Y ahora qué? la vida sigue, aunque a Letizia le supiera a plomo que su cuñada estuviera allí.
La familia coincide en público, por primera vez en casi dos años, en el funeral de Alicia de Borbón.
Felipe VI y la reina Letizia, junto con don Juan Carlos y
doña Sofía, han coincidido con la infanta Cristina este jueves en la
capilla del Palacio Real en el funeral en memoria de Alicia de
Borbón-Parma, fallecida el 28 de marzo a los 99 años en Madrid. Hacía
cuatro años que la Infanta no pisaba el Palacio Real (desde junio de
2013 en la misa por el centenario de Don Juan) y casi dos que no
coincidía toda la famila en un acto público, alejada por el desgarro de su procesamiento en el caso Nóos.
Es la primera ocasión, tras la sentencia absolutoria de la Infanta, que el Rey y su hermana menor se reencuentran en un acto público. Poco antes de las seis de la tarde, Cristina ha acudido acompañada de su hermana Elena, ambas con un traje de chaqueta negro, unos diez minutos antes de que llegaran los Reyes, que junto a Juan Carlos I y doña Sofía, han sido recibidos a la puerta de la capilla por el arzobispo castrense Juan del Río.
Felipe VI y la reina Letizia han sido ubicados bajo el dosel en dos sillones, separados de los reyes eméritos, que han quedado a su derecha.
Las infantas Cristina y Elena se han sentado en el banco de familiares.
El Rey y la Infanta no se han cruzado en el recorrido previsto.
Solo los medios gráficos han tenido el acceso permitido al interior, al igual que en ceremonias similares.
Tras el funeral se ha celebrado un cóctel que propiciaba la aproximación.
La última vez que coincidieron en público los Reyes y la infanta Cristina fue el 8 de octubre de 2015 en un acto similar, la misa fúnebre por el infante Carlos de Borbón-Dos Sicilias, hijo de Alicia de Borbón-Parma, que se celebró en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid).
La difunta, única tía que todavía tenía Juan Carlos I,
adquirió la condición de infanta cuando se casó en 1936 con Alfonso de
Borbón-Dos Sicilias, sobrino de Alfonso XII y hermano de doña María de
las Mercedes, la abuela de Felipe VI.
La infanta Cristina mantiene una estrecha relación con la familia de su tía abuela, especialmente con Cristina Borbón-Dos Sicilias, su nieta.
La pasada Semana Santa, Cristina, su esposo, Iñaki Urdangarin, y sus hijos estuvieron en la finca La Toledana, en la provincia de Ciudad Real, propiedad que la familia Borbón-Dos Sicilias.
Fueron invitados por la prima del rey Juan Carlos Ana de Orléans y su primo Pedro de Borbón-Dos Sicilias, primogénito del infante Carlos y, desde la muerte de su padre, nuevo duque de Calabria.
La infanta fue absuelta el pasado 17 de febrero de los dos delitos fiscales por los que fue procesada en el caso Nóos, mientras que su marido fue condenado a seis años y tres meses de prisión por diversos delitos de corrupción.
La Audiencia Provincial de Baleares, sin embargo, consideró que se había beneficiado de los delitos cometidos por su marido, por lo que le impuso la devolución de 265.088 euros que cargó en la tarjeta de crédito de la mercantil Aizoon compartida con su pareja.
Desde el 7 de noviembre de 2011, cuando la policía irrumpió en la sede del Instituto Nóos en Barcelona, La Zarzuela trató de poner distancias con la Infanta y su marido para evitar que el caso acabara salpicando a la Corona.
Juan Carlos I no consiguió ni que se divorciara de Urdangarin ni que renunciase a los derechos dinásticos, en los que ocupa la sexta posición en el orden de sucesión.
Tras la proclamación de Felipe VI el 19 de junio de 2014, La Zarzuela estableció un cortafuegos con la Infanta y su marido, que tuvo su máxima expresión el 11 de junio de 2015 cuando el Rey revocó el título del Ducado de Palma a su hermana, con la que mayor afinidad tenía.
Esa decisión ahondó la grieta entre Felipe VI y la Infanta, que solo ha mantenido el vínculo con su madre y su hermana Elena.
En 2015 esta fundación alcanzó un acuerdo con la República de Portugal para establecer en Lisboa la sede de la institución del acaudalado imán de los ismaelitas, abriendo la posibilidad de que la Infanta trasladase su residencia a Portugal, donde la proximidad con el centro penitenciario en el que cumpliese la pena su marido sería mayor.
La absolución de la Infanta aportó tranquilidad a La Zarzuela, que durante todo el proceso, a diferencia del Gobierno, mostró una compostura absoluta.
Con este encuentro en público de Cristina con su familia, el desgarro familiar puede haber empezado a atenuar el dolor, pero en la hoja de ruta de Felipe VI no se contempla la rehabilitación.
Cristina, su esposo y sus cuatro hijos han residido desde entonces, salvo algunos períodos, fuera de España. Primero en Washington y luego en Ginebra (Suiza).
Es en esta ciudad, en la que Cristina de Borbón desempeña un trabajo en la sede de la Fundación Aga Khan sin haber perdido su vinculación laboral con La Caixa, es donde ambos recibieron la sentencia.
Hasta conocer la sentencia definitiva del caso Nóos, Urdangarin está en libertad sin fianza con la obligación de comparecer el primero de cada mes ante la autoridad judicial de Suiza.
Es la primera ocasión, tras la sentencia absolutoria de la Infanta, que el Rey y su hermana menor se reencuentran en un acto público. Poco antes de las seis de la tarde, Cristina ha acudido acompañada de su hermana Elena, ambas con un traje de chaqueta negro, unos diez minutos antes de que llegaran los Reyes, que junto a Juan Carlos I y doña Sofía, han sido recibidos a la puerta de la capilla por el arzobispo castrense Juan del Río.
Felipe VI y la reina Letizia han sido ubicados bajo el dosel en dos sillones, separados de los reyes eméritos, que han quedado a su derecha.
Las infantas Cristina y Elena se han sentado en el banco de familiares.
El Rey y la Infanta no se han cruzado en el recorrido previsto.
Solo los medios gráficos han tenido el acceso permitido al interior, al igual que en ceremonias similares.
Tras el funeral se ha celebrado un cóctel que propiciaba la aproximación.
La última vez que coincidieron en público los Reyes y la infanta Cristina fue el 8 de octubre de 2015 en un acto similar, la misa fúnebre por el infante Carlos de Borbón-Dos Sicilias, hijo de Alicia de Borbón-Parma, que se celebró en el Monasterio de San Lorenzo de El Escorial (Madrid).
La infanta Cristina mantiene una estrecha relación con la familia de su tía abuela, especialmente con Cristina Borbón-Dos Sicilias, su nieta.
La pasada Semana Santa, Cristina, su esposo, Iñaki Urdangarin, y sus hijos estuvieron en la finca La Toledana, en la provincia de Ciudad Real, propiedad que la familia Borbón-Dos Sicilias.
Fueron invitados por la prima del rey Juan Carlos Ana de Orléans y su primo Pedro de Borbón-Dos Sicilias, primogénito del infante Carlos y, desde la muerte de su padre, nuevo duque de Calabria.
La infanta fue absuelta el pasado 17 de febrero de los dos delitos fiscales por los que fue procesada en el caso Nóos, mientras que su marido fue condenado a seis años y tres meses de prisión por diversos delitos de corrupción.
La Audiencia Provincial de Baleares, sin embargo, consideró que se había beneficiado de los delitos cometidos por su marido, por lo que le impuso la devolución de 265.088 euros que cargó en la tarjeta de crédito de la mercantil Aizoon compartida con su pareja.
Desde el 7 de noviembre de 2011, cuando la policía irrumpió en la sede del Instituto Nóos en Barcelona, La Zarzuela trató de poner distancias con la Infanta y su marido para evitar que el caso acabara salpicando a la Corona.
Juan Carlos I no consiguió ni que se divorciara de Urdangarin ni que renunciase a los derechos dinásticos, en los que ocupa la sexta posición en el orden de sucesión.
Tras la proclamación de Felipe VI el 19 de junio de 2014, La Zarzuela estableció un cortafuegos con la Infanta y su marido, que tuvo su máxima expresión el 11 de junio de 2015 cuando el Rey revocó el título del Ducado de Palma a su hermana, con la que mayor afinidad tenía.
Esa decisión ahondó la grieta entre Felipe VI y la Infanta, que solo ha mantenido el vínculo con su madre y su hermana Elena.
En 2015 esta fundación alcanzó un acuerdo con la República de Portugal para establecer en Lisboa la sede de la institución del acaudalado imán de los ismaelitas, abriendo la posibilidad de que la Infanta trasladase su residencia a Portugal, donde la proximidad con el centro penitenciario en el que cumpliese la pena su marido sería mayor.
La absolución de la Infanta aportó tranquilidad a La Zarzuela, que durante todo el proceso, a diferencia del Gobierno, mostró una compostura absoluta.
Con este encuentro en público de Cristina con su familia, el desgarro familiar puede haber empezado a atenuar el dolor, pero en la hoja de ruta de Felipe VI no se contempla la rehabilitación.
Cristina, su esposo y sus cuatro hijos han residido desde entonces, salvo algunos períodos, fuera de España. Primero en Washington y luego en Ginebra (Suiza).
Es en esta ciudad, en la que Cristina de Borbón desempeña un trabajo en la sede de la Fundación Aga Khan sin haber perdido su vinculación laboral con La Caixa, es donde ambos recibieron la sentencia.
Hasta conocer la sentencia definitiva del caso Nóos, Urdangarin está en libertad sin fianza con la obligación de comparecer el primero de cada mes ante la autoridad judicial de Suiza.
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