Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

6 ago 2016

No sabía mucho de racismo hasta que me mudé a EEUU y lo viví personalmente........................Isabella Grullón

Se lo intentaba explicar a familiares y amigos, pero se burlaban de mí.

 Este hombre negro estaba vendiendo cigarrillos ilegalmente en una de las miles de esquinas de Nueva York.
 Esto fue razón suficiente para que un policía le inmovilizase hasta matarlo, a pesar de que iba desarmado y gritó varias veces que no podía respirar.
 Exactamente un mes después de la muerte de Garner empecé a estudiar en Ithaca College, una pequeña universidad en el norte del Estado de Nueva York, a cuatro horas de la esquina donde él vendía sus cigarrillos.
 Nunca pensé que la muerte de ese señor terminaría afectando mi vida en Ithaca, mi relación con el color de mi piel y lo que significa ser latina.

No me malinterpreten, yo siempre he sabido que soy latina y siempre he estado orgullosa de serlo.
 Lo que no entendía era cómo los latinos nos habíamos convertido en una sola raza y cómo nuestra raza se había reducido a un solo color, cuando hay 20 países en América Latina y cada uno de ellos tiene personas y culturas de todo tipo, de regiones indígenas a descendientes de Europa.
Aclaro que esta no era mi primera vez en Estados Unidos (EE UU)
. Por cosas de la vida, nací en Nueva York pero me crié entre República Dominicana y Colombia. Asistí a colegios americanos en donde aprendí inglés y español a la vez y había pasado muchos veranos en EE UU.
Pero al llegar me tocó aprender de manera rápida y agresiva que yo soy una mujer de color.
 Aunque soy pálida, pertenezco a esa mayoría que son las personas de color. 
Los blancos (europeos y americanos puros) eran del primer mundo, una sociedad organizada y civilizada. 
El resto de nosotros (latinos, árabes, africanos, asiáticos, indígenas, etc.), entre miles de otras designaciones y culturas, éramos los inferiores. 
Se lo intentaba explicar a familiares y amigos, pero todos se burlaban de mí por decir semejante cosa.
Me tocó aprender también que el racismo es un sufrimiento colectivo y que lo que le pasa a uno nos afecta a todos. 
Después de ser agrupados durante tantos años bajo etiquetas coloridas, se termina creando un vínculo solidario con todos aquellos que sufren las mismas injusticias
. Quizás por esto mis mejores amigos terminaron siendo un grupo de personas de todas las esquinas del mundo.
 Todos llegamos sabiendo que existían prejuicios, pero el clima racial que nos esperaba estaba en realidad lleno de hostilidad y tensiones políticas.
 Mi historia es la suya, igual que la de ellos es mía.

Cuando llegué a Ithaca la discriminación racial se servía en forma de microagresiones. Preguntas ignorantes y estereotípicas que suenan más a insultos que a curiosidad.
- “¿Vendes cocaína?”.
- “¿Por qué no comes comida picante?” “¿Los tacos llevan tal y tal cosa?” (La comida colombiana no es como la mexicana...).
- “¿En Colombia hay internet?”.
- “¿Cómo aprendiste inglés?” (De la misma manera que tú aprendiste francés, estudiando).
Después evolucionó a que me llevasen a fiestas como objeto exótico, presumiendo de que tenían una amiga colombodominicana como si fuera un trofeo.
 Algunos de los profesores me utilizaban como ejemplo de la movilidad social, sin saber que venía de una posición socioeconómica alta en Colombia y República Dominicana, asumiendo que venía de la pobreza por el hecho de ser latina.
 Me fui dando cuenta de que a las personas de mi alrededor también les afectaría de dónde vengo: a mi novio y a muchos de mis amigos les preguntaron qué hacían con alguien del Cartel de Cali, como si el dinero colombiano solo viniese de la droga.
Recuerdo especialmente el día que me echaron de una fiesta por estar hablando español.
 Había entrando en la casa por casualidad, y después de hablarle brevemente a un amigo en español, un insolente con una tremenda borrachera nos echó, diciendo que aquello era América y que había que hablar inglés.
 Por la tensión política que se vive en mi universidad por las elecciones de 2016 nunca conté nada de aquel encuentro, que pasó en una casa de apasionados seguidores de Donald Trump.
Vi también cómo trataban a mis amigos
. A una le dijeron que era muy negra para ser latina.
 A otra no le creían que estaba enferma y sus profesores la acusaron de vaga (de mano del estereotipo de que los afroamericanos no trabajan).
 A un amigo de Pakistán un profesor le preguntó medio en broma: "¿Tú no serás terrorista?", como si el tono jocoso lo hiciese menos insultante, y a otro que estaba con unos conocidos le pidieron que dejara de rezar (es musulmán y lo hace cinco veces al día).
Cuantas más cosas nos pasaban, más me sumaba a protestas sobre injusticias raciales.
 Me dediqué a asistir a clases de política, me puse a buscar información sobre la injusticia racial estadounidense y me decidí a ser periodista en EE UU para contar las historias que los medios silencian (aunque Mic, Vice y Fusion se han convertido en mis mejores amigos).
El día a día de las personas de color en Estados Unidos es muy distinto del de las personas blancas. Desde lo más mínimo, como no ver a representantes de su raza en la televisión, a ser insultados y catalogados como criminales por el color de su piel.
 Con la muerte de Eric Garner y después la de Michael Brown en la Florida, y con el comienzo de Black Lives Matter, la línea entre ser blanco y de color se volvió aún más visible.

 

Es triste que el sistema educativo de EE UU no explique por qué en la práctica sigue habiendo segregación racial en el país.
 Es triste que intenten borrar las injusticias cometidas ante latinos, negros, asiáticos, indígenas, árabes, etc. mientras nos siguen estigmatizando a punta de películas y de una historia mal contada.
Son muchas tristezas, lo sé.
Pero de ellas he aprendido a apreciar las diferencias entre las personas y a la vez, a no hacer distinciones.
 Me he dado cuenta de que todo lo que pasa en el mundo tiene una razón que usualmente no vemos y hay que buscar nuevas perspectivas para rellenar los espacios en blanco de las historias oficiales
. He aprendido cómo hacerse escuchar, cómo usar mi voz para el cambio social y cómo impedir que conviertan mi cultura en un simple murmullo

Caminos sobre el agua........................................................ Javier Martín

Lisboa recuerda los 50 años del primer puente que unió las orillas del Tajo en su desembocadura y se erigió en un icono de la ciudad, como otros viaductos por todo el mundo.

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Trabajadores en las obras de construcción del puente 25 de Abril sobre el Tajo, en una imagen del Archivo Municipal de Lisboa.

Le preguntaron al gran dictador: “¿Y usted por qué cree que será recordado?”, Y António Oliveira de Salazar, que era un escéptico reconsagrado, contestó: por el puente
. Hoy, 6 de agosto, se cumplen 50 años del Golden Gate lisboeta, el primer puente que unió las dos orillas de la desembocadura del Tajo, obra fundamental en la historia arquitectónica de la ciudad y también del mundo, pues por entonces solo existían cuatro más largos que él, todos en Estados Unidos.
Al igual que sucede con San Francisco, el puente rojo de Lisboa, entre el azul del cielo y el agua y el verde de los montes, es la imagen icónica de la ciudad.
 Los colores ayudan a extender la leyenda entre los dos puentes, aunque arquitectónicamente no hay tal ligazón.
 Las ciudades de Lisboa y San Francisco se comunican por un puente, pero la similitud arquitectónica del mismo no es con el Golden Gate (1937) sino con Bay Bridge (1936), que une la ciudad californiana con Oakland.Aquel y el portugués fueron levantados por la misma empresa, la United States Steel Export que, 25 años antes, ya había presentado al Gobierno portugués su proyecto para conectar las riberas del Tajo.
La unión terrestre en la desembocadura del río era una vieja aspiración de Portugal.
 En 1875 se presentó el primer proyecto, pero solo Salazar lo concretó casi un siglo después.
 El dictador dirigió el país de 1932 a 1968, dos años antes de morir en una hamaca, por así decirlo. Aunque se extendieron rumores sobre un atentado, lo cierto es que se cayó de una silla, sufriendo una lesión craneal.
 En una muestra del carácter portugués, hasta que murió siguió recibiendo a personalidades como si fuera primer ministro
. Se prefirió no decirle que había sido relevado de sus cargos.

 

De toda su obra en 36 años de mandato, protagonista de la neutralidad de su país en las dos guerras mundiales —y su influencia en Franco para que España no entrara en la Segunda— y administrador de un imperio colonial, Salazar, de formación económica y frugalidad extrema, pensó que su posteridad iba a ir ligada al puente, que solo llevó su nombre durante ocho años. Desde la Revolución de los Claveles de 1974, se llama 25 de abril.
El puente cambió Lisboa y Portugal
. En la otra orilla crecieron las ciudades dormitorio, pero también facilitó la comunicación con el Algarve, en la zona sur del país, y su posterior desarrollo turístico.
 Como tituló Diario de Notícias, el día de su bautizo el 6 de agosto, era “el gran símbolo del futuro” para Portugal.
Después de decenas de proyectos y un concurso internacional, las obras del puente se iniciaron en 1962.
 Había que cubrir una distancia de 2.277 metros, 70 metros por encima del agua, aunque las torres principales se alzan 190 metros y se sumergen otros 79.
Durante los cuatro años de construcción murieron diez obreros y llegaron a trabajar a la vez 2.800 personas.
Para orgullo del régimen, la obra se finalizó con seis meses de antelación.
La ingeniería y la solución de las torres con aspas en medio son copia del Bay Bridge, que une San Francisco con Oakland.
 Sin embargo, es el color lo que le identifica entre sus ciudadanos, de ahí la mencionada comparación con el Golden Gate, estéticamente más parecido.

Color terracota

En Lisboa, la elección del color no fue tan polémica como en California
. En la capital portuguesa se creó una comisión de ingenieros y arquitectos que divagaban entre el gris plata o el gris mate, hasta que el escultor italo-americano Beniamino Benvenuto Bufano apostó por el terracota, para combinar con un paisaje azul y verde, y destacar entre los frecuentes días de niebla.
Aquel terracota es el rojo de hoy, aunque si alguien quiere pintar su casa exactamente del mismo tono debe pedirle al droguero que mezcle un poquito de negro (6%), bastante de magenta (69%) y mucho de amarillo (100%).
 Ese es el rojo Golden Gate, que técnicamente recibe el nombre international orange.
Desde 1998, Lisboa extiende sobre el río un segundo puente, el Vasco de Gama, más largo (17.000 metros) y cómodo y moderno, lógicamente, pero la imagen de Lisboa es una puesta de sol con el rojo cobrizo del puente que hoy cumple 50 años.

Caza nocturna de Pokémons en el Retiro................................................ Pablo Mediavilla Costa

Jóvenes y adultos se reúnen en uno de los mejores sitios de Madrid para el juego.

Jugadores de Pokémon Go se reúnen en el Retiro cada noche. P. Mediavilla Costa
Hace un tiempo, el monumento a Alfonso XII junto al estanque del Retiro solía llenarse de gente que bailaba y saludaba la noche al ritmo de tambores
. La estampa actual, con centenares de jóvenes y adultos reunidos para jugar a Pokémon Go, es más silenciosa.
 Del murmullo escapa, a veces, el extraño nombre de los personajes de la aplicación de realidad aumentada creada por Niantic para Nintendo.
 "Me gusta caminar y el juego me llamó la atención desde el primer día. Creo que es la cuarta vez que vengo aquí", dice Adolfo, de 37 años.
 Pasa un grupo de chicos y uno grita, sin mucho éxito de réplica: "¡Vivan los Pokémon!".
La variedad de las personas congregadas en el Retiro da una idea de la revolución que ha supuesto el juego para móviles.
 Alexia y Rubén detienen el carrito donde llevan a sus recién nacidos para jugar un rato. "No sé cómo, pero pude descargármelo el día de antes de su lanzamiento en España.
 Juego bastante, pero es la primera vez que venimos aquí", dice Rubén. Es muy frecuente ver a padres acompañando a sus hijos. "Desde mi punto de vista es un poco aburrido, pero a él le encanta y es un motivo para salir", dice Roy, que está con su hijo Matías, de ocho años.
Bajo el monumento, un grupo comenta que deberían aparecer Pokémons más raros y valiosos. Demetrio, de 35 años, dice que se han conocido jugando y que el lugar elegido es ideal por la presencia de tres pokeparadas, puntos geolocalizados donde los usuarios pueden conseguir más objetos y personajes necesarios para completar el juego.
"El Retiro es un sitio precioso y libre de tráfico y demás cosas que pueden poner en peligro a una persona cuando está jugando en un mundo virtual dentro del mundo real", afirma.

Con más de 100 millones de descargas en todo el mundo y menos de un mes de vida, Pokémon Go se ha convertido en uno de los videojuegos más exitosos de la historia.
 La ampliación prevista de las funciones cuando la aplicación supere la fase beta o provisional en la que se encuentra, entre ellas, la comunicación entre jugadores, puede dar un nuevo empuje a un fenómeno con imprevisibles y prometedoras consecuencias para la forma de comerciar y anunciarse. La aceptación que ha tenido y la capacidad de movilización en las ciudades de grupos de centenares y hasta miles de personas a un tiempo también ha generado preocupación y más de un incidente.  Una pareja escucha una canción de Dire Straits en unos altavoces inalámbricos junto a la orilla del estanque.
 Aunque el lugar está más vacío que al caer la noche, todavía hay muchos cazadores pegados a las pantallas de sus móviles.
 En el camino de salida del parque, por entre los árboles, se ven caras iluminadas aquí y allá. "Me he cansado de caminar, aquí se está mucho mejor", dice uno de ellos.

 

Elena Anaya: “El ‘star system’ no existe en España”................................................ Carles Geli

Estrena dos películas y tiene pendientes otras tantas.

 La actriz dice ser exigente, lo que le lleva a rechazar trabajos. Ella está convencida de que un actor se forma dentro y fuera de las aulas.

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La actriz Elena Anaya.
“No me comporto distinto aquí que con mis amigos; no tengo un personaje del que me vista y me proteja”, dice Elena Anaya (Palencia, 1975), que se presenta en el jardín del Ateneu Barcelonès “con la cara lavada y la camisa que llevaba en la bolsa”, ligero equipaje de una anónima escapada a la capital catalana
. Motivos para una actitud antitética los tendría, según el antipático arquetipo del sector: la Goya a la mejor actriz en 2011 (La piel que habito) estrenó ayer La memoria del agua y la semana pasada, Zipi y Zape y la isla del capitán.
Y le quedan más: The Infiltrator, Swung, Wonder Woman, Lejos del mar… De cristal fino, menuda y voz queda, vive como actúa: la fuerza, trabajada, está dentro, semilla plantada por su madre.

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La actriz Elena Anaya.
“No me comporto distinto aquí que con mis amigos; no tengo un personaje del que me vista y me proteja”, dice Elena Anaya (Palencia, 1975), que se presenta en el jardín del Ateneu Barcelonès “con la cara lavada y la camisa que llevaba en la bolsa”, ligero equipaje de una anónima escapada a la capital catalana. Motivos para una actitud antitética los tendría, según el antipático arquetipo del sector: la Goya a la mejor actriz en 2011 (La piel que habito) estrenó ayer La memoria del agua y la semana pasada, Zipi y Zape y la isla del capitán. Y le quedan más: The Infiltrator, Swung, Wonder Woman, Lejos del mar… De cristal fino, menuda y voz queda, vive como actúa: la fuerza, trabajada, está dentro, semilla plantada por su madre.
Pregunta. ¿Qué se le pregunta primero, por el último modelito que llevaba en la pasarela roja o si es más de Tarkowsky o de la Nouvelle Vague?
Respuesta. Ni me acuerdo de cuál fue mi última alfombra roja. Una de verdad, la de los Oscar de 2014… Pero no viajo nunca con un vestido así, ni lo tengo en el armario.
Esa vez me lo prestaron…
 El cine nos permite soñar como casi nada más en el mundo, pero no soy una persona cultísima del cine.
No he estudiado imagen y sonido, no he ido a facultades. Mi facultad es el estudiar aquí y ahora e intentar contar una historia y convencer al público de que soy esa persona de la que me disfrazo en cada proyecto.
Elena Anaya, caracterizada como su personaje de Señorita Pam en 'Zipi y Zape y la isla del capitán
 
P. No superó a la primera las pruebas de la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y…
R. Sí, sí, y a la primera… Corren tantas cosas estúpidas por Internet… Aprobé y con nota bastante alta, aunque nunca fui buena estudiante; pero me echaron al segundo año: la actuación que yo quería aprender era más moderna.
 Sí hace falta estudiar. Victoria Abril, amiga íntima, detesta las escuelas, lo encuentra ridículo y absurdo y yo la intento convencer diciéndole que te abre tanto…
 Llevo 22 años en esto y sigo con mi preparación, con actores profesionales reconocidos, pero prefiero juntarme con gente con mucha menos experiencia, ver su frescura, observar el diamante en bruto que tiene un actor al que no le han cercenado a golpes y pulido tanto…
P. ¿Y qué aprende viéndoles?
R. Es maravilloso: recordar lo básico, el aquí y ahora… Revivir lo que aprendí yo, ver lo que le está pasando a él y pensar que quizá cometo el mismo error.
 Hay que huir del camino cómodo, la actuación ha de ser un campo a través, un camino virgen, salvaje…
P. ¿No es innato actuar, especialmente en los grandes, como en el fútbol Messi o Cristiano Ronaldo?
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La actriz Elena Anaya.
“No me comporto distinto aquí que con mis amigos; no tengo un personaje del que me vista y me proteja”, dice Elena Anaya (Palencia, 1975), que se presenta en el jardín del Ateneu Barcelonès “con la cara lavada y la camisa que llevaba en la bolsa”, ligero equipaje de una anónima escapada a la capital catalana. Motivos para una actitud antitética los tendría, según el antipático arquetipo del sector: la Goya a la mejor actriz en 2011 (La piel que habito) estrenó ayer La memoria del agua y la semana pasada, Zipi y Zape y la isla del capitán. Y le quedan más: The Infiltrator, Swung, Wonder Woman, Lejos del mar… De cristal fino, menuda y voz queda, vive como actúa: la fuerza, trabajada, está dentro, semilla plantada por su madre.
Pregunta. ¿Qué se le pregunta primero, por el último modelito que llevaba en la pasarela roja o si es más de Tarkowsky o de la Nouvelle Vague?
Respuesta. Ni me acuerdo de cuál fue mi última alfombra roja. Una de verdad, la de los Oscar de 2014… Pero no viajo nunca con un vestido así, ni lo tengo en el armario. Esa vez me lo prestaron… El cine nos permite soñar como casi nada más en el mundo, pero no soy una persona cultísima del cine. No he estudiado imagen y sonido, no he ido a facultades. Mi facultad es el estudiar aquí y ahora e intentar contar una historia y convencer al público de que soy esa persona de la que me disfrazo en cada proyecto.
Elena Anaya, caracterizada como su personaje de Señorita Pam en 'Zipi y Zape y la isla del capitán'.
P. No superó a la primera las pruebas de la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid y…
R. Sí, sí, y a la primera… Corren tantas cosas estúpidas por Internet… Aprobé y con nota bastante alta, aunque nunca fui buena estudiante; pero me echaron al segundo año: la actuación que yo quería aprender era más moderna. Sí hace falta estudiar. Victoria Abril, amiga íntima, detesta las escuelas, lo encuentra ridículo y absurdo y yo la intento convencer diciéndole que te abre tanto… Llevo 22 años en esto y sigo con mi preparación, con actores profesionales reconocidos, pero prefiero juntarme con gente con mucha menos experiencia, ver su frescura, observar el diamante en bruto que tiene un actor al que no le han cercenado a golpes y pulido tanto…
P. ¿Y qué aprende viéndoles?
R. Es maravilloso: recordar lo básico, el aquí y ahora… Revivir lo que aprendí yo, ver lo que le está pasando a él y pensar que quizá cometo el mismo error. Hay que huir del camino cómodo, la actuación ha de ser un campo a través, un camino virgen, salvaje…
P. ¿No es innato actuar, especialmente en los grandes, como en el fútbol Messi o Cristiano Ronaldo?
R. Messi; al otro, ni lo nombre: mal ejemplo para las nuevas generaciones… El actor nace y se hace, pero no solo en la facultad, sino también con su vida. Ahí ayudó mi madre, alimentándome de magia e imaginación.
P. ¿Qué hizo?
R. Inventarse un mundo para mí. Por ejemplo, me obsesioné con los gnomos.
 Me dijo que existían y, sin yo saberlo, construyó un campamento de gnomos entre árboles, en un camino solitario y lejísimos.
 Paseando, un día me lo mostró, pero me dijo que no nos acercáramos porque los asustaríamos.
 Cuando acabé mi primera película, me mandó una caja con el poblado.
 
Elena Anaya, recoge su Goya a la mejor actriz, por la película 'La piel que habito'.
P. Con 35 películas, sale ya a dos filmes por año. No pueden decirlo todas las actrices españolas.
R. Bueno, es relativo. Me han rebajado el caché muchísimo. Sufro. Es una pelea diaria. A las actrices, además, se les paga mal.
P. Un 40% menos y, a partir de los 40 años, peor.
R. Pues ya me pelearé y si tengo que dejar el cine, no lo dudaré.
P. ¿Así está el star system?
R. El star system no existe en España.
 El alma y la luz que le das a un personaje no está valorado por unos productores que solo piensan con números… No estoy en la cresta de la ola.
 Compré una casa sencilla para poder seguir eligiendo mis trabajos y cuido muchísimo mis gastos. Hay una parte de abuso en el sector.
 Se paga menos que hace 15 años.
P. Trabaja muchísimo fuera de España, más que otras actrices que hacen una cosa solo y lo difunden que parece no se sabe qué. ¿Le faltan padrinos?
P. Rechazó un guion ya tras su primera película.
R. Tenía 19 años, pero sabía que no quería hacer esa película: era una falta de respeto, un abuso de un director a una actriz, pidiéndome algo que no tenía sentido.
 Un abuso de un caradura, un sinvergüenza
. Pensé: ‘Qué mal vamos si esto va a ser así’. Y creí que ya no volvería a hacer cine.
P. ¿Cómo ser otro? ¿Actúa en la vida real?
R. Soy un desastre como actriz en la vida real. No sé mentir.
P. ¿Para vivir no hay que saber?
R. No he mentido en mi vida. Y me ha ido muy bien
. Siempre he ido directa. Ahora, en la ficción se puede ser otro, pero ese también eres tú. Hay una manera de ver la vida que no se corresponde a la tuya, pero la raíz eres tú, las entrañas que sienten, los ojos que se emocionan, el corazón que se deshace son los tuyos…
 Pero eres un narco en los ochenta y vas a dar un palo que te mueres.
P. ¿Y eso se hace cómo?

P. ¿Y eso se hace cómo?
R. Has de establecer entre tú y ese personaje un puente que conecte con lo más profundo de tu ser. Con cosas que a lo mejor ni te acuerdas, pero tienes que buscarlas.
 Y la psicología: por qué haces eso.
P. Esa teoría presupone algo oscuro en nuestras vidas.
R. Todos tenemos ese punto oscuro que te puede ayudar a encontrar el alma desgarrada o la mente perversa. Siempre hay algo
. Esa es la magia de la interpretación.
Y hallado, has de hacer de médium: dejar que pasen cosas que se mueven por ti y que te asustan al pensar que las tienes en tu interior.
P. ¿Rechaza muchos guiones?
R. Nuestra carrera se hace, o se debería hacer, con muchos noes.
 Sí, he rechazado más de las que he rodado.
He amargado a bastantes directores con tanta pregunta; no soy nada conformista, soy muy exigente conmigo… y con los otros.
P. Ese carácter también lo ha demostrado declarando su homosexualidad.

 R. Nunca, siempre han sido frases o fotos robadas. 

 Tampoco hablé cuando tuve una pareja hombre… He tenido suerte: tratando a la gente con respecto obtienes a cambio, normalmente, lo mismo.

P. Ha sido vampira en Van Helsing y ahora es malísima, por primera vez, en Zipi y Zape. ¿Las buenas chicas son doblemente más malas?
R. Es el encanto de la maldad en lo no previsto, como cuando tanto político trajeado y supuestamente respetable ha borrado un ordenador para eliminar sus robos mientras otra gente se queda sin pensión…
P. ¿Sus ojos de distinto color son metáfora de una dualidad interior?
R. No es genético: nací solo con el ojo derecho abierto, el izquierdo quedó cerrado por los fórceps y… Cosas de un parto en la Palencia de 1975.
P. ¿Qué dijo su madre?
 R. De nuevo inventó algo maravilloso. Pero esa historia me la guardo para mí..