Después de
10 años en Los Ángeles, la actriz vuelve a España con tres hijos y
mucha experiencia. Estos días protagoniza la serie 'Perdóname Señor'.
Paz Vega posa en exclusiva para ICON con una bata Palomo Spain. Pincha en la foto para ver un vídeo de la sesión de fotos.
En las distancias cortas Paz Vega (Sevilla, 1976) es mucho
más natural y espontánea que la imagen que uno pueda hacerse de ella si
solo la ha visto posar en alfombras rojas de medio mundo. Detrás de los
focos está relajada y conserva el brillo de aquella chica que se dio a
conocer, hace 18 años, en la serie de televisión Siete vidas. Paz se sienta sobre su tobillo, suelta algún que otro taco al conversar y se atropella al contar anécdotas.
Habla de casi cualquier cosa. Desde el tabú de la pedofilia en Hollywood hasta su pasión por Mireia Belmonte.
Acaba de instalarse con su familia en Madrid después de 10 años
viviendo en Los Ángeles. Atrás queda pues el tráfico de productos
ibéricos en los aeropuertos. “Siempre me ha dolido mucho más que me
quitaran el jamón que una buena crema. Menos mal que en los últimos años
ya existían empresas que nos llevaban un Cinco Jotas a casa”, dice con
gracia.
La actriz viste bragas Calvin Klein Underwear y demuestra que no es necesario casi nada para serlo todo.Gorka Postigo/ Nono Vázquez
“Además, quiero que mis hijos [tres: Orson, 10 años; Ava, 8,
y Lenon, 7] vivan su adolescencia en Madrid. Quiero que hablen español
perfecto. Entre ellos lo hacen en inglés. A mi hijo mayor le encanta el
rap y habla con sus hermanos en slang, por lo que hay muchas
palabras que no pillo. Me he acostumbrado a que sean ellos los que me
corrijan en inglés”, cuenta entre risas. Hoy, Paz está acompañada de su marido y representante, Orson Salazar, en
una habitación de hotel donde acaba de finalizar esta sesión de fotos. Él está sentado en la cama mirando el móvil. Parece absorto en una
conversación paralela a través de la pantalla, pero en realidad no
pierde el hilo de las palabras de su mujer, acomodada en un sillón al
otro lado de la estancia. A lo largo de la charla, Paz le solicitará con
soltura ayuda en respuestas donde la memoria es mejor compartida y le
preguntará si se está “pasando” en alguna respuesta.
¿Le han pedido alguna vez que se posicione públicamente sobre alguna causa?
Sí, pero siempre he preferido mantenerme al margen. A veces, a los
actores se nos da demasiada importancia. Como si lo que opinamos,
pensamos, leemos o escuchamos fuera algo relevante. Creo que a nadie le
importa si, por ejemplo, creemos o no en Dios. Pero se nos dimensiona y
se le da importancia a eso. Prefiero mantenerme fuera de ciertos temas y
no hablar, por ejemplo, de política ni religión. Al final solo trae
líos. Eso no quita que me parezca fenomenal quien lo quiera hacer. Cada
uno utiliza el altavoz que tiene de la manera que quiere. Y si un día me
levanto y digo: ‘Hoy quiero confesar’, pues lo haré. Pero me considero
bastante apolítica, aunque de pequeña quisiera estudiar ciencias
políticas. Eso fue antes de que llegara Lorca y me cruzara los cables.
La actriz se ha puesto una camiseta Levis´s Vintage Clothing y unas gafas Lyoncy.Gorka Postigo/ Nono Vázquez
Además, Paz Vega ha regresado a televisión gracias a la serie Perdóname Señor (los miércoles en Telecinco). En ella da vida a una monja que se reencuentra con su pasado.
La actriz explica que para meterse en el papel no ha necesitado estar
en contacto con ninguna congregación. Con la educación religiosa en su
juventud ha tenido suficiente inspiración. “Estuve hasta los 18 años en
un cole de monjas en Sevilla y tengo muy presente esa figura. Mis monjas
eran muy adelantadas. La directora vestía de particular, algunas se
ponían sus pendientes, no llevaban toga… Te hablo de hace 30 años, iban
muy relajadas para el momento”, dice pensativa. “Tenía amigas que se
apuntaban a todas las catequesis y convivencias, pero yo hice la
comunión y no seguí más. No sentí la llamada”, dice entre risas. La vocación le llegó en el patio de butacas. Con 16 años vio La casa de Bernarda Alba
en un montaje del Centro Andaluz de Teatro (CAT) en Sevilla. “En ese
momento supe por dónde quería que fuera mi vida. Se abrió el telón y
visualicé mi futuro”, recuerda. “En ese teatro lo vi claro. Hay niños
que con cinco años saben a lo que quieren dedicar su vida. Y flipo con
ellos. A mí de pequeña me gustaba ver las películas de gánsters en
blanco y negro. También las que tenían dos rombos. Pero no pensaba que
aquello que hacían aquellas personas en la pantalla fuera una
profesión”, reconoce.
Por eso está empeñada en que sus hijos prueben muchas cosas. “Yo deseo que tengan ese momento de revelación y se lancen a conseguir
sus deseos. Mientras tanto, van picoteando en fútbol, tenis, natación,
ballet… Lo importante es que conozcan muchos palos. Yo quiero que si mi
niño decide ser panadero, lo sea con el alma y le eche pasión. Que le
haga feliz y se levante por la mañana con ilusión. Como me sucede a mí”,
recalca. Paz habla con fervor de su oficio, pero es consciente de que
no todo es un camino de rosas. La crítica también se ha cebado con
ella. “Cuando esto sucede pienso que llevarán razón. Yo veo mis trabajos
el día del estreno y ya sé si está bien o mal. No me tomo las críticas
como algo personal porque sé que siempre lo doy todo en el rodaje. Pero
esta profesión es muy subjetiva. No es como en un deporte donde tienes
que llegar a la marca y ya está”, explica. Y lo dice con conocimiento de causa. De joven fue nadadora y
ha seguido practicando muchos deportes, algo que deja claro en esta
sesión de fotos. “Los Ángeles es una ciudad que te pide hacer ejercicio. Y durante todo el tiempo que he vivido allí he hecho mucho pilates. Ahora he vuelto a la piscina, a mis orígenes. La natación me gusta hasta
por televisión. Me trago los campeonatos del mundo, los de Europa y
cuando llegan los Juegos Olímpicos, lo gozo”, dice con una gran sonrisa.
Paz Vega se contorsiona con un vestido Burberry y una braga Calvin Klein Underwear.Gorka Postigo/ Nono Vázquez
Entonces se cuela en la conversación una de sus deportistas
favoritas, Mireia Belmonte. “Es una heroína. Hay que tener claro que no
es lo mismo ser deportista en España que en Estados Unidos. Allí, si un
niño destaca en algo todo le favorece para que se desarrolle
practicándolo. Aquí, el esfuerzo debe salir solamente de uno mismo. Por
eso Mireia tiene todo el mérito del mundo. Como Gasol o Nadal. Me enciendo viéndolos por la tele y en directo”. ¿Alguien se puede imaginar a Paz Vega como un hooligan delante de la televisión? Pues algo parecido sucede, salvando las distancias y las
barrigas, cuando retransmiten un partido importante. Recuerda en
especial el Mundial que ganó España. “Yo estaba embarazada del pequeño y
no paraba de dar botes agarrándome la barriga. Soy muy futbolera, y
cuando me pongo a ver un partido soy insoportable. Doy voces, me enfado,
me voy a la cocina, vuelvo. Es un infierno ver un partido conmigo. Y
según mi marido, una película también, porque la comento todo el rato. Y
sé que es horrible, pero no lo puedo evitar. Si ya la he visto, voy
adelantando lo que va a pasar. En el cine no me queda otra y me callo.
Pero en casa tengo que comentar cada jugada”. ¿Qué es lo que más le ha molestado de todo lo que se ha
dicho de usted?, le preguntamos. “Nene, ¿tú lo recuerdas?”, le traslada a
su marido. Se queda pensativa y responde ella misma: “Supongo que
cuando me ponen de diva y dicen que exijo toallas sin estrenar o
alimentos muy específicos en el catering que trae producción. Luego, mírame”, dice señalando una mesa donde antes hubo unas bandejas
de medianoches. “No se me ocurre nada más lejos de mi realidad. Por eso
también me joden los titulares sacados de contexto . Dices algo en broma,
con ironía, y luego te lo plantan en un destacado sin un jaja detrás”.
Lourdes Hernández (de nombre artístico Russian Red) posa en exclusiva para ICON en Madrid.Nacho Alegre/ Nono VázquezRecuerda perfectamente Lourdes Hernández
(Madrid, 1985) el momento en el que dijo: “Hasta aquí hemos llegado”. “Fue un día que estábamos tocando en Seattle. Llevábamos unos días de
gira en Estados Unidos. Yo ya había hecho tours por Asia y por España. Yendo y viniendo desde Madrid, porque ya vivía en Los Ángeles.
Así que traía cansancio acumulado. Y la verdad es que no me apetecía
seguir de gira. Quería estar en mi casa y hacer otras cosas. Y todo
aquello se me estaba haciendo bola. Llevábamos tocadas dos canciones. Y
al empezar la tercera, no tenía ganas de cantar. No me salía. La canción
la tocamos entera sin voz. Y al acabar, me disculpé. Le dije al
público: ‘No me encuentro bien como para acabar el show. Se os
devolverá el dinero de la entrada, y espero poder volver pronto para
hacer un mejor concierto’. La gente reaccionó muy bien”. Eso fue en otoño de 2014. Agent Cooper, su tercer disco, se
había publicado en febrero, por todo lo alto. Grabado en Los Ángeles,
con productor de relumbrón (es decir, con presupuesto). Era en todos los
sentidos un intento de romper con sus inicios, algo que quedaba
perfectamente expresado en una ruptura estética nivel antes/después.
"Yo creo que está bien no saber lo que eres. Y es verdad que no me siento músico.
Porque esta cosa de tocar el instrumento sobre un escenario y sentir la adrenalina no es lo mío. Mi proceso es otro”
A Estados Unidos se había ido una cantautora de imagen casi monjil que en la portada de su segundo disco, Fuerteventura, publicado en 2011, aparecía con coleta y blusa, apoyada lánguidamente en una ventana, mirando hacia abajo. En la de Agent Cooper
llevaba un vestido de noche de lamé dorado y miraba directamente a la
cámara mientras empuñaba un fusil de asalto. “Fue el momento de aceptar
una feminidad distinta. Yo, o Russian Red, en los dos primeros discos
era más onírica. Pero no somos una sola cosa. Cuando se publicó Agent Cooper llevaba una temporada en Los Ángeles, a mi bola. Me había teñido de rubio y me sentía así”. A Sony, su compañía, nada le podía hacer más feliz. Imagine: una joven
cantante de voz aterciopelada y canciones en inglés para un público
amplio, ahora, además, con un componente sexy. Un sueño. La trataba como
una artista internacional, con todo lo que eso conlleva. Aguantó el
ritmo poco más de seis meses. “Ese día de Seattle tocábamos con la banda
de mi chico. La mía ya sabía que aquello se me estaba haciendo muy
cuesta arriba. En realidad no fue una sorpresa para nadie . Solo un
momento de shock. El instante en el que lo vieron y pensaron:
‘Está pasando de verdad. Está tomando la decisión’. Yo creo que ha sido
uno de los actos más valientes que he hecho en mi vida. Saber cuándo
parar y cómo hacerlo”, asegura.
Lourdes se ha casado con un estadounidense, Zack Leigh, músico y
empresario inmobiliario. El día de la sesión aparece sola. “El pobre
lleva varios días acompañándome y hoy se ha quedado en la cama”,
explica. Viven en una antigua iglesia en la muy gentrificada
zona de Highland Park. Cuando en Los Ángeles le preguntan a qué se
dedica, ¿qué responde? Suelta una sonora carcajada. “Pues depende del
contexto en el que me conozcan, la verdad. Si en ese momento estoy
trabajando en un álbum, digo que me dedico a la música, pero que también
tengo un espacio de eventos con mi marido. Ahora mismo ese es el centro
de nuestro día a día. Lo alquilamos y montamos nuestros propios
eventos”. Uno, que ha entrevistado a la artista varias veces, desde que era la
telonera de un telonero en 2007 hasta el momento antes de mudarse a Los
Ángeles, recuerda que siempre fabuló con vivir en Estados Unidos,
dedicándose a algo que fuera artístico pero no significara estar en el
centro de los focos. “Sí, totalmente. Es curioso, como que lanzas los
sueños ahí afuera, pero luego cuando se cumplen no te acuerdas de que es
eso lo que querías. Hasta que se cumple, el camino es bastante largo, y
cuando llegas no sientes que has logrado un objetivo, sino la sensación
de satisfacción, de realización”. Una de las sensaciones que desprendía cuando estaba en plena
actividad y todo el mundo la señalaba como una triunfadora en ciernes
era de ligera incomodidad. No era raro que en las entrevistas formulara,
a modo de disculpa no requerida, frases como “yo no soy artista, ni soy
músico, ni nada”. “Sí, es verdad. Yo creo que está bien no saber lo que eres. Y es
verdad que no me siento músico. Porque esta cosa de tocar el instrumento
sobre un escenario y sentir la adrenalina no es lo mío. Mi proceso es
otro, me encanta cantar, me da la vida, pero no todo lo demás. Sin
embargo, nunca me permití reconocer lo que quería, porque estaba
demasiado ocupada haciendo discos y giras. Fue esa estructura la que me
dejó de funcionar. No era lo que quería hacer. Sentía un poco de
claustrofobia”. Y ahora, afirma Lourdes Hernández, encuentra una salida a ese
encierro en ser actriz. “He hecho un papel en un corto y significó una
liberación total y un reconocimiento de lo que quería y podía hacer. Me
he dado cuenta de que soy actriz, pero no necesito hacer una carrera de
ello”.
La reactivación de la vida sexual entre Angelina Jolie y Brad Pitt Ya
antes de casarse con Brad Pitt, la actriz Angelina Jolie fue célebre
por sus curiosas costumbres sexuales: desde jugar con cuchillos en la
cama hasta morrearse con su hermano en público. En 2007, ya casada con
Pitt, saltó a la portada de la prensa el trío que hizo con su marido y
la 'top model' Karolina Kurkova. En ese momento, la relación entre Pitt y
Jolie no atravesaba su mejor momento y ellos trataban de reactivar el
morbo por todos los medios. Quizá por ello, después de una fiesta la
pareja invitó a la modelo a su habitación para una morbosa sesión de
sexo a tres bandas. En la imagen, Brad Pitt y Angelina Jolie posan en Londres el mismo año en el que se dio la noticia, 2007. Getty
Charles Chaplin, a juicio para demostrar su paternidad En
1943, el célebre cómico Charles Chaplin se metió en un buen lío cuando
la actriz Joan Barry anunció a bombo y platillo que estaba embarazada de
él. Tras un sonado juicio, Chaplin tuvo que hacerse cargo de su
manutención. Además, fue acusado de llevar a Joan de Los Ángeles a Nueva
York en un viaje de amantes, quebrantando así la Ley Mann, delito
federal que prohibía transportar mujeres a través de los límites
interestatales "con propósitos inmorales". Ahora es mucho más habitual,
pero en los años 40 era un escándalo que cincuentones se emparejaran con
veinteañeras. Chaplin casi siempre se relacionaba con menores de 20: en
1944, cuando tenía 54 años, se casó con Oona O’Neill, de 18 años, con
quien tendría ocho hijos.En la imagen, Charlie Chaplin, acompañado por su abogado, Jerry Giesler, tras el juicio por el hijo que tuvo con Joan Barry. Getty
John Travolta y Tom Cruise: ¿más que amigos? Aparentemente,
la relación entre John Travolta y su esposa Kelly Preston es una de las
más sólidas de Hollywood. Pero investigadores como John Randolph
aseguran que este matrimonio no es más que una tapadera, y no dejan de
estallar escándalos que ponen en duda la heterosexualidad del
protagonista de 'Pulp fiction'. Por ejemplo, el piloto Doug Gotterba,
que jura y perjura que fue amante de Travolta durante seis años. O el
masajista que demandó al actor por tocar sus genitales y preguntarle si
quería mantener relaciones sexuales con él y con “otra estrella de
Hollywood”. Quizá esa otra estrella sea Tom Cruise, con quien, según la
revista norteamericana 'Star', Travolta mantiene una relación homosexual
secreta desde hace 30 años.En la imagen, los actores Tom
Cruise y John Travolta conversan durante un evento. La mujer de
Travolta, Kelly Preston, está con ellos. Getty
Las fiestas de Marilyn Monroe y Frank Sinatra “El
sexo forma parte de la naturaleza, y yo me llevo de maravilla con la
naturaleza”, solía decir Marilyn Monroe. No es ningún secreto que la
rubia más famosa de Hollywood tenía una vida sexual de lo más ajetreada. Pero no supimos cuánto hasta el año 2010, cuando el FBI desclasificó un
informe que revelaba que la actriz participó en “fiestas sexuales” con
Frank Sinatra, Sammy Davis Jr. y los hermanos Ted, Robert y John F.
Kennedy. Las orgías se celebraban en un lujoso hotel neoyorquino, y se
dice que hasta existían fotografías de aquello, que nunca salieron a la
luz porque los Kennedy pagaron a los chantajistas.En la imagen, Marilyn Monroe de fiesta con Frank Sinatra. Fue en julio de 1962, una semana antes de la muerte de la actriz. Cordon
La pelea entre el rey del porno y Gérard Depardieu Festival
de cine de Cannes de 2016. La estrella del porno Rocco Siffredi llega
de invitado para asistir a un estreno, y todos los medios lo fotografían
en la alfombra roja junto a su mujer, la actriz porno Rosa Caracciolo
(en la imagen). Este hecho indignó profundamente al actor Gérard
Depardieu, que se quejó del desmesurado protagonismo de Siffredi: “Esto
está lejos de ser cine. Cannes no se lo merece”. Como respuesta,
Siffredi desveló lo siguiente en el diario 'Le Monde': “Fue como si
Gerard me negara el derecho a entrar en otro mundo. Y eso que recuerdo
vagamente haber estado en una orgía con él”.Getty
La pasión sadomasoquista de James Dean y Marlon Brando “A
Jimmy le gustaba el sexo con botas y cinturones. Y que lo quemaran con
cigarrillos, por eso se ganó el apodo de Cenicero Humano”. Cuando el
escritor y cineasta Kenneth Anger escribió estas frases en su libro
'Hollywood Babilonia', desmitificó de un plumazo al icono masculino de
los años 50. Desde entonces, no han dejado de aparecer pruebas de su
promiscua y retorcida sexualidad. La última, en 2016 en la biografía
'James Dean: Tomorrow Never Comes', donde se habla de la relación
sadomasoquista que el mítico actor mantuvo con Marlon Brando: según un
viejo amigo de Dean, éste “adoraba a Brando y lo seguía como un
cachorrito, pero él sólo lo usaba para sexo”.En la imagen, Marlon Brando y James Dean (apoyado), que estuvo de visita en el rodaje de la película 'Désireé' en 1954. Cordon
Las orgías de Ryan O’Neal y Melanie Griffith Fue
la propia actriz Tatum O'Neal quien aireó sus intimidades en el libro
de memorias 'A paper life'. Allí confirmó los rumores que corrían sobre
ella. Cuenta que fue su padre, el actor Ryan O’Neal, quien la introdujo
de niña en el mundo del sexo y las drogas. Pero, sin duda, el mayor
'shock' del libro es el relato de cómo la actriz Melanie Griffith la
llevó a una orgía en París cuando Tatum tenía solo 12 años: “Nos
drogábamos e íbamos a fiestas salvajes. Un día fumamos todos opio y
hachís. Mareada, me dejé caer en la cama. Cuando levanté la cabeza,
Melanie se estaba enrollando con un chico y con la actriz Maria
Schneider”.En la imagen, Ryan O'Neal, Tatum O' Neal y Melanie Griffith. Getty
El cantante, que congregó a 30.000 personas, enoja al público al marcharse de forma intempestiva.
El cantante Enrique Iglesias, en un momento del concierto que ofreció anoche en Santander, dentro su gira 'Love Sex'.Pedro Puente HoyosEFE
Enrique Iglesias llenó la noche del sábado los campos de sport de El Sardinero en Santander, en un concierto, la única parada de su gira dentro su gira Love Sex en España (y en Europa), que
congregó a 30.000 personas pero que acabó con una sonora pitada de todo
el estadio. El público protestó por su marcha intempestiva y sin
despedirse. Ya es trending topic en Twitter, donde los comentarios hacia el cantante son muy negativos. "Estará afónico Enrique Iglesias de todo lo que ha cantado. Y se va sin despedirse", comenta en esta red un asistente al recital. "Desde hoy somos fans de Enrique Iglesias. Nadie ha hecho más por acabar con la música de mierda en Santander", comenta otro. Tambiñen son muchos los que reprochan a los asistentes que se quejen. "¿Que esperabais? A Plácido Domingo?", replican. El artista, ajeno a la polémica, ha tuiteado: "Gracias por una noche mágica Santander". Iglesias, que al final del concierto reconoció sentirse "nervioso" por
cantar en España y que pidió disculpas al público por ello, comenzó el
concierto saliendo de la mitad de los campos de sport por una pasarela
con cinta transportadora, y al ritmo de su último single y uno de los
grandes hits del verano, Súbeme la radio. Tras la canción, que levantó de sus asientos a todo el campo de fútbol, continuó con Freak,
melodía acompañada de fuegos pirotécnicos propios de un gran
espectáculo musical, que fue lo que nunca perdió Enrique Iglesias sobre
el escenario.
Una gran pantalla de cientos de metros cuadrados, en la que
se proyectaba la imagen del artista por la escena y distintos juegos de
color, cerraba el escenario, sobre el que Enrique Iglesias estaba acompañado por siete músicos y dos cantantes femeninas en los coros . El
espectáculo contaba con 1.200.000 watios de iluminación y 400.000 de
sonido. En el montaje participaron 250 operarios y otras 250 personas se
encargaban de las labores de producción. El concierto del artista, que ha vendido más de 150 millones de discos en sus 22 años de carrera, era una de las princiaples citas del Año Jubilar Lebaniego,
tras la presencia del francés Jean-Michel Jarre con el que se abrió en
abril este acontecimiento religioso y cultural que tiene como epicentro
el monasterio de Santo Toribio de Liébana, uno de los cinco lugares
santos de la cristiandad.