23 ene 2017
La impagable lección que Bimba Bosé nos dio sobre el cáncer
La cantante y modelo encaró la enfermedad con naturalidad y no ocultó sus efectos.
"Su ejemplo resulta fundamental", dicen desde la Asociación Española Contra el Cáncer.
Desde ese día, la modelo y cantante no ocultó nunca los efectos de la enfermedad, no dejó de trabajar ni de acudir a actos públicos, ni utilizó sinónimos para maquillar lo que le ocurría cuando se le preguntaba directamente.
El triste día que se ha conocido su muerte, las noticias no han hablado de "una larga enfermedad”, sino de “cáncer”. Desgraciadamente Bimba no ha podido superar la enfermedad, pero con su valentía sí ha contribuido a normalizar una realidad cada vez más presente en nuestra sociedad.
Su ejemplo nos resulta fundamental, porque gracias a personas como ella somos mucho más conscientes de lo que supone el cáncer", señala Ana González, responsable del departamento de Psicooncología de la Asociación Española contra el Cáncer de Madrid.
González, que trabaja muy de cerca con enfermos, explica que estos tienden a sentirse identificados con quienes lo hacen público: "Ven que es algo que le puede pasar a cualquiera, que nadie está exento de la enfermedad.
Y de esa forma no se siente solos".
Un mensaje que secundan desde la AECC:
"Respetamos a quienes no lo dicen, pero agradecemos a quienes hablan
claro, normalizan la enfermedad y no utilizan eufemismos. Al hablar, por
ejemplo, de ‘una dolorosa enfermedad’ la estigmatizan y hacen que se
vea como algo terrible, que lo es, pero esos términos no se utilizan
cuando nos referimos a otras enfermedades que también lo son”.
La responsable del departamento de Psicooncología explica, además, que
quienes lo hacen público suelen transmitir un mensaje positivo:
"Desde
que anunció la enfermedad Bimba nos ha hecho ver que se había conectado
con la vida, con las cosas que le aportaban plenitud como su familia y
amigos, y ha seguido activa, con muchas ganas de hacer cosas.
Esto es
algo en lo que siempre hacemos mucho hincapié a los enfermos: la
necesidad de ponerse metas y tener objetivos por los que luchar".
Además de protagonizar distintas campañas de concienciación y
visibilización del cáncer de mama en septiembre de 2014, después de
haberse sometido a una mastectomía, Bimba posó para la foto de portada
de la revista de moda Vein Magazine mostrando la cicatriz de su pecho.
Entonces, la modelo y cantante señaló que solo quería posar con el pecho al descubierto como había hecho en muchas otras ocasiones sin tener que dar ninguna explicación más.
“Habrá enfermos a los que
esto les ayude y otros a los que no les produzca tanto impacto”,
explican desde la AECC, “pero desde luego que siempre es bueno que se
hable del proceso oncológico al que debes someterte de una forma
natural, que no se tenga miedo a exteriorizar lo que ocurre durante el
tratamiento”.
Una forma de encarar la enfermedad —que también han hecho
suyas otras personas famosas con repercusión pública— que han aplaudido
muchas otras mujeres anónimas.
Así se expresaba una lectora de EL PAÍS en una carta al director publicada en 2015 con motivo del Día Internacional contra El Cáncer de Mama y titulada Grandes luchadoras:
“Como mujer me identifico de lleno con lo trascendente de este día que no conmemora el sufrimiento, sino la fuerza de espíritu de tantas mujeres que han tenido que experimentar traumas tan intensos como la caída del cabello o la extirpación de sus pechos. Bimba Bosé o Luz Casal son algunos ejemplos de aceptación y de superación, ya que jamás dejaron de creer en sí mismas”.
Gonzalez recuerda que es normal que en un día como hoy otros enfermos se sientan tristes:
"Se produce una identificación y hay que permitirse cierto dolor, pero también hay que entender que cada paciente es único, que la enfermedad no siempre avanza igual y que es muy importante tener esperanza.
Y fijarnos siempre en su ejemplo: en cómo consiguió conectar con lo que de verdad importaba en la vida".
Así se expresaba una lectora de EL PAÍS en una carta al director publicada en 2015 con motivo del Día Internacional contra El Cáncer de Mama y titulada Grandes luchadoras:
“Como mujer me identifico de lleno con lo trascendente de este día que no conmemora el sufrimiento, sino la fuerza de espíritu de tantas mujeres que han tenido que experimentar traumas tan intensos como la caída del cabello o la extirpación de sus pechos. Bimba Bosé o Luz Casal son algunos ejemplos de aceptación y de superación, ya que jamás dejaron de creer en sí mismas”.
Gonzalez recuerda que es normal que en un día como hoy otros enfermos se sientan tristes:
"Se produce una identificación y hay que permitirse cierto dolor, pero también hay que entender que cada paciente es único, que la enfermedad no siempre avanza igual y que es muy importante tener esperanza.
Y fijarnos siempre en su ejemplo: en cómo consiguió conectar con lo que de verdad importaba en la vida".
Bimba en carne mortal..........................Luz Sánchez-Mellado
La muerte de Bimba Bosé es una historia triste como la de tantos.
Ella llamó a las cosas por su nombre desde el primer minuto hasta el último.
A veces, se te hiela la sangre al refrescar la pantalla del móvil.
Acaricias la pantalla para actualizar por enésima vez las noticias
esperando toparte con el enésimo Trumpazo, lees:
“Muere Bimba Bosé a los 41 años”, y se te caen a plomo las defensas, las certezas y los ánimos.
Bimba y muerte en la misma frase y no es un oxímoron: la vida es un asco; el mundo, una mierda; no somos nadie.
Sabíamos por ella que estaba enferma.
Por ella sabíamos que la cosa iba en serio.
Ella y no otros había llamado desde el primer al último minuto a las cosas por su nombre. Pero siempre es demasiado pronto para morir, aunque se sepa.
Bimba, lo decía su nombre de paz y de guerra, era todavía una muchacha.
Quizá no tanto de armas tomar como de no deponerlas.
Y su fin nos pone a todos en nuestro sitio.
Conocí a Bimba brevemente, hace cuatro años, durante una entrevista y una sesión de fotos para El País Semanal sobre la belleza rara.
A fe que ella lo era.
Bella. Y rara. Por única, por singular, por excéntrica, por hija de su padre y de su madre.
Una mujer alta, grande, aparatosa, intimidante, incluso, con la rotunda anatomía y la delicada fisonomía de su casta ahormada por un esqueleto y una voluntad de hierro.
Llegó como una amazona, en bici entre el caos del tráfico, camuflado el cuerpo bajo un jersey y un pantalón de guerrillera urbana, y aplastado el pelo a lo Juana de Arco bajo el casco. Acorazada, sí, como reconoció luego, por la armadura con la que se enfrentaba desde adolescente a los prejuicios ajenos.
Costaba reconocerla luego, cuando emergió de la sesión de maquillaje y peluquería convertida en una diosa de la feminidad carnalísima y juguetona con la cámara de Nico, el fotógrafo.
Una mujer poderosa, a gusto con su cuerpo y con su cerebro y, sí, con una autoestima a prueba de papanatas y de toda la corriente de hipercorrección e hiperperfección política y estética imperante. “Para mí lo bello, lo atractivo, reside precisamente en la imperfección y en el error.
No todas somos flacas de ojos azules y con el cuerpo perfectamente depilado.
Me niego a que me impongan ese canon”, diría, antes de bajar por fin la guardia y ponerse a hablar de lo humano y lo humano, porque para divinos ya estaban los ángeles del museo de su abuela Lucía. Habló así de sus amores.
De sus hijas, Dora y June.
De sus amigos, entre ellos David Delfín, aún sin diagnosticar, como ella, del mal de tantos que ahora se la ha llevado por delante.
Habló de todos y de casi todo con la relativa rebeldía de quien todo lo tiene pero con la elegancia de quien pasa por la vida sin querer molestar a nadie, o solo, si acaso, a los puritanos con los pecados de la carne.
Al poco de aquellas fotos y aquella charla, llegaron las primeras malas nuevas que ahora se han resuelto de la peor manera posible. Ha muerto Bimba Bosé a los 41 años.
La noticia no es insólita, por supuesto.
Un cáncer de mama, una metástasis, un colapso, una catástrofe para ella y los suyos.
Una más, una menos. Una historia triste como otra cualquiera. Lejos de la épica de trinchera de los que arengan a luchar a los enfermos hasta hacerles casi culpables de su posible derrota, y de la lírica de los que pregonan que la actitud lo es todo frente a un hecho bioquímico, la realidad suele ser más prosaica y, a veces, hay poco que hacer sino gozar de los últimos tiempos, preparase para la partida y acompañar al enfermo en las vísperas del viaje.
Hablaba aquel día Bimba de la importancia de la individualidad, de la diferencia, de la propia fortaleza para resistir frente a los estereotipos.
Frente a los otros papanatas, que haberlos también los había, que la llamaban divina a todas horas, su adiós la ha hecho, más humana que nunca: carne de nuestra carne.
“Muere Bimba Bosé a los 41 años”, y se te caen a plomo las defensas, las certezas y los ánimos.
Bimba y muerte en la misma frase y no es un oxímoron: la vida es un asco; el mundo, una mierda; no somos nadie.
Sabíamos por ella que estaba enferma.
Por ella sabíamos que la cosa iba en serio.
Ella y no otros había llamado desde el primer al último minuto a las cosas por su nombre. Pero siempre es demasiado pronto para morir, aunque se sepa.
Bimba, lo decía su nombre de paz y de guerra, era todavía una muchacha.
Quizá no tanto de armas tomar como de no deponerlas.
Y su fin nos pone a todos en nuestro sitio.
Conocí a Bimba brevemente, hace cuatro años, durante una entrevista y una sesión de fotos para El País Semanal sobre la belleza rara.
A fe que ella lo era.
Bella. Y rara. Por única, por singular, por excéntrica, por hija de su padre y de su madre.
Una mujer alta, grande, aparatosa, intimidante, incluso, con la rotunda anatomía y la delicada fisonomía de su casta ahormada por un esqueleto y una voluntad de hierro.
Llegó como una amazona, en bici entre el caos del tráfico, camuflado el cuerpo bajo un jersey y un pantalón de guerrillera urbana, y aplastado el pelo a lo Juana de Arco bajo el casco. Acorazada, sí, como reconoció luego, por la armadura con la que se enfrentaba desde adolescente a los prejuicios ajenos.
Costaba reconocerla luego, cuando emergió de la sesión de maquillaje y peluquería convertida en una diosa de la feminidad carnalísima y juguetona con la cámara de Nico, el fotógrafo.
Una mujer poderosa, a gusto con su cuerpo y con su cerebro y, sí, con una autoestima a prueba de papanatas y de toda la corriente de hipercorrección e hiperperfección política y estética imperante. “Para mí lo bello, lo atractivo, reside precisamente en la imperfección y en el error.
No todas somos flacas de ojos azules y con el cuerpo perfectamente depilado.
Me niego a que me impongan ese canon”, diría, antes de bajar por fin la guardia y ponerse a hablar de lo humano y lo humano, porque para divinos ya estaban los ángeles del museo de su abuela Lucía. Habló así de sus amores.
De sus hijas, Dora y June.
De sus amigos, entre ellos David Delfín, aún sin diagnosticar, como ella, del mal de tantos que ahora se la ha llevado por delante.
Habló de todos y de casi todo con la relativa rebeldía de quien todo lo tiene pero con la elegancia de quien pasa por la vida sin querer molestar a nadie, o solo, si acaso, a los puritanos con los pecados de la carne.
Al poco de aquellas fotos y aquella charla, llegaron las primeras malas nuevas que ahora se han resuelto de la peor manera posible. Ha muerto Bimba Bosé a los 41 años.
La noticia no es insólita, por supuesto.
Un cáncer de mama, una metástasis, un colapso, una catástrofe para ella y los suyos.
Una más, una menos. Una historia triste como otra cualquiera. Lejos de la épica de trinchera de los que arengan a luchar a los enfermos hasta hacerles casi culpables de su posible derrota, y de la lírica de los que pregonan que la actitud lo es todo frente a un hecho bioquímico, la realidad suele ser más prosaica y, a veces, hay poco que hacer sino gozar de los últimos tiempos, preparase para la partida y acompañar al enfermo en las vísperas del viaje.
Hablaba aquel día Bimba de la importancia de la individualidad, de la diferencia, de la propia fortaleza para resistir frente a los estereotipos.
Frente a los otros papanatas, que haberlos también los había, que la llamaban divina a todas horas, su adiós la ha hecho, más humana que nunca: carne de nuestra carne.
La parrilla televisiva se agita: ¿qué puedo ver esta noche?........ Natalia Marcos
La batalla invernal por la audiencia en el 'prime time' está servida.
Making of de 'Sé quién eres'Enero es un mes de estrenos en la televisión tras la parada navideña.
Ya en la última semana del mes, los canales han lanzado ya muchas de sus apuestas para el horario de máxima audiencia, mientras que otros programas arrancan esta semana y algunos todavía quedan a la espera de conocer su destino final —programas como Top Chef en Antena 3 o la serie iFamily en La 1, que ya están siendo anunciados por sus cadenas, siguen a la espera de día de emisión—.
A la hora de colocar las series y programas, los canales tienen que tener en cuenta tanto el material con el que juegan en casa como aquel con el que compiten los vecinos.
Un cuadro complejo de encajar, en el que en las primeras semanas suelen producirse movimientos y con el que es fácil perderse.
Repasamos el estado actual de la parrilla del horario de máxima audiencia (22.40-0.00).
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