Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

31 oct 2016

el premio Nobel “comienza a estar decepcionado” con su novia.

Aunque Isabel Preysler confesó hace unos días que Mario Vargas Llosa le había pedido matrimonio, parece que la relación no va tan bien como pensamos.
 La Otra Crónica de El Mundo asegura que la pareja atraviesa su primera gran crisis después de un año y medio de empezar a salir. 
Según estas informaciones, el premio Nobel “comienza a estar decepcionado” con su novia.

Por lo visto, Vargas Llosa se encuentra solo en ocasiones, porque Isabel ha dejado de acompañarle en todos los actos literarios que marca la frenética agenda del escritor. “A ella eso le aburre y Mario estaba acostumbrado a Patricia, quien, además de viajar con él, organizaba su agenda, la maleta, los compromisos…”, explica un amigo del peruano a dicho medio.
Una situación de desamparo que no sentía cuando estaba felizmente casado con Patrica Llosa, la mujer que estuvo siempre a su lado durante sus 50 años de matrimonio y la madre de sus tres hijos
. De las pocas veces que no le acompañó fue en febrero de 2015, cuando ésta se marchó a Lima para visitar a su madre, quien atravesaba unos problemas de salud.
 Vargas Llosa aprovechó la ausencia de su esposa para empezar a verse con Preysler.
Ahora el premio Nobel se ve obligado a excusar a la filipina cuando ésta decide ausentarse.
 Por ejemplo, cuando acudió en solitario al a presentación de Podium Podcast en Madrid o, cinco días más tarde, cuando recogió el título de Filología Románica.
 A pesar de que le escuece esta situación, Mario trata de restarle importancia en público: “Isabel me acompaña a veces”, declaró a Europa Press.
Aunque hace unos días Preysler sí que viajó con su novio a Suecia, donde fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Estocolmo, la pareja también tuvo entonces una fuerte discusión.
 Así lo revela LOC: “El señor embajador de España en Suecia decidió ofrecer a Vargas Llosa alojamiento en la residencia oficial.
 Al saberlo, Isabel le pidió a Mario que se alojaran en el Gran Hotel para estar más cómodos, pese a que la residencia iba a estar vacía ese fin de semana.
 Pero él ya había aceptado la propuesta del embajador”.
De momento, no parece que estas fricciones vayan a precipitar el fin de la relación.
 De hecho, el escritor peruano continúa viviendo en la casa que Isabel tiene en Puerta de Hierro, una de las zonas más lujosas de la capital. Ahora queda por ver cuándo celebrararán la boda. “Ya ha habido pedida de mano, pero lo que no veo es la necesidad de casarme tan rápidamente”, confesó la filipina hace unos días al mismo medio.
Por lo visto, Vargas Llosa se encuentra solo en ocasiones, porque Isabel ha dejado de acompañarle en todos los actos literarios que marca la frenética agenda del escritor. “A ella eso le aburre y Mario estaba acostumbrado a Patricia, quien, además de viajar con él, organizaba su agenda, la maleta, los compromisos…”, explica un amigo del peruano a dicho medio.

Isabel Preysler y Vargas Llosa: un negocio rentable... pero no tanto


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La revista Interviú publica en su último número la fortuna que habrían ganado la reina de corazones y el escritor peruano en el año y medio que dura su relación.
 El semanario estima en 2,5 millones de euros la cifra ingresada por la pareja, gracias a entrevistas exclusivas, portadas, posados publicitarios para marcas comerciales y antes de que finalice este año, el anuncio de su próximo matrimonio bajo el árbol de Navidad.
Un cálculo exagerado según hemos podido contrastar con expertos en el mercado de las exclusivas.
 Es cierto que Isabel Preysler nunca ha ocultado que vive de su imagen y del interés que despierta desde hace muchos años, a raíz de su separación de Julio Iglesias y sus matrimonios con personajes importantes como Carlos Falcó, marqués de Griñón, el ministro de Economía Miguel Boyer, sus correspondientes separaciones y divorcios, la muerte de Boyer, que la convirtió en la viuda más famosa de España y el sorprendente romance con Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura y antiguo amigo de la familia.
Interviú asegura que la última portada de Hola, en la que Isabel anuncia petición de mano y posible boda con el escritor y desmentido de la primera crisis de la pareja, podría haberle reportado en torno a 500.000 y 600.000 euros.
 Y tienen razón en que es una entrevista muy valorada (aunque jamás esa cantidad), si su protagonista hubiera cobrado por ella, pero no ha sido así.
Hola no le paga a Isabel cada vez que le dedica una portada ni cada vez que la entrevista.
 Preysler y los dueños de la cabecera son amigos desde hace años y entre ellos existe un "toma y daca" de favores correspondidos, no siempre económicos.
 Si Isabel tiene algo que desmentir o anunciar, lo hace con la revista "amiga" y no siempre por dinero.
 Ella sabe que siempre estarán a su servicio. Y viceversa.
Por ejemplo, las primeras fotos de Isabel y Vargas Llosa juntos y de la mano, saliendo del hotel Eurobuilding de Madrid, en la primavera de 2015, las cobró la agencia que tuvo la suerte de captarla, pero no sus protagonistas.
 Lo que hace Hola en casos como éste es advertir a su amiga Isabel de que tiene esas imágenes y pedirle una entrevista (pagada) más tarde para confirmar el romance.
Pero muchos de los reportajes de Isabel y el escritor están hechos en la calle o en sus vacaciones y se han hecho por papparazzi que les siguen los pasos y también ganan fortunas por estas exclusiva, si bien se comenta en el mundillo que las revistas pagan ahora mucho menos que hace diez años.
Lo cierto es que este idilio de madurez de Isabel y Mario ha hecho subir el caché de Isabel para las marcas, algo decaído antes de se conociera su relación con el Nobel.
 Isabel está hoy espléndidamente pagada por la firma de joyería Rabat que la tiene como imagen y la quiere en cada inauguración o evento de la casa.
 Un contrato que podría alcanzar el medio millón de euros al año.
Misma cantidad seguramente por parte de Porcelanosa, otra nómina fija de Isabel desde hace 30 años, que podría haber subido desde que lleva "adosado" a Vargas Llosa, aunque sabemos que el escritor jamás ha cobrado por fotos o posados junto a su novia.
 No son 2,5 millones de euros, pero aunque sea un millón menos, no está del todo mal.



Angelina Jolie se arrepiente de pedir el divorcio: "Echa de menos a Brad"


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Tras más de un mes de reproches, acusaciones y ataques, la actriz podría estar arrepentida de pedir el divorcio al protagonista de Seven.
 Al menos eso revela un amigo íntimo de la intérprete, que asegura que Angelina "echa de menos a Brad".
"Angelina Jolie se arrepiente de haber pedido el divorcio a Brad Pitt. Le echa muchos de menos", dice el íntimo de la actriz al medio Paris Match.
 Al parecer, los días sin su marido, unidos a "la guerra de los niños, la venta de su castillo de Miraval y la batalla legal en general", habrían causado importante mella en Jolie, que se siente muy afectada y sorprendida viendo "lo rápido y lejos que ha llegado todo".

Esto ha propiciado que hayan comenzado a aflorar las primeras dudas: "Angelina tiene dudas sobre si quiere renunciar a Brad por el resto de su vida", agrega la fuente. 
La actriz incluso habría cambiado su actitud y no estaría "presionado en absoluto de terminar con todo tan rápidamente, inclusive la tan comentada situación con sus hijos. Al contrario", señala su amigo, cuya identidad es un misterio.
"Angelina no se había dado cuenta de lo mucho que iba a echar de menos a Brad, su sentido del humor y su sola presencia, el hecho de verlo cada día...", añade. 
Según parece, la actitud de Pitt ha contribuido al cambio de Jolie: "Fue incluso capaz de arreglar la situación con su hijo mayor Maddox, fuente de muchos de los conflictos de la pareja" desvela y añade:
 "Los niños siempre hablan mucho de su padre y hacen preguntas sobre él.
 El hielo se está derritiendo entre ellos", concluye.
Estas declaraciones respaldan las realizadas por un familiar de Angelina al portal HollywoodLife hace unos días.
 "No come y no deja de dar vueltas por la casa de los nervios que tiene", decía en referencia a la idea de la intérprete sobre no dejar a su todavía esposo.

“En China los mayores absurdos forman parte de la vida cotidiana”................................ José Andrés Rojo


Trabajadores chinos, en una granja comunal en 1950 durante El gran salto adelante. World History Archive / Cordon Press
El pueblo donde vivía Yan Lianke de niño no tenía más de cuatro mil habitantes. 
Todos se dedicaban a la agricultura. Cuando era un adolescente se enteró de que una escritora, Zhang Kangkang, había conseguido abandonar el entorno rural y llegar a la capital de provincia gracias a una novela
. Así que pensó que si se dedicaba a la literatura igual podía salir de allí y dejar atrás la pobreza.
 Y se puso a escribir. “No había luz eléctrica, así que trabajaba bajo la luz de un candil”, cuenta días antes de celebrarse el 6º Pleno de Partido Comunista Chino, que concluyó la pasada semana con un reforzado Xi Jinping como líder.
Yan Lianke nació en 1958 en un rincón de la provincia de Henan y ha terminado por convertirse en uno de los escritores chinos de referencia. 
Estuvo hace poco en Praga, donde en 2014 recibió el Premio Internacional Franz Kafka, y luego pasó por Madrid.
 Acaba de publicar Los cuatro libros (Galaxia Gutenberg), una novela donde se sumerge en uno de los periodos más terribles de la China del siglo XX.
 A mediados de los cincuenta, Mao invitó a los intelectuales a hablar con toda libertad en la campaña “de las cien flores”, pero las cosas se torcieron y terminó acusándolos de derechización y los confinó en “campos de reeducación por el trabajo”.
 Hacia el año 58, además, se puso en marcha el Gran Salto Adelante con el que China pretendió convertirse en el mayor productor de hierro y acero del mundo. 
Los campesinos fueron forzados a entregar sus cosechas para sostener aquel titánico proyecto.
 Las hambrunas que se produjeron son de una magnitud que cuesta siquiera imaginar: entre 1959 y 1961 murieron más de 30 millones de personas en las zonas rurales. 

Cuando Lianke estaba cerca ya de los 20 años cumplió por fin el sueño de abandonar su pueblo y se incorporó al ejército.
 Fue la primera vez que cogió un tren, o que vio la televisión. “No había terminado el bachillerato, pero conseguí un título falso que me permitió incorporarme a un destacamento donde se pedía una cualificación un poco mayor que la de las unidades a las que iban los soldados rasos”, explica.
 “Vieron que no se me daba mal escribir y me encargaron apuntar en una pizarra las consignas políticas del partido para las tropas.
 Había un pequeño margen para hacer algunas variaciones, siempre dentro de la lógica propagandística, y eso me permitió destacar.
 Un oficial se interesó por lo que hacía. Así que avisé a casa para que me enviaran esas historias que había escrito cuando era más joven. 
La respuesta fue desoladora.
 El invierno había sido demasiado frío y mi madre utilizó el papel de mis novelas para encender un poco de fuego con el que calentarse”.

Las cartas de los soldados

 
Yan Lianke, en Madrid el pasado 10 de octubre.
Lianke cuenta que las letras le salvaron de incorporarse al frente durante la guerra que China libró contra Vietnam. “Me destinaron al departamento de literatura y en 1979, cuando empezaron las maniobras, se publicó en un periódico local mi primera historia, en la que me afané por hacer una exaltación desmedida de la revolución.
 Me convertí en una pequeña celebridad. También me tocó redactar las cartas de los soldados que no sabían escribir”.
—¿Cuándo se distanció de la propaganda comunista?

—Entonces, en el ejército. Me di cuenta de que lo que pasaba con los soldados no tenía nada que ver con las hazañas épicas que vendía el partido.
 Y escribí El ocaso del estío, una novela contra la guerra que se publicó en 1992 y que se prohibió en 1994.
Se produjo entonces el distanciamiento con las autoridades y la obligación de hacer autocrítica.
 Lianke empezó a escribir sobre los campesinos, pensando que no iba ya a tener problemas.
 Servir al pueblo, otra de sus novelas, sin embargo, se prohibió y causó un gran escándalo.
 Con El sueño de la aldea Ding, donde trata de la epidemia de sida en varios pueblos de China, hubo de nuevo complicaciones
. Como las que afectaron a Los besos de Lenin, que por otra parte obtuvo el premio nacional chino.
 Ya era un escritor profesional, vivía en Pekín, había abandonado el ejército.
—¿Cuándo surgió Los cuatro libros?
—En 1989, de una anécdota que me contó un compañero cuando todavía estaba en el ejército. 
Había salido de maniobras como conductor de un tanque por un lugar desértico y descubrió una zona llena de huesos.
 Luego comprobó que pertenecían a un millar de humanos que habían muerto en un campo de reeducación durante la gran hambruna.

—¿Cómo es esa China en la que usted trabaja como catedrático de escritura creativa?
—Ni socialista, ni capitalista: es otra cosa. Tampoco se parece a los países de su entorno y nada tiene que ver con la China de hace unos años. 
Es un país donde existe una enorme riqueza, pero sigue habiendo diferencias abismales, y donde los mayores absurdos forman parte de la vida cotidiana. 
Está a la vanguardia de muchas cosas y en otras es terriblemente tradicional.
 Tampoco yo entiendo la China actual, y quiero comprenderla a través de mi literatura. 

El tono bíblico de un libro

Cuando estuvo en el ejército, a Yan Lianke lo destinaron a la biblioteca. 
Ahí descubrió la literatura extranjera. “Me atrajo una novela popular americana que llevaba en la portada la imagen de una atractiva actriz”. Era Lo que el viento se llevó
Empezó a leer compulsivamente todo lo que pasaba por sus manos.
Los cuatro libros, que ha traducido del chino Taciana Fisac —que colaboró además como intérprete de la entrevista—, tiene una compleja estructura para abordar la historia desde perspectivas distintas: El niño del Cielo, El antiguo cauce, Notas sobre los criminales y El nuevo mito de Sísifo.
“Hasta que me pongo a escribir pasa mucho tiempo”, dice Yan Lianke, “voy rumiando mis novelas durante años hasta que encuentro la manera de contarlas. 
En este caso fue descubrir un cierto tono bíblico el que me ayudó a concebirla”.
 Los cuatro libros se publicó en Hong Kong y Taiwan; ningún editor tuvo el arrojo de publicar la novela en China.