Jóvenes y adultos se reúnen en uno de los mejores sitios de Madrid para el juego.
Hace un tiempo, el monumento a Alfonso XII junto al estanque del Retiro solía llenarse de gente que bailaba y saludaba la noche al ritmo de tambores
. La estampa actual, con centenares de jóvenes y adultos reunidos para jugar a Pokémon Go, es más silenciosa.
Del murmullo escapa, a veces, el extraño nombre de los personajes de la aplicación de realidad aumentada creada por Niantic para Nintendo.
"Me gusta caminar y el juego me llamó la atención desde el primer día. Creo que es la cuarta vez que vengo aquí", dice Adolfo, de 37 años.
Pasa un grupo de chicos y uno grita, sin mucho éxito de réplica: "¡Vivan los Pokémon!".
La variedad de las personas congregadas en el Retiro da una idea de la revolución que ha supuesto el juego para móviles.
Alexia y Rubén detienen el carrito donde llevan a sus recién nacidos para jugar un rato. "No sé cómo, pero pude descargármelo el día de antes de su lanzamiento en España.
Juego bastante, pero es la primera vez que venimos aquí", dice Rubén. Es muy frecuente ver a padres acompañando a sus hijos. "Desde mi punto de vista es un poco aburrido, pero a él le encanta y es un motivo para salir", dice Roy, que está con su hijo Matías, de ocho años.
Bajo el monumento, un grupo comenta que deberían aparecer Pokémons más raros y valiosos. Demetrio, de 35 años, dice que se han conocido jugando y que el lugar elegido es ideal por la presencia de tres pokeparadas, puntos geolocalizados donde los usuarios pueden conseguir más objetos y personajes necesarios para completar el juego.
"El Retiro es un sitio precioso y libre de tráfico y demás cosas que pueden poner en peligro a una persona cuando está jugando en un mundo virtual dentro del mundo real", afirma.
Con más de 100 millones de descargas en todo el mundo y menos de un
mes de vida, Pokémon Go se ha convertido en uno de los videojuegos más
exitosos de la historia.
. La estampa actual, con centenares de jóvenes y adultos reunidos para jugar a Pokémon Go, es más silenciosa.
Del murmullo escapa, a veces, el extraño nombre de los personajes de la aplicación de realidad aumentada creada por Niantic para Nintendo.
"Me gusta caminar y el juego me llamó la atención desde el primer día. Creo que es la cuarta vez que vengo aquí", dice Adolfo, de 37 años.
Pasa un grupo de chicos y uno grita, sin mucho éxito de réplica: "¡Vivan los Pokémon!".
La variedad de las personas congregadas en el Retiro da una idea de la revolución que ha supuesto el juego para móviles.
Alexia y Rubén detienen el carrito donde llevan a sus recién nacidos para jugar un rato. "No sé cómo, pero pude descargármelo el día de antes de su lanzamiento en España.
Juego bastante, pero es la primera vez que venimos aquí", dice Rubén. Es muy frecuente ver a padres acompañando a sus hijos. "Desde mi punto de vista es un poco aburrido, pero a él le encanta y es un motivo para salir", dice Roy, que está con su hijo Matías, de ocho años.
Bajo el monumento, un grupo comenta que deberían aparecer Pokémons más raros y valiosos. Demetrio, de 35 años, dice que se han conocido jugando y que el lugar elegido es ideal por la presencia de tres pokeparadas, puntos geolocalizados donde los usuarios pueden conseguir más objetos y personajes necesarios para completar el juego.
"El Retiro es un sitio precioso y libre de tráfico y demás cosas que pueden poner en peligro a una persona cuando está jugando en un mundo virtual dentro del mundo real", afirma.
La ampliación prevista de las funciones cuando
la aplicación supere la fase beta o provisional en la que se encuentra,
entre ellas, la comunicación entre jugadores, puede dar un nuevo empuje a
un fenómeno con imprevisibles y prometedoras consecuencias para la forma de comerciar y anunciarse.
La aceptación que ha tenido y la capacidad de movilización en las
ciudades de grupos de centenares y hasta miles de personas a un tiempo
también ha generado preocupación y más de un incidente.
Una pareja escucha una canción de Dire Straits en unos altavoces
inalámbricos junto a la orilla del estanque.
Aunque el lugar está más vacío que al caer la noche, todavía hay muchos cazadores pegados a las pantallas de sus móviles.
En el camino de salida del parque, por entre los árboles, se ven caras iluminadas aquí y allá. "Me he cansado de caminar, aquí se está mucho mejor", dice uno de ellos.
Aunque el lugar está más vacío que al caer la noche, todavía hay muchos cazadores pegados a las pantallas de sus móviles.
En el camino de salida del parque, por entre los árboles, se ven caras iluminadas aquí y allá. "Me he cansado de caminar, aquí se está mucho mejor", dice uno de ellos.
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