Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

1 oct 2016

Desaparecida una niña de 13 años tras salir del colegio en Madrid............................. Fran Serrato

La menor sacó dinero en un cajero automático en las torres de la Castellana.

La policía de Tres Cantos, una ciudad a 22 kilómetros al norte de Madrid, ha lanzado una alerta por la desaparición de una niña de 13 años en Madrid. 
Se trata de Rocío, a la que apodan Rorry, a la que se le perdió el rastro el jueves al mediodía, tras salir del colegio concertado Las Mercedarias de la localidad.
La madre de Rocío ha declarado a EL PAÍS en conversación telefónica que no quieren "ir más allá de lo que hemos difundido, de momento no estamos preparados ni queremos que se especule con cosas que no son reales.
 Creemos que es una chiquillada, pero no sabemos más". También ha descartado que su hija tuviera problemas de ningún tipo con alguien de su entorno.


La menor, de 1,70 metros de estatura, 60 kilos de peso, pelo largo y negro, ojos marrones, vestía en el momento de su desaparición unas zapatillas de color blanco, leggins negros y una mochila de color naranja con detalles azules "muy llamativa".
"Desde ayer al mediodía no sabemos nada de mi hija Rocío, a la que todos sus amigos conocen como Rorry.
 Estudia en El colegio de "Las Mercedarias" aquí en Tres Cantos", ha escrito su padre, Fernando Millán, en un post de Facebook.
Ayer cuando salió a las 13:45 del colegio, no llego a aparecer por casa para comer. 
Sabemos que del colegio salió hacia Madrid ya que sacó dinero una hora después en un cajero de Bankia que hay en una de las cuatro torres de la Castellana. Desde esa hora no sabemos que ha sido de ella. Desconocemos si sigue por Madrid, si ha regresado a Tres Cantos....", añade. 
La menor no lleva teléfono móvil. Varios políticos, entre ellos la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, se han sumado a la campaña para localizar a la menor.
 La familia ha facilitado estos teléfonos de contacto por si alguien la ha visto661838774 / 670527578 / 918063494.
Ver imagen en Twitter
Policía Tres Cantos

 

Una vida robada................................................................................. Víctor Erice

El autor denuncia la apropiación del nombre de su exesposa, la escritora Adelaida García Morales, en la última novela de Elvira Navarro.

Adelaida García Morales, retratada en 1990.
A comienzos de septiembre tuve noticia de que se iba a publicar una “biografía” de Adelaida García Morales centrada en los días previos a su muerte
 Además de sorprenderme, el asunto me produjo una cierta inquietud, ya que, como pude comprobar de inmediato, nadie se había puesto en contacto con los familiares y amigos de Adelaida. Ni en el pueblo de Dos Hermanas —en donde había vivido con su hijo mayor y falleció—, ni en Sevilla —en donde residen sus hermanos y sobrinos—, ni en Madrid —en donde vive su hijo menor—.
Tuve que recurrir a Internet para encontrar alguna información al respecto: en efecto, el libro existía.
 Se anunciaba bajo el título Los últimos días de Adelaida García Morales, había sido escrito por Elvira Navarro, lo editaba Literatura Random House y saldría a la venta el 22 de septiembre, la fecha exacta en que se cumplirían dos años de la muerte de Adelaida.
 No se trataba de una biografía, sino de “una suerte de falso documental en clave de ficción”; y, por lo leído, lo único real que contenía el texto era una anécdota protagonizada por Adelaida pocos días antes de morir, según la cual había acudido a la Delegación de Igualdad del Ayuntamiento de Dos Hermanas pidiendo 50 euros para poder ir a ver a su hijo en Madrid.
Al parecer, este triste episodio había sido el principal motivo por el que Elvira Navarro decidió escribir su libro, convirtiendo a Adelaida García Morales en protagonista absoluta del mismo. 
De ahí no solamente el título, sino también que en su portada figurase una foto coloreada de Adelaida (imagen que, por cierto, yo tomé en blanco y negro años atrás).
 Curiosamente, Navarro no tenía el menor problema en afirmar que no sabía nada sobre los últimos días de Adelaida García Morales (salvo la anécdota aludida) y que no había indagado sobre los mismos.
 Subrayaba que su libro no era una biografía, sino una ficción. Así las cosas, no pude evitar preguntarme con qué autoridad moral e intelectual se apropiaba Elvira Navarro del nombre y los apellidos de la escritora fallecida.
Dada mi condición de exmarido de Adelaida, y pensando en el hijo que ella y yo tuvimos, me preocupaba que el libro de Navarro incurriera en un uso vano de nuestros nombres.
 Intentando salir de dudas cuanto antes, y puesto que la obra no estaba aún a la venta, recurrí a un amigo que conocía a Elvira Navarro para que me hiciese llegar, si era posible, un ejemplar. 
Y así fue.
Tras la lectura pude comprobar que Navarro me hace irrumpir en su texto en más de una ocasión, aludiendo no sólo a mi condición de director de la película El Sur, sino también como expareja de Adelaida. 
Y aunque en la contraportada del libro se advierte al lector que está ante un relato en “clave de ficción”, ante una “narración cercana al falso documental”
 Confieso que yo ignoraba que las ficciones de la novela másà la page que se escribe hoy en España necesitaran de semejante furgón de cola repleto de advertencias y cautelas.
 Un ejemplo: en el apartado ‘Aclaraciones’, Navarro, puesta a ordenar el tráfico, acentúa la identidad de la obra delimitando el tránsito del lector y sus deberes escribiendo lo siguiente:
 “Este libro es una obra de ficción. Todo lo que se narra es falso, y en ningún caso debe leerse como una crónica de los últimos días de Adelaida García Morales”. 
Esa referencia al carácter “falso” de su propia narración delata en Navarro una confusión elemental ante el hecho literario.
 Porque las ficciones narrativas verdaderamente logradas no se ocupan de la disyuntiva verdadero-falso, sino que partiendo de lo ficticio aspiran a alcanzar un vínculo sólido y perdurable con lo verosímil.
 No se caracterizan por inspirarse necesariamente en lo real, sino por comunicar por sí mismas —sin el auxilio de un rasgo externo a ellas— un fondo de veracidad.
Estupefacto, pensé que Elvira Navarro o bien era una cándida o bien era una cínica.
 Y que, en cualquier caso, no había sido consciente en el menor grado de lo que suponía su premisa literaria —la descarnada utilización de las vidas ajenas—, y que no había sopesado ni por un momento las consecuencias morales que su proceder pudiera causar en terceras personas.
Pensé que la autora era una cándida o una cínica y que no había sopesado los efectos de su proceder en terceras personas
Como se ha repetido hasta la extenuación, de los últimos días de la vida de Adelaida García Morales a Elvira Navarro sólo le había interesado la anécdota que aquélla protagonizó al pedir dinero en el Ayuntamiento de Dos Hermanas.
 El episodio se lo contó Rosario Izquierdo Chaparro, socióloga empleada en la Delegación de Igualdad, que no había presenciado directamente el hecho, sino que se lo había relatado una compañera de trabajo.
 Un par de meses después de la muerte de Adelaida, Izquierdo envió dos e-mails a su amiga escritora dándole cuenta del caso y sus averiguaciones. 
No sabemos lo que Navarro le contestó (curiosa omisión), pero lo que escribe Izquierdo no tiene desperdicio:
 “En fin, quería contártelo… Estoy triste.
 Qué mierda de país… Esto es todo, querida.
 Como para escribir un relato a lo Raymond Carver, vamos”. Está visto que para cierta clase de sensibilidades es imposible salir del Panteón de la Literatura.
La anécdota referida aparece en el libro de Elvira Navarro sumergida en una ficción protagonizada por unos personajes de cartón piedra, meras abstracciones al servicio de las obsesiones de la autora, como esa documentalista —su intermediaria, quien mejor la representa en el desarrollo de la trama— a la que traslada sus dudas: 
“Para la realizadora”, ha declarado la escritora, “el conflicto está en hacer una historia de ficción con una persona que existió de verdad”. Lejos de cualquier género de ingenuidad, Navarro pone ahí el dedo en la llaga. 
 Ante los peligros que le acechan, levanta una suerte de burladero intelectual recurriendo a unas dramatis personae cuya función básica no es otra que resguardarla de los riesgos que entraña pisar el ruedo.
 Pero con este resultado: que la ficción que el libro contiene hace aguas por todas partes mostrándose incapaz de alcanzar el auténtico valor de la literatura, su cualidad desveladora, su capacidad de despertar las ideas y las emociones del lector.
 En definitiva, una trascendencia que no se da porque, lamentablemente, la raquítica escritura de Elvira Navarro —incapaz de suspender la incredulidad del lector— no alcanza aquí esa clase de redención.
Adelaida no fue una persona común; tampoco una fantasmagoría. Nunca logró integrarse en la sociedad, y eso la honra
No hay literatura inocente; y no sólo en relación a aquello que los escritores pretenden contar. 
Descendiendo al barro del negocio actual de la literatura, más de uno habrá pensado y pensará que este uso de la persona real de Adelaida García Morales posee también una dimensión claramente publicitaria en el mercado.
 Porque es evidente que, si Elvira Navarro hubiese titulado su libro Los últimos días de Paquita Martínez, no habría producido las plusvalías mediáticas y comerciales de las que su autora se está beneficiando. Adelaida no fue una persona común; tampoco una fantasmagoría. Logró cierta fama literaria, aunque efímera.
 Escribió siempre desde un dolor verdadero.
 Su herida primordial era muy profunda, venía de lejos.
 Nunca logró integrarse en la sociedad de su tiempo, y eso la honra. Vivía en precario en todos los planos de la existencia. 
Lo sé porque convivimos durante mucho tiempo; también porque, tras nuestro divorcio, me mantuve siempre próximo a ella. Sin embargo, el libro de Elvira Navarro entraña una falsa reivindicación de su figura; desde una ignorancia temeraria, no sólo banaliza su memoria como escritora, sino —lo que es peor— su identidad como ser humano.
 Hechizada por arquetipos y leyendas con las que abonar sus ideas, Navarro ni siquiera pensó seriamente que Adelaida pudiera tener hijos, familiares y amigos dignos de respeto. 
Pero resulta que sí: existen hijos, familiares y amigos que, en la medida de lo posible, ayudamos a Adelaida, y que hoy, a la vista de ese libro que se vende como una reconstrucción de sus últimos días —el equívoco está servido y los medios ya han empezado a alimentarlo—, están sufriendo.
De este dolor puedo dar fe, y no solamente en nombre propio. El caso más cercano es el del hijo menor de Adelaida, que vive conmigo desde hace 17 años, para quien la persona de su madre ha sido y sigue siendo decisiva. El efecto de este libro en su conciencia puede ser grave.
Hay pocos casos en la literatura española más o menos reciente que cumplan de forma tan completa ese papel que a partir de ahora algunos le van a adjudicar a Adelaida (y no sólo como escritora). Me refiero a esa leyenda trufada de sensacionalismo periodístico y mala literatura que, si nadie lo remedia, no va a hacer otra cosa que crecer y crecer. 
He aquí un par de ejemplos: “Adelaida García Morales, Ángel Negro de la literatura española”, según una crónica publicada en el diario Abc;
  “De vender miles de ejemplares a pedir dinero para el autobús”, titula El Confidencial.

Como era de esperar, al cabo de unas semanas de entrevistas a toda página, la advertencia de Navarro de que su obra pertenece al género de ficción ha acabado por resultar irrelevante.
 No pocos titulares mediáticos se han lanzado a pregonar que el libro es una crónica de los últimos días de Adelaida en la que ésta aparece como una indigente, “hambrienta y desahuciada”, poseída además (gracias al fervor creativo de Elvira Navarro) por grotescos delirios góticos.
 En suma, una imagen estrafalaria y esperpéntica que nada tiene que ver con el carácter, el aliento y el humor —sí, el humor— de la mujer que conocimos y cuya memoria conservamos con el mayor de los respetos.
Víctor Erice es cineasta, director de El Sur.


 

30 sept 2016

¿Por qué se divorcian Angelina Jolie y Brad Pitt? Lo que se sabe de verdad y lo que no

Este martes 20 de septiembre se ha conocido la noticia que ha partido el corazón a miles de personas, de toda edad y condición, a lo largo y ancho del mundo: Angelina Jolie y Brad Pitt se divorcian.
Después de doce años como pareja y dos como matrimonio (se casaron en un castillo francés, acompañados por sus seis hijos, en agosto de 2014), ahora llega el divorcio.
 Pero, ¿por qué?
Poco se sabe por el momento de los motivos que han llevado a la pareja más carismática de Hollywood —y una de las más ricas y poderosas— a tomar la decisión de romper su matrimonio y separar su familia (ella quiere la custodia exclusiva, aunque acepta visitas de él).
 Por ahora, esto es lo que dicen las fuentes más o menos autorizadas al respecto.
PARA FIARSELa más oficial de todos ha sido la agencia Reuters.
 A las 18.19 ha enviado una nota de prensa con un comunicado de Robert Offer, abogado de la actriz.
 "Esta decisión ha sido tomada por la salud de la familia. Ella [Angelina Jolie] no va a hacer ningún comentario, y pide que esta vez se respete la privacidad de la familia".
También ha sido oficial la reacción de la web de noticias de famosos E! Online.
 Allí ha hablado Geyer Kosinski, el manager de Jolie: "Angelina está haciendo lo que es mejor para cuidar de sus hijos. 
 Aprecia que todos comprendan su necesidad de privacidad ahora mismo".
Los primeros que han dado cuenta de la noticia han sido los periodistas de TMZ.
 Esta página de cotilleos estadounidense es siempre de las más rápidas en informar, aunque no siempre es la más fiable.
 Sin embargo, cuando aciertan lo hacen con toda la exactitud: en junio de 2009, la web publicó la muerte de Michael Jackson apenas 18 minutos después del fallecimiento del cantante.
En este caso también han acertado: han sido los primeros en proclamar a los cuatro vientos el que ya es probablemente el divorcio más sonado del siglo XXI. 
Ellos esgrimen como motivos que Jolie está "harta" de los métodos de crianza de Pitt y que quiere criar por sí misma a los niños, aunque permitiendo visitas de él.
 ecen durante este tiempo lleno de retos".
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People sí que es un medio bastante fiable, algo así como el BOE del corazón en Estados Unidos: si está ahí, es que (considerando que es una revista del corazón…) es verdad. 
Este semanal tiene línea directa con los representantes de medio Hollywood, de ahí que sus noticias se confirmen con rapidez. 
Esta publicación habla de "diferencias irreconciliables"… pero también cita a TMZ, que parece la fuente de todo ello.

PARA NO FIARSE TANTO (ES DECIR: COTILLEO)
Ya está recalcado: TMZ es rápida, pero a veces no es del todo fiable… al menos hasta que se demuestre lo contrario.
 Así, la web afirma que otro de los motivos por los que Angelina está harta de Brad Pitt es por su consumo de marihuana y alcohol, algo que afecta en cómo cuida a los niños. 
Para cogerlo con pinzas. MUCHO.
Otra que le da sin pudor al rumore, rumore es Page Six.
 La publicación de cotilleos neoyorquina por excelencia señala que el divorcio se debe a una tercera persona: Marion Cotillard.
 Según este tabloide, la actriz francesa (a punto de estrenar Aliados, en la que trabaja junto a Pitt) estaría implicada en un supuesto romance con el actor.
 Incluso llegan a hablar de que Jolie ha cazado a su esposo con Cotillard gracias a un detective privado.
Además de eso, apuntan a un motivo que sí parece algo más fiable. Según una fuente a la que citan, Pitt querría seguir haciendo películas y trabajando en Hollywood mientras que Jolie preferiría dedicarse a la ayuda humanitaria, puesto que es Enviada Especial de la ONU para los Refugiados desde 2012.
Esa no sería su única causa: otros que hablan del tema, el Daily Mail, apuntan a que Jolie querría lanzarse a la política. Curiosamente, ese mismo motivo es el que daba el primer medio en dar pistas sobre un posible divorcio: US Weekly habló de separación hace tres meses, a finales del mes de junio. ¿Visión de futuro o casualidad?
Eso sí: en People es donde primero ha hablado Pitt.
 Allí Pitt ha mandado un comunicado en el que ha afirmado: "Estoy muy triste por esto, pero lo que más importa ahora es el bienestar de nuestros hijos.
 Pido amablemente a la prensa que les den el espacio que se merecen durante este tiempo lleno de retos".




BRAD PITT ANGELINA JOLIE BAFTA 2014

La falta de nitidez de las cámaras dificulta la búsqueda de Diana Quer



Las 57 cámaras de videovigilancia —35 tienen un 80 % de movilidad y las 22 restantes son fijas—, que se reparten a lo largo de la autovía de Barbanza (AG-11), se han convertido en uno de los principales pilares de la investigación sobre el caso Diana Quer, la joven madrileña el pasado 22 de agosto en A Pobra (A Coruña).
Sin embargo, los investigadores se han encontrado con un problema casi de bulto: los vídeos no tienen la calidad suficiente para identificar las matrículas de los vehículos, según informa La Voz de Galicia.
Por este motivo, está siendo muy complicado determinar el vehículo en el que se cree que Diana, o su teléfono, pudo desplazarse aquella madrugada entre A Pobra, localidad en la que fue vista por última vez, y Rianxo, municipio en el que su móvil emitió la última señal antes de apagarse.
CIENTOS DE LLAMADAS
Por su parte, el subdelegado del Gobierno en Lugo, Ramón Carballo, ha confirmado que "se han recibido muchas llamadas, tanto de Pedrafita como desde Castroverde" que sitúan a la joven desaparecida Diana Quer en esa zona de la provincia lucense.
"Hay cientos de llamadas que la Guardia Civil y la Policía atienden, hacen el seguimiento y se lo comunican al equipo que lleva la investigación".
Por ello, la Guardia Civil de Lugo "está haciendo un informe para pasárselo al equipo de investigación que lleva el caso (en A Coruña), y, a partir de ahí, a ver si llegan a alguna conclusión". "Esperamos que aparezca lo más pronto posible", desea.
QUER