La Reina de España
y la ministra de Defensa han seguido al pie de la letra las
indicaciones que marca el protocolo en la Pascua Militar. Esta vez no
hubo apuestas arriesgadas. Doña Letizia recurrió una vez más a su
modisto de cabecera Felipe Varela y al traje que diseñó para ella el año
pasado, un modelo de corte recto que se ajustaba como un guante a su
figura, con la única concesión de unos bordados. En la que ha sido su
tercera Pascua Militar como Reina ha optado por repetir este vestido que ya usó en 2015, solo que en aquella ocasión llevó el pelo suelto.
La esposa de Felipe VI suele elegir tonos formales para este tipo de
actos y le gusta amortizar su armario. En 2016 optó por un conjunto
blanco y negro.
En la sobriedad que caracteriza el look
elegido por doña Letizia destaca también el recogido con el que se ha
peinado y unos pequeños pendientes de dos tonos. Pese a las bajas
temperaturas de estos días en Madrid, la Reina no ha usado ningún chal. La Pascua Militar marca un protocolo muy claro: uniforme de gala para
ellos y traje de gala para ellas. Este año el Rey se ha vestido con un
traje de capitán general del Ejército de Tierra.
Un
portavoz de la investigación no descarta que las drogas fueran la causa
de una muerte del cantante que de momento consideran "inexplicable".
Fadi Fawaz, el que fuera novio de George Michael, ha sido interrogado por la Policía para aclarar lo que sucedió en las últimas horas antes de la muerte del cantante el día de Navidad. Fawaz ha dado versiones contradictorias de los acontecimientos,
diciendo inicialmente que estuvo con la estrella durante el fin de
semana para luego asegurar que él durmió en su coche dejando a Michael,
53 años, solo en su hogar de Oxfordshire.
Mientras
tanto, la Policía ha confirmado que prosigue con su investigación sobre
la muerte de Michael, que actualmente se lleva a cabo en nombre del
forense, y que podría convertirse en una investigación criminal si las
pruebas post-mortem revelan que murió de una sobredosis de drogas. La Policía ha dicho al diario The Telegraph que la muerte del cantante es "inexplicable". Un portavoz agregó: "Si los resultados post-mortem
indican que algún tipo de actividad criminal fue la causa, entonces se
convertiría en una investigación criminal. En los casos en que alguien
muere de una sobredosis de drogas, queremos establecer quién suministró
esas sustancias".
Como
parte de la investigación, la policía se puso en contacto con una
agencia de fotografía que tomó imágenes de las personas que iban y
venían de la casa de Michael en Goring-on-Thames la víspera de Navidad,
un día antes de ser encontrado muerto. El intérprete de Last Christmas tenía una larga historia de abuso de drogas, pero su familia negó haber sugerido que estuviera usado heroína. George Michael y Fadi Fawaz estuvieron juntos ocho años,
pero pusieron punto y final a su relación a mediados del 2015, según han
revelado amigos del cantante al diario The Sun. El
protagonismo que ha adoptado el peluquero tras la muerte de quien fue su
pareja hace sospechar que lo que busca es unos minutos de fama. "George confiaba en Fadi y dependía de él para muchas cosas,
pese a que llevaran 18 meses por lo menos sin ser pareja”, aseguró una
fuente al diario británico. De ahí que cuando todos los medios de
comunicación se refirieron a Fadi como su novio tras su muerte, en el
entorno de George se creara un cierto malestar.
Los puertos francos son lugares donde agoniza la belleza. Da
igual que semeje un asfixiante edificio negro y gris desplomado sobre
el patio central de una cárcel. Ginebra. O proponga hechuras
vanguardistas tejidas con vidrio u-glass (una de las pieles que recubre infinidad de museos). Luxemburgo. Hay algo que desasosiega. Quizá saber que tras las alambradas, puertas
de acero, guardias y pastores alemanes, en cajas, a 21º de temperatura y
una humedad del 55%, se ocultan millones de obras de arte. Suficientes
para construir un inmenso museo y un nuevo relato de la historia que
cambiaría nuestro entendimiento del pasado y nuestra relación con el
presente. Esos puertos varados en tierra son gigantescos almacenes que los
multimillonarios utilizan para guardar oro, vino, antigüedades o arte
sin pagar impuestos. La mercancía está técnicamente en tránsito y en
este limbo fiscal puede vivir durante décadas. Solo el puerto franco de
Ginebra cobija más de 1,2 millones de obras de arte, según una
exhaustiva información sobre el asunto que publicó The New York Times. De hecho, se cree que guarda 1.000 piezas únicamente de Picasso. Aunque se sabe que hay cuadros de Klimt,
El Greco, Rothko... El oligarca ruso Dmitry M. Rybolovlev llevó hasta
allí su colección de 2.000 millones de euros, que incluye desde Les noces de Pierrette (1905), del genio cubista, hasta un Salvator Mundi,
la última obra atribuida a Leonardo da Vinci. Pero ya no están. Tras
denunciar a su antiguo asesor, Yves Bouvier, conocido como “el rey de
los puertos francos”, por presunto fraude, las piezas andan —acorde con
el diario estadounidense— en Chipre. Y junto al rechazo moral que
provoca ocultar un patrimonio que debería compartir toda la humanidad se
añade la elusión fiscal y el blanqueo. ¿Se han convertido estos
espacios en una franquicia de lo ilícito?
"Siempre aconsejo a mis clientes que se mantengan alejados
de los puertos francos. Básicamente lavan dinero de la manera más limpia
y refinada. Y si no lo blanquean, intentan eludir el pago de impuestos,
que es otra variante del lavado", critica Todd Levin, presidente de la
consultora de arte Levin Art Group. Esta es la mala reputación que, como el alquitrán, se pega a estos
contenedores de lujo y contra la que David Arendt, director general del
puerto franco de Luxemburgo, alza la voz. "Todos los bienes que entran y
salen hay que declararlos en los servicios aduaneros, que comprueban en
los ficheros de la Interpol, y de otras policías internacionales, que
esas obras no son robadas o expoliadas”. Desde este año, Suiza ha prohibido las transacciones en
metálico que superen los 100.000 francos suizos (91.500 euros). Los
pagos por encima de esa (elevada) cantidad tienen que efectuarse con
tarjeta de crédito, con lo que el dinero ilícito deja rastro. Además,
los clientes del puerto ginebrino deberán permitir inspecciones
adicionales de cualquier pieza arqueológica que guarden. Hace dos años
los carabinieri (policía italiana) descubrieron en ese puerto
dos rarísimos sarcófagos etruscos y 45 piezas arqueológicas expoliadas,
envueltas en papel de periódico de los años setenta.
Lavado de dinero
Pero no solo codician tiempo y opacidad, sino también
consumen fondos públicos. Parte al menos de los salarios de los agentes
de aduanas del puerto de Ginebra se sustentan con impuestos. Y eso
escuece. “Si el arte es almacenado en una cueva protegida por recursos
humanos e infraestructuras pagadas por los contribuyentes, y si la
propiedad no se puede saber debido al uso de estructuras off shore
o similares, entonces existe un campo fértil para el lavado de dinero,
el tráfico ilegal de arte, el fraude fiscal y abusos similares. Una
parasitaria industria de intermediarios está ganando mucho dinero”,
revela el abogado suizo Christophe Germann. Aunque a veces lo parezca, el mercado del arte no es el
Salvaje Oeste. Pero tampoco la cívica Suecia. Es un lugar, sobre todo,
opaco. En junio del año pasado, Stiliano Ordilli, responsable de la
Oficina Suiza de Blanqueo de Capitales, advirtió de que “debería haber
una regulación real del mercado, por lo menos para proteger a los
marchantes honestos”. Incluso el reconocido economista Nouriel Roubini,
profesor en la escuela de negocios Stern, de la Universidad de Nueva
York, que colecciona desde hace años, ha defendido en el Foro de Davos
la necesidad de una normativa más estricta. Pero meter en vereda un
mercado de 63.800 millones de dólares es complejo. "El arte comercia con
activos de gran valor y es más sencillo subir un miró de 10
millones de euros a un avión, y hacerlo desaparecer, que mover esa
cantidad en billetes de 20", observa en su despacho de Madrid un
especialista en transacciones financieras que pide no ser citado. Ni por aire ni por tierra, nadie sabe cuánto dinero se
blanquea a través del arte. Pero dado el estallido de los precios
durante los últimos años y la transformación de maestros como Picasso,
Pollock o Bacon en activos financieros, la cifra debe de ser alta. Solo
se sabe que el lavado de dinero —según la firma de servicios PwC—
consume entre el 2% y el 5% de la riqueza del mundo. De uno a dos
billones de dólares al año. Otro trabajo, este de la consultora
Deloitte, preguntó a los gestores de altos patrimonios por esta relación
y encontró que el 56% “sentía que el blanqueo era una seria amenaza
para la credibilidad del mercado del arte”. Los casos del financiero Jho
Low —cuya colección está investigada por presunta malversación del
fondo soberano de Malasia 1MDB— y los papeles de Panamá —una filtración de 11,5 millones de documentos, que demostró el uso de sociedades pantalla para ocultar monets, picassos y hirsts por decenas— alertan de los lazos entre negrura y arte. Algunos expertos ven una cuestión de oportunidad. “Los criminales pueden
escoger el arte por la falta de registros, el desconocimiento en las
aduanas del valor real de las obras, la escasa vigilancia que existe en
las transacciones artísticas y las opciones que ofrecen los paraísos
fiscales y las sociedades pantalla para ocultar al propietario de las
piezas”, desgrana Andrés Knobel, abogado y consultor de Tax Justice
Network. Una pelea contra la ingeniería financiera y los territorios
insolidarios del planeta. ¿Una batalla perdida? "Creo que la estricta
regulación contra el lavado de capitales de la industria financiera poco
a poco empezará a tener un efecto directo en el comercio del arte”,
vaticina Anders Petterson, fundador de la consultora ArtTactic. Veremos.
El escritor y crítico argentino falleció a la edad de 75 años.
El escrito argentino Ricardo Piglia
ha muerto a los 75 años. Lector, crítico, editor, guionista de cine,
profesor de literatura y, sobre todo, narrador, Piglia nació en Adrogué,
provincia de Buenos Aires, el 24 de noviembre de 1941. Vivió entre
Argentina y Estados Unidos y la literatura, pero pasó sus últimos meses
en Buenos Aires a causa de una esclerosis lateral amiotrófica (ELA) que
le afectó las neuronas que controlaban sus músculos, pero que no le
impidieron la lucidez intelectual y creativa, por lo cual trabajó hasta
casi el último momento. Autor de tres libros de cuentos, seis ensayos y una novela corta, Piglia
escribió cinco novelas, entre 1980 y 2013. Aunque desde la primera, Respiración artificial,
se ganó un lugar dentro de los autores latinoamericanos indiscutibles
posteriores al boom. A aquella historia sobre la dictadura militar de su
país le siguieron doce años de silencio novelístico hasta que volvió
con La ciudad ausente. Cinco años más tarde, en 1997, su literatura llegó al gran público con Plata quemada. Otros 13 años de silencio que fueron interrumpidos con Blanco nocturno, en 2010, y una estela de premios que incluyeron el de la Crítica en España y el Rómulo Gallegos. Su última novela fue El camino de Ida, en 2013. Antes de Respiración Artificial, y en medio de esas novelas,
Ricardo Piglia escribió cuentos y ensayos, muchos ensayos sobre
escritores, sobre el arte de escribir, sobre la crítica literaria y
sobre la edición; entre todos ellos destaca un artefacto creativo que
refleja a aquel niño que quería desmontar los tornillos del lenguaje o
descubrir las dosis de las pócimas del hechizo literario: Crítica y ficción. Son 226 páginas originales del año 1986, pero actualizadas en 2001, en
las que Piglia bebe de la tradición literaria universal y de su país, a
lo borgeano, con un “tratado de poética” donde él está en un bar con
unos amigos y estos le preguntan cosas, cosas donde se junta su vida y
su literatura, donde se desvelan los hilos que tejen su pensamiento de
ciudadano, lector, crítico, profesor, editor y narrador.