Tres
hombres arrollan a peatones en un céntrico puente de la capital
británica y apuñalan a varias personas en un mercado gastronómico
cercano antes de caer abatidos por la policía.
Todo es extraño, prefieren la muerte, no existir, a vivir.
¿Quienes son esos terroristas? ¿Quienes son matando y muriendo? No me vale en nombre de quién maten y se maten. No son humanos ya que los prefiere muertos, quién se lo mande hacer....da igual....el caso es que mueren a sus manos personas que ya les dará igual en nombre de quién dejan de vivir, dejen flores, velas dibujos......los asesinos no las van a ver.....es triste muy triste, pero aún sabiendo que después de un atentado se refuerza la "Seguridad" los muertos no lo ven, los que matan y los muertos, ya no están entre nosotros y siempre hay niños....¿Que placer les produce matar? Tampoco esos se van a enterar.
Y sea en nombre de Alá o de Dios.....?Por qué lo permiten?
Londres volvió a vivir en la noche del sábado momentos de
pánico cuando tres hombres mataron al menos a siete personas e hirieron a
decenas en un ataque que la policía ha calificado de terrorista. Sobre
las diez de la noche (once en la España peninsular), los atacantes
arrollaron con una furgoneta a una veintena de peatones junto a la
estación del Puente de Londres. Después, continuaron circulando hasta el
cercano mercado gastronómico de Borough Market, donde se bajaron y
apuñalaron a varias personas. La policía mató a tiros a los tres
terroristas, ocho minutos después de la primera llamada. La primera ministra, Theresa May, ha asegurado que el ataque no está
conectado "a nivel de red" con los ataques de Mánchester y Westminster,
perpetrados en los últimos tres meses, pero que todos ellos está unidos
por "la ideología del islam extremista". En una comparecencia a las
puertas del 10 de Downing Street, ha anunciado una revisión de la
estrategia antiterrorista del Gobierno para "derrotar a una de las
grandes amenazas de nuestro tiempo". May ha informado de que la campaña electoral, que la mayoría
de los principales partidos ha decidido suspender, se reanudará mañana. Las elecciones, ha confirmado, se celebrarán el jueves como estaba
previsto. Scotland Yard, según ha informado esta mañana su jefa,
Cressida Dick, considera que el incidente está bajo control. La
investigación sigue abierta con la prioridad de "establecer más detalles
sobre los individuos que llevaron a cabo el ataque y su contexto". La policía recibió los primeros informes sobre los atropellos en el Puente de Londres a las 22.08, según un comunicado emtido esta madrugada
por el jefe de la unidad antiterrorista de la policía británica, Mark
Rowley. Agentes armados se enfrentaron y dispararon a los tres atacantes
en Borough Market, un mercado gastronómico rodeado de bares y
restaurantes, muy popular entre locales y turistas, a los ocho minutos
de recibir la primera llamada, asegura Rowley. Los tres atacantes
llevaban puestos lo que parecían chalecos explosivos, pero resultaron
ser falsos. Cuarenta y ocho personas han sido trasladadas a cinco
hospitales de Londres, según el servicio de ambulancias londinenses. Entre los apuñalados, se encuentra un agente de policía, que sufrió
heridas graves pero no mortales. La BBC ha mostrado una fotografía, tomada por un fotógrafo
profesional, en la que se ve en primer término a un hombre tendido en el
suelo en el exterior de un bar de Borough Market y, un poco más allá, a
un segundo hombre también en el suelo, ambos controlados por sendos
agentes de policía. En la imagen se puede apreciar cómo el primero de
ellos lleva alrededor del torso el falso chaleco de explosivos. Uno de
los dos hombres aún se movía cuando se sacó la foto, según ha confirmado
el fotógrafo, y el otro no. El ataque se produce a pocos días de las elecciones
legislativas, convocadas para el jueves. El Partido Conservador y los
laboristas anunciaron este domingo la suspensión de sus respectivas
campañas, en señal de duelo y respeto a las víctimas. El populista y
antieuropeo UKIP, en cambio, ha decidio no interrumpir los actos de
campaña porque, en palabras de su líder, Paul Nuttall, "interrumpir la
democracia es lo que quieren los terroristas". La primera ministra,
Theresa May, ha convocado esta mañana una reunión del comité COBRA, el
consejo de seguridad del Gobierno británico. Testigos que se encontraban cerca del puente han relatado a EL PAÍS que han escuchado un enorme estruendo y gritos. La policía ha entrado en algunos de los bares y restaurantes de las
inmediaciones y ha obligado a la gente a echarse al suelo o resguardarse
en los baños. Katherine y John Lincoln iban de camino al puente de
Londres cuando se ha producido el ataque. Han escuchado un gran ruido y,
presas del miedo, se han metido en un bar, donde han permanecido más de
dos horas. "No sabíamos lo que pasaba, pero nos íbamos informando por
Internet. Teníamos miedo de salir porque no sabíamos si el peligro había
pasado", cuenta Katherine.
Roberta, italiana residente en Londres, salía con un grupo
de amigos de un concierto en un pub cercano instantes después del
ataque. Se dirigían a cenar algo en los locales de Borough Market.
"Vimos ríos de gente corriendo en todas direcciones", relata a EL PAÍS.
"De pronto oímos disparos. Había agentes de policía en pánico, dando
instrucciones a los viandantes. Tratamos de alejarnos de las calles
principales, que iban siendo cerradas por la policía a nuestro paso". La reportera de la BBC Holly Jones, que se encontraba en el
puente en el momento del ataque, aseguraba en la cadena pública que el
vehículo estaba conducido por un varón y "probablemente circulaba a unos
80 kilómetros por hora". El ataque sucede a apenas cuatro días de las elecciones generales, que
se celebran el próximo jueves, y 12 días después del atentado que causó
22 muertos en Mánchester, donde un terrorista suicida activó una bomba a la salida de un concierto de Ariana Grande. Aquel ataque provocó la subida del nivel de alerta terrorista en el
país hasta su nivel más alto, "crítico", que indica que un atentado es
inminente. A los pocos días, y después de una operación policial que
sigue abierta, el nivel volvió a "severo", que indica que un ataque es
altamente probable. Esta misma noche, la artista estadounidense vuelve a
Mánchester, rodeada de un elenco de estrellas, para protagonizar un
concierto en beneficio de las víctimas del ataque.
HAY MUCHO sufrimiento en el mundo y no sabemos de dónde viene, en
el caso de que no estuviera dentro. A veces, observando una foto que en
apariencia nada tiene que ver con el sufrimiento, piensas en él. La de
hoy ilustraba un artículo sobre el mercado del arte en el suplemento de Negocios de este periódico. El artículo se titulaba Los nuevos caladeros del arte
y empezaba diciendo que “en el mercado del arte no tiene lugar ni la
memoria ni la melancolía”. ¡Excelente comienzo! En una sola frase, y no
muy larga, se encontraban las palabras mercado, arte, memoria y
melancolía. Se encontraban como para tomar el té de las cinco y cada una
hablaba de lo suyo.
Leí el artículo. Las letras negras sobre el color salmón del suplemento.
Algunos lo llaman de este modo: El Salmón, del que no sé si está hecho
para pobres con imaginación o ricos con tiempo. Iba de subastas. Decía
que el mercado europeo se enfriaba y que las pujas se desplazaban hacia
Asia. De vez en cuando, para descansar del texto, regresaba a la foto,
impresa a cuatro columnas, y cuyo pie decía: “Un hombre se fotografía
junto a Miss Ko2, una escultura del artista japonés Takashi Murakami, en una subasta de Christie’s en
Hong Kong”. Me desasosegaba ese híbrido entre niña y mujer y pensaba en
el sufrimiento del mundo. El hombre, ahí lo ven, sacándose una foto
junto al monstruo. Sonriendo. Le hace gracia el grado de perversión que encierra. Quizá
luego puje por la pieza. Pensé en las personas que tenían hijas. En su
sufrimiento. Todo ello leyendo un artículo económico en un suplemento de
Negocios. Dios mío.
Las multinacionales llevan décadas bombardeándonos con sesgados estudios
que nos vuelven tarumbas sobre lo que debemos comer y lo que no.
EN LOS AÑOS CINCUENTA y sesenta del pasado siglo, el ingeniero agrónomo estadounidense Norman Borlaug inició
lo que luego se denominaría la Revolución Verde creando semillas
transgénicas de arroz, maíz, trigo y centeno que multiplicaban el
resultado de la cosecha. Gracias a esas semillas, entre 1940 y 1984 la
producción de grano mundial aumentó en un 250%, salvando de la muerte
por hambruna a millones de personas, un logro sin duda colosal. Lo malo
es que el trigo y el centeno que comemos hoy vienen de ahí, y al parecer
nuestro cuerpo no termina de reconocer el gluten de esos cereales,
creando cada día más casos de intolerancia. El problema, pues, no sería
el gluten, sino ese nuevo gluten al que no estamos habituados; no hay
inconveniente en comer espelta o kamut, por ejemplo, trigos ancestrales
cuyas semillas no han sido modificadas y que digerimos sin dificultad. Y
tampoco a todo el mundo le sientan mal el trigo y centeno; supongo que
depende de la edad, de la cantidad que ingieras, de tu susceptibilidad
y, sobre todo, de cruzar esa intolerancia con otros problemas.
Yo, que tengo cuatro tornillos en la columna vertebral, dejé de tomar
trigo y centeno hace algunos meses y la espalda ha mejorado
radicalmente. Mi traumatólogo, jefe de servicio de uno de los más
importantes hospitales de Madrid y una eminencia, me dijo: “No existe ni
un solo estudio científico que lo documente, pero parece que lo del
gluten funciona en los casos de inflamación crónica. No sabemos por
qué”.
Son campañas muy sucias porque se presentan como inocentes
resultados de la investigación pura, cuando no son más que publicidad
encubierta
Cuento todo esto para indicar no sólo nuestra inmensa ignorancia sobre
casi todo, sino además la terrible dependencia de nuestro conocimiento
de unos estudios supuestamente científicos que están orientados hacia el
beneficio de las grandes empresas. Estoy segura de que no hay estudios
sobre el gluten transgénico porque no le interesan a nadie. Somos
compradores cautivos de las multinacionales, que llevan décadas
bombardeándonos con sesgados estudios que nos vuelven tarumbas sobre lo
que debemos comer y hacer o lo que no.
Las más repugnantes, porque abusan de la necesidad de la gente, son
las promovidas por la industria farmacéutica, un megagigante del poder. Las farmacéuticas ganan más que los vendedores de armas o la
telecomunicación. La Lista Fortune (500 mayores empresas del mundo) de
2002 mostraba que los beneficios de las 10 mayores farmacéuticas
superaban la suma de beneficios de las otras 490 empresas. Son los
verdaderos dueños del mundo, y son feroces.
Ahora mismo estamos en medio de una de esas campañas. ¿No les choca
la repentina obsesión científica que le ha entrado a nuestra, en
general, acientífica sociedad para denunciar la homeopatía? Llevamos
meses de un machaque tan orquestado y pertinaz que no puede ser casual. Me parece bien advertir del peligro de usar sólo homeopatía, pero
alucina ver tanta furia contra una práctica barata y desde luego inocua,
mientras que los muertos por efectos secundarios de las medicinas
alopáticas son un goteo constante: en España triplican a las víctimas de
tráfico. Cierto, la disolución de los supuestos principios homeopáticos
es tan alta que parecería que los granos son simple azúcar.
Pero aunque sólo fuera por el efecto placebo, servirían sin riesgo para
mejorar la salud. Y sobre todo es que no soporto que estos laboratorios,
que dedican el 90% de su presupuesto a enfermedades que sólo padece el
10% de la población mundial; que inventan dolencias para medicalizar a
la gente (convertir a los tímidos en fóbicos sociales); que crean alarma
para forrarse (el Tamiflú y la gripe A); que tienen más beneficios que
los bancos; que ponen precios salvajes a los fármacos (el tratamiento
contra la hepatitis C); que dicen que esos precios son para costear la
investigación, cuando Gobiernos y consumidores les pagamos el 84% de la
misma y los laboratorios dedican el 13% de su presupuesto a investigar y
un 30%-35% a marketing (fuente: Federación de Asociaciones para la
Defensa de la Sanidad Pública / nuevatribuna.es)… Que esa gente se erija
en adalid de la pureza científica, en fin, no es de recibo.
Dudo de que haya cálculos de lo que a este
país le cuestan las egolatrías, los proyectos superfluos y las
meteduras de pata de nuestros representantes.
HE AQUÍ UNA NOTICIA de hace unos meses, sin la menor
transcendencia. Ocupaba una columnita de este diario, no tuvo
continuación alguna y el titular rezaba, escandalosamente: “Defensa tendrá que pagar 243 millones por 13 aviones que ya no quiere”. El texto no añadía demasiado, sí lo suficiente para deducir que alguien
había metido la pata hasta el fondo y que la broma nos iba a salir
carísima. “España deberá abonar 243 millones de penalización a la
empresa Airbus si finalmente no compra los 27 aviones de transporte
A400M que se comprometió a adquirir, según reveló ayer en el Congreso el
Secretario de Estado de Defensa, Agustín Conde. Su antecesor en el cargo, Pedro Argüelles, pactó con el gigante
aeronáutico recibir 14 aparatos entre el año pasado y 2022 y postponer
la recepción de los 13 restantes hasta 2025. Pero Defensa ya ha
declarado estos 13 aviones como “no operables” —es decir, innecesarios— y
ha aceptado pagar a Airbus 243 millones por la cancelación de este
pedido.
La única forma de evitar esta penalización es que España consiga vendérselos a otro país …” (A otro país idiota, se supone.) Noticias de esta índole aparecen cada dos por tres en la prensa, y, a
diferencia de lo que ocurre con las relativas a la corrupción, que
acaparan portadas y exhaustivos análisis, nadie les otorga la menor
importancia. Por supuesto, jamás nos enteramos de que se la haya cargado
alguien por la ruinosa metedura de pata; de que haya perdido su puesto
por ella; de que se lo haya obligado a reembolsar la cantidad que por su
negligencia o mal cálculo hemos perdido todos. O por su frivolidad o
megalomanía. ¿Alguien ha pagado por la construcción-abandono de la
llamada Ciudad de la Justicia en Madrid? De diez edificios proyectados
se concluyó malamente uno, que lleva años inoperante y cayéndose a
pedazos, y cuyas vigilancia y mantenimiento cuestan un dineral
anualmente. ¿Alguien ha sufrido las consecuencias de las inútiles
radiales que nadie usa, de los Palacios de las Artes o las Ciencias
diseminados por nuestro territorio y carentes de actividad y contenidos,
de los varios aeropuertos sin aviones y de tantos despilfarros más? Añádanse las incontables sumas compensatorias por errores o abusos
cometidos, sean plusvalías cobradas indebidamente por las ventas de
pisos en las que el vendedor había perdido dinero, sean encarcelamientos
injustificados o lo que ustedes quieran. Los cargos públicos derrochan a
mansalva como si los fondos del erario “no fueran de nadie”, según dijo
no recuerdo ya qué político, y luego se quejan de que las arcas están
vacías. Hay unos muy vagos cálculos de lo que a este país le han
sustraído los corruptos, los simples ladrones o los serviciales
tesoreros que procuraban financiar a sus partidos. No creo que ni
siquiera haya un vaguísimo cálculo de lo que cuestan las egolatrías
improductivas, los proyectos superfluos, las infinitas meteduras de pata
de nuestros representantes. E insisto: no parece que a ninguno se le
pase factura, ni siquiera se lo destituya. No es extraño que las arcas estén vacías. Las han vaciado sus propios
custodios, insensata o alevosamente, según los casos. Y esos custodios,
transformados en recaudadores, prosiguen su saqueo de la población a
base de impuestos cada vez más feroces (recuérdese que Rajoy llevó a
cabo la mayor subida de la historia). Cambian las reglas a su antojo: lo
que antes era legal ya no lo es; lo que antes era desgravable ha dejado
de serlo, sin más explicación que el arbitrario criterio de los
inspectores. Y si un contribuyente decide recurrir, es posible que se
vea “advertido” en forma de nuevas inspecciones y reclamaciones. Si uno
se retrasa un solo día en el pago, recibe multa y se le cobran
intereses, mientras que el Estado en modo alguno se aplica el mismo
rasero. Llevamos más de cinco años con un Gobierno al que los ciudadanos ya
nunca perciben como una institución que los protege y defiende, sino
todo lo contrario: se ha convertido en un ente amenazante, que por
principio considera a la población defraudadora y enemiga, cuando los
indeciblemente defraudados somos nosotros. ¿Cuántos son ya los cargos
del PP que se han enriquecido a costa nuestra? ¿Cuántos los partidos que
se han financiado de la misma manera? ¿Cuántas compras se han hecho de aviones “no operables” por los que nos
vemos penalizados? ¿Cuántos edificios, carreteras, estaciones
ferroviarias, aeropuertos inútiles se han construido? ¿Cuántos “eventos”
deficitarios se han celebrado a mayor pompa de presidentes autonómicos y
alcaldes? ¿Cuántos festejos “patronales” —el verano un hervidero de
ellos— con fines estrictamente demagógicos en todas partes? ¿Y quién
paga todo eso? ¿Los responsables, los frívolos, los derrochadores, los
innumerables metepatas e ineptos? Nunca nos llega la noticia de que
ninguno haya sido castigado ni destituido, ni siquiera reprendido. Esa
impunidad sí que es absoluta. No les quepa duda de que lo pagamos todo
nosotros, y además varias veces.