Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

1 may 2017

Detenido el etarra Joseba Vizán en Brasil, huido desde 1991

Vizán González tiene una orden europa de detención por su participación en dos atentados con el comando Vizcaya.

Pues que bien, cuenten los años que este asqueroso etarra vive estupendamente en Brasil. Desde 1991 hasta 2017. 

Joseba Gotzon Vizan González (d) es escoltado por un miembro de la Policía Federal, en una imagen de 2013.
Joseba Gotzon Vizan González (d) es escoltado por un miembro de la Policía Federal, en una imagen de 2013. Efe

El presunto miembro de la banda terrorista ETA Joseba Gotzon Vizán González, Potxolín, ha sido detenido en Río de Janeiro y permanecerá en esa situación hasta que se decida sobre su extradición a España, según fuentes oficiales citadas por Efe. Vizán González fue arrestado el viernes, después de que fueran desestimados los últimos recursos que presentó desde comienzos de 2013, cuando fue localizado en Río de Janeiro en virtud de una orden europea de detención de la Audiencia Nacional española por su supuesta participación en dos atentados.
Tras casi tres meses en prisión, Vizán González fue liberado gracias a un hábeas corpus presentado por su defensa, que mediante otras acciones legales logró postergar el proceso, el cual será retomado ahora con vistas a su posible extradición.
Vizán González está acusado de participar el 14 de enero de 1988, junto con otros miembros del comando Vizcaya de ETA, en el atentado con una bomba lapa colocada en el vehículo del policía Manuel Muñoz Domínguez, quien resultó gravemente herido.
 Días después, con el mismo procedimiento de la bomba lapa, presuntamente intentó asesinar en Bilbao al policía José María Diéguez García. El 13 de abril de 1988 los miembros del comando Vizcaya, con supuesto apoyo de Vizán González, llevaron a cabo un intento fallido de atentado, mediante el lanzamiento de granadas, contra una comisaría del País Vasco.
Tras la desarticulación del comando Vizcaya en 1991, Vizán González huyó de España, para establecerse primero en Francia y luego en México, en 1993.
 En 1996 llegó a Brasil, donde vivió desde entonces bajo la identidad falsa de Aitor Julián Arechaga Echevarría.
De 57 años y natural de Basauri (Vizcaya), se afincó en Río en el 2000. Allí vivía en 2013, cuando fue localizado por la Policía Federal brasileña, con su compañera, Miren Josune Marco Oqueranza, natural de Barakaldo (Vizcaya), profesora titular de español en el Instituto Cervantes de Río de Janeiro, y con la hija de ambos.
 Se ganaba la vida impartiendo clases de español, aunque al margen del Cervantes.

Una mujer, herida grave al ser apuñalada en el cuello en Las Palmas

La mujer se encuentra ingresada tras sufrir la agresión en plena calle el domingo por la tarde.

Calle Prudencio Morales, donde se ha producido la agresión.
Calle Prudencio Morales, donde se ha producido la agresión.

Una mujer de 24 años se encuentra herida grave tras ser apuñalada en el cuello en plena calle en Las Palmas de Gran Canaria. 
La agresión se produjo a última hora de la tarde de ayer domingo y, a la llegada de los servicios de emergencia, la mujer se encontraba en parada cardiorrespiratoria, según informa el área de Seguridad y Emergencias del Gobierno de Canarias. de momento no hay ningún detenido en relación con el suceso.
Los sanitarios del Servicio de Urgencias Canario lograron reanimarla, estabilizarla y trasladarla al Hospital Universitario de Gran Canaria Doctor Negrín. La mujer, de nacionalidad hondureña, se encuentra ingresada en estado muy grave. La Policía investiga la agresión. 
Según informa el diario La Provincia, la mujer sufría además varios cortes de arma blanca por la cara.
 El suceso se produjo a las 20.19 en la calle Prudencio Morales y el presunto agresor de refugió en un edificio de dicha vía.

 

30 abr 2017

Solas porque sí......................................Andrea Aguilar

Las mujeres que no se casan han sido estigmatizadas a lo largo de la historia como raras, feas o fracasadas. 
Hoy su número va en imparable aumento y la percepción social ha cambiado. 
Pero algunos prejuicios perviven.
 Muchas sienten que deben aún reivindicar ese espacio de libertad para elegir su destino.
 AQUEL ERA un final poco ortodoxo para un cuento cuya portada mostraba a una pareja de tortugas bajo un cielo de corazones rosas: con un gracioso bañador a rayas, Clementina corría ligera dejando atrás la enorme pila de regalos y trastos que su pareja le había ido atando encima del caparazón. 
Cuando se conocieron, ella soñaba con visitar otras charcas y experimentar el mundo, pero su enamorado no lo veía tan claro. Finalmente, ella logra corretear libre y sola. Arturo y Clementina, de la editora y escritora italiana Adela Turin, fue uno de los primeros títulos de la colección A favor de las niñas que publicó en España en 1976 Esther Tusquets en Lumen.
 Era uno de mis libros favoritos de pequeña, y tanto aquella tortuga contenta como las mujeres que poblaron mi infancia y que —a diferencia de mi madre— no estaban casadas aportaron un aura de normalidad a un estado civil que entonces era poco frecuente, aunque yo no acabara de percibirlo.

Más tarde lo comprendí.
 Porque lo cierto es que las solteras históricamente han llevado a cuestas un estigma tan pesado como los regalos que la tortuga Arturo le ponía encima a su pareja.
 Raras, neuróticas, feas o amargadas, una mujer no casada producía en el mejor de los casos lástima. 
La rodeaba un aura de fracaso.
 “A nivel colectivo, las mujeres que no se casaban, ya fuera por elección o accidente, estaban destinadas a llevar una letra escarlata o a pasar su vida bailando con trajes de boda sin estrenar o tomando sedantes”, escribe, al referirse al retrato literario que tradicionalmente se ha hecho de las solteronas, Rebecca Traister en el libro All the Single Ladies.
  “Estos personajes no se habían casado, pero la ausencia de un marido las constreñía y definía tanto como un matrimonio”.
 Ahí están desde Miss Havisham de Dickens hasta Doña Rosita de Lorca.

El riguroso estudio de Traister sobre la historia de las estadounidenses no casadas y su imparable aumento en el censo toma prestado el título de la canción que Beyoncé dedicó a todas las mujeres solteras –en cuya letra no falta una mención a ese anillo que no llegó–. All the Single Ladies triunfó en las librerías el año pasado y puso sobre la mesa unas cifras insoslayables: el número de mujeres solas superó por primera vez en EE UU al de casadas en 2009 y un 46% de las menores de 34 años nunca han contraído matrimonio.

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 Este cambio ha tenido también su evolución televisiva en aquel país.
 En los setenta, mientras la periodista Gloria Steinem, sexy, exitosa y viajada, defendía la opción de una vida en solitario –“no me apareo en cautividad”, declaraba–, a las pantallas llegó el show de Mary Tyler, el primero protagonizado por una atractiva soltera. Luego le tocó a ­Murphy Brown. 
Y cuando saltaron a escena las cuatro amigas de Sexo en Nueva York (herederas de alguna manera de la Holly Golightly de Capote en Desayuno con diamantes), la soltería se volvió más glamurosa, promiscua y deslenguada que nunca, al menos en Manhattan. Carrie y sus amigas –como Hannah Horvath y las suyas más adelante en Girls– mostraron lo complicado e importante de las relaciones femeninas. 
Y a medida que distintas solteras han llenado las pantallas, los matices han aflorado hasta llegar por ejemplo a Fleabag, la serie escrita y protagonizada por la británica Phoebe Waller-­Bridge, que describe con toda crudeza la vida de una mordaz joven londinense.
 “Tengo la horrible sensación de que soy avariciosa, pervertida, egoísta, apática, cínica, depravada, un fraude moral como mujer que ni siquiera puede llamarse a sí misma feminista”, le espeta a su padre en un episodio, deletreando en buena medida el prejuicio de inmadurez que acarrea la soltería, esa eterna adolescencia, ese no hacerse mayor. Hoy hay más mujeres solteras, pero ¿hay espacio para sentirse mejor? 
 “Las personas ahora deciden ir por caminos no tradicionales, pero no todo el mundo lo entiende y hay prejuicios”, explica al teléfono la ilustradora mexicana Idalia Candelas. 
En su primer libro, A solas (Planeta), quiso mostrar a mujeres “contentas con su situación, felices”, y planteó una serie de viñetas que se volvieron virales. 
“Las cosas han cambiado y van a seguir haciéndolo, porque la mujer puede ser libre, tener casa propia, pareja y dedicar su tiempo a quien ella quiera. 
La idea es que, si encontramos a alguien, será un complemento maravilloso, pero no la razón de todo lo demás”.
 La soltería no tiene por qué ser militancia, puede ser transitoria o definitiva, pero se rebela ante agresivos estereotipos.
 El estigma que ha envuelto a las solteronas empieza a ceder también en la calle, aunque solo sea por el mero hecho de que se diluye entre tantos rostros. 
Ya no es una excepción. El número de mujeres mayores de 16 años que no están casadas en España, según los datos del INE de 2016, es de 5.819.600, casi dos millones más que en 1986. 
Entre los 25 y los 44 años la cifra de solteras se ha duplicado en las últimas dos décadas: en 1996 eran 1.411.000 y en 2016 suman 2.859.600. 
Estas cifras incluyen a mujeres que viven con sus parejas sin pasar por el juzgado, pero excluye tanto a las 2.452.000 viudas como a las mujeres separadas o divorciadas –1.394.500 en 2016–. 
Además, se ha retrasado la edad media del matrimonio: las españolas están solteras más tiempo antes de casarse. 
También hay separaciones y otras circunstancias que provocan que muchas vuelvan a vivir solas.
 La percepción social de las no casadas ha ido variando y se ha conquistado un nuevo espacio de libertad. 
Pero queda camino.
Simone de Beauvoir dijo que por definición las mujeres “estamos casadas, o lo hemos estado, o planeamos estarlo, o sufrimos por no estarlo”. 
Quizá hoy la institución matrimonial no es tan importante, pero el romanticismo mantiene su tirón.
 ¿Sola? ¿Por elección? 
El mundo está hecho en buena medida para parejas, por mucho que en los bolsillos de algunas solteras las marcas han encontrado un filón. 
“Muy en el fondo, siempre supe que, si no lograba salir adelante como escritora, si fracasaba al abrirme camino, podía encontrar un sentido y un reconocimiento social casándome y teniendo hijos”, escribe Kate Bolick en Solterona (Malpaso), unas memorias literarias sobre su opción de no casarse. 
“Yo tenía una vía de escape, los hombres no”.
España arrastró 40 años de dictadura nacionalcatólica.

 La mujer ocupó un papel central en la construcción del régimen tras la guerra.
 Su función era eminentemente la de madre de familia, y cualquier atisbo de libertad feminista sonaba a infame pasado republicano. “Dentro de esta retórica del éxito y el fracaso, la solterona que no había puesto nada de su parte para dejar de serlo era considerada con el mismo desdén farisaico que el Gobierno aplicaba a los vencidos, y su caricatura era a veces tan poco piadosa como elemental”, escribió Carmen Martín Gaite en Usos amorosos de la postguerra española.
“La misma denominación de solterona llevaba implícito tal matiz de insulto que se adjudicaba a espaldas de la aludida”.
 Que un grupo de chicas alquilara un piso en Madrid a finales de los sesenta o que una mujer que vivía sola llamara a un operario para arreglar una avería doméstica provocaba situaciones tensas y humillantes.
 Hoy no.
 Aunque la estigmatización de las solteras en nuestro país ha tenido su propio sabor, la sombra que ha rodeado a las mujeres que no se casaban cuenta con una historia extensa y global.
 El matrimonio ha sido durante siglos normativo.
 Era el rito de paso a la edad adulta, el principal medio para subsistir, la forma que las mujeres tenían de adquirir, quizá, alguna seguridad económica. 
Los cuentos, las obras, las novelas, acababan en boda.
 Y a pesar de que, como apuntan Judith Bennett y Amy Froide en Singlewomen in the European Past (1250-1800), hubo algunos picos en el número de solteras –como la Inglaterra de mediados del siglo XIV, cuando representaban casi un tercio de las mujeres, o la Florencia de principios del siglo XV, donde eran un quinto del total–, aquellas que no se casaban a menudo sufrían penurias o se metían a monjas.
 La incorporación de la mujer a la fuerza laboral ha cambiado las cosas, y no menos importante fueron la revolución sexual y la llegada de los anticonceptivos.
La fecundación in vitro ha añadido una nueva e importante variable.
Recoge Carmen Martín Gaite en su libro la historia de una joven de la posguerra con un novio imposible al que aguantó y esperó hasta que él le propuso matrimonio. 
El día de la boda, vestida de blanco en el altar, al ser preguntada si tomaba a su novio como esposo, dijo: “No, y si he llegado hasta aquí es para que sepan todos ustedes que si me quedo soltera es porque me da la gana”. 
Sí, se puede estar soltera porque sí. Lo aprendí de pequeña.

 

Un plan B..................................... Lucía González

No es habitual que los poderosos hablen de sus debilidades más íntimas.

sheryl sandberg option b Sheryl Sanberg en una imagen de archivo A

Encontrar el cadáver de su pareja en un gimnasio cuando disfrutaba un fin de semana con amigos fue el primer día del resto de su vida para Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook y una de las ejecutivas más poderosas del planeta. 
Perdió a su marido hace dos años
 Días después lloraba mientras organizaba una actividad escolar para padres e hijos. No estaba Dave y ella le necesitaba. “La opción A no está disponible”, le dijo un amigo.

Option B, su nuevo libro, es una invitación para hablar en voz alta del lado cabrón de la vida.
 No estamos acostumbrados a hacerlo, nos silencian los tabúes. Tampoco es habitual que los poderosos hablen de sus debilidades más íntimas, de las épocas en que están hechos un trapo y cómo eso les afecta en lo personal y lo profesional.
 Hacerlo públicamente es cualidad de líder.
Sandberg ya se sinceró sobre las dificultades de ser mujer y tener ambiciones en el entorno laboral en el superventas Vayamos adelante
 Ahora desmembra para otros su duelo y el de sus hijos. 
Ahí está el miedo a no volver a sentir felicidad o la culpabilidad por volver a reír; el vértigo y el vacío, el rechazo a la nueva rutina que te viene impuesta, la tristeza que sientes infinita...
 Pocas experiencias sacuden nuestra escala de valores como la muerte de un ser querido.
 Quien se ha visto forzado a buscar un plan B lo sabe.
 Es la resiliencia, la capacidad de adaptación.
 Y cuenta Sandberg, por experiencia, que es un músculo que se entrena.