Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

12 may 2017

Memorias de un cineasta siempre controvertido, nunca contradictorio

Los hijos ilegítimos de la España caduca................... Raúl Limón ...

Vástagos de artistas, aristócratas y empresarios que no los reconocieron pugnan en los tribunales por sus apellidos y sus herencias.

El abogado Fernando Osuna, revisa en su despacho carpetas con casos de demandas de paternidad.
El abogado Fernando Osuna, revisa en su despacho carpetas con casos de demandas de paternidad.
El caso de Rosario Bermudo, identificada esta semana por la prueba del ADN como hija de José Leoncio González —primer marido de Luisa Isabel Álvarez de Toledo y Maura, duquesa de Medina Sidonia— y su criada es el retrato de una España caduca. El abogado que ha llevado este caso, Fernando Osuna, acumula unos 400 similares resueltos o pendientes y afirma que el patrón se repite en la mayoría de los casos: “Años cuarenta, cincuenta o sesenta, hombre poderoso en distintos ámbitos —artistas, aristócratas, banqueros, terratenientes, empresarios— y mujer con una fuerte dependencia social y económica.
 Él aprovecha su posición, la deja embarazada y evita reconocer al hijo”. 
Xavier Coller, catedrático de sociología de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, añade una clave fundamental más: “La percepción de la mujer como objeto”.
María Fernández, de 50 años, es nieta de esa España. 
Su abuela quedó embarazada en dos ocasiones por el terrateniente almeriense para el que trabajaba y que tenía ya tres hijos con su esposa.
 Solo reconoció a uno de los niños antes de su muerte
. Una escena similar se repitió en Córdoba. 
María Isabel Castro, de 65 años e hija ilegítima de un propietario de fincas en una localidad cercana a la capital, es reticente a reclamar nada después de tanto tiempo y con la vida rehecha.
Osuna calcula que una demanda de estas características implica un proceso de unos cuatro años y una inversión de 4.000 euros. 
Pero los jueces suelen condenar en costas a los demandados si se han negado a reconocer a sus hijos y llegan a juicio solo para dilatar la resolución del caso. 
Además, está la expectativa de conseguir la parte legítima de la herencia de sus padres; un segundo expediente que se abre tras el reconocimiento de la paternidad.
“Antes era muy complicado porque se basaba en análisis de sangre poco determinantes, en testimonios más o menos fiables, en las aportaciones que habían hecho los padres a sus hijos ilegítimos o a las madres, en el parecido físico y en la palabra de uno contra la otra. 
En muchos casos, él era más poderoso e influyente y condicionaba la sentencia.
 Ahora, con el ADN, es matemático”, relata Osuna, quien recuerda un caso en Gijón donde la juez cerró el juicio en cinco minutos tras la obtención de muestras del cadáver de un ganadero e industrial cuya familia se negó hasta el último momento a admitir la verdad.
Para llegar a la exhumación de un cuerpo, como ha sido el caso de Leoncio González, este de Gijón o el de José María Ruíz-Mateos, desenterrado en abril para cotejar su ADN con el de Adela Montes de Oca, quién dice ser su hija, el abogado suele recurrir a un detective que recoge el ADN de algún resto orgánico que hayan dejado los hijos del difunto en un lugar público, como un bar, una cafetería o una papelera.
 A partir de ahí y, con otros indicios, como testimonios, fotografías que reflejen parecidos o aportaciones económicas, en especie o visitas, los jueces suelen autorizar los desenterramientos.
 “Cuanto más tarden, peor para el demandado”, afirma Osuna.
En el caso de Bermudo, la familia del exjinete aún se resiste a negociar una resolución final del caso, por lo que la hija de Leoncio está dispuesta a seguir para, según dice, “animar a otras personas en la misma situación a que denuncien sin miedo”.
 Gabriel Gonzalo, uno de los hijos legítimos del exmarido de la aristócrata, aboga por un acuerdo, aunque esté convencido que “el derecho a que los ciudadanos leguen sus bienes a otros y estos los reciban se da de bofetadas con las legítimas previstas en el Código Civil y la Carta de Derechos Fundamentales de la UE que establece la libertad de legado”.
 Osuna, por el contrario, argumenta que la legislación es clara en relación con los hijos.
 Otra cosa es con los nietos, en cuyo caso ha llegado hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo para reclamar una herencia para los descendientes de un emigrante gallego que abandonó a la mujer y al hijo para irse a Argentina y es ahora la tercera generación la que empezó la demanda en Betanzos.


 
Algunos demandados lo entienden así.
 Aunque Osuna se niega a facilitar datos de los implicados por preservar la intimidad de los afectados, relata el caso de un empresario gaditano cuya hija sólo necesitó de cuatro llamadas telefónicas en un mes para llegar a un acuerdo sin verse siquiera las caras y evitar el juicio.
 O el de un torero de Sevilla muy anciano que reconoció a su hija cuando recibió la notificación de demanda.

Causas

La proliferación de casos referidos a unas décadas determinadas de España se explica por múltiples causas que describe Xavier Coller: personal de servicio a cargo de un hombre con poder, dependencia, bajo nivel cultural, falta de medios anticonceptivos y machismo.
 El sociólogo añade que los hijos no reconocidos son un hecho común en la España de los últimos siglos y describe cómo un anuario de 1888 sobre la ciudad de Sevilla detalla que ese año se registraron más hijos ilegítimos que nacidos de un matrimonio.
Osuna añade que, en muchos casos, los padres se enfrentaban a un Código Civil que, hasta 1978, preveía hasta seis años de prisión menor por adulterio.
 En esas condiciones, muchos optaban por mantener a sus hijos, pero sin reconocerlos.
Es el caso de un hijo, de 70 años, que nació de una relación extramatrimonial entre un empresario textil y de la alimentación de Barcelona durante la Guerra Civil y que huyó de España con él y su madre tras la contienda y estuvo a punto de morir a manos de los nazis en Alemania.
 La paternidad se ha reconocido este año.


No siempre acaba en enfrentamiento.
 Algunos encuentros son famosos, como el de Manuel Díaz y Julio Benítez, los dos hijos de Manuel Benítez, El Cordobés, que han llegado a torear juntos tras el reconocimiento definitivo de la paternidad del primero, o el de un rico cacereño que tuvo cinco hijos dentro del matrimonio y uno con otra mujer. 
Cuando acabó el juicio, uno de los vástagos del industrial se acercó al demandante y le dijo: “Ahora somos hermanos.
 Dame un abrazo y vamos a comer”.
Otro caso de reunificación se produjo en Munich (Alemania), donde la esposa de un hombre con hijos ilegítimos en España, los acogió tras morir la madre de estos, los crio y los mantuvo.
 Sin embargo, no los reconocieron y tuvieron que reclamar para poder heredad.
Esta situación ha cambiado y algunos casos ahora son para dar en vez de para demandar.
 Así ha sucedido con una abuela sevillana que ha pedido que se reconozca a su hijo como padre de su nieto para que herede sin problemas.

 

El Rey y la infanta Cristina se reencuentran tras la absolución en el ‘caso Nóos’


Y   ahora qué? la vida sigue, aunque a Letizia le supiera a plomo que su cuñada estuviera allí.

La familia coincide en público, por primera vez en casi dos años, en el funeral de Alicia de Borbón.

Los Reyes en el funeral por la infanta Alicia de Borbón-Parma al que ha asistido Cristina de Borbón. ATLAS
Felipe VI y la reina Letizia, junto con don Juan Carlos y doña Sofía, han coincidido con la infanta Cristina este jueves en la capilla del Palacio Real en el funeral en memoria de Alicia de Borbón-Parma, fallecida el 28 de marzo a los 99 años en Madrid. Hacía cuatro años que la Infanta no pisaba el Palacio Real (desde junio de 2013 en la misa por el centenario de Don Juan) y casi dos que no coincidía toda la famila en un acto público, alejada por el desgarro de su procesamiento en el caso Nóos.

Es la primera ocasión, tras la sentencia absolutoria de la Infanta, que el Rey y su hermana menor se reencuentran en un acto público. Poco antes de las seis de la tarde, Cristina ha acudido acompañada de su hermana Elena, ambas con un traje de chaqueta negro, unos diez minutos antes de que llegaran los Reyes, que junto a Juan Carlos I y doña Sofía, han sido recibidos a la puerta de la capilla por el arzobispo castrense Juan del Río.
Felipe VI y la reina Letizia han sido ubicados bajo el dosel en dos sillones, separados de los reyes eméritos, que han quedado a su derecha.
 Las infantas Cristina y Elena se han sentado en el banco de familiares. 
El Rey y la Infanta no se han cruzado en el recorrido previsto.
 Solo los medios gráficos han tenido el acceso permitido al interior, al igual que en ceremonias similares. 
Tras el funeral se ha celebrado un cóctel que propiciaba la aproximación.
La última vez que coincidieron en público los Reyes y la infanta Cristina fue el 8 de octubre de 2015 en un acto similar, la misa fúnebre por el infante Carlos de Borbón-Dos Sicilias, hijo de Alicia de Borbón-Parma, que se celebró en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid).
El Rey y la infanta Cristina se reencuentran tras la absolución en el ‘caso Nóos’ 
Efe
La difunta, única tía que todavía tenía Juan Carlos I, adquirió la condición de infanta cuando se casó en 1936 con Alfonso de Borbón-Dos Sicilias, sobrino de Alfonso XII y hermano de doña María de las Mercedes, la abuela de Felipe VI.

La infanta Cristina mantiene una estrecha relación con la familia de su tía abuela, especialmente con Cristina Borbón-Dos Sicilias, su nieta. 
La pasada Semana Santa, Cristina, su esposo, Iñaki Urdangarin, y sus hijos estuvieron en la finca La Toledana, en la provincia de Ciudad Real, propiedad que la familia Borbón-Dos Sicilias. 
Fueron invitados por la prima del rey Juan Carlos Ana de Orléans y su primo Pedro de Borbón-Dos Sicilias, primogénito del infante Carlos y, desde la muerte de su padre, nuevo duque de Calabria.
La infanta fue absuelta el pasado 17 de febrero de los dos delitos fiscales por los que fue procesada en el caso Nóos, mientras que su marido fue condenado a seis años y tres meses de prisión por diversos delitos de corrupción.
 La Audiencia Provincial de Baleares, sin embargo, consideró que se había beneficiado de los delitos cometidos por su marido, por lo que le impuso la devolución de 265.088 euros que cargó en la tarjeta de crédito de la mercantil Aizoon compartida con su pareja.
Desde el 7 de noviembre de 2011, cuando la policía irrumpió en la sede del Instituto Nóos en Barcelona, La Zarzuela trató de poner distancias con la Infanta y su marido para evitar que el caso acabara salpicando a la Corona.
 Juan Carlos I no consiguió ni que se divorciara de Urdangarin ni que renunciase a los derechos dinásticos, en los que ocupa la sexta posición en el orden de sucesión. 
Tras la proclamación de Felipe VI el 19 de junio de 2014, La Zarzuela estableció un cortafuegos con la Infanta y su marido, que tuvo su máxima expresión el 11 de junio de 2015 cuando el Rey revocó el título del Ducado de Palma a su hermana, con la que mayor afinidad tenía.
 Esa decisión ahondó la grieta entre Felipe VI y la Infanta, que solo ha mantenido el vínculo con su madre y su hermana Elena.
En 2015 esta fundación alcanzó un acuerdo con la República de Portugal para establecer en Lisboa la sede de la institución del acaudalado imán de los ismaelitas, abriendo la posibilidad de que la Infanta trasladase su residencia a Portugal, donde la proximidad con el centro penitenciario en el que cumpliese la pena su marido sería mayor.
La absolución de la Infanta aportó tranquilidad a La Zarzuela, que durante todo el proceso, a diferencia del Gobierno, mostró una compostura absoluta.
 Con este encuentro en público de Cristina con su familia, el desgarro familiar puede haber empezado a atenuar el dolor, pero en la hoja de ruta de Felipe VI no se contempla la rehabilitación.

Cristina, su esposo y sus cuatro hijos han residido desde entonces, salvo algunos períodos, fuera de España. Primero en Washington y luego en Ginebra (Suiza).
 Es en esta ciudad, en la que Cristina de Borbón desempeña un trabajo en la sede de la Fundación Aga Khan sin haber perdido su vinculación laboral con La Caixa, es donde ambos recibieron la sentencia.
 Hasta conocer la sentencia definitiva del caso Nóos, Urdangarin está en libertad sin fianza con la obligación de comparecer el primero de cada mes ante la autoridad judicial de Suiza.


 

11 may 2017

Selkirk, la isla del fin del mundo...........................Eduardo Lago

Selkirk
Un grupo de visitantes recorre la costa de la remota isla de Selkirk. / martín garcía de la huerta

Remota y hermosa, la isla de Selkirk o Más Afuera, a 800 kilómetros de las costas chilenas, atesora paisajes imborrables, leyendas, uno de los santuarios de aves más privilegiados del planeta y el origen de ‘Robinson Crusoe’, la primera novela inglesa. 

DESCUBRÍ LA EXISTENCIA de Selkirk en un ejemplar atrasado del New Yorker que incluía un artículo de Jonathan Franzen titulado ‘Farther Away’, traducción literal de Más Afuera, nombre originario de una de las islas del archipiélago de Juan Fernández, a unos 800 kilómetros de las costas de Chile en el Pacífico Sur.
 En 1574, buscando acortar el trayecto entre los puertos de Valparaíso y El Callao, que podía durar seis meses, Juan Fernández, piloto portugués al servicio de la Corona española, decidió efectuar la travesía alejándose lo más posible de la costa. 
Para gran sorpresa suya, tras nueve días de navegación, avistó dos islas de altura vertiginosa y enigmático perfil que no figuraban en ningún mapa y a las que, con poética simplicidad, puso por nombre Más a Tierra y Más Afuera. 
Entra en juego la literatura.
 Este es el origen de la historia: en 1704, un marinero escocés llamado Alexander Selkirk cuyo barco había fondeado en Más a Tierra se negó a embarcar con el resto de la tripulación por diferencias con su capitán. 
Tras cuatro años de soledad en condiciones extremas, Selkirk fue rescatado por una nave pirata en la que volvió a Inglaterra, donde publicó un reportaje sobre sus aventuras.
 Cuando Daniel Defoe, de profesión escritor, lo leyó, se apropió sin escrúpulos de la narración y escribió Robinson Crusoe, considerada la primera novela inglesa de la historia. 
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Restos de dos barcas que se estrellaron contra los arrecifes de la costa. martín garcía de la huerta
Uno de los libros más hermosos jamás escritos sobre islas recónditas del orbe fue ocurrencia de Judith Schalansky, joven investigadora berlinesa que sabía que jamás pondría un pie en ninguna de ellas.
 Cuando hacía un alto en sus estudios, se abandonaba a la contemplación de un globo terráqueo, reparando en las islas más inaccesibles.
 Un día decidió catalogarlas en un volumen titulado Atlas de islas remotas.
 En el libro hay una ausencia inexplicable: en él no figura Selkirk, lo que acentúa el aura de misterio que rodea a esta isla.
Llegar a Más Afuera raya en lo imposible.
 Hay que hacerlo desde Más a Tierra, adonde tampoco es precisamente fácil acceder.
 Hay dos maneras: por barco desde Valparaíso, en una travesía para la que no es fácil encontrar pasaje y que puede durar tres o cuatro días, según el estado del mar, o en avioneta desde Santiago, opción ante la que muchos se echan atrás dada la accidentada historia de los vuelos, puntuada por una serie de episodios trágicos.
 El aterrizaje en sí es muy arriesgado. 
Hay un solo lugar donde resulta posible hacerlo, una pista de cemento de dimensiones comparables a la cubierta de un portaviones situada en las inmediaciones de una pequeña bahía donde hay un criadero de lobos marinos y el mar bate con gran fuerza. 
 Una vez allí, es preciso ir en lancha hasta la bahía de Cumberland, único enclave habitado del lugar, con una población de varios centenares de personas.
Comienza entonces un periodo de incertidumbre a la espera de que el patrón de una de las tres lanchas que viajan esporádicamente a Más Afuera pueda admitir un pasajero adicional.
 Para muchos, ese momento no llega nunca.
 En mi caso, no lo conseguí hasta que volví un año después. 
 Al final del primer viaje me venía a la cabeza el artículo de Franzen. ¿Quién le habló de Selkirk por primera vez? ¿Qué le había llevado a ir allí? 

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Ave de la familia de las águilas que habita la isla, santuario de los ornitólogos. martín garcía de la huerta 
Di con la respuesta por casualidad.
 Un periodista americano me presentó a Peter Houdun, un ornitólogo amigo suyo, y en medio de una conversación surgió el nombre de Franzen.
 Al parecer, fue Houdun quien, sabedor de que Franzen es un apasionado de la observación de las aves, le convenció de que visitara Más Afuera y escribiera un reportaje para dar a conocer la labor de los naturalistas del archipiélago, uno de los santuarios de aves más privilegiados del planeta.
Franzen fue a Selkirk en plena resaca del éxito de su novela Libertad
En su artículo, el escritor cuenta que viajó a la isla con un ejemplar de Robinson Crusoe y una caja de cerillas que contenía una pequeña parte de las cenizas de David Foster Wallace, su gran amigo y rival literario, que se había suicidado dos años antes.
 A tal efecto, fue a ver a su viuda, explicándole que su idea era dispersar las cenizas en aguas de Selkirk.

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Paisaje del interior de Selkirk, marcado por quebradas. martín garcía de la huerta 
 Supe por Houdun que Franzen se había alojado en la misma pensión donde me encontraba yo, acompañado por los integrantes de una expedición botánica.
 Hice indagaciones entre personas que participaron en labores de apoyo.
 Cuando les pregunté si lo recordaban, me comentaron con regocijo su empeño por quedarse solo en un alto risco, donde instaló una tienda de campaña, que el viento no tardó en desarbolar.
 Su mayor frustración, me dijeron, fue no haber llegado a avistar un ejemplar del pájaro más misterioso de la isla, una suerte de santo grial entre los ornitólogos, un espécimen minúsculo y delicado que vive a más de 800 metros de altura y que tiene para los habitantes del lugar el valor de un mito: el rayadito de Más Afuera.
 También les causó extrañeza que alguien que decía buscar la soledad hubiera viajado a un lugar donde no hay teléfono, Internet ni electricidad con un teléfono satélite. 
Al parecer, cuando bajó del alto risco dio por concluido su viaje, mostrándose impaciente por regresar cuanto antes.

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Llegar a Más Afuera, el otro nombre de Selkirk, es ya de por sí una aventura. En la imagen, una especie de lobos marinos endémicos de la zona. martín garcía de la huerta
 
Las islas de Juan Fernández son lugares fascinantes, cargados de misterio y con un impresionante caudal de historias que han sido recogidas en numerosos libros.
 Casi nadie logra ir más allá de la primera isla, aunque el verdadero misterio de la soledad reside en Más Afuera, donde no vive nadie de manera permanente. 
Durante los meses que dura la temporada de captura de la langosta se trasladan allí unas 70 personas, que se instalan en un poblado de 22 viviendas de madera con los restos de unas antiguas prisiones de piedra como trasfondo.
 El carguero que abastece Más a Tierra efectúa tres viajes al año a Selkirk, al principio y al final de la temporada de pesca, para transportar y recoger el contingente humano junto con algunos enseres y animales.
 A mitad de temporada se efectúa un viaje adicional de avituallamiento.
 No es posible imaginar un lugar más remoto y a la vez más hermoso.
 Las lanchas zarpan de Más a Tierra a mediodía con el fin de llegar a Selkirk al amanecer, 16 horas después.
 Cuando la primera luz del día permite el desembarco, siempre difícil, y la isla empieza a revelar su perfil, es imposible no tener la sensación de que se está ante un lugar que tiene vida propia.
 Su interior, marcado por una serie de quebradas que dividen las alturas de la isla, encierra lugares de inquietante belleza a los que los pocos que han logrado contemplarlos se refieren con nombres como cuevas de duendes o bosques de neblina. 
La expedición fotográfica que tomó las imágenes que acompañan este reportaje recurrió al uso de drones para explorar las zonas más recónditas del lugar. 
 
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La isla, habitualmente desierta, acoge a unas 70 personas durante los meses de captura de langostas. martín garcía de la huerta
Mientras espera el momento de desembarcar, el viajero tiene ante sí dos imágenes imborrables: los restos de dos barcas que se estrellaron contra los arrecifes, en lo que constituye el último de la larguísima historia de naufragios acontecidos en la isla, y las dos enormes cruces de madera de un cementerio situado al borde mismo del mar.
 Entre una y otra imagen se divisa el rudimentario embarcadero de piedra, completamente abierto al mar. Una vez en tierra, la sensación de soledad es infinitamente superior a la que se experimenta en Robinson Crusoe. 
 Las canciones y leyendas que dan cuenta por la noche de la historia de Más Afuera hablan de un mundo más extraño y misterioso aún que el de la vecina, aunque nadie le pueda disputar el logro que supuso que alguien viera en ella el corazón del mito de la soledad como lo hizo Defoe, quien además lo consiguió sin salir de su hogar londinense.