La menor sacó dinero en un cajero automático en las torres de la Castellana.
La policía de Tres Cantos, una ciudad a 22 kilómetros al
norte de Madrid, ha lanzado una alerta por la desaparición de una niña
de 13 años en Madrid. Se trata de Rocío, a la que apodan Rorry, a la que
se le perdió el rastro el jueves al mediodía, tras salir del colegio
concertado Las Mercedarias de la localidad. La
madre de Rocío ha declarado a EL PAÍS en conversación telefónica que no
quieren "ir más allá de lo que hemos difundido, de momento no estamos
preparados ni queremos que se especule con cosas que no son reales. Creemos que es una chiquillada, pero no sabemos más". También ha
descartado que su hija tuviera problemas de ningún tipo con alguien de
su entorno.
La menor, de 1,70 metros de estatura, 60 kilos de peso, pelo
largo y negro, ojos marrones, vestía en el momento de su desaparición
unas zapatillas de color blanco, leggins negros y una mochila de color
naranja con detalles azules "muy llamativa". "Desde ayer al mediodía no sabemos nada de mi hija Rocío, a
la que todos sus amigos conocen como Rorry. Estudia en El colegio de
"Las Mercedarias" aquí en Tres Cantos", ha escrito su padre, Fernando Millán, en un post de Facebook.
Sabemos que del colegio salió hacia Madrid ya que sacó dinero
una hora después en un cajero de Bankia que hay en una de las cuatro
torres de la Castellana. Desde esa hora no sabemos que ha sido de ella.
Desconocemos si sigue por Madrid, si ha regresado a Tres Cantos....",
añade.
La menor no lleva teléfono móvil.Varios
políticos, entre ellos la presidenta de la Comunidad de Madrid,
Cristina Cifuentes, se han sumado a la campaña para localizar a la
menor. La familia ha facilitado estos teléfonos de contacto por si
alguien la ha visto: 661838774 / 670527578 / 918063494.
El autor
denuncia la apropiación del nombre de su exesposa, la escritora Adelaida
García Morales, en la última novela de Elvira Navarro.
A comienzos de septiembre tuve noticia de que se iba a publicar una “biografía” de Adelaida García Morales centrada en los días previos a su muerte. Además de sorprenderme, el asunto me produjo una cierta inquietud, ya
que, como pude comprobar de inmediato, nadie se había puesto en contacto
con los familiares y amigos de Adelaida. Ni en el pueblo de Dos
Hermanas —en donde había vivido con su hijo mayor y falleció—, ni en
Sevilla —en donde residen sus hermanos y sobrinos—, ni en Madrid —en
donde vive su hijo menor—. Tuve que recurrir a Internet para encontrar alguna información al
respecto: en efecto, el libro existía. Se anunciaba bajo el título Los últimos días de Adelaida García Morales, había sido escrito por Elvira Navarro,
lo editaba Literatura Random House y saldría a la venta el 22 de
septiembre, la fecha exacta en que se cumplirían dos años de la muerte
de Adelaida. No se trataba de una biografía, sino de “una suerte de
falso documental en clave de ficción”; y, por lo leído, lo único real
que contenía el texto era una anécdota protagonizada por Adelaida pocos
días antes de morir, según la cual había acudido a la Delegación de
Igualdad del Ayuntamiento de Dos Hermanas pidiendo 50 euros para poder
ir a ver a su hijo en Madrid. Al parecer, este triste episodio había sido el principal motivo por
el que Elvira Navarro decidió escribir su libro, convirtiendo a Adelaida
García Morales en protagonista absoluta del mismo. De ahí no solamente
el título, sino también que en su portada figurase una foto coloreada de
Adelaida (imagen que, por cierto, yo tomé en blanco y negro años
atrás). Curiosamente, Navarro no tenía el menor problema en afirmar que
no sabía nada sobre los últimos días de Adelaida García Morales (salvo
la anécdota aludida) y que no había indagado sobre los mismos. Subrayaba
que su libro no era una biografía, sino una ficción. Así las cosas, no
pude evitar preguntarme con qué autoridad moral e intelectual se
apropiaba Elvira Navarro del nombre y los apellidos de la escritora
fallecida. Dada mi condición de exmarido de Adelaida, y pensando en el hijo que
ella y yo tuvimos, me preocupaba que el libro de Navarro incurriera en
un uso vano de nuestros nombres. Intentando salir de dudas cuanto antes,
y puesto que la obra no estaba aún a la venta, recurrí a un amigo que
conocía a Elvira Navarro para que me hiciese llegar, si era posible, un
ejemplar. Y así fue.
Tras la lectura pude comprobar que Navarro me hace irrumpir en su
texto en más de una ocasión, aludiendo no sólo a mi condición de
director de la película El Sur, sino también como expareja de
Adelaida.
Y aunque en la contraportada del libro se advierte al lector
que está ante un relato en “clave de ficción”, ante una “narración
cercana al falso documental”
Confieso que yo ignoraba que las ficciones de la novela másà la page
que se escribe hoy en España necesitaran de semejante furgón de cola
repleto de advertencias y cautelas. Un ejemplo: en el apartado
‘Aclaraciones’, Navarro, puesta a ordenar el tráfico, acentúa la
identidad de la obra delimitando el tránsito del lector y sus deberes
escribiendo lo siguiente: “Este libro es una obra de ficción. Todo lo
que se narra es falso, y en ningún caso debe leerse como una crónica de
los últimos días de Adelaida García Morales”. Esa referencia al carácter
“falso” de su propia narración delata en Navarro una confusión
elemental ante el hecho literario. Porque las ficciones narrativas
verdaderamente logradas no se ocupan de la disyuntiva verdadero-falso,
sino que partiendo de lo ficticio aspiran a alcanzar un vínculo sólido y
perdurable con lo verosímil. No se caracterizan por inspirarse necesariamente en lo real, sino por comunicar por sí mismas —sin el auxilio de un rasgo externo a ellas— un fondo de veracidad. Estupefacto, pensé que Elvira Navarro o bien era una cándida o bien
era una cínica. Y que, en cualquier caso, no había sido consciente en el
menor grado de lo que suponía su premisa literaria —la descarnada
utilización de las vidas ajenas—, y que no había sopesado ni por un
momento las consecuencias morales que su proceder pudiera causar en
terceras personas.
Pensé que la autora era una cándida o una cínica y que no había sopesado los efectos de su proceder en terceras personas
Como se ha repetido hasta la extenuación, de los últimos días de la
vida de Adelaida García Morales a Elvira Navarro sólo le había
interesado la anécdota que aquélla protagonizó al pedir dinero en el
Ayuntamiento de Dos Hermanas. El episodio se lo contó Rosario Izquierdo
Chaparro, socióloga empleada en la Delegación de Igualdad, que no había
presenciado directamente el hecho, sino que se lo había relatado una
compañera de trabajo. Un par de meses después de la muerte de Adelaida,
Izquierdo envió dos e-mails a su amiga escritora dándole cuenta
del caso y sus averiguaciones. No sabemos lo que Navarro le contestó
(curiosa omisión), pero lo que escribe Izquierdo no tiene desperdicio: “En fin, quería contártelo… Estoy triste. Qué mierda de país… Esto es
todo, querida. Como para escribir un relato a lo Raymond Carver, vamos”.
Está visto que para cierta clase de sensibilidades es imposible salir
del Panteón de la Literatura. La anécdota referida aparece en el libro de Elvira Navarro sumergida
en una ficción protagonizada por unos personajes de cartón piedra, meras
abstracciones al servicio de las obsesiones de la autora, como esa
documentalista —su intermediaria, quien mejor la representa en el
desarrollo de la trama— a la que traslada sus dudas: “Para la
realizadora”, ha declarado la escritora, “el conflicto está en hacer una
historia de ficción con una persona que existió de verdad”. Lejos de
cualquier género de ingenuidad, Navarro pone ahí el dedo en la llaga. Ante los peligros que le acechan, levanta una suerte de burladero
intelectual recurriendo a unas dramatis personae cuya función
básica no es otra que resguardarla de los riesgos que entraña pisar el
ruedo. Pero con este resultado: que la ficción que el libro contiene
hace aguas por todas partes mostrándose incapaz de alcanzar el auténtico
valor de la literatura, su cualidad desveladora, su capacidad de
despertar las ideas y las emociones del lector. En definitiva, una
trascendencia que no se da porque, lamentablemente, la raquítica
escritura de Elvira Navarro —incapaz de suspender la incredulidad del
lector— no alcanza aquí esa clase de redención.
Adelaida no fue una persona común; tampoco una fantasmagoría. Nunca logró integrarse en la sociedad, y eso la honra
No hay literatura inocente; y no sólo en relación a aquello que los
escritores pretenden contar.
Descendiendo al barro del negocio actual de
la literatura, más de uno habrá pensado y pensará que este uso de la
persona real de Adelaida García Morales posee también una dimensión
claramente publicitaria en el mercado.
Porque es evidente que, si Elvira
Navarro hubiese titulado su libro Los últimos días de Paquita Martínez, no habría producido las plusvalías mediáticas y comerciales de las que su autora se está beneficiando.
Adelaida no fue una persona común; tampoco una fantasmagoría. Logró cierta fama literaria, aunque efímera. Escribió siempre desde un dolor verdadero. Su herida primordial era muy profunda, venía de lejos. Nunca logró
integrarse en la sociedad de su tiempo, y eso la honra. Vivía en
precario en todos los planos de la existencia. Lo sé porque convivimos
durante mucho tiempo; también porque, tras nuestro divorcio, me mantuve
siempre próximo a ella. Sin embargo, el libro de Elvira Navarro entraña
una falsa reivindicación de su figura; desde una ignorancia temeraria,
no sólo banaliza su memoria como escritora, sino —lo que es peor— su
identidad como ser humano. Hechizada por arquetipos y leyendas con las
que abonar sus ideas, Navarro ni siquiera pensó seriamente que Adelaida
pudiera tener hijos, familiares y amigos dignos de respeto. Pero resulta
que sí: existen hijos, familiares y amigos que, en la medida de lo
posible, ayudamos a Adelaida, y que hoy, a la vista de ese libro que se
vende como una reconstrucción de sus últimos días —el equívoco está
servido y los medios ya han empezado a alimentarlo—, están sufriendo. De este dolor puedo dar fe, y no solamente en nombre propio. El caso
más cercano es el del hijo menor de Adelaida, que vive conmigo desde
hace 17 años, para quien la persona de su madre ha sido y sigue siendo
decisiva. El efecto de este libro en su conciencia puede ser grave. Hay pocos casos en la literatura española más o menos reciente que
cumplan de forma tan completa ese papel que a partir de ahora algunos le
van a adjudicar a Adelaida (y no sólo como escritora). Me refiero a esa
leyenda trufada de sensacionalismo periodístico y mala literatura que,
si nadie lo remedia, no va a hacer otra cosa que crecer y crecer. He
aquí un par de ejemplos: “Adelaida García Morales, Ángel Negro de la
literatura española”, según una crónica publicada en el diario Abc; “De vender miles de ejemplares a pedir dinero para el autobús”, titula El Confidencial.
Como era de esperar, al cabo de unas semanas de entrevistas a toda
página, la advertencia de Navarro de que su obra pertenece al género de
ficción ha acabado por resultar irrelevante. No pocos titulares
mediáticos se han lanzado a pregonar que el libro es una crónica de los
últimos días de Adelaida en la que ésta aparece como una indigente,
“hambrienta y desahuciada”, poseída además (gracias al fervor creativo
de Elvira Navarro) por grotescos delirios góticos. En suma, una imagen
estrafalaria y esperpéntica que nada tiene que ver con el carácter, el
aliento y el humor —sí, el humor— de la mujer que conocimos y cuya
memoria conservamos con el mayor de los respetos.
Este martes 20 de septiembre se ha conocido la noticia que ha partido
el corazón a miles de personas, de toda edad y condición, a lo largo y
ancho del mundo: Angelina Jolie y Brad Pitt se divorcian. Después de doce años como pareja y dos como matrimonio (se casaron en un castillo francés, acompañados por sus seis hijos, en agosto de 2014), ahora llega el divorcio. Pero, ¿por qué? Poco se sabe por el momento de los motivos
que han llevado a la pareja más carismática de Hollywood —y una de las
más ricas y poderosas— a tomar la decisión de romper su matrimonio y
separar su familia (ella quiere la custodia exclusiva, aunque acepta
visitas de él). Por ahora, esto es lo que dicen las fuentes más o menos
autorizadas al respecto. PARA FIARSELa más oficial de todos ha sido la
agencia Reuters. A las 18.19 ha enviado una nota de prensa con un
comunicado de Robert Offer, abogado de la actriz. "Esta decisión ha sido
tomada por la salud de la familia. Ella [Angelina Jolie] no va a hacer
ningún comentario, y pide que esta vez se respete la privacidad de la
familia". También ha sido oficial la reacción de la web de noticias de famosos E! Online. Allí ha hablado Geyer Kosinski, el manager de Jolie:
"Angelina está haciendo lo que es mejor para cuidar de sus hijos. Aprecia que todos comprendan su necesidad de privacidad ahora mismo". Los primeros que han dado cuenta de la noticia han sido los periodistas de TMZ. Esta página de cotilleos estadounidense es siempre de las más rápidas
en informar, aunque no siempre es la más fiable. Sin embargo, cuando
aciertan lo hacen con toda la exactitud: en junio de 2009, la web publicó la muerte de Michael Jackson apenas 18 minutos después del fallecimiento del cantante. En este caso también han acertado: han sido los primeros
en proclamar a los cuatro vientos el que ya es probablemente el
divorcio más sonado del siglo XXI. Ellos esgrimen como motivos que Jolie
está "harta" de los métodos de crianza de Pitt y que quiere criar por
sí misma a los niños, aunque permitiendo visitas de él. ecen durante este tiempo lleno de retos".
People sí que es un medio bastante fiable,
algo así como el BOE del corazón en Estados Unidos: si está ahí, es que
(considerando que es una revista del corazón…) es verdad. Este semanal
tiene línea directa con los representantes de medio Hollywood, de ahí
que sus noticias se confirmen con rapidez. Esta publicación habla de
"diferencias irreconciliables"… pero también cita a TMZ, que parece la fuente de todo ello.
PARA NO FIARSE TANTO (ES DECIR: COTILLEO) Ya está recalcado: TMZ
es rápida, pero a veces no es del todo fiable… al menos hasta que se
demuestre lo contrario. Así, la web afirma que otro de los motivos por
los que Angelina está harta de Brad Pitt es por su consumo de marihuana y
alcohol, algo que afecta en cómo cuida a los niños. Para cogerlo con
pinzas. MUCHO. Otra que le da sin pudor al rumore, rumore es Page Six. La publicación de cotilleos neoyorquina por excelencia señala que el
divorcio se debe a una tercera persona: Marion Cotillard. Según este
tabloide, la actriz francesa (a punto de estrenar Aliados,
en la que trabaja junto a Pitt) estaría implicada en un supuesto
romance con el actor. Incluso llegan a hablar de que Jolie ha cazado a
su esposo con Cotillard gracias a un detective privado. Además de
eso, apuntan a un motivo que sí parece algo más fiable. Según una fuente
a la que citan, Pitt querría seguir haciendo películas y trabajando en
Hollywood mientras que Jolie preferiría dedicarse a la ayuda
humanitaria, puesto que es Enviada Especial de la ONU para los
Refugiados desde 2012. Esa no sería su única causa: otros que hablan del tema, el Daily Mail, apuntan a que Jolie querría lanzarse a la política. Curiosamente, ese mismo motivo es el que daba el primer medio en dar pistas sobre un posible divorcio: US Weekly habló de separación hace tres meses, a finales del mes de junio. ¿Visión de futuro o casualidad? Eso sí: en People es donde primero ha hablado Pitt. Allí Pitt ha mandado un comunicado
en el que ha afirmado: "Estoy muy triste por esto, pero lo que más
importa ahora es el bienestar de nuestros hijos. Pido amablemente a la
prensa que les den el espacio que se merecen durante este tiempo lleno
de retos".
Las 57 cámaras de videovigilancia —35 tienen un 80 % de movilidad y
las 22 restantes son fijas—, que se reparten a lo largo de la autovía de
Barbanza (AG-11), se han convertido en uno de los principales pilares
de la investigación sobre el caso Diana Quer, la joven madrileña el
pasado 22 de agosto en A Pobra (A Coruña). Sin embargo, los
investigadores se han encontrado con un problema casi de bulto: los
vídeos no tienen la calidad suficiente para identificar las matrículas
de los vehículos, según informa La Voz de Galicia. Por
este motivo, está siendo muy complicado determinar el vehículo en el
que se cree que Diana, o su teléfono, pudo desplazarse aquella madrugada
entre A Pobra, localidad en la que fue vista por última vez, y Rianxo,
municipio en el que su móvil emitió la última señal antes de apagarse. CIENTOS DE LLAMADAS Por
su parte, el subdelegado del Gobierno en Lugo, Ramón Carballo, ha
confirmado que "se han recibido muchas llamadas, tanto de Pedrafita como
desde Castroverde" que sitúan a la joven desaparecida Diana Quer en esa
zona de la provincia lucense. "Hay cientos de llamadas que la Guardia Civil y la Policía atienden, hacen el seguimiento y se lo comunican al equipo que lleva la investigación". Por
ello, la Guardia Civil de Lugo "está haciendo un informe para pasárselo
al equipo de investigación que lleva el caso (en A Coruña), y, a partir
de ahí, a ver si llegan a alguna conclusión". "Esperamos que aparezca
lo más pronto posible", desea.