Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

1 jul 2017

Borja Thyssen, pobre niño rico........................... Maite Nieto

La cercanía del juicio por fraude fiscal obliga al hijo de la baronesa a llevar una vida más discreta.

 Mientras, Carmen Cervera negocia con su colección privada.

Borja Thyssen durante sus vacaciones en Ibiza en el verano de 2016.
Borja Thyssen durante sus vacaciones en Ibiza en el verano de 2016. GTRESOLINE

 Tiene pasaporte suizo pero conocer dónde vive realmente Borja Thyssen requiere una investigación a la que le cuesta dar respuesta a la propia fiscalía del Estado español.

 En los últimos años ha afirmado vivir en Andorra, en Londres en 2016 y otra vez en Andorra desde principios de 2017, fecha en la que su mujer, Blanca Cuesta, y sus cuatro hijos, fijaron su residencia en la lujosa casa que la pareja posee en la exclusiva urbanización La Finca de Madrid.

 Hace tiempo que dosifica sus antes habituales exclusivas en la prensa rosa, no se prodiga en declaraciones y prefiere mantener un perfil público más discreto. 

Su madre, Carmen Thyssen, también calla: “No puedo hablar nada sobre su vida

. Probaré a llamarle y Borja verá si él quiere hacerlo”, manifestó a este periódico en conversación telefónica.

 Correcta pero lacónica.

Sin duda la cercanía del momento en el que su hijo tendrá que sentarse en el banquillo en el juicio abierto por fraude fiscal tiene mucho que ver en esta nueva actitud y en el trajín de mudanzas del heredero más joven del empresario y coleccionista de arte Heinrich von Thyssen. 

En su silencio también pesa que la baronesa se encuentra inmersa en negociaciones para renovar la permanencia de su colección privada en el museo Thyssen-Bornemisza de Madrid, que ya alberga las valiosas obras que su marido cedió al Estado español. 

Respecto a los rumores de que el posible pacto debería incluir soluciones para su situación fiscal y la de su hijo, fuentes conocedoras de la negociación desmienten que los problemas fiscales de Borja Thyssen estén sobre la mesa.

 No se pronuncian, en cambio, con la misma rotundidad en lo que se refiere a Carmen Cervera. 

Cuando el 15 de febrero de 2002 Borja Thyssen-Bornemisza aceptó el acuerdo de reparto de la fortuna de su padre, tenía 21 años y cualquiera podría pensar que sus problemas se habían acabado para siempre.

 El conocido como pacto de Basilea distribuía entre sus herederos, incluidos sus cinco hijos, Georg, Francesca, Lorne, Alexander y Borja, un patrimonio estimado en más de 3.000 millones de euros, aunque su valor real fuera incalculable a tenor de las obras de arte que incluía y los récords de venta que este tipo de bienes siguen batiendo cada año en las subastas más selectas.

 

Borja Thyssen con su madre Carmen Cervera, su mujer y sus cuatro hijos en el bautizo de la más pequeña, Kala, en junio de 2015.
Borja Thyssen con su madre Carmen Cervera, su mujer y sus cuatro hijos en el bautizo de la más pequeña, Kala, en junio de 2015. GTresOnline
El niño que Heinrich von Thyssen adoptó en 1984 por amor a Carmen Cervera, quien se convirtió en su quinta esposa en 1985, se había confirmado como el nuevo e inesperado heredero para los otros hijos del barón. 
Pero además de dedicarse al dolce far niente —no se le conoce profesión a pesar de tener 36 años y cuatro hijos— y de no tener reparo en que su buena vida haya quedado profusamente probada en imágenes que le retratan en lujosas casas, fiestas y costosas vacaciones, sus embrollos de familia superan con creces la imaginación del mejor guionista de culebrones.

Se casó en 2007 con Blanca Cuesta sin que esa madre, a la que estaba tan unido y que le había defendido con uñas y dientes, acudiera a su boda, porque la novia no era de su agrado.
 Se reconcilió con ella cuando nació su primer hijo, Sacha. Volvió a enzarzarse en pleitos, dimes y diretes reclamándole bienes de la herencia del barón y cuadros que actualmente forman parte de la colección privada Carmen Thyssen, constituida por 430 obras de las cuales dos le pertenecen. 
Cambia continuamente de residencia en un ejercicio de funambulismo para intentar evadir al fisco.
 Un objetivo que le obliga a vivir al menos 183 días del año fuera de España.
¿Merece la pena esta cárcel dorada que le impide, al menos sobre el papel, vivir junto a su mujer y sus hijos gran parte del año? 
Nadie de su entorno quiere contestar a esta pregunta.
 La reconciliación familiar que llegó a través de abogados en el verano de 2014, tras siete años de desavenencias, bien merece el silencio de su madre.
 Aunque en ese pacto de paz negociado no haya logrado incluir, hasta el momento, que las dos hijas pequeñas de Tita Cervera, María del Carmen y Guadalupe Sabina —que llegaron al mundo gracias a una gestación subrogada— sean vistas en público junto a su hermano mayor.
Carmen Thyssen y Manuel Segura, padre biólogico de su hijo Borja, en Madrid el pasado mes de junio.
Carmen Thyssen y Manuel Segura, padre biólogico de su hijo Borja, en Madrid el pasado mes de junio. GTresOnline
La última entrega de este folletín colea desde 2013.
 El que llegó a ser el hijo más cercano del barón en la última etapa de su vida, hasta que falleció en 2002, ve acercarse el juicio por fraude fiscal. 
La Fiscalía le pide dos años de cárcel y 1,2 millones de euros por ocultar a Hacienda parte del dinero que ganó en 2007 por las exclusivas de su boda con Blanca Cuesta y el bautizo de su primer hijo en ¡Hola!.
 La acusación afirma que Borja Thyssen simuló una mudanza para eludir los impuestos de los 1,4 millones que la revista pagó a través de una empresa de Nevada y el Juzgado número 1 de Pozuelo de Alarcón ha fijado una fianza de 629.240 euros por fingir su residencia en Andorra.
 Además, tiene otra causa abierta por la renta de 2010 —que su letrado ha calificado en distintas ocasiones como “discrepancias de liquidación”— respecto a cinco millones de dólares recibidos como parte de la herencia del barón.

250.000 euros que Borja Thyssen recibe de su madre como paga anual, siete casas que no están a su nombre en el registro de la propiedad pero que le pertenecen aunque permanezcan ocultas a través de sociedades interpuestas según desveló El Confidencial, un piso de más de 400 metros en el barrio de Sarrià en Barcelona a nombre de Sacha, su hijo de nueve años, y que en 2015 se alquilaba por unos 7.500 euros mensuales o los 15 millones de dólares que ha recibido en tres entregas como herencia de su padre, no parecen ser suficientes para conseguir su paz de espíritu.

Ni él ni su abogado han respondido a la solicitud de este periódico para contar su versión sobre los pleitos abiertos con Hacienda.
 A veces la vida rosa de los ricos trae complicaciones que los ciudadanos de a pie ni siquiera son capaces de imaginar.

30 jun 2017

Orgullo Gay.......................................... Miguel Ángel Bargueño

Cómo las folclóricas se convirtieron en musas de la cultura gay sin pretenderlo.

Desde la teatralidad de las copleras añejas a cuando Rocío Jurado dijo aquel célebre: "Yo soy progay".

Orgullo Gay 2017
Rocío Jurado introdujo en sus canciones temáticas como el lesbianismo. En la imagen, en su domicilio madrileño en 1976. Getty
En 2003, durante una entrevista en Canal+, a Rocío Jurado le preguntaron cómo llevaba que los gays fueran grandes fans de su persona. “Estoy orgullosísima de que eso ocurra —respondió con ese aire solemne y ausente que le caracterizaba—, son personas de muchísima sensibilidad, con muchos valores. 
Para mí es muy importante”.
 Y rubricó: “Yo-soy-pro-gay”.
 Dejando aparte que la frase ha sido estampada hasta en camisetas, resulta innegable que la Jurado tuvo un gran predicamento entre el público homosexual, lo mismo que Sara Montiel, Marujita Díaz, Carmen Sevilla, Lola Flores, Isabel Pantoja y otras reinas de la bata de cola. Divas, pero en versión cañí.
Marujita Díaz durante un concierto en Madrid en 1976.
Marujita Díaz durante un concierto en Madrid en 1976. Getty
Para encontrar explicación a ese idilio hay que remontarse a los tiempos del franquismo.
 En la anodina cultura oficial de la dictadura, las copleras eran personajes excesivos, barrocos y frívolos.
 Como recuerda el periodista Carlos Primo, “en la España de los setenta la subcultura homosexual estaba siempre ligada a las folclóricas.
 Los travestis imitaban a Juanita Reina. Les fascinaba ese escapismo, muy teatral, muy femenino y muy exagerado”.
Resulta cuando menos curioso: aparentemente, las folclóricas eran unas señoras conservadoras que le bailaban el agua al régimen.
 (Por cierto, los entendidos prefieren llamarlas “copleras”, pues no interpretaban folclore, sino canciones de autores registrados y bien conocidos.)
 Pero los homosexuales supieron ver más allá. “Aunque de la copla se desprende una especie de conformismo con la realidad franquista, en el fondo subyace una rebelión constante de la mujer contra las circunstancias en las que se encuentra”, dice Pive Amador, músico y productor sevillano, autor de El libro de la copla (2013) y jurado del programa de televisión Se llama copla, de Canal Sur.
Las estrellas de la música de esos años son casi los únicos ejemplos de personalidad femenina fuerte, ajena a los estereotipos machistas. “Eran mujeres empresarias que dirigían habitualmente su propia carrera, que tenían un estilo de vida que no encajaba con la idea de madre abnegada, a pesar de que luego hicieran muchas portadas para intentar lavar esa imagen.
 Eran figuras provocadoras en un contexto muy rígido”, sostiene Carlos Primo.
 Las primeras copleras, dicho sea de paso, venían del cuplé, un género de canciones picantes que se representaba en tugurios de mala muerte "ante público exclusivamente masculino", como precisa Pive Amador.
Era lo mismo que había ocurrido en los albores de Hollywood, uno de los primeros ámbitos donde las mujeres eran más importantes que los hombres.
 “Los estudios se medían por tener en nómina a Greta Garbo o Ava Gardner más que por tener a Gary Cooper o a Clark Gable, que eran galanes a la medida de esas actrices”, añade Primo.
Paco España en la película 'La Carmen', de Julio Diamante (1977).
Paco España en la película 'La Carmen', de Julio Diamante (1977).
En los setenta, uno de los escasos reductos de irreverencia estaba en las canciones de la copla.
 No todos sabían leer entre líneas, lo que hizo de aquellos discos éxitos masivos: entre los 20 más vendidos de la historia en España hay dos de Rocío Jurado.
 Aunque pertenecen a su faceta más pop, sus letras no son aptas para mentes mojigatas.
 “Tratan una cantidad de temas (infidelidad, amantes juveniles, masturbación) con una libertad que en literatura habría sido un escándalo”, plantea Carlos Primo.
 Otro dato: cuando a Rocío Jurado le dieron el premio Shangay en 2004 se lo dedicó a "esas niñas del pelo corto", en clara alusión a su público gay.
Incluso antes, sus letras eran tan escandalosas que en ocasiones no pasaban la criba de la censura. 
“A Juanita Reina se le censuró Yo soy esa, de la película Aeropuerto (1953), porque hacía referencia a una ‘mujer de la vida’.
 A Concha Piquer la multaban cada vez que cantaba Ojos verdes, una copla de la República, porque decía ‘mancebía’ [prostíbulo], cosa que estaba prohibida, y ella no quería cambiar la letra”, explica Pive Amador.
 El público homosexual a menudo se identificaba con la sensibilidad que derrochaban las canciones, “las más memorables escritas por un homosexual, como era Rafael de León”, prosigue. 


Huracán Lola Flores en una actuación 1978.
Huracán Lola Flores en una actuación 1978. Getty
Y, por supuesto, está la imagen. 
En los setenta, transformistas como Paco España recorrían las salas de fiestas a golpe de abanico imitando a las tonadilleras. 
Sobre estas, Joaquín Hurtado, locutor de Radiolé y especialista en música española, dice que “llevan su estética al límite: el maquillaje, el mal gusto en el vestuario y los pelos supercardados son la precuela de las drag queens. 
Ese exceso no es tan frecuente, y todo lo que sea colorín y púrpura siempre llama la atención”, explica.
Para José Aguilar, autor del libro Divinas y humanas (2016), “son mujeres con personalidades muy marcadas, exacerbadas, con una gran belleza, personajes muy histriónicos, hasta en la manera de utilizar los maquillajes.
 Representan el cliché de lo que de alguna manera se puede imitar”. Un conjunto de razones que hacen que incluso hoy estas grandes damas de la canción española sigan levantando suspiros en España.


 

 

¿Por qué ella?................................. Rubén Amón

Simone Veil nunca se explicó por qué la indultó en Auschwitz la jefa del campo, y sostuvo que ser mujer fue su mejor fortuna.

Simone Veil, entonces ministro de Sanidad, en una imagen de noviembre de 1977. Reuters-Quality
Me contó Simone Veil que fue "aquel" un gesto de coquetería. Rociarse el pelo y el cuerpo con un perfume de Lanvin antes de quedarse desnuda en las duchas de Auschwitz.
 El frasco era de una amiga francesa. 
Sospechaban que iban a requisárselo las autoridades nazis en el campo de concentración.
 Lo compartieron como si fuera un ritual catártico, o embriagador, o inocentemente rebelde.
Les aguardaban la humillación y el maltrato
Soportar el hedor de la carne muerta. Contemplar, sin quererlo, el humo macilento que evacuaban las chimeneas de ladrillo.
 Podía haber muerto Simone Veil.
 La podrían haber despedazado y abierto en canal, igual que les ocurrió las pasajeras de otros vagones, pero vino a redimirla una prostituta polaca que ejercía con crueldad profesional las funciones de Kapo.

La deportaron a Veil al campo de concentración de Auschwitz recién cumplidos los 16 años.
 Tuvo la suerte de llegar cuando el invierno había sepultado decenas de miles de esqueletos, pero la primavera fue atroz. Simone Veil mencionaba la experiencia como si las lágrimas gotearan evocando el hallazgo del deshielo. 
Trenes de moribundos. Ejecuciones industriales. 
Y una prostituta polaca, Stenia, que se apiadó de ella porque la consideraba demasiado hermosa para amontonarla en el matadero.
Simone Veil, lúcida, erguida, no encontró nunca una respuesta demasiado convincente a su redención, y hasta maldijo su buena suerte. 
 ¿Por qué ella? Pensaba que Stenia hizo un gesto de piedad filantrópico.
 Cree que también ella, implacable en las instrucciones del genocidio, necesitaba demostrarse humana.
Los ingleses la colgaron de un árbol y la exhibieron como un monstruo de guerra.
 Veil tiene un recuerdo distinto, incluso entrañable. Sobre todo porque la jefa del campo, gritona, andrógina, cruel, también se avino a salvar sin condiciones ni matices la vida de su madre y de su hermana. 
Y Simone Veil nunca supo por qué.
Desde entonces no soportaba hacer una cola en la panadería de su barrio parisino ni se avenía a desnudarse con otras mujeres en un vestuario común. 
Le habían extirpado la intimidad. Le estremecía mirar de reojo el número azul con que la herraron.
 Echaba de menos a su madre, que agonizó a su lado de tifus en el campo germano de Mauthausen. 
Stenia, la meretriz polaca, les encontró acomodo allí para evitarles las duchas de gas. 
Trabajaban en las cocinas. Sustraían los mendrugos de pan y algunas sobras.
 Una mujer con suerte, decía de sí misma Veil. 
Ministra de Giscard, promotora y pionera de la despenalización del aborto.
 Símbolo del feminismo y de la discriminación, aunque matizaba ella misma que ser mujer le salvó la vida. 
Y se acordaba de su madre todas las noches. Y de Stenia todos los días, preguntándose por qué ella fue la elegida.

 

Muere Simone Veil, impulsora del derecho al aborto en Francia y superviviente del Holocausto



La primera presidenta del Parlamento Europeo ha fallecido a los 89 años.

Simone Veil, en una imagen de 2009 Marcel. Reuters-Quality

La intensa vida de Simone Veil, superviviente del Holocausto, figura clave de la política francesa, referente del feminismo y europeísta convencida, se apagó este viernes, a los 89 años.
“Mi madre ha muerto esta mañana en su domicilio” en París, confirmó su hijo, Jean Veil, a la agencia France Presse.
 Simone Veil habría cumplido el 13 de julio 90 años.

El mundo político francés reaccionó con consternación a la pérdida de una figura que marcó buena parte de la política del siglo XX en Francia y Europa y que continuó siendo un referente en el XXI. “Que su ejemplo inspire a nuestros compatriotas, que encontrarán en ella lo mejor de Francia”, dijo el presidente, Emmanuel Macron, tras conocer el deceso de la que, como ministra de Salud, impulsó la despenalización del aborto, la “Loi Veil”, cuya defensa ante una Asamblea Nacional casi exclusivamente masculina se ha convertido en una de las imágenes icónicas de la política francesa.
Pero esa no fue ni la primera ni la última batalla de una mujer que desde muy joven se vio arrastrada, no arrollada, por la historia. Simone Jacob, su nombre de soltera, nació el 13 de julio de 1927 en Niza, en el seno de una familia judía laica.
 Todos sus miembros —sus padres, su hermano y sus otras dos hermanas— fueron deportados en 1944.
 Ella acabó, junto a su madre y su hermana Milou en Auschwitz. Solo las tres hermanas sobrevivieron al Holocausto.
 “Creo que soy una optimista pero, desde 1945, no albergo ilusiones.
 De esa terrible experiencia guardé la convicción de que algunos seres humanos son capaces de lo mejor y de lo peor”, dijo en una entrevista hace diez años.
Muere Simone Veil, impulsora del derecho al aborto en Francia y superviviente del Holocausto
Reconoció que sobrevivir al Holocausto le hizo “querer vivir” y, asimismo, contar lo vivido para que no fuera nunca olvidado, hecho por el cual decidió no borrarse jamás el número de prisionera, el 78651, que los nazis le tatuaron en el brazo a su llegada al campo de concentración. 
Simone Veil cumplió ampliamente esa promesa, como presidenta de la Fundación para la Memoria del Holocausto y con su labor al frente del Fondo para las Víctimas, dependiente del Tribunal Penal Internacional (TPI).

También vivió intensamente una vida marcada siempre por un fuerte y diverso compromiso político.
 Magistrada, su vida da un giro definitivo en 1974, cuando el entonces primer ministro, Jacques Chirac, le propone ser ministra de Salud y, poco después, se enfrenta a parte incluso de sus amigos y aliados políticos con su propuesta de ley para despenalizar el aborto. 
“No podemos seguir cerrando los ojos ante los 300.000 abortos que, cada año, mutilan a las mujeres de este país, que pisotean nuestras leyes y que humillan o traumatizan a aquellas que tienen que recurrir a ellos”, dijo en defensa de una normativa que le valió incluso comparaciones con Hitler, según lamentaría años más tarde.
“El combate que lideró para que el derecho al aborto sin abandonar jamás su objetivo ni ceder un milímetro de terreno a los reaccionarios seguirá siendo una inspiración para generaciones enteras”, afirmó este viernes Marlène Schiappa, secretaria de Estado para la igualdad de hombres y mujeres del Gobierno de Macron.
En 1979, apoyada por Valéry Giscard d’Estaing, Veil se convirtió en la primera presidenta del Parlamento Europeo, puesto que conservó hasta 1982. 
“El hecho de haber construido Europa me reconcilió con el Siglo XX”, afirmó la europeísta convencida, que, en 2005 salió de su cada vez mayor retiro de la vida pública —aunque siguió políticamente activa— para pedir el sí en el referéndum de la Constitución Europea.
 Un europeísmo que, ese mismo año, le valió el premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional en reconocimiento a "los ideales y realizaciones de una Europa unida y la proyección de los valores europeos al resto del mundo" de Veil, así como por "su coherencia, fuerza y constancia en la defensa de valores y objetivos en un momento histórico, en el que están apareciendo ciertas dudas y vacilaciones con respecto al futuro de Europa y a su propia identidad”.
El actual presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, consideró la vida de Veil “un ejemplo a seguir” y lamentó que, tras la muerte del excanciller alemán Helmut Kohl, “perdemos a otra gran europea”, dijo a la agencia France Presse.
Infatigable, Veil regresó a comienzos de los años 90 al Gobierno como ministra de Estado encargada de Asuntos Sociales y Sanidad del Gobierno de Édouard Balladur.
 En 1997 pasó a presidir el Alto Consejo de Integración y, un año más tarde, ingresó en el Consejo Constitucional de Francia, donde permaneció hasta 2007.
 Desde 2008 era miembro de la Academia francesa.
Para el expresidente François Hollande, Veil “encarnó la dignidad, el valor y la rectitud”.
 Con su muerte, agregó, “Francia pierde una de sus grandes conciencias”.