Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

4 jun 2017

Muere el escritor Juan Goytisolo a los 86 años en Marrakech

Se desconoce si será enterrado en la ciudad marroquí donde residió en las últimas décadas o será repatriado a Barcelona.


El escritor Juan Goytisolo en la calle de su casa de Marraquech (Marruecos), en noviembre de 2014.
El escritor Juan Goytisolo en la calle de su casa de Marraquech (Marruecos), en noviembre de 2014.

El escritor Juan Goytisolo ha muerto hoy a los 86 años en Marrakech (Marruecos), según ha confirmado desde su domicilio Ricard Parise, amigo personal del escritor, a la agencia Efe. En 2014, seis años después de despedirse de la ficción, obtuvo el Premio Cervantes, el más importante de las letras en español.

El novelista barcelonés, uno de los autores más cervantinos de la literatura española reciente, lo recibió en Alcalá de Henares luciendo la única corbata que tenía en el armario y dedicando su discurso a los habitantes de la medina de Marrakech, sus vecinos desde que se instalara allí en 1997 con la familia de su amigo, y expareja, Abdelhadi. 

Hasta ese año, y desde 1956, sus vecinos eran los inmigrantes del Sentier parisino, el barrio en el que vivió con su esposa, la escritora francesa Monique Lange.

 En París recaló después de abandonar para siempre Barcelona, la ciudad en la que había nacido el 5 de enero de 1931. 

Si la muerte de Lange, ocurrida en 1996, marcó su vejez e inspiró la novela que cierra su obra narrativa —Telón de boca (2003)—, su infancia estuvo marcada por otra muerte: la de su madre, Julia Gay, en 1938 durante un bombardeo de la aviación franquista sobre la Ciudad Condal.
 Aquella desaparición dejaría al cuidado de su padre a los hermanos Goytisolo (Marta, José Agustín, Juan y Luis) y funcionaría como hito sentimental en la obra de los tres varones cuando se convirtieron en escritores.
Debutante como escritor en los años de la literatura social de posguerra —su primera novela, Juegos de manos, es de 1954—, Goytisolo siempre estableció una relación directa entre su abandono del realismo y la asunción de su homosexualidad.
 A contar esa evolución personal, remontándose a la infancia, consagró en los años ochenta del siglo pasado dos magistrales libros autobiográficos: Coto vedado y En los reinos de taifa.
 

Un ataque terrorista en Londres causa siete muertos y decenas de heridos

Tres hombres arrollan a peatones en un céntrico puente de la capital británica y apuñalan a varias personas en un mercado gastronómico cercano antes de caer abatidos por la policía.

Todo es extraño, prefieren la muerte, no existir, a vivir.

¿Quienes son esos terroristas? ¿Quienes son matando y muriendo? No me vale en nombre de quién maten y se maten. No son humanos ya que los prefiere muertos, quién se lo mande hacer....da igual....el caso es que mueren a sus manos personas que ya les dará igual en nombre de quién dejan de vivir, dejen flores, velas dibujos......los asesinos no las van a ver.....es triste muy triste, pero aún sabiendo que después de un atentado se refuerza la "Seguridad" los muertos no lo ven, los que matan y los muertos, ya no están entre nosotros y siempre hay niños....¿Que placer les produce matar? Tampoco esos se van a enterar. 

Y sea en nombre de Alá o de Dios.....?Por qué lo permiten? 


Dios mío........................................ Juan José Millás

COLUMNISTAS-REDONDOS_JUANJOSEMILLAS
HAY MUCHO sufrimiento en el mundo y no ­sabemos de dónde viene, en el caso de que no estuviera dentro. 
A veces, observando una foto que en apariencia nada tiene que ver con el sufrimiento, piensas en él.
 La de hoy ilustraba un artículo sobre el mercado del arte en el suplemento de Negocios de este periódico.
El artículo se titulaba Los nuevos caladeros del arte y empezaba diciendo que “en el mercado del arte no tiene lugar ni la memoria ni la melancolía”.
 ¡Excelente comienzo! En una sola frase, y no muy larga, se encontraban las palabras mercado, arte, memoria y melancolía. Se encontraban como para tomar el té de las cinco y cada una hablaba de lo suyo.
HONG KONG-CHINA-ART-WARHOL-AUCTION
Leí el artículo. 
Las letras negras sobre el color salmón del suplemento. Algunos lo llaman de este modo: El Salmón, del que no sé si está hecho para pobres con imaginación o ricos con tiempo.
 Iba de subastas. Decía que el mercado europeo se enfriaba y que las pujas se desplazaban hacia Asia.
 De vez en cuando, para descansar del texto, regresaba a la foto, impresa a cuatro columnas, y cuyo pie decía: “Un hombre se fotografía junto a Miss Ko2, una escultura del artista japonés Takashi Murakami, en una subasta de Christie’s en Hong Kong”. Me desasosegaba ese híbrido entre niña y mujer y pensaba en el sufrimiento del mundo.
 El hombre, ahí lo ven, sacándose una foto junto al monstruo.  

Sonriendo. Le hace gracia el grado de perversión que encierra. Quizá luego puje por la pieza.

 Pensé en las personas que tenían hijas. En su sufrimiento.
 Todo ello leyendo un artículo económico en un suplemento de Negocios. Dios mío.

Consumidores engañados y cautivos........................Rosa Montero

Las multinacionales llevan décadas bombardeándonos con sesgados estudios que nos vuelven tarumbas sobre lo que debemos comer y lo que no.
COLUMNISTAS-REDONDOS_ROSAMONTERO
 
EN LOS AÑOS CINCUENTA y sesenta del pasado siglo, el ingeniero agrónomo estadounidense Norman Borlaug inició lo que luego se denominaría la Revolución Verde creando semillas transgénicas de arroz, maíz, trigo y centeno que multiplicaban el resultado de la cosecha.
 Gracias a esas semillas, entre 1940 y 1984 la producción de grano mundial aumentó en un 250%, salvando de la muerte por hambruna a millones de personas, un logro sin duda colosal.
 Lo malo es que el trigo y el centeno que comemos hoy vienen de ahí, y al parecer nuestro cuerpo no termina de reconocer el gluten de esos cereales, creando cada día más casos de intolerancia.
 El problema, pues, no sería el gluten, sino ese nuevo gluten al que no estamos habituados; no hay inconveniente en comer espelta o kamut, por ejemplo, trigos ancestrales cuyas semillas no han sido modificadas y que digerimos sin dificultad. 
Y tampoco a todo el mundo le sientan mal el trigo y centeno; supongo que depende de la edad, de la cantidad que ingieras, de tu susceptibilidad y, sobre todo, de cruzar esa intolerancia con otros problemas. 

Yo, que tengo cuatro tornillos en la columna vertebral, dejé de tomar trigo y centeno hace algunos meses y la espalda ha mejorado radicalmente.
 Mi traumatólogo, jefe de servicio de uno de los más importantes hospitales de Madrid y una eminencia, me dijo: “No existe ni un solo estudio científico que lo documente, pero parece que lo del gluten funciona en los casos de inflamación crónica. No sabemos por qué”.
Son campañas muy sucias porque se presentan como inocentes resultados de la investigación pura, cuando no son más que publicidad encubierta
Cuento todo esto para indicar no sólo nuestra inmensa ignorancia sobre casi todo, sino además la terrible dependencia de nuestro conocimiento de unos estudios supuestamente científicos que están orientados hacia el beneficio de las grandes empresas. 
Estoy segura de que no hay estudios sobre el gluten transgénico porque no le interesan a nadie.
 Somos compradores cautivos de las multinacionales, que llevan décadas bombardeándonos con sesgados estudios que nos vuelven tarumbas sobre lo que debemos comer y hacer o lo que no.

Las más repugnantes, porque abusan de la necesidad de la gente, son las promovidas por la industria farmacéutica, un megagigante del poder. 
 Las farmacéuticas ganan más que los vendedores de armas o la telecomunicación.
 La Lista Fortune (500 mayores empresas del mundo) de 2002 mostraba que los beneficios de las 10 mayores farmacéuticas superaban la suma de beneficios de las otras 490 empresas. 
Son los verdaderos dueños del mundo, y son feroces. Ahora mismo estamos en medio de una de esas campañas. 
¿No les choca la repentina obsesión científica que le ha entrado a nuestra, en general, acientífica sociedad para denunciar la homeopatía?
 Llevamos meses de un machaque tan orquestado y pertinaz que no puede ser casual.
 Me parece bien advertir del peligro de usar sólo homeopatía, pero alucina ver tanta furia contra una práctica barata y desde luego inocua, mientras que los muertos por efectos secundarios de las medicinas alopáticas son un goteo constante: en España triplican a las víctimas de tráfico.
 Cierto, la disolución de los supuestos principios homeopáticos es tan alta que parecería que los granos son simple azúcar. 

Pero aunque sólo fuera por el efecto placebo, servirían sin riesgo para mejorar la salud.
 Y sobre todo es que no soporto que estos laboratorios, que dedican el 90% de su presupuesto a enfermedades que sólo padece el 10% de la población mundial; que inventan dolencias para medicalizar a la gente (convertir a los tímidos en fóbicos sociales); que crean alarma para forrarse (el Tamiflú y la gripe A); que tienen más beneficios que los bancos; que ponen precios salvajes a los fármacos (el tratamiento contra la hepatitis C); que dicen que esos precios son para costear la investigación, cuando Gobiernos y consumidores les pagamos el 84% de la misma y los laboratorios dedican el 13% de su presupuesto a investigar y un 30%-35% a marketing (fuente: Federación de Asociaciones para la Defensa de la Sanidad Pública / nuevatribuna.es)…
 Que esa gente se erija en adalid de la pureza científica, en fin, no es de recibo.