La cantante diseña para la firma de calzado una pequeña colección de botas de invierno.
Rihanna es una de las artistas más rentables para las firmas de moda con las que colabora. Eso lo confirmó el pasado mayo, cuando la colección de zapatos Denim Desserts que diseñó junto a Manolo Blahnkink
fue tal éxito que colapsó la web del diseñador español de calzado. Una
colección que encandiló incluso a las famosas; su rival en las listas de
éxitos Jennifer Lopez no dudó en enfundarse una de sus botas vaqueras
hasta la cadera en su videoclip Ain't Your Mama. Además, la zapatilla de Rihanna diseñada para Puma acaba de ser elegida como el mejor zapato del año. Así que no es de extrañar que Manolo Blahnik haya decidido volver a colaborar con la artista.
Rihanna ha creado ahora una colección de botas de invierno, llamada Savage.
Su segunda colaboración cápsula para Manolo Blahnik
saldrá a la venta este miércoles en tiendas seleccionadas de la firma
así como también en su página web.
Se trata de una línea limitada de
tres botas de invierno inspiradas en la marca Timberland —que la
cantante suele llevar— transformadas, cómo no, en calzado de invierno
con altos tacones de aguja.
El ante y el pelo son los dos materiales que
unen la pequeña colección.
Dominique es el nombre de uno de los modelos; una bota
mosquetera hecha con piel de oveja y forrada en piel de pony negro con
un estampado floral. El modelo Alexis es una bota con pelo que se puede adquirir en color canela o marfil. Por último, ha diseñado The Fallon,
un botín con una lazada cruzada y pelo en el tobillo (disponible en
marfil o marrón) que reinterpreta el que Manolo Blahnik diseñó en 1994
inspirándose también en Timberland, y que alcanzó la fama en los años
2000, apareciendo en muchos de los videoclips de hip hop de la época
(Beyoncé los llevaba en el vídeo de la canción Bonnie & Clyde y JLo, en Jenny From the Block). “Siempre
me han encantado los Manolo Blahnik. Sus zapatos son los más lujosos y
atemporales que existen”, dijo Rihanna al darse a conocer su primera
colección. Su palabra “lujoso” ya daba a entender que no iban a ser
baratos: la colección Denim Dessert tenía unos precios entre los 895 y
3.995 dólares (entre 830 y 3.700 euros). El precio de su actual
colaboración se desconoce, pero ese precedente asegura que no será apta
ni para todos los fans de RiRi ni para todas las admiradoras de los
llamados manolos.
Si hoy es martes, seguro que prosigue el encomiable esfuerzo de los
mejores cerebros de Occidente por tranquilizarnos ante el ascenso de
Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos. Me fío más de los
resistentes norteamericanos, que no encuentran la pista que anuncie que
lo peor no va a producirse. Que la gente más zafia, menos preparada y
más demagoga llegue al poder en la democracia no es algo que podamos
evitar con facilidad. Tenemos ejemplos sobrados sin salir de casa de
nuestro voto fiel a gobernantes corruptos. Países más preparados, cultos
y racionales que el nuestro han sucumbido también. Italia, que es el
país más formidable de Europa, también eligió a un empresario de éxito y
carente de escrúpulos para ser uno de los dirigentes más duraderos en
el poder. Los italianos descubrieron que ser millonario no implica que
seas capaz de convertir en millonarios a todos tus súbditos, ni siquiera
el vicio fue mínimamente compartido con la plebe. Todo terminó en un
problema de impotencia. El cambio no fue cambio.
Trump, con uno de los discursos más toscos que se recuerdan,
ha cautivado los rencores de clase y de raza, de sexo y de cultura que
anidan entre los ciudadanos de la democracia más poderosa del mundo. Lo
que nos interesa es comprender que por encima de las personas solo caben
las instituciones, los derechos y las libertades. Por eso, que el
gobierno lo alcance un indeseable no tendría que significar una
catástrofe insoportable. Sin las autoridades europeas, en España sería
aún más peligroso que en otros países, porque nuestros tribunales,
fuerzas de seguridad, medios públicos, instituciones, comisiones de
control y derechos son en exceso dependientes del poder político. La ley mordaza nos parece, por ejemplo, una nota
chabacana aprobada en tiempos de mayoría absoluta. Pero en manos de un
presidente indecente es un arma de terror y silencio. De la misma
manera, los ascensos de jueces y fiscales, de directores de los medios
de comunicación públicos y de los organismos de competencia, vigilancia y
control, no están protegidos de la injerencia del ganador en las urnas
tanto como precisa la higiene democrática. La llegada de Trump, tan
celebrada por la señora Le Pen como por los nazis griegos, pero menos
contestada que los desmanes de Putin o Maduro, es una llamada de
urgencia a nuestros legisladores. En una coyuntura sin mayorías
aplastantes, ha llegado la hora de proteger la democracia de la propia
democracia, de establecer leyes que protejan y garanticen los derechos
de la amenaza que alcanza el poder por la vía del voto.
La nueva serie de Netflix engancha por su narración, atrapa por su impecable factura e intriga por su apuesta de futuro.
En The Crown
hay poderío y se nota. La serie inspirada en la vida de la reina Isabel
II de Inglaterra es una de las más caras de Netflix, posiblemente la
más cara (aunque The Get Down
la podría haber superado tras dispararse su presupuesto a cifras
astronómicas, pero no confirmadas, durante su producción). La nueva joya
de la corona de la plataforma online se aprovecha del talento
británico para los dramas históricos y un presupuesto que les ha
permitido no tener ningún tipo de cortapisa. En The Crown siempre sobrevuela la duda de cuánto de lo que nos
cuentan será verdad y cuánto no, cuán azucarada estará la visión de la
familia real que nos ofrecen . En cualquier caso, es ficción y como tal
hay que tratarla, una ficción que sirve de hilo conductor para contar de
forma didáctica no solo el reinado de Isabel II sino también
acontecimientos históricos de la segunda mitad del siglo XX, logrando
una interesante combinación de drama sobre la realeza y serie política.
¿Cómo aprende un rey a ser rey? ¿Cuál es su función? ¿Y la de su
consorte? ¿Cómo fue la relación entre la joven Isabel y el veterano
Winston Churchill?
Precisamente en Churchill tiene The Crown uno de sus puntos
fuertes. La interpretación de John Lithgow le valdrá nominaciones e
incluso premios más que merecidos por dar vida, copiando gestos,
movimientos e incluso rasgos físicos, al Primer Ministro. Otro seguro
para la serie era que Jared Harris interpretara al padre de Isabel,
Jorge VI.
La serie engancha por su narración (especialmente, con las
tramas de los personajes secundarios), atrapa por su impecable factura e
intriga por su gran apuesta de futuro. La idea que hay detrás de esta
creación de Peter Morgan (guionista también de La reina, con
Helen Mirren como Isabel II) es completar las seis décadas que lleva de
reinado de la monarca a razón de década por temporada. Para ello, el
reparto irá evolucionando para adaptarse a la edad de los personajes en
cada momento. The Crown es una gran serie para señoras. Que no es un término despectivo, al contrario. Toma el relevo de Downton Abbey mejor todavía que Victoria, la serie del canal británico ITV que este otoño ha llevado a la pequeña pantalla a la reina Victoria de Inglaterra. The Crown gana por goleada en ambición. Por tener, Netflix tiene hasta a Jaime Peñafiel para hacer campaña a favor de The Crown en uno de los fichajes más inesperados de la plataforma. Minipunto para ellos.
Juan Hermoso Armada, uno de los históricos consejeros de El Corte Inglés
y patrono de la Fundación Ramón Areces, ha renunciado de forma
voluntaria a esos cargos. Hermoso, de 70 años, basa su marcha en razones
personales “después de haber desarrollado una intensa y fructífera
labor profesional a lo largo de más de cuarenta años” en sendas cartas
que ha enviado a Dimas Gimeno, presidente de El Corte Inglés, y a
Florencio Lasaga, presidente de la fundación. El Corte Inglés cerró este lunes otro capítulo de su historia con la
marcha de uno de sus dirigentes más carismáticos. Juan Hermoso llevaba
43 años en la empresa, de los que 20 ha estado ocupando el cargo de
patrono en la Fundación Ramón Areces, principal accionista de los
grandes almacenes, y 18 en el consejo de administración de la empresa. A
ambos fue ascendido por Isidoro Álvarez, del que era uno de los hombres
de confianza, circunstancia que mantuvo con su sobrino y sucesor al
frente de El Corte Inglés, Dimas Gimeno, del que se había convertido en
uno de los báculos por petición expresa de Isidoro Álvarez antes de
morir. Precisamente, aunque Hermoso había ido declinando gran parte de sus
funciones ejecutivas hace dos años, poco después de morir Álvarez, su
abandono se considera una pérdida de apoyos para Gimeno en la pelea por
el control del gigante de los grandes almacenes con las hijas de Isidoro
Álvarez, Cristina y Marta, con las que Hermoso, no obstante, también
mantiene buenas relaciones de cercanía y amistad. Sin embargo, se había distanciado de los otros históricos
del grupo como Florencio Lasaga y Carlos Martínez Echevarría, que se han
hecho fuertes en la fundación. Las funciones que mantenía Hermoso en la
empresa durante la época se han repartido entre Antonio Ortega (ventas y
clientes) y José Luis González-Besada (comunicación y relaciones
públicas). La salida será efectiva a partir del 22 de diciembre. Aunque
Hermoso podría haber renovado, ha considerado que era el momento de
dedicarse más a su familia, según fuentes de su entorno. El consejo de
administración de El Corte Inglés y el patronato de la Fundación Ramón
Areces han agradecido a Juan Hermoso “su entrega y sus aportaciones”
durante este extenso periodo. De esta forma, el órgano de gobierno del grupo queda
integrado por Marta y Cristina Álvarez Guil, Leopoldo del Nogal Ropero,
Carlos Martínez Echavarría, Manuel Pizarro Moreno, Shahzad Shahbaz y
Paloma García Peña, en representación de Cartera Mancor. En la
fundación, al tiempo que el de Hermoso, también termina el mandato de
Arsenio de la Vega y Jorge Pont, personas que también son consideradas
cercanas a Gimeno y cuyo futuro en la organización está por decidir.