La baronesa está “dolida” por el tratamiento del caso de Borja Thyssen con Hacienda y pide “respeto”.
Carmen Thyssen
está "dolida" por el tratamiento informativo que algunos medios de
comunicación están dando a los problemas que su hijo Borja Thyssen tiene
con Hacienda y ha pedido “un poco de respeto”. “Eso todavía no ha
pasado a los tribunales”, ha advertido la baronesa este viernes en
Málaga, aprovechando la presentación de la nueva exposición temporal del museo Carmen Thyssen de esta ciudad, La ilusión del Lejano Oeste,
que se puede visitar hasta el próximo 19 de marzo. Se ha quejado,
además, de que se hable más de este caso que de sus colecciones de arte y
las de su hijo. Tita Cervera tenía ganas de hablar. Ha llegado con retraso al acto de
presentación y antes de empezar, ha comentado que quería decir unas
palabras sobre su hijo. “Me siento dolida por lo que se ha estado
hablando de mi hijo todo este tiempo”, ha justificado. Sus palabras
llegan apenas dos semanas después de hacerse público que la Fiscalía de Madrid pide dos años de cárcel para Borja Thyssen
por un delito contra la Hacienda Pública porque, supuestamente, habría
defraudado 592.557,72 euros en el ejercicio de 2007 de la declaración de
la renta. Según la acusación pública, no lo presentó a pesar de haber
residido en España más de 183 días. La baronesa prácticamente se ha limitado a leer un escrito que ha
preparado junto al abogado de su hijo, Pedro Mejías Toro: “Me parece
sorprendente que en este país las discrepancias con la Administración,
cuando implican a una persona conocida, se debatan en los medios y en
muchos casos, dando información que no es correcta o completa”, ha
explicado Carmen Thyssen. Ha recordado, como insiste desde hace meses la
familia, que las “discrepancias” con Hacienda son “técnicas” y que
tendrán que ser resueltas en los tribunales “con todas las garantías”. La baronesa cree que se trata de un asunto sobre el que habría que
ser “especialmente cauto” y no buscar “un titular sensacionalista”, y ha
invitado a los medios a hablar de otras noticias “más interesantes”
relacionadas con el apellido Thyssen, como de su arte del que, dice, se
habla poco. “¿Por qué no se publica más a menudo que España disfruta de una de las mejores colecciones de arte privado del mundo
gracias al préstamo gratuito que mi hijo y yo llevamos haciendo durante
más de 15 años? ¿Y también el haber traído la colección Thyssen a
España, en el Museo Thyssen? ¿Por qué no se publica que ese préstamo
gratuito ha ahorrado a España muchos millones de euros al año o que ha
colaborado a incrementar el turismo cultural?”, ha subrayado la
baronesa. “Como dice muy claramente su abogado, eso todavía no ha pasado
a los tribunales”, ha insistido Carmen Thyssen sobre el caso de Borja
con Hacienda.
Santiago Sánchez Ramírez tuvo a Felipe VI
en el punto de mira el día de su proclamación como Rey. Apostado en la
ventana de un hotel del centro de Madrid, este hombre apuntaba al
Monarca y lo grababa con un trípode que simulaba un arma de fuego de
largo alcance y que incluía una mira telescópica. Aunque no quería matar
al sucesor de la Corona. Al menos, no ha quedado acreditado que esa
fuese su intención, según subraya el fiscal, que narra cómo el acusado
elaboró después un vídeo con la grabación para "denunciar" los fallos en
la seguridad. Eso sí, el ministerio público le pide nueve años de
cárcel por tenencia de armas y municiones de guerra.
La vista con Sánchez se celebró esta misma semana en la Audiencia
Nacional. Durante la misma, la acusación pública detalló cómo el
procesado publicó en Internet —a través de un blog, una cuenta de
YouTube y de Twitter— diversos vídeos que simulaban atentados contra el
Felipe VI; su padre, Juan Carlos I; la princesa de Asturias, Leonor; y
el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, entre otras personalidades. De hecho, además del grabado el día de la proclamación de Felipe VI y difundido bajo el título El día que pude asesinar a Felipe VI,
el acusado hizo otro similar el 12 de octubre de 2012, cuando desde una
ventana del hotel The Westin Palace de Madrid grabó a Juan Carlos I en
la tribuna desde la que presidiría el desfile del día de la Fiesta Nacional
y simuló el disparo al Monarca. Según el ministerio público, Sánchez
aparecía como un francotirador, ocultando su rostro con un pasamontañas y
exhibiendo armas de fuego cortas y rifles de precisión con mira
telescópica, todas ellas "reales".
Numerosas armas de fuego
De hecho, cuando detuvieron al procesado el 30 de julio de 2014, se
encontró en su casa de Torrejón de Velasco y en una nave industrial en
Ciempozuelos (Madrid) —donde trabaja— "numerosas" armas de carácter
simulado. Y en la base de datos de la Guardia Civil consta que el
encausado era titular de numerosas armas de fuego reales, algunas
utilizadas en los vídeos, desde 2009 hasta 2014. "Las armas las llevaba en una maleta [hasta los hoteles desde donde
grababa]. Eran completamente reales. Y pasé con ellas por todos los
controles policiales, solo tuve que enseñar mi DNI y decir que iba al
hotel. Ya está. Nadie me dijo nada. Estuve allí toda la noche y todo el
día. Y nadie me dijo nada", ha explicado Sánchez a El Confidencial,
donde ha defendido que su única intención era denunciar la supuesta
"facilidad" de atentar contra el Rey o el presidente del Gobierno.
El secretario de Estado de Cultura cambia de cargo y deja detrás una gestión de fracasos.
Con la salida de José María Lassalle (Santander, 1966) de la Secretaría de Estado de Cultura
queda claro —por si hacía falta alguna demostración empírica al
respecto— que saberse de cabo a rabo todo John Locke, todo Isaiah
Berlin, todo Stefan Zweig, todo Ernst Jünger y todo Raymond Aron no
garantiza un 10 en el examen. En el examen de la gestión política,
queremos decir.
Así que, resumiendo: la evaluación de Lassalle como pseudoministro de
Cultura en la legislatura recién fenecida (porque esas y no otras son
las figuras vergonzantes que el Partido Popular instauró hace tiempo
como opciones políticas para administrar un sector que aporta en torno
al 3% al PIB y ocupa a medio millón de personas: un pseudoministerio, un
pseudoministro y un superministro, el de Hacienda, actuando como un
cancerbero para que nadie se mueva) se lleva un suspenso como una
catedral. El alumno Lassalle era, probablemente, el primero de la clase. Pero a
menudo al primero de la clase, sabido es, le suele caer alguna que otra
toba. A él le han caído infinidad. Del propio mundo de la cultura, por
inacción, empecinamiento y falta de compromiso en la defensa del sector. De Cristóbal Montoro por la sospecha perenne de que la Cultura solo sabe ser pedigüeña. Del ministro/halcón José Ignacio Wert,
con quien Lassalle se llevó fatal desde el principio, y que recibió una
beca de lujo en forma de vacaciones pagadas en París gracias a haberse
cargado 2.000 empresas culturales de este país amén de haber
soliviantado a alumnos, padres y profesores. Y ahora este doctor de Filosofía del Derecho recibe la toba suprema del ministro/superviviente Méndez de Vigo,
que le ha señalado la puerta de salida (la trasera, para ser más
exactos). Es curioso, lo de Méndez de Vigo. Cuando Rajoy le nombró
ministro en junio de 2015 como recambio de Wert y ante lo que se
antojaba una fecha de caducidad cuasi inmediata corría por los
mentideros madrileños de la alta gestión cultural esta bromita en forma
de apodo: “El ministro del cuarto de hora”. Pero resulta que va durando
un poquito más y que, por si fuera poco, además ahora es portavoz del
Gobierno. A eso se le llama un insospechado valor en alza. Lassalle prometió —y esto era la estrella absoluta en el programa electoral del PP en materia cultural— una Ley de Mecenazgo. Esa ley debía contrarrestar no solo los efectos devastadores del 21% de IVA
(el más alto de la zona euro), sino también la progresiva desinversión
pública en el sector. Pero a la vuelta del verano de 2014, Lassalle ya
dejó claro que no habría ley o que, como mucho, quedaría diluida en la
reforma fiscal del Gobierno. El segundo gran fracaso de Lassalle atiende al nombre oficioso de el gran fiasco del canon digital. Poco después de su llegada al cargo en diciembre de 2011, el Gobierno
decidió que la compensación a los creadores culturales por copia privada
debía proceder de las arcas del Estado y no de las empresas
tecnológicas, y la cifró en cinco millones de euros. Hasta entonces las
entidades de gestión de derechos de autor percibían unos 115 millones. No solo el Consejo de Estado avisó a Cultura de que el cambio de
normativa sería contrario a la normativa europea. Posteriormente, en
efecto, el Tribunal de Justicia de la Unión Europea declaró ilegal la medida. La guinda llegó el pasado día 12, cuando el Tribunal Supremo tumbó el proyecto al considerar “inaplicable” el canon digital con cargo a los Presupuestos Generales. Lassalle, un hombre de cultura metido a político, no se ha entendido ni
con el mundo de la cultura ni con el de la política. Culpable de logros
no conseguidos y de chapuzas normativas, sí. También víctima
propiciatoria de todo un estilo de hacer política cultural por parte de
la derecha española, el que se cimenta en la desidia cuando no el
desprecio. Pero Mariano Rajoy —especialista en premiar a los caídos en
acto de servicio— y Soraya Sáenz de Santamaría —verdadera madre
espiritual de José María Lassalle en la política española— le dan ahora
otra secretaría de Estado: la de Sociedad de la Información y Agenda Digital. Se ve que el fiasco del canon no debió de serlo tanto para el Gobierno…
El museo
holandés Airborne, dedicado a la batalla de Arnhem, no ha encontrado
pruebas que lo confirmen, aunque la biografía de la famosa actriz así lo
afirma.
En la prueba de cámara efectuada en Hollywood para ver si Audrey Hepburn se adecuaba al papel de princesa Ana, protagonista de la película Vacaciones en Roma
(1953), ella dice que en 1944 ayudó en Holanda a la resistencia
bailando en lugares secretos para recoger fondos. Atrapada con su madre,
la baronesa Ella van Heemstra, en la ciudad de Arnhem durante la II Guerra Mundial,
la actriz era entonces una adolescente de 15 años que seguía clases de
ballet y tenía talento para la danza. El museo Airborne, en la misma
localidad, dedicado a la fallida batalla aliada por liberarla, ha
investigado a fondo la historia y no ha podido encontrar pruebas que lo
confirmen. El museo Airborne, en la misma localidad, dedicado a la fallida
batalla aliada por liberarla, ha investigado a fondo la historia y no ha
podido encontrar pruebas que lo confirmen. La sala ha reunido, sin
embargo, información suficiente para dedicar una exposición a la
influencia materna en el despegue de la carrera cinematográfica de su
hija. Hepburn no solo ganó un Oscar por el filme, y otros muchos a lo
largo de su carrera. Es uno de los símbolos más reconocibles de buen
gusto y estilo.
Los libros dedicados a la artista oscilan entre los álbumes con
profusión de fotos de su carrera y vida privada, sus frases célebres y
hasta recetas culinarias. El conjunto semeja casi una guía de cómo
parecerse a Audrey, un reto inalcanzable, por otro lado. La etapa de
Arnhem apenas se detalla, y el museo holandés no ha podido encontrar
pruebas que demuestren que la actriz llevó notas secretas a los
resistentes de la ciudad, como señala la biografía firmada por el
escritor y periodista estadounidense Barry Paris. Nada aparece en los
archivos consultados, desde Bruselas hasta Australia. A su vez, han
rastreado, sin éxito, los informes de las operaciones Pegasus 1 y 2,
ejecutadas por los británicos tras la batalla de Arnhem. También es
verdad que la actriz solo dijo en Hollywood que bailaba en lugares
secretos para recoger dinero para la resistencia, una actividad de la
que difícilmente queda huella. Por otra parte, uno de sus hermanos fue
internado en un campo de trabajo, y uno de sus tíos murió fusilado por
los nazis.
Lo que sí ha constatado el centro holandés son los estrechos lazos de
la madre de la artista con el fascismo. También los del padre, Joseph
Hepburn-Ruston. De nacionalidad británica y miembro de la Unión
Británica de Fascistas, era el segundo marido de la baronesa Van
Heemstra, que tenía dos hijos varones de una unión anterior. Según ha
declarado Sarah Thurlings, directora del Museo Airborne, “la madre de
Audrey pertenecía al mismo partido y escribió para su almanaque; hay
incluso datos convincentes de que conoció a Hitler en 1935”. El padre
las abandonó antes de la guerra, la pareja se divorció, “y Ella van
Heemstra cortó todos los lazos con la Unión Fascista en 1937”.
Audrey y su madre, que vivían entonces en Kent (Inglaterra),
regresaron a Holanda pensando que se mantendría neutral de estallar la
guerra.
En 1940 Holanda fue invadida por los nazis, y como el resto de
la población, ambas pasaron privaciones terribles hasta la liberación.
“Aunque no hayamos podido sustentar el episodio de apoyo a la
resistencia, queremos mostrar que durante la ocupación no hubo solo dos
bandos, esto es, colaboracionistas y resistentes: la vida tuvo entonces
grandes zonas grises”, ha añadido Thurlings. La muestra dedicada al formidable empuje materno será abierta el próximo
26 de enero por los dos hijos de la actriz, Sean, cuyo padre era el
actor Mel Ferrer, y Luca, del psiquiatra italiano Andrea Dotti. Un poco
antes, a partir del 26 de noviembre, el museo municipal de La Haya (Gemeentemuseum) recordará su estrecha relación con el modista francés Hubert de Givenchy, diseñador del vestuario de películas como Desayuno con diamantes, Cómo robar un millón y…, o Encuentro en París. “Con la ropa de Givenchy me siento protegida”, dijo Audrey, que dedicó
la última parte de su vida a colaborar con UNICEF. Una forma de
diplomacia luego muy extendida entre los actores.