Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

17 jun 2016

'Maestra': thriller feminista, orgías y alta cocina..................................................Isabel Valdés

HiltonSevillano
La escritora L.S. Hilton el pasado mayo en Madrid. / Luis Sevillano
Las dos primeras páginas fueron capaces de poner en tensión en un vagón de metro a una señora con pelo de moldeador y chaquetilla de vichy.
 Retorció la nariz y miró con aire indignado, se cambió de sitio en cuanto pudo
. Es lo que ocurre con la gente que lee por encima del hombro lo que lleva el de al lado.
 En aquella ocasión, era Maestra, de L.S. Hilton, un batido compacto de sexo, arte, dinero, muerte y poder; eso sí, escrito por una mujer y a través de la pupila de una mujer, Judith Rashleigh, la protagonista.
Algún (o algunos) insensato la intentó comparar con E.L. James y 50 sombras de Grey. O con Perdida, de Gillian Flynn.
 Lejos, muy lejos de la primera, algo menos de la segunda, queda la narrativa clara y directa de Hilton, las referencias al arte con todas sus aristas (gastronomía, libros, música, cine, pintura…) y sobre todo, la nitidez y la normalidad con la que se trata el deseo de asesinar a alguien, de repente o con una pauta milimétrica; también las orgías, deseos y prácticas más o menos habituales, depende de para quién.
Todo ello, sin contar el poder otorgado a la mujer en cada línea, la capacidad de decisión, la franqueza para mostrarse desnuda, literal y metafóricamente
. Maestra también es un libro feminista, aunque no pretendía serlo: “Lo que sí pretendía era, sobre todo, resaltar la fuerza que muchas veces una mujer necesita para poder hacer lo que realmente quiere y ser libre de verdad. Está demasiado claro que para los hombres no es lo mismo”
. Cree, sin embargo, que Judith puede ser un perfecto ejemplo de feminismo.
 Ella misma lo es. “Sinceramente, creo que para ser feminista no hace falta ser demasiado inteligente pero, como mujer, si no eres feminista es que eres idiota”.
Hilton, británica, nació en Liverpool en el 74.
 Después de licenciarse en Oxford, estudió Historia del Arte en París y Florencia y no es la primera vez que se pone a llenar páginas: “Hasta ahora había escrito principalmente novelas históricas y sobre todo biografías.
 Mi anterior agente literaria me propuso escribir algo distinto a lo que ya había hecho, pero cuando leyó el manuscrito de Maestra le pareció demasiado atrevido y no lo quiso”.
 Ahí entró en juego el azar. Hilton tiene un amigo con un restaurante en Londres, donde vive ahora, y le comentó que uno de sus cliente era editor.
 “Me pidió que le dejara una copia y que él mismo se encargaría de que ese señor lo leyera”.
 Y así fue. La primera vez que el editor fue a cenar al restaurante, ese amigo casi le obligó a llevarse el manuscrito
. A la mañana siguiente, cuando fue a abrir el local, el editor estaba ahí esperándole para pedirle su número.
 “No me puedo quejar de cómo el azar se ha portado conmigo”.

De disfraz en disfraz

Con Judith Rashleig el azar fue algo menos benévolo.
 O la vida, en general.
 Esta ayudante en una conocida casa de subastas londinense no es solo una mujer empaquetada en un traje sobrio y tacón medio llegada de provincias e incómoda por ese origen medio; es alguien que sabe que no está cómoda en ese disfraz y quiere otro.
Ese que le dará, bajo su punto de vista, lo que ella merece.
 Y no escatimará recursos, tiempo ni temple para conseguirlo.
El reencuentro, de andén a andén de metro, con una amiga de la infancia empezará a empujarla a esa nueva Judith, la que dejará de someterse a las reglas del patriarcado, los protocolos y los supuestos sociales.
 Judith
Jael y Sisera (1620), una obra de Artemisia Gentileschi. 


Asegura Hilton que no hay nada en su pasado o en su presente que la asemeje a la protagonista, aunque ella también se mudara de Liverpool a Londres.
 “Un tema muy frecuente en las novelas inglesas de los 50 era la distancia que la educación podía crear entre una generación y otra con respecto a la clase social, distancia que tenía luego una correlación geográfica”.
 Hilton quiere explicarse mejor: “Era muy típico ver a jóvenes de clase medio baja que gracias a los estudios podían ascender y que normalmente se mudaban de la periferia, o de pequeñas ciudades, a Londres”
. Hoy los ingleses creen que ya no existe ese clasismo, ni la dicotomía centro-periferia, ni la vergüenza por los orígenes o la procedencia, y además están convencidos de que su mundo es una meritocracia:
 “La vida de Judith demuestra que eso no sólo no es cierto, sino que se trata de una ilusión, algo que nos quieren hacer creer”.
Los peldaños de esa escalera, la del poder y el reconocimiento, que muchos anhelan subir, es aún más empinada para Rashleig: mujer, joven y atractiva.
 Con más ahínco, al final convertido en una rabia supurante, intentará alcanzar el último escalón.
 Esa imagen de una mujer a ratos despiadada, a ratos vulnerable, es la de cualquiera que tenga la franqueza de reconocerse no solo en el amor, sino también en la culpa, en la humillación, en el rencor o incluso en el odio.
 Rashleig no oculta, no aminora ni suaviza lo que siente, lo vive y mueve ficha en consecuencia.
 No le tiembla la mano
. Es quizás ese puré de sentimientos lo que hace empatizar con ella: es la realidad de los yoes más oscuros de cualquiera, elevados y amplificados.
No hay pudor ni reticencias en Judith Rashleig, como tampoco las tuvo Hilton a la hora de escribir. “Tendríamos que aprender a no censurarnos tantos en todas las diferentes esferas de nuestra vida, desde la sexual a la profesional“.
Más allá de eso de lo que habla todo el mundo, el sexo como si fuera algo a la cotidianeidad de la humanidad (casi) al completo, a Hilton le preocupaba e incluso le daba miedo la opinión sobre si estaba mal o bien escrito.
 “He recibido muchos mails de gente que me felicitaba por mi trabajo, pero me entristeció mucho el correo de un lector italiano que me decía que el libro no está bien escrito.
Si ese lector hubiera criticado la trama o, yo qué sé… las escenas de sexo, no me hubiese importado demasiado”.

El cantante Meat Loaf se desploma durante una actuación en Canadá

El intérprete de 68 años estaba cantando 'Haré cualquier cosa por amor' cuando cayó sobre el escenario.


Meat Loaf. 
El cantante de rock Meat Loaf se desmayó anoche durante una actuación en la ciudad canadiense Edmonton, informa hoy en su edición digital el rotativo Edmonton Journal.
Según el diario, que ofrece una imagen del momento en el que el rockero, de 68 años, es atendido en el Jubilee Auditorio de Edmonton, el cantante interpretaba I Would Do Anything For Love (Haré cualquier cosa por amor) cuando colapsó en el escenario.
Lindsay Sundmark, una espectadora citada por el periódico, explicó que no sabían si formaba parte de la actuación hasta que vieron como la ambulancia se llevaba al artista estadounidense.
En ese momento los asistentes fueron desalojados del teatro. Marvin Lee Aday, nombre real de Meat Loaf, nacido en Dallas (Texas), ya canceló el pasado lunes su espectáculo por enfermedad en el auditorio de Clagaray, en el sur de Alberta.

 

La siguiente.................................................... Juan José Millás

Todos los caminos conducen al libro. Sin embargo, cuando un escritor escribe un libro no puede hacerse cocinero ni deportista ni actor ni político.

Un hombre escribiendo a máquina
Y así de forma sucesiva.
Todos los caminos conducen al libro
. Sin embargo, cuando un escritor escribe un libro no puede hacerse cocinero ni deportista ni actor ni político.
 Cuando un escritor escribe un libro, se pone a pensar en el siguiente, que quizá le salga o quizá no.
 A lo mejor le sale, y lo publica y la editorial le invita a firmar ejemplares en una feria del libro a la que el escritor acude ingenuamente para comprobar que quienes de verdad firman son los alpinistas, los expresidarios, los actores, los youtubers…
 Viene a ser, piensa, como si en un congreso sobre la salud tuvieran más éxito los curanderos que los médicos.
Claro que todo el mundo tiene derecho a escribir libros, y a establecerse como curandero, incluso a escribir libros sobre la curandería.
Pero un congreso de oncólogos debería ser un congreso de oncólogos
. El escritor decide no acudir en el futuro a ninguna feria.
 Pero el miedo a ser tachado de envidioso le conducirá a la siguiente.

 

Hipótesis de sacrificios............................................................. Fernando Garea

La salida del bucle institucional exigirá el sacrificio político de Sánchez o Rajoy.

Mariano Rajoy y Pedro Sánchez, durante el debate en televisión.
A estas alturas de campaña da la impresión de que la salida del bucle institucional exigirá el sacrificio político de alguien.
 Voluntariamente, como suicidio asistido (político) o como asesinato (político).

Especialmente, tienen todas las papeletas para que les toque, en distinto grado y nivel de certeza, Pedro Sánchez y Mariano Rajoy.

Lo de Sánchez no requiere más glosa y explicación que la de los propios resultados de la noche del 26 de junio.
 Si se produjera el óbito (político) la misma noche electoral dejaría en el aire quién decide los paso siguientes del PSOE.
Y otras dudas como que si hay doble sorpasso en Andalucía (PP y Podemos por encima del PSOE) Susana Díaz estaría en condiciones de algo.
Lo de Rajoy tiene que ver con las condiciones que pueden exigir esos resultados, la nueva aritmética parlamentaria y la fortaleza de sus posibles socios para plantear líneas rojas
. En su caso no parece depender de las voces críticas de su partido porque el PP carece de protocolo de alarma y mecanismo de petición interna de dimisiones.
Y no es fácil porque el presidente del Gobierno explica cada día que no quiere irse y deja traslucir que si consigue tres victorias electorales nadie le puede exigir que se vaya. Y si no se va no hay posibilidad de pacto con Ciudadanos, ni supuesta abstención del PSOE para dejar gobernar al PP.
Las señales que emite el equipo de Sánchez permiten deducir que ya han tomado la decisión de no pactar con Podemos, ni con Rajoy.
¿Qué hipótesis manejan entonces?
Lo ideal para el equipo del líder socialista es poder sumar con Ciudadanos más escaños que el PP.
 De ahí el ambiguo tuit de Jordi Sevilla, que responde a la máxima de no hacer o decir lo que no se puede explicar.
 En ese caso, Sánchez intentaría volver a poner en la mesa el acuerdo con Albert Rivera y pedir a PP y Podemos la abstención, aplicando la “doctrina Sevilla”.
Si eso no pasara, la otra hipótesis de los socialistas es que el PP gobernara con unos 130 escaños y Ciudadanos y PSOE se abstuvieran.
La condición previa de los dos, al unísono para evitar mayores costes, sería la retirada de Rajoy.
 Que como ha quedado dicho no es fácil y menos si llega a 130 escaños.

Y de nuevo la incógnita de si Sánchez resistiría vivo (políticamente) para decidir qué hacer.
Lo peor, explican, es que Podemos y PSOE sumen más de 170 escaños, porque entonces tendría coste enorme no pactar y no podrán utilizar el argumento de que la izquierda no suma.
Pero en todo caso, no contemplan apoyar a Pablo Iglesias, cuya presidencia es casi tan imposible tras el 26 de junio como la de Sánchez.
En esa situación el regalo para Podemos sería una gran coalición, pero en ningún caso la contemplan en el PSOE, al menos a día de hoy.
La última hipótesis de Ferraz es, simple y llanamente, la repetición de elecciones.
Es decir, seguiríamos para bingo siempre que antes alguien acepte sacrificarse y someterse a una investidura fallida para que corran los plazos.
 Cualquier salida exige un sacrificio.


Lo de Rajoy se explica con la exigencia de Ciudadanos para pactar sólo sobre la base de su paso atrás para dejar camino libre a otro dirigente del PP.