una historia de amor entre dos jóvenes traumatizados por la
pérdida. Juntos aprenderán el significado de la palabra amor y se
reconciliarán con sus respectivos demonios internos. Tras el final
feliz, la hermanita de Robert Pattinson asiste a la escuela como todos
los días, orgullosa de haber superado el bullying al que sus
compañeros la sometían, y el profesor empieza a escribir la fecha en la
pizarra: once... de... septiembre (oh Dios) de dos mil... (oh Dios) uno
(OH DIOS). Así es. Resulta que el protagonista trabaja en una de las
Torres Gemelas, y de repente mira por la ventana y ve un avión planeando
a una altura extrañamente baja. Fin.
'Alguien voló sobre el nido del cuco' (1976)
Cómo es Jack Nicholson. Irrumpe en un psiquiátrico (en el que ha ingresado voluntariamente para
librarse de la cárcel) y revoluciona a todos los enfermos animándoles a
vivir exprimiendo la vida al máximo. Su antagonista es la enfermera
Ratched (Louise Fletcher), la clásica gruñona que acaba recurriendo a la
no tan clásica lobotomía para anular por completo la personalidad de
los enfermos, incluido Jack Nicholson.
'Un paseo para recordar' (2002)
El clásico primer amor: una chica indecisa, un chico
asustado ante sus sentimientos, unos padres que se oponen al noviazgo y
una agonía a causa de la leucemia. Un momento ¿qué? Un paseo para recordar se convierte en una versión perversa de Love story
donde el chico mueve cielo y tierra para regalarle a su novia el deseo
de cualquier chica antes de morir: casarse. Esa boda a las puertas de la
muerte resulta un ensañamiento despiadado contra el espectador, que no
sabe si estar alegre, estar triste o quitar la película.
One day' (2011)
A veces el amor de tu vida está ahí, delante de tus narices,
y tardas años en darte cuenta. A veces, cuando le confiesas a tu mejor
amiga que la amas, la atropella un camión y acabas atrapado en una
espiral de depresión, alcoholismo y autodestrucción en la que te
comportas como un capullo con todo el mundo . One day nos lleva a
concluir dos moralejas: dile a esa persona que la quieres antes de que
sea demasiado tarde y nunca, nunca, jamás confíes en una comedia cuqui
si la protagoniza Anne Hathaway.
Anne Hathaway protagoniza 'One day', película cuya moraleja es: di "te quiero" antes de que sea demasiado tarde.
'Más allá de los sueños' (1998)
Robin Williams y Annabella Sciorra interpretan a una pareja
que lo tiene todo: dinero, amor y unos hijos que sacan notas estupendas.
Un día esos hijos mueren en un accidente de tráfico, y un par de meses
después el marido también fallece atropellado. La mujer, incapaz de
vivir con la angustia, se suicida y va al infierno, así que su marido
tiene que viajar desde el cielo hasta el inframundo para rescatarla. El
tráiler la vendió como una aventura familiar de fantasía con perro.
Thelma y Louise' (1991)
Hoy todos sabemos de qué trata realmente esta película, pero en 1991 el tráiler presentaba solo instantes de sus primeros 10 minutos: Thelma y Louise fue promocionada como una comedia de amigas protagonizada por dos locuelas que se iban de fin de semana a pescar y bailar country
en línea. Cuando la gente fue a verla, se encontró con que a los 12
minutos Thelma está a punto de ser violada en un aparcamiento y Louise
mata al agresor, empujándolas a una huida solo hacia adelante que
incluye persecuciones, despertares emocionales y el descubrimiento de
Brad Pitt como el mayor mito erótico masculino de su generación. Para
cuando las dos amigas (dos en la carretera, dos cabalgan juntas)
aceleran hacia el vacío del cañón del Colorado, el público ya no sabía
qué demonios acababa de ver. Lo que sí sabía es que, como reflexiona
Thelma cuando mira a las estrellas, "algo me ha atravesado, y ya no
puedo volver atrás".
Susan
Sarandon, izquierda, y Geena Davis interpretan en 'Thelma y Louis' a
dos amigas cuyo fin de semana de chicas se convierte en una huida hacia
delante.
Un
vendedor, un enfermero y un taxista relatan cómo vivieron y cómo
ayudaron a los heridos tras el atentado del pasado jueves en La Rambla.
Albert, enfermero de 41 años, en La Rambla donde ayudó a los heridos. Miriam Lazaro
El paisaje era el de siempre: ruidoso y multitudinario. De pronto, un
golpe seco. Y silencio. Un silencio ajeno a gritos y sirenas. “Un segundo, señora”, le pidió Juan, vendedor de 52 años, a una extranjera que le preguntaba por el precio de unsouvenir. “Entré al quiosco a buscar algo y, no habían pasado ni dos segundos,
cuando escuché un estruendo tremendo. Me di la vuelta y vi a seis o
siete personas tiradas en el suelo, con los expositores destrozados,
algunos clavados en la gente”, relata. “Me sorprendió el olor a sangre.
Enseguida se me metió en la nariz, pero más me sorprendió el silencio”. Juan no sabe si ese mutismo era real o sí solo está en su recuerdo. Él,
simplemente, no escuchaba nada. La escena transcurrió en La Rambla, frente a la calle Hospital.
“Enseguida pensé: ‘esto es un atentado’. Salté sobre las personas como
pude y vi a la furgoneta blanca parada a unos metros. El conductor
estaba forcejeando con una de las personas. Tuve que decidir si les
ayudaba o iba a buscar al terrorista”, cuenta. Juan ayudó a la gente.
Dos minutos
“Lo único que quería era que no se quedaran todos amontonados. Nadie
me decía nada. No sabía si estaban vivos o muertos. Yo los acomodaba y
buscaba algo en el interior del quiosco para que no tuvieran la cabeza
en el suelo. Recuerdo un enorme suspiro de un hombre mayor. Cuando lo
levanté, volví a escuchar su respiración. Eso me tranquilizó”, añade el
vendedor. Según Juan, todo duró dos o tres minutos. Luego llegó la
policía y le pidió a él y a sus compañeros que desalojaran la zona. Se
fue a un bar, que estaba a unos metros del quiosco, y permaneció allí
hasta las nueve de la noche. Un familiar lo pasó a buscar y lo llevó a
su casa. Hasta las cinco de la mañana no se pudo dormir, pero ayer
quería volver a trabajar. En sus zapatillas blancas todavía tenía
manchas de sangre. “Me di cuenta en el metro de que me había olvidado
limpiarlas”, aclara. No quiere que lo fotografíen. “No soy ningún
héroe”.
Cesc, taxista de 41 años, en Plaza de Catalunya. Miriam Lazaro
“Héroe, ¿yo?”, dice Albert, de 41 años; “solo soy enfermero”. Albert
regresaba de la playa cuando entró con su coche en Ciutat Vella y sintió
algo extraño en el ambiente. De repente, un hombre le gritó: “No
avances, hay un tiroteo”. Logró aparcar y enfiló a pie rumbo a La
Rambla, hasta que un policía lo detuvo. “Soy enfermero, quiero ayudar”,
le contestó. Con chanclas y su bolso de la playa todavía a cuestas,
Albert se sentía vulnerable. “Cuando estás con tu traje amarillo y
llegas a los lugares en la ambulancia eres más inmune a lo que sucede a
tu alrededor. El jueves me sentía como un pulpo en un garaje”, explica.
Situación, en cualquier caso, que no le impidió avanzar. “Caminé cinco
metros y me encontré un joven italiano en el suelo. Con otra persona,
que entendía algo de sanidad, lo intentamos reanimar durante 25 minutos.
No pudimos”. No se detuvo. Con una bombona de oxigeno, que le había
cedido la Guardia Urbana, continuó con su camino, que no era otro que
intentar reforzar la asistencia médica.
La Rambla ya estaba tomada por un ruidoso silencio. “No había nadie
en la acera, solo cuerpos tapados en el suelo. Era un desierto con
personas muertas. Hasta que llegamos al lugar donde estaba la furgoneta y
eso era como estar en medio de una guerra, pero con los edificios en
pie”. Con los servicios de ambulancias, Guardia Urbana, Bomberos y
Mossos D’esquadra bien coordinados, Albert se dedicó a colaborar en lo
que podía. Si le pedían que hiciera una férula, lo hacía. Si le
solicitaban que colocara un suero, también. Entre medio, consolaba a las
víctimas. “Había un francés con una fractura de tibia. Me preguntaba
por su mujer y por su hijo. Pero como no hablo francés, solo podía
quedarme a su lado. Le cogía la mano y lo acariciaba”, narra Albert. La
situación era tan dramática que el héroe enfermero necesitaba
un respiro. “Me iba detrás del quiosco, lloraba unos segundos, me
desahogaba y continuaba ayudando”. Ayer, tras participar en la
concentración en la plaza de Catalunya, volvió al lugar donde intentó
reanimar al joven italiano y encendió una vela.
Massimiliano Minocri
“A las nueve de la noche recogí a una familia, que tenían unos
pequeños cortes”, cuenta Cesc, taxista, de 47 años. “Los llevé hasta
Cerdanyola. En el viaje hablamos muy poco. Los niños se quedaron
dormidos; los padres parecían estar en otro mundo. Llegamos a su casa,
nos abrazamos y me dieron las gracias”. Cesc estaba en su día libre
cuando su empresa, Elite Taxi, le informó del atentado. Cogió su coche y
llegó hasta Barcelona. En plaza de la Universitat coordinó la salida de
taxis. “Primero, heridos; luego gente mayor y niños; y después, lo
importante es intentar agrupar carreras con cuatro pasajeros y dejarlos
en un destino cercano para que el coche pueda volver lo más rápido
posible. Lo que buscábamos era vaciar la zona”, explica. Una vez cumplió
con éxito su tarea, comenzó una nueva secuencia junto al monumento a
Colón. Cesc, Albert y Juan son tres de las personas comunes, anónimos sin
formación en protocolos tras un atentado, que en la angustia de La
Rambla se convirtieron en los silenciosos héroes de Barcelona.