Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

4 abr 2017

Paula Echevarría y David Bustamante, un divorcio planeado

La actriz y el cantante atravesaban una crisis que algunos datan de hace dos años. 

 Su patrimonio está dividido, por lo que se espera un proceso legal tranquilo.

Paula Echevarría y David Bustamante, en una de sus últimas fotos juntos.

Cuando este lunes saltaron las alarmas por la separación de Paula Echevarría y David Bustamante, a su círculo de amigos no le sorprendió la noticia.
 Ellos eran conocedores que desde hace mucho tiempo, hay quien indica que años, la pareja atravesaba una crisis.
 Si la ruptura no se produjo antes fue por el deseo de ambos de que su hija Daniela, de 8 años, tuviera una infancia lo más familiar posible.
 Pero desde primeros de este año, el cantante vive en un piso cerca de la casa en la que residió con la actriz, que se ha quedado en el domicilio conyugal con la niña.

Amigos de la pareja sitúan la primera crisis del matrimonio hace dos años.
 A Paula Echevarría no le gustaban algunas de las compañías de su marido y la vida que hacía con ellos.
 Aun así, ambos se mostraban en público como un matrimonio no solo feliz sino ejemplar, que se lanzaba continúas y empalagosas declaraciones de amor a través de las redes sociales.
 Pero otra cosa es lo que sucedía de puertas a dentro de su domicilio.
 Las idas y venidas del cantante por motivos profesionales —ahora está de gira— y los largos rodajes de la actriz han facilitado que la transición del matrimonio hacia la separación la hayan podido llevar discretamente sin despertar sospechas.
La situación se volvió insostenible después de Navidad y de los viajes que hicieron a Nueva York y París con un grupo de amigos, que durante muchos meses les han arropado en su intento de que su relación mejorara.
Paula Echevarría, tras dejar a su hija este martes en el colegio.
Paula Echevarría, tras dejar a su hija este martes en el colegio. GTRES
El divorcio no parece que vaya a ser un problema a la hora del reparto de su patrimonio, ya que la pareja se casó hace 10 años en régimen de separación de bienes.
Cada uno tiene sus sociedades y sus inversiones totalmente separadas.
 Solo queda por determinar la custodia de la niña, pero todo indica que aunque la pequeña vivirá con Paula, David Bustamante podrá verla siempre que quiera.
 De Asturias a Madrid se han trasladado los padres de la protagonista de Velvet para apoyarla en estos momentos. 
Mientras que el cantante se escapa a Cantabria siempre que tiene un alto en el camino en su gira.
 Como en todas las separaciones, hay alguno que está más tocado que otro y ese parece que es Bustamante. Este miércoles, Paula Echevarría tiene programado un acto publicitario para presentar su fragancia.
 El tema de su separación estará presente, pero ella no está dispuesta a hablar de ello.
 La pareja negocia emitir un comunicado.
 
 

 

Cámbienle el nombre al chiste y lo hallarán menos gracioso...... Juan Cruz.

Sugiero cambiar los nombres de los chistes de los que se habla ahora.
 Cualquier nombre.
 El de Franco por otro. El de Carrero por otro.
 Y que los otros sean nombres que nos gusten. Verán el cambio de cara del interlocutor.
 Hagamos lo mismo con nombres menos comprometidos.
 El PP. Podemos. El PSOE. Izquierda Unida. La Falange.
 Hagamos igual con otros que ya irrumpieron, tristes, sádicos, en la historia.
 El citado Franco, el también citado Carrero. Videla. Pinochet. Tomemos con las mismas pinzas estos nombres propios. 
Fidel Castro. Raúl Castro.
 Busquemos en el baúl de los recuerdos. Blas Piñar. Fraga. Carrillo. La Pasionaria.
Todos los nombres tienen un rictus y, sin duda, su chiste incorporado.
 Pero vayamos más allá. Vayamos a lo blanco y a lo negro. 
A Fidel lo llamaban (en Cuba) Esteban. 
Por Este Bandido. Ja ja ja.
 De Franco sabemos más chistes que de Jaimito. Y de Carrero, los que quieran.
 De Pinochet, un rato de chistes (en Chile). De Rajoy sabemos chistes.
 De Zapatero. De Aznar. Sabemos chistes hasta de De Gaulle. Y de Churchill. Aquel que dice… ¿Cuántas veces no habremos contado chistes, digamos blancos, sobre los que nos gustan? ¿Y sobre los que no nos gustan?
 Defendíamos a Fidel con uñas y dientes…, hasta que ya nos reíamos con el chiste y hasta con la burla.
 Nos reíamos de Franco, a mandíbula batiente. ¿Y de Chaves? Unos se ríen y otros se indignan con el chiste.
El chiste hace gracia según a quien le toque.
 Imaginen un chiste sobre el PP ante uno del PP o un chiste de Podemos ante uno de Podemos.
 O del PSOE. O un chiste de Izquierda Unida ante uno de Izquierda Unida. 
No suena igual cuando lo escucha quien se siente herido. Hombre, ¿y por qué te sientes herido? Si era sólo un chiste…
Hagamos ahora otro ejercicio.
 En lugar de chiste lo llamamos insulto. Digamos que lo que has dicho de Carrillo, de Fraga, de los muertos bien muertos o de los muertos que quieres o de los muertos que desprecias no es un chiste sino un insulto. 
Digamos que es un insulto. ¿Entonces? ¿Dirías que es lo mismo un chiste que un insulto?
Nos hemos enredado con un juguete.
 Un chiste es una manera de aliviar el ambiente, una metáfora cruel, un guiño.
 Es muchas cosas un chiste. Es también un insulto. ¿Hay que santificar el chiste como si fuera una obligación social admitirlo en todos los términos?
 En un tiempo se hablaba de chistes de mal gusto. 
Si ahora dices que un chiste es de mal gusto te toman por el hombre de las cavernas. 
En los chistes incriminados ahora hay mucho mal gusto, dígase el chiste de Agamenón o de su porquero.
 ¿Hay que aguantarlos, defenderlos, llevarlos al Parlamento para que los santifiquen sus señorías? El chiste, rey del hemiciclo. Me la bufa, me importa un huevo, la verdad.
No, llámenlos como quieran. Llámenlos chistes malos, porque son chistes muy malos. 
No condenen a los que los dicen, para qué, se condena su sintaxis sucia o ensuciada.
 Pero, ¿condenarlos? Para nada, pues no tienen poco que hacer los jueces con el insulto mayor, la violencia machista, la violencia total, la corrupción, el vicio de odiar.

 Ahora bien, piensen en el nombre del protagonista del chiste, pongámonos en la piel de ese nombre y luego ya verán como no es lo mismo Agamenón que su porquero.
)Pues no me ha gustado nada este árticulo, pero nada y eso de meter a Carrillo con Blas Piñar.....pues es de muy mal gusto, y tu lo sabes)
No creo que sobre esto se haga un chiste, nadie es reponsable de este terrible acto y jamás se hará un chisto, a Dios que lo permitió , pongo por testigo.

3 abr 2017

80 Años del Guernika

 
 

¿Se inspiró el Guernica en una pintura de guerra del siglo XVI?

 

Las huellas pictóricas de la obra de Picasso llevan a una escena bélica de las sabinas en un cuadro de Girolamo Mirola.

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Comparativa de la obra de Mirola con el detalle del Guernica

Es muy posible (posibilidad que se cumple con cierta periodicidad) que el cuadro de Picasso proponga o suscite enigmas y simbologías varias, susceptibles de ser interpretadas desde ingeniosas o ingenuas (alternativamente) hipótesis, tanto en lo que conviene a su ejecución pictórica como a sus posibles fuentes de inspiración en imágenes ajenas.
Desde hace algún tiempo vengo realizando una serie de documentales sobre Arte Contemporáneo en colaboración con la historiadora y escritora norteamericana Dore Ashton, comisaria de varias exposiciones en diversos museos de nuestro país y autora de un magnífico libro sobre Picasso. 
Hemos rodado instantes únicos con Tàpies, Barceló, Soulages, Alechinsky, Millares (In Memoriam) y Anthony Caro.
 La serie tenía un primer título genérico en inglés, The Inquiry ; es decir, la Indagación, y ello es lo que explica mi exploración en el Guernica. 
Lo cierto es que en una visita que realicé no hace mucho al Museo de Capodimonte, en Nápoles, me topé con el excelente cuadro de guerra, La intervención de las sabinas en la batalla entre romanos y sabinos de Girolamo Mirola, pintor boloñés (1535/1570), que representa el episodio de las sabinas cuando se lanzan en medio de la batalla a mediar por la paz y en el que hallé con gran asombro evidentes conexiones pictóricas con el Guernica de Picasso.
 Difícil de describir la emoción de tener frente a mí unas imágenes que, más allá de consideraciones deductivas posteriores, me golpeaban con la evidencia precursora de unos rasgos genéticos del gran cuadro contemporáneo.

Picasso había visitado Nápoles y la colección que ahora alberga el Museo de Capodimonte en 1917, y conocía el cuadro de Girolamo. Que Picasso estuvo siempre interesado en el episodio de las sabinas, lo prueban las versiones que realizó inspiradas en los cuadros sobre el mismo tema de David y de Poussin.
Y una evidencia mayor: en uno de los bocetos preparatorios del Guernica —hay que mirar los bocetos— aparece en primer plano un guerrero yacente ¡con el casco romano y la lanza!, prueba de que estaba manejando las imágenes “sabinas”.
Pero es la asombrosa similitud en la parte central del cuadro de Girolamo Mirola, la que nos desvela el secreto: la cabeza del caballo despavorido en el cuadro del pintor boloñés, la boca abierta con los dientes al aire dejando ver la lengua, es claro antecedente del terror animal que, bajo la lámpara-bomba, lanza la quijada punzante —la lengua como un clavo— en el impresionante lienzo de Picasso.
La cabeza del caballo del Guernica está vuelta hacia la izquierda, es decir al lado contrario que en el cuadro de las sabinas.
 Pero nótese sin embargo, que en el estudio previo a lápiz, Picasso sitúa a su caballo en idéntico sentido que el del cuadro del italiano ¡y todavía sin deformar!.
De igual manera el brazo de la sabina que se alarga en un gesto dramático para sujetar la brida del animal, es el mismo que el que enarbola con la bujía la mujer de la ventana en el Guernica. 
En los dos lienzos los hijos cuelgan de las mujeres, si bien vivos, en el de la batalla de los romanos, y exangüe, en el de la ciudad bombardeada.

La pintura conserva una cierta memoria cubista, con la simultaneidad de planos característica de ese periodo pictórico, y pese a las luces y sombras del blanco y negro del gran cartelón que es el Guernica, posee una extraordinaria explosión de instantánea (dada por la bombilla-bomba) captada con una voluntad de fijar el momento infame del ataque, más allá de contener narrativa alguna. En ese sentido y fuera de fáciles apariencias, no es un cuadro “kinético”, sino, como digo, una explosión del horror detenido en su infamia como acusación perenne.
 Me atrevería a decir que en la historia de la pintura, no hay una “detención” tan asombrosa de tiempo y espacio.
Es sabido —el pintor no lo ocultó nunca— que Picasso recorría la pintura de diversos periodos; casi diríamos que la de toda la historia del arte y que en el Guernica se propuso expresar la metáfora definitiva del horror bélico: Bella! Horrida Bella! (¡Guerra, horrible guerra!).

 

El jardín secreto de Karen Blixen

El universo literario de la autora de ‘Memorias de África’ huele a dalias y gladiolos.
 Su casa museo en Dinamarca refleja su mundo aristocrático y su pasión por los ramos de flores.
CUANDO SE piensa en Karen Blixen (1885-1962), resulta difícil imaginar otro lugar que no sea aquella granja al pie de las colinas de Ngong.
 Sin embargo, la casa que marcó su vida, en la que compuso gran parte de su literatura, no está en Kenia, sino unos kilómetros al norte de Copenhague: Rungstedlund.
 Su antiguo hogar familiar es hoy un museo junto al mar, rodeado de un impresionante parque, en el que se encuentra la tumba de la narradora, custodiada por un haya centenaria. 
El bosque es también un refugio de pájaros, un deseo de la propia Blixen.
 Sus herederos han conservado la casa como estaba; de hecho, la visita se realiza con patucos blancos, como los que se utilizan en los hospitales, para no dañar las alfombras o los antiguos suelos de madera. 
Los recuerdos de la autora de Memorias de África y Siete cuentos góticos siguen intactos, casi todos en el mismo estado en que ella los dejó a su muerte.
 La escritora era muy aficionada a los arreglos florales y el equipo responsable del museo ha continuado la tradición, recreando los mismos ramos que construía en vida, como si la narradora danesa, cada mañana, se ocupase personalmente de ello.