Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

12 ago 2016

Exorcizando la nostalgia................................................................ Jordi Costa

'Cazafantasmas' es una película mucho más enérgica, bien construida y graciosa que el original.

Las cuatro protagonistas de 'Cazafantasmas' en una escena de la película.
No respondió a ninguna decisión azarosa el hecho de que la primera película que “suecaron” Jack Black y Mos Def en la extraordinaria Rebobine, por favor (2008) fuese precisamente Los cazafantasmas (1984).
 La película de Michel Gondry celebraba el cine como ritual colectivo —y como apropiación comunitaria— y la elección de la película de Ivan Reitman funcionaba como icono de un pasado en el que el consumo audiovisual aún tenía su primordial territorio eucarístico en el espacio de la platea.
 Por otro lado, el gesto de Gondry contenía otro subtexto relevante:
 Los cazafantasmas ya no era tanto patrimonio de sus creadores como de los consumidores que elevaron la película a la condición de pieza insustituible en su educación sentimental.
No hay duda de que hay mucho que añorar del cine espectáculo de los 80, aunque algunos no tengamos Los cazafantasmas precisamente en un altar y a pesar de que ciertas actitudes nostálgicas numantinas bloqueen la posibilidad de apreciar los nuevos retos y alicientes del cine contemporáneo. A este crítico, Los cazafantasmas de Ivan Reitman le pareció, en su momento, una comedia con una gracia más bien escasa: su revisión a pocos días de esta resurrección del mito reafirma esa sensación y suma la convicción de que su construcción narrativa tendía a lo gratuito y deslavazado.
No obstante, la curiosidad por comprobar qué habían hecho Paul Feig —cuya trayectoria desde La boda de mi mejor amiga (2011) es de las más consistentes en el terreno de la comedia americana— y su reparto femenino con esa memoria de los 80 era considerable.
Cazafantasmas —trabajo que uno no sabe si tildar de remake o refundación— es una película mucho más enérgica, electrizante, ingeniosa, bien construida y graciosa que el original en que se inspira.
Los ecos del modelo y las muy bien repartidas sorpresas mitómanas nunca se interponen a la feliz dinámica de equipo de un reparto —McCarthy, Wiig, McKinnon, Jones— que coloca un constante juego de réplicas en forma de ping-pong de agudezas donde sus antecesores masculinos parecían ejecutar un perezoso partido de golf.
 Todo funciona: incluso la pirotecnia de efectos delirantes.

 

Música redentora (EL PROFESOR DE VIOLÍN)................................................ Jordi Costa

Sergio Machado logra sortear la sensación de 'déjà vu' mediante una concienzuda caracterización de personajes.

Fotograma de la película 'El profesor de violín'.
En El profesor de violín, un músico que ve frustrada su audición para el ingreso en la Orquesta Sinfónica del Estado de São Paulo por puro bloqueo personal recala como docente en un instituto de la desbordada favela Heliópolis.
 El punto de partida sienta las bases de un clásico relato de épica educativa, con un protagonista obligado a bregar con un alumnado beligerante en un entorno hostil.
 Una historia mil veces contada que avanza hacia la consabida catarsis donde el arte se convertirá en herramienta inspiradora. Sergio Machado, en su tercer largometraje de ficción, logra sortear la sensación de déjà vu mediante una concienzuda caracterización de personajes alérgica a estereotipos —un profesor lejos del molde del empático santo laico— y una puesta en escena que, privilegiando lo sensorial, captura el contraste entre el aséptico e impersonal São Paulo de clase media y la vida caótica en la favela.
Basada en la obra teatral Acorda Brasil del multimillonario y filántropo Antônio Ermírio de Moraes, El profesor de violín fantasea en torno a un hipotético origen para la Orquesta Sinfónica de Heliópolis, fundada en realidad por el sacerdote Silvio Baccarelli a partir de sus proyectos docentes en la favela desde la segunda mitad de los 90.
 Machado transforma ese material en una película idealista, pero no almibarada que, con la complicidad de un reparto muy preciso en cada nota, reivindica algo cada vez más necesitado de buenos abogados defensores: la enseñanza de Humanidades como forma de esculpir el alma y la mirada.

 

Famosos en los Juegos de Río

Eddie Redmayne, Matthew McConaughey o Alberto de Mónaco disfrutan de la competición olímpica y apoyan a las selecciones de sus países.

El actor Eddie Redmayne y su mujer y, a la derecha, Matthew McConaughey con su esposa. getty images / efe

Gary Cooper que estás en los Cielos