Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

5 mar 2017

De quién fiarse.....................................Javier Marías

Algo extraño ha ocurrido en los últimos tiempos: la sociedad literaria se ha convertido en un ‘kindergarten’. Ya casi nadie juzgamos a nadie.




Javier Marías





CON MOTIVO de la preciosa edición conmemorativa que Alfaguara ha tenido la gentileza de hacer de Corazón tan blanco, quizá mi novela más conocida, al cumplir ésta veinticinco años, me ha sido inevitable recordar un poco aquellos tiempos.
 Ignacio Echevarría habla con frecuencia de los peligros de la relectura: libros que uno leyó con entusiasmo a los veinte o treinta años, lo defraudan o se le caen de las manos a los cincuenta o sesenta, y lo cierto es que no hay manera de saber de quién es la culpa: si del lector antiguo e ingenuo, si del lector actual y resabiado, si del libro mismo que era excelente cuando apareció y una birria cuando mal ha envejecido. 
Uno se encuentra, así, con que en realidad ignora no ya el valor intrínseco de una obra, sino su propia opinión al respecto. Por eso tiendo a rehuir las relecturas, con excepciones.
 
. A veces prefiero guardar un buen recuerdo difuso, y tal vez equivocado, antes que someterlo a la revisión de unos ojos más experimentados, impacientes y cansados. 
La más famosa novela en español de la segunda mitad del siglo XX, Cien años de soledad, no me he atrevido a echármela a la vista desde que la leí muy joven: temo que ahora me decepcione, temo encontrarla increíble, pinturera, exagerada; o irritarme cuando me cuente que no sé qué personaje levita, algo que ya no le perdonaba en vida Cabrera Infante. Es un ejemplo.
 Sé que puedo volver a Conrad, Flaubert, Melville y Dickens sin miedo, porque he corrido el riesgo con ellos y he salido reafirmado. Ya no estoy tan seguro con Faulkner, que leí con devoción, no digamos con Joyce y Virginia Woolf, que nunca me sedujeron mucho (con salvedades).
 No sé si se aguantan todo Valle-Inclán ni todo Beckett, ni las novelas largas de Henry James (sí los cuentos), ni todos los puntillosos arabescos de Borges.
 No desconfío de los relatos de Horacio Quiroga.
 Si Rayuela me pareció una tontada en su día, no quiero imaginarme ahora.
 No regresaría a las novelas de Fitzgerald ni Hemingway (sí a algunos cuentos de éste). Por supuesto pueden revisitarse sin fin Shakespeare, Cervantes, Proust y Lampedusa.
No he querido releer Corazón tan blanco, pero aquí –puesto que el autor nunca puede juzgar con objetividad sus libros– no por temor a un desencanto, sino más bien a comprobar que “antes” escribía mejor que “ahora”, como pienso siempre, sean cuales sean el “antes” y el “ahora”
. Lo ya concluido y aposentado suele parecerme más logrado que lo que aún me traigo entre manos; quizá erróneamente, no lo sabré nunca.
 En la conversación que mantuve con Juan Cruz para este diario, surgió algo, lateralmente, que me ha hecho reflexionar más tarde. Al preguntarme por qué la opinión de Juan Benet me era decisiva, le contesté: “Era una época en la que los escritores se permitían opinar con mayor libertad que hoy. 
Creo que cada vez tenemos menos libertad y procuramos no decir cosas muy negativas de ningún contemporáneo. 
Él sí lo hacía.
 Que en esas circunstancias me diera el nihil obstat para mí era mucho”. 
Y en efecto, algo extraño ha ocurrido en los últimos tiempos. 
A la vez que desde el anonimato de las redes se pone verde a cualquiera, por lo general sin más base que la irascibilidad, la fobia o motivos espurios de índole política (sufrimos partidos que no toleran las críticas y castigan organizadamente a quienes se las hacen; o bien los represalian económicamente cambiando o saltándose sus leyes a conveniencia: algo gravísimo de lo que apenas se habla), la sociedad literaria se ha convertido en un kindergarten.
Hay alguna escaramuza, de los novelistas de una generación contra los de las precedentes –lo esperable, lo tópico–, pero ya casi nadie juzgamos a nadie, así nos parezcan sus obras inanes o detestables, y así sean invariablemente jaleadas por la crítica y los colegas amistosos. 
 Por suerte no hemos llegado al nivel de los “luvvies”, término del argot inglés para calificar, sobre todo, a las gentes del cine y el teatro que se rigen por la mutua admiración aspaventosa y a menudo insincera. (Su equivalente sería el apelativo “cariñitos”.)
Pero está mal visto criticar hoy la obra de un colega, como si eso fuera a achacarse, sin falta, a la envidia o a los celos, como si sólo hubiera razones “innobles” para los juicios negativos. También las hay para los positivos, no les quepa duda: la adulación recíproca es buen negocio, para las dos o más partes.
 En su día lo demostraron Cela y Umbral, o Carlos Fuentes y Juan Goytisolo: las dos parejas se elogiaban sistemáticamente y todos se beneficiaban.
 Lo cierto es que la creciente falta de libertad ha conseguido que no sepamos qué opinamos los escritores de nuestros contemporáneos.
 Aunque no seamos los mejores jueces, tampoco los peores, y es una pérdida.
 Antes solíamos saberlo: qué pensaba Nabokov de Faulkner, Faulkner de Hemingway, Valle-Inclán de Azorín, Juan Ramón de Guillén y Salinas.
 Por no remontarnos a lo que opinaban Lope de Cervantes o Quevedo de Góngora. 
Cuando menos, eso orientaba y servía, y no dejaba los veredictos en las porosas manos de los críticos y en las sudorosas de los internautas.
 Aunque hoy acaso nos gusten todos, los que no podían leerse sin soltar maldiciones.

4 mar 2017

EL PAÍS BLOGS Viva la diva Por Ignacio Gomar Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en GooglePlus BLASFEMIA Momentos inolvidables en que el arte se topó con la Iglesia

Ignacio Gomar

Como la drag queen del carnaval canario, muchos artistas han provocado a los poderes religiosos con referencias explícitas en sus videos o actuaciones.

 


 
La drag Sethlas, ganadora del concurso Drag del Carnaval de Las Palmas y protagonista de la polémica. EFE.
Una drag queen del carnaval de Las Palmas ha enfurecido al obispo de Canarias y a muchos católicos.
 Lo ha hecho con un número lleno de referencias religiosas en el que disfrazada de la Virgen y de Cristo crucificado, entonaba proclamas sexuales al ritmo de Madonna y Lady Gaga.
 Un número que fue inmediatamente calificado de blasfemo por las altas instancias eclesiásticas y por muchos creyentes que lo tildaban como poco de falta de respeto. Por la coincidencia en el tiempo, inmediatamente han surgido comparaciones con el caso del autobús tránsfobo de la organización ultra católica Hazte Oír, acusando al colectivo LGTB de no predicar con el ejemplo y no ofrecer el mismo respeto que piden para ellos.
 Un argumento que da por hecho que la drag queen del carnaval pertenece a ese colectivo.
 Que es imposible que sea heterosexual, vamos.

Una drag queen del carnaval de Las Palmas ha enfurecido al obispo de Canarias y a muchos católicos.
 Lo ha hecho con un número lleno de referencias religiosas en el que disfrazada de la Virgen y de Cristo crucificado, entonaba proclamas sexuales al ritmo de Madonna y Lady Gaga. 
Un número que fue inmediatamente calificado de blasfemo por las altas instancias eclesiásticas y por muchos creyentes que lo tildaban como poco de falta de respeto. Por la coincidencia en el tiempo, inmediatamente han surgido comparaciones con el caso del autobús tránsfobo de la organización ultra católica Hazte Oír, acusando al colectivo LGTB de no predicar con el ejemplo y no ofrecer el mismo respeto que piden para ellos. Un argumento que da por hecho que la drag queen del carnaval pertenece a ese colectivo. Que es imposible que sea heterosexual, vamos.

Esa comparación equipara un mensaje discriminatorio hacia una minoría desfavorecida con una expresión artística que, con más o menos buen gusto, intenta provocar atacando a un poder establecido, algo que ha hecho el arte desde siempre.
 La Fiscalía de Las Palmas está estudiando si ha existido delito de ofensa a la religión, y de considerar que sí lo hay y ser condenada, la drag Sethlas, como así se llama la ganadora del certamen y protagonista de esta historia, conseguiría algo que mitos como Madonna no alcanzaron hace tres décadas con propuestas artísticas incluso más transgresoras que la suya. 
La ambición rubia no fue la única. Ha habido muchos escándalos que han enfrentado al pop y a la religión, casi todos firmados por artistas que curiosamente se criaron en familias católicas y recibieron una educación estricta y muy religiosa.
 Ninguno de ellos fue condenado por un tribunal.
Madonna es sin duda la artista que más veces ha explorado la temática religiosa en su trabajo.
 Desde el estilismo en sus orígenes en el que mezclaba lencería y crucifijos, hasta las imágenes más provocadoras de su videoclip Like a Prayer de 1989.
 En él, la cantante presenciaba cómo acusaban erróneamente a un joven negro de haber agredido a una chica.
 Ese chico aparecía después como la imagen de un santo que cobraba vida y besaba a la reina del pop sobre el banco de una iglesia, mientras se alternaban imágenes de Madonna bailando delante de cruces ardiendo.
 El Vaticano llamó al boicot a la estrella, y Pepsi retiró la campaña de publicidad que iba a acompañar al disco y en la que había invertido cinco millones de euros de la época. Esto ocurrió hace 28 años, en el mes de marzo, coincidiendo con la Semana Santa.
 Sin embargo no solo no repercutió negativamente en la carrera de Madonna sino que Like a Prayer se convirtió en uno de sus mayores éxitos y es considerado su mejor trabajo, o como dijo la revista Rolling Stone, lo más cerca que ha estado la música pop del arte.

La reina del pop volvió a sacudir los cimientos de la moral cristiana en su gira Blond Ambition y con el vídeo Justify my Love, que incluía escenas sexuales en un hotel parisino. En él, Madonna presenciaba sexo entre hombres travestidos y mujeres de estética sadomasoquista mientras en las paredes colgaban imágenes de Cristo crucificado. Años más tarde, en 2006, fue ella la que decidió crucificarse en directo y llevar al extremo el pulso que había mantenido durante toda su vida con la Iglesia católica.
 Fue en su gira Confessions. Madonna aparecía colgada en una enorme cruz de cristales de Swarovski, y cantaba Live to Tell mientras en las pantallas se denunciaba que miles de niños quedan huérfanos en Africa por culpa del sida. Cuando el show llegó a Roma, la expectación y la tensión alcanzaron su punto más alto.
 El Vaticano solicitó que se cancelase el concierto y que la gente no fuese a verlo.
 Llenó el estadio olímpico. 73.000 personas contemplaron la crucifixión de Madonna.
Lady Gaga, también educada en el catolicismo, recogió el testigo de Madonna en cierto modo en Judas, su éxito de 2011.
 El tema habla de la traición en el amor, pero le acompañó un vídeo de alto contenido religioso. 
En él, Gaga interpreta a María Magdalena.
 También aparece Jesús de Nazaret, con el que la cantante tiene un romance, y Judas, con el que la cantante engaña a Jesucristo.
 Pese a la traición, Jesús perdona a María Magdalena, aunque al final ella es lapidada por haber cometido adulterio.
 No hubo repercusión alguna para Gaga, que también vivió en aquella época uno de los momentos más exitosos de su carrera.
Corrió distinta suerte Sinead O’ Connor.
 En 1992, la cantante irlandesa de origen católico fue invitada al programa Saturday Night Live.
 Interpretó el War de Bob Marley, y de repente se lo dedicó a los sacerdotes por las denuncias de abusos sexuales a menores. 
A continuación rompió una foto del Papa Juan Pablo II gritando: “¡Luchad contra el verdadero enemigo!” Ese "Fight the Real Enemy!" pasó a la historia, pero desde ese día la popularidad de O’ Connor no paró de decrecer y sufrió abucheos e insultos en todos los conciertos que ofreció los meses siguientes
. Curiosamente Sinead O’ Connor intentó después meterse a sacerdote, aunque finalmente se retractó. 

En la escena del heavy más duro siempre han existido grupos que han sido calificados de satánicos, con multitud de leyendas urbanas acerca de discos que si se escuchaban al revés desvelaban mensajes demoníacos que incitaban al suicidio y al asesinato.
 Por su enorme éxito y aunque su sonido es rock puro, a Marilyn Manson se le considera un icono de la cultura popular cuyos videoclips han sido emitidos masivamente a través de la MTV las dos últimas décadas.
 Entre ellos destaca Long Hard Road Out of Hell, donde el líder de la banda aparece de Virgen María y de Jesucristo, con una caracterización muy parecida a la de Sethlas en la que ya es la performance drag más famosa de la historia de los carnavales.
 

¿Era un Chanel?....................................... Elvira Lindo

Jackie Kennedy es uno de los personajes femeninos menos interesantes de la historia.

 
Fotograma de la película Grey Gardens

Acabo de leer que se ha puesto en venta Grey Gardens, la mansión en la que vivieran la tía de Jackie Kennedy, Edith Bouvier Beale, y su hija Little Edie. 
Podría ser mía por 20 millones de dólares (19 millones de euros). Pero no, no me interesa.
 Está en los Hamptons, a tomar por saco, y yo no conduzco. 
Sus paredes encierran, reconozcámoslo, una de esas historias que disfrutan periodistas y profesionales de la salud mental.
 Se trata de la locura compartida de una madre y una hija que abandonaron todo cuidado de la casa y dejaron que la naturaleza entrara en ella.
 Cuando el encargado del departamento de Sanidad, alertado por un vecino, se presentó una mañana de 1971 en la mansión, quedó impresionado: la vegetación había penetrado en los salones, que estaban cubiertos de musgo y hojarasca, y detrás de los muebles habían construido su madriguera mapaches, zorrillos, gatos, pájaros y culebras.
 Las dos excéntricas mujeres vivían en ese ambiente gótico como si tal cosa y sobrevivían milagrosamente al entorno infecto, poseídas por una fusión de los espíritus de Blanche Dubois y Baby Jane, envueltas por el polvillo que amarillea a las muñecas antiguas.
 Fue la sobrina Jackie quien cargó con los gastos de limpieza, aunque al poco tiempo las mujeres volvieron a dejar crecer la hierba.
Los hermanos Maysles, periodistas, se camelaron a las damas y de esa relación surgió un extraordinario documental, Grey Gardens (1975), donde se mostraba la patológica dependencia emocional de la pareja.
 Pero la cultura pop, que engulle y transforma cualquier material de desecho, convirtió a las Edies en personajes de culto, y años más tarde serían interpretadas por Jessica Lange y Drew Barrymore en una película notable, aunque cuando la realidad decide ponerse loquísima no hay ficción que consiga superarla.
 Luego llegó una millonaria neoyorquina, compró la casa, le devolvió el esplendor del XIX y recibió a artistas que respiraban maravillados el aire fantasmal que, a pesar de la reforma, no había desaparecido del todo. 
Eran las Edies esos personajes excéntricos que toda familia aristocrática suele tener en el catálogo, ya se sabe que el rancio abolengo posee una tendencia al desparrame, aunque el dinero luego todo lo encubra.
 La tía Edith fue, desde luego, más interesante como personaje que la sobrina Jackie, tan tiesa y controlada siempre. Se diría que cada una de ellas padeciera un trastorno en un extremo diferente de la misma patología.

 La venta de la mansión de las Edies me ha hecho pensar en Jackie, la película, que vi hace unos días y con la que sentí un profundo aburrimiento desde el minuto dos.

 O el tres.

 Aun compartiendo con críticos y amigos mi admiración por Natalie Portman, que concede al personaje humanidad y mundo interior, no puedo dejar de pensar que Jackie es uno de los personajes femeninos menos interesantes de la historia.

 A no ser, claro, que midamos su interés en conceptos estéticos. Entonces sí. Jackie, como su marido, proyectó la imagen creada por el fotógrafo oficial del presidente, Jacques Lowe, que los retrató como a una pareja fascinante, atractiva, distinta, moderna, entrañable, icónica.

 Te puedes pasar una tarde de domingo mirando las fotos de este matrimonio que parecía feliz aunque durmiera en habitaciones separadas desde su desembarco en la Casa Blanca. Quiere una navegar en esos barcos, tomar el sol en esas playas de juncos salvajes, lucir los vestidos Givenchy, Dior y Chanel, y esas enormes gafas de sol negras, los sombreritos a juego con la chaqueta, y los elegantes zapatos de tacón bajo.

 Admira una el cuerpo huesudo, bien formado, de las chicas de buena familia, que han dedicado más tesón y lloros a su delgadez que a lo que había dentro de su cabeza.

 

Lo que sabemos es que mientras Jackie se entretenía decorando la Casa Blanca, su marido el depredador se lanzaba a las faldas de cualquier mujer que anduviera cerca: de las becarias a la pobre Marilyn, a la que destrozó un poquito él y otro poquito su hermano. Pero eso no parecía alterar el ánimo de Jackie, que creía que su estatus la colocaba en un orden superior al del resto de las mujeres. La película trata de eso, del gusto por las formas de la decorativa Jacqueline, que comienza modernizando la Casa Blanca y acaba con su última gran producción: el entierro del marido, el famoso paseo por las calles de Washington acompañada por sus pobres niños, que formaron parte del fúnebre pero hermoso espectáculo.
La sala está llena y me pregunto qué se nos ha perdido aquí, rindiendo tributo a una mujer sin interés. 
Yo he pagado mi entrada, desde luego, por Portman, pero de paso tengo que aguantar el discurso de este señora que dice cosas muy poco interesantes en un tono shakesperiano. 
¿Estamos aquí por los vestidos, por la atracción hacia esa época, para llorar un poco el asesinato del presidente? Llorar es bonito en el cine. 
Soy muy partidaria. Pero ni cuando veo a Jackie con el vestido manchado de sangre se me humedecen los ojos. ¿Era un Chanel?

Iglesias: “Los responsables del saqueo están impunes y las personas justas, en la cárcel”

El líder de Podemos visita en la cárcel de Jaén al sindicalista encarcelado Andrés Bódalo.

 
Pablo Iglesias, Diego Cañamero y Rafa Mayoral visitan a Andrés Bódalo. EFE
El secretario general de Podemos, Pablo Iglesias, ha arremetido este sábado contra el sistema judicial español, al tiempo que ha censurado las condiciones que viven muchos presos.
 “Es una vergüenza que en nuestro país los responsables de haber rescatado con dinero público a los bancos, los responsables de la corrupción, los responsables del saqueo, sigan viviendo como reyes y disfrutando de la impunidad mientras que personas justas como Andrés Bódalo tienen que pasar sus días en la cárcel”, ha señalado Iglesias tras visitar en la prisión de Jaén al sindicalista y exconcejal de Jaén en Común, en prisión desde hace casi un año tras ser condenado a 3 años y medio por la agresión a un concejal socialista durante una protesta jornalera en Jódar (Jaén) en 2012.
Acompañado de los diputados de Unidos Podemos Rafael Mayoral y Diego Cañamero, Iglesias ha defendido la inocencia de Bódalo. “Andrés Bódalo no está aquí por cometer ningún delito, está aquí por hacer sindicalismo”, ha señalado el líder de Podemos después de criticar que la Audiencia de Jaén esgrimiera la falta de adaptación de Bódalo para vivir en un régimen de semilibertad y su alto grado de reincidencia para denegar la concesión del tercer grado penitenciario.
“Creo que es una burla que se apliquen esas categorías con una persona con un nivel de conciencia social y de ejemplo y de compromiso como Andrés.
 Le he visto fuerte, le he visto bien, y le visto además generoso, más preocupado por la situación en la que están muchos presos que viven una situación muy difícil que por la suya propia”, dijo Iglesias.: “Es bastante grave que el señor Rato o el señor Blesa sigan fuera, me pregunto si cuándo estos entren en la cárcel habrá alguien que diga si habrá riesgo de reincidencia de estos dos señores, no lo vemos cuando banqueros o políticos del PP o del PSOE entran en prisión”.
Por otra parte, el secretario general de Podemos se ha referido también a la crisis política en la Comunidad de Murcia, donde su presidente, Pedro Antonio Sánchez, tiene que declarar el próximo lunes como investigado por el caso Auditorio. 
“Se supone que habían hecho un acuerdo con Ciudadanos que servía para evitar estas cosas, pero Ciudadanos sigue sosteniendo al Gobierno del PP en España y el PP sigue protegiendo a los corruptos”, ha señalado Iglesias, para quien “el problema del Partido Popular es que es una maquinaria para delinquir”. En su opinión, constituyen “una trama que pretende resistir los cambios”, aunque auguró que “esto es un epílogo” y “más temprano que tarde habrá un Gobierno en España que se parezca más al siglo XXI y menos al siglo XX”. Y ha exclamado: “El PP y Rajoy pertenecen al pasado. No tienen más proyecto de país.
 Con la crisis económica se acabó su proyecto de país y cada vez son más las personas que quieren cambios en España, que la corrupción deje de ser una forma de gobierno”.