Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

3 abr 2016

Palabras que nos salvan...............................................................Rosa Montero

Necesitamos poner palabras ante el abismo para que nos sirvan de parapeto y la oscuridad no nos engulla.

MANERAS DE VIVIR

Rosa Montero

Palabras que nos salvan

Necesitamos poner palabras ante el abismo para que nos sirvan de parapeto y la oscuridad no nos engulla.

EN el sufrimiento, en el espanto, cuando nos sentimos al borde de nuestras fuerzas, los humanos necesitamos contar nuestra experiencia, compartir con los otros nuestro dolor, para intentar encontrarle un sentido al tormento.
 Siempre me ha impresionado la historia de John Clyn, un humilde monje irlandés que vivió durante la Gran Peste de 1348, la epidemia más terrible de la historia de la humanidad.
 En menos de un año la enfermedad mató, con atroces dolores, entre la mitad y las dos terceras partes de la población de Europa
. Desaparecieron pueblos enteros, la maleza borró los campos de labor, los animales domésticos murieron o se asilvestraron, el orden se colapsó y reinaron el bandolerismo y la violencia.
 Ni siquiera quedaba gente para enterrar a los muertos; Agnolo di Tura, un cronista italiano, escribió: “Enterré con mis propias manos a cinco hijos en una sola tumba; no hubo campanas, ni lágrimas. Esto es el fin del mundo”
. Era, en efecto, una realidad posapocalíptica, como de Mad Max.
John Clyn experimentó esa pavorosa destrucción en el pequeño convento en el que vivía.
 Los monjes enfermaron y murieron uno tras otro con agonías horribles
; Clyn, que tuvo la mala suerte de ser el último, los fue enterrando hasta quedarse solo
. Le imagino asistiendo al hundimiento del mundo y esperando su propio fin en el convento vacío, consciente de que ni siquiera habría una mano que le cerrara los ojos.
 ¿Y cuál fue su único consuelo, su refugio, el arma secreta que probablemente impidió que se volviera loco?
 Pues escribir la crónica de lo que estaba sucediendo.
 Y al llegar a sus últimos días anotó: 
“Para que las cosas memorables no se desvanezcan en el recuerdo de los que vendrán detrás de nosotros”.
 A continuación dejó un espacio en blanco para que otros pudieran seguir escribiendo, “con el fin de que esta obra se continúe, si, por ventura, alguien de la estirpe de Adán burla la pestilencia”. Y sí, nuestra estirpe sobrevivió a aquel apocalipsis, y, tiempo después, alguien consignó en ese pedacito de pergamino la muerte de John Clyn.
Hoy la crónica del fraile irlandés es el mejor documento que tenemos para conocer lo que fue la Gran Peste.
Sí, necesitamos contarnos, sobre todo en el horror.
 Necesitamos poner palabras ante el abismo para que nos sirvan de parapeto y la oscuridad no nos engulla.
 Seguramente gracias a la gran visibilidad de EL PAÍS, yo tengo el enorme privilegio de ser la depositaria de muchas de esas narraciones.
 La gente escribe y me cuenta sus historias, o me mandan los libros testimoniales que han redactado, muchas veces autoeditados, y que son como el pergamino con el que se defendía John Clyn de las tinieblas.
 Te hablan de los abusos que sufrieron en la infancia, o de la muerte de un hijo, o del mobbing laboral que los hundió en la depresión
. Especialmente abundantes son los testimonios de enfermedades; del ELA atroz, por ejemplo, o del cáncer
. De hecho el cáncer es una fuente casi interminable de relatos, unos mejor escritos, otros peor, pero todos conmovedores e instructivos
. A lo largo de los años he citado en mis artículos varios de los libros personales que me mandaron; los más elocuentes, los mejor escritos.
 Hoy quiero hablar de otro que acabo de leer y que me ha dejado impactada: Ojalá volvamos a vernos, de Pascual Adrià (El Tábano)
. A los 44 años, en 2004, sintiéndose especialmente fuerte y sano, especialmente feliz, en mitad de unas vacaciones, Pascual tosió y escupió sangre.
 Y la desgracia apareció en su vida como un súbito ataque de feroces vikingos.
Qué bien narra Pascual esa irrupción de la desdicha, cegadora y atronadora como un rayo, que secuestra para siempre tu existencia, esa vida que ni siquiera sabías que era normal hasta perderla
. Un cáncer de esófago e innumerables complicaciones convirtieron la cotidianidad de Pascual en una tortura inimaginable.
 Poca gente ha debido de sufrir tanto como él durante nueve larguísimos años, parte de ellos intubado en una UVI.
Pero lo cuenta sin quejas, con minucia analítica propia de entomólogo, dejando un lúcido testimonio de la casi inagotable capacidad de lucha y de adaptación que tiene el ser humano:
 “Es curioso cómo, de la manera más natural, nos vamos habituando a los pequeños cambios en nuestra vida aunque sean a peor, con la condición de que lleguen poco a poco”
 Y de cuando en cuando, entre tanto dolor, aún roza el cielo en un momento hermoso o una tarde feliz.
 En este pedacito de papel que me queda, en fin, anoto ahora la muerte de Pascual en 2013, igual que aquella mano anónima anotó el fallecimiento de John Clyn.
 Y así vamos formando entre todos una cadena de palabras que nos protege, al menos momentáneamente, del horror. 
Pues no sé si salvan pero la lectura de este Artículo me ha dejado muy mal.

Millás: “Al elegir el tema de una columna, es preciso cerrar el foco”...................................Carolina García

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El periodista y escritor Juan José Millás.
Juan José Millás (Valencia, 1946) es uno de los articulistas más reconocidos por los lectores de El PAÍS.
 Con su columna de los viernes ha llegado a muchos lectores gracias a su sutileza y visión crítica de la realidad.
 Cuenta que empezó a escribir en torno a los 17 o 18 años.
 A finales de la década de los 60 comenzó la carrera de Filosofía y Letras, pero la dejó al tercer curso.
Consiguió un trabajo como administrativo en Iberia y lo abandonó para dedicarse de pleno a la lectura y escritura.
 En 1974 publicó su primera novela, Cerbero son las sombras, con la que ganó el Premio Sésamo de novela corta
 Un galardón que, en aquella época, representaba un impulso muy importante para escritores hasta entonces desconocidos
. Millás también consiguió el Premio Nadal en 1990 por su novela La soledad era esto, que concurrió al certamen con el título simulado de Un infierno propio.
Es creador de un nuevo género, el articuento, en el que se mezcla realidad y ficción, y forma parte del equipo de colaboradores del diario desde 1990
. La primera columna que escribió en el periódico se titulaba Gripe.
 Millás aseguró en una entrevista realizada por Marta Nieto en 1998, que al hacer periodismo también tenía la sensación de estar haciendo literatura
. También explicaba que su afán era llegar a ser un buen reportero a los 60 años. “Yo empecé a escribir en los periódicos tarde, en 1990, y cada día más apasiona más el periodismo”, afirmó.
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Entrega de los Premios de Periodismo Ortega y Gasset en el Círculo de Bellas Artes de Madrid. En la imagen, Eduardo Úrculo, pintor ( izquierda) ; Juan josé Millás, escritor ( centro) y Gonzalo Suárez, director de cine.
En la actualidad, a la hora de seleccionar el enfoque de una columna el escritor valenciano sostiene que es preciso cerrar el foco del tema sobre el que se quiere hablar.
 “Es muy difícil escoger entre cientos o miles de columnas, pero me gusta mucho una titulada El Kursk”, cuenta Millás.
 “Es sobre un submarino ruso que se llamaba así y que tuvo una avería en el verano del año 2000. Sus ocupantes murieron en el fondo del mar.
 Al rescatar los cadáveres, en el bolsillo de uno de ellos apareció una nota de cuatro o cinco líneas en la que se narraban aquellos últimos momentos”, continúa el escritor.
 “Un día me enteré de que la lectura de esa columna se utilizaba en la ceremonia de apertura de un taller de escritura creativa”.
El pensamiento del escritor acerca del lenguaje es claro: “en la actualidad está muy empobrecido, tanto desde el punto de vista del vocabulario como en el de las construcciones sintácticas”
. Para Millás, esto conduce a un empobrecimiento del pensamiento y hace a las sociedades más sumisas, sin capacidad de rebelarse.
Preguntado por la cercanía de los lectores, Millás recuerda con simpatía como se acercó una persona a saludarle a propósito de un artículo que escribió. “Yo estaba en un restaurante, sacó su billetera y de ella extrajo una columna mía publicada diez años antes.
 La llevaba allí desde entonces y se caía a pedazos”.
Millás ganó el Premio Nacional de Narrativa, el premio Planeta por su novela El Mundo y el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes en 2002. Millás también consiguió el Premio Nadal en 1990 por su novela La soledad era esto, que concurrió al certamen con el título simulado de Un infierno propio.

Adiós al sexto ser humano que caminó sobre la Luna Daniel Marín 11 feb 16 El pasado 4 de febrero falleció Ed Mitchell, antiguo astronauta de la NASA famoso por pisar la Luna durante la misión Apolo 14 en 1971. Ironías del destino, al día siguiente se celebraba el 45º aniversario del alunizaje del módulo lunar Antares en las llanuras de Fra Mauro. Junto con el icónico Al Shepard, comandante de la misión, Mitchell pasó 33 horas y 31 minutos en la Luna, incluyendo las 9 horas y 23 minutos que estuvo fuera del módulo lunar caminando por la superficie a lo largo de las dos actividades extravehiculares que llevó a cabo. Ed Mitchell antes de despegar en la misión Apolo 14 (NASA). Ed Mitchell antes de despegar en la misión Apolo 14 (NASA). Llegar hasta la Luna no había sido fácil. Mitchell y sus compañeros de tripulación Shepard y Roosa habían sido asignados originalmente a la misión Apolo 13. Los problemas de salud de Shepard provocaron que fueran asignados a una misión posterior. De haber volado en el 13, Mitchell no habría pisado la Luna. El accidente del Apolo 13 trastocó todos los planes del programa tripulado de la NASA, pero el Apolo 14 tuvo su propia dosis de problemas que estuvieron a punto de dar al traste con la misión. Primero, de camino a la Luna, el módulo de mando Kitty Hawk se resistió a acoplarse con el módulo lunar Antares. Luego, ya en órbita lunar, el propio Mitchell tuvo que reprogramar el ordenad.

Adiós al sexto ser humano que caminó sobre la Luna

El pasado 4 de febrero falleció Ed Mitchell, antiguo astronauta de la NASA famoso por pisar la Luna durante la misión Apolo 14 en 1971. Ironías del destino, al día siguiente se celebraba el 45º aniversario del alunizaje del módulo lunar Antares en las llanuras de Fra Mauro. Junto con el icónico Al Shepard, comandante de la misión, Mitchell pasó 33 horas y 31 minutos en la Luna, incluyendo las 9 horas y 23 minutos que estuvo fuera del módulo lunar caminando por la superficie a lo largo de las dos actividades extravehiculares que llevó a cabo.
Ed Mitchell antes de despegar en la misión Apolo 14 (NASA).
Ed Mitchell antes de despegar en la misión Apolo 14 (NASA).
Llegar hasta la Luna no había sido fácil. Mitchell y sus compañeros de tripulación Shepard y Roosa habían sido asignados originalmente a la misión Apolo 13. Los problemas de salud de Shepard provocaron que fueran asignados a una misión posterior. De haber volado en el 13, Mitchell no habría pisado la Luna. El accidente del Apolo 13 trastocó todos los planes del programa tripulado de la NASA, pero el Apolo 14 tuvo su propia dosis de problemas que estuvieron a punto de dar al traste con la misión. Primero, de camino a la Luna, el módulo de mando Kitty Hawk se resistió a acoplarse con el módulo lunar Antares. Luego, ya en órbita lunar, el propio Mitchell tuvo que reprogramar el ordenador del Antares a contrarreloj por culpa de un interruptor defectuoso que podría haber ocasionado el aborto de la misión. Por último, el radar del módulo lunar dio problemas justo durante la crítica maniobra de descenso propulsado hacia la superficie, problemas que se solucionaron milagrosamente en el último momento. Sea como sea, Shepard y Mitchell lograron alunizar y se convirtieron así en el quinto y sexto hombre en alcanzar nuestro satélite, respectivamente.

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Mitchell sobre la Luna cerca de los instrumentos del ALSEP fotografiado por Shepard (NASA).
La visita a la Luna tampoco resultó sencilla. El módulo lunar Antares había quedado inclinado con una pendiente de 8º, más que suficiente para complicarles las cosas a los dos astronautas durante las 24 horas que permanecieron en su interior. Incluso en la baja gravedad lunar, Shepard tenía que esforzarse para no caer sobre Mitchell en el reducido espacio del Antares. Por culpa de la inclinación del LM los dos astronautas no durmieron nada bien en sus hamacas, a lo que también contribuyó lo incómodo de los trajes de presión A7L (como iban a estar poco tiempo en la superficie, Houston consideró que era demasiado arriesgado que se los quitasen). Este cansancio les pasaría factura durante la segunda EVA y la pareja se perdió buscando el borde del cráter Cono. No tenían forma de saberlo —en la Luna no había, ni hay, GPS—, pero se dieron la vuelta cuando estaban a tan solo veinte metros de su objetivo.
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Retrato oficial de Mitchell para la misión Apolo 14 (NASA).
A pesar de todo, la misión fue un éxito y los dos regresaron a la Tierra con 41 kg de rocas de otro mundo. Mitchell se convirtió de forma accidental en el primer lanzador de jabalina lunar al tirar lo más lejos posible el palo del experimento del viento solar. Después de abandonar la NASA, Mitchell se haría popular por su interés sobre todo tipo de temas “paranormales” —de hecho, llegó a realizar varios “experimentos” telepáticos durante su vuelo lunar—, pero la verdad es que su comportamiento no fue más excéntrico que el de muchos de sus camaradas del Apolo. En cierta medida se puede decir que Mitchell fue un bicho raro. Aunque de formación militar como todos los astronautas del Apolo —con la excepción de Harrison Schmidt—, Mitchell era prácticamente la antítesis de Shepard, el astronauta por excelencia. Tímido y reservado, pero al mismo tiempo cercano, Mitchell no encajaba con esa imagen de superhéroe todopoderoso que por entonces se suponía debía tener un astronauta del Apolo.
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La tripulación del Apolo 14: Ed Mitchell, Al Shepard y Stu Roosa. Ya no queda ninguno vivo (NASA).
Ahora que se ha ido para siempre ya no queda entre nosotros ningún miembro de la tripulación del Apolo 14.
 Ya no hay nadie que pueda contar de primera mano cómo es caminar por las planicies de Fra Mauro o qué se siente al intentar dormir dentro de un módulo lunar inclinado. Sin Mitchell, solo nos quedan siete humanos vivos que hayan pisado la Luna: Aldrin, Bean, Scott, Young, Duke, Cernan y Schmitt. Las probabilidades de que alguno de ellos siga vivo cuando nuestra especie vuelva a la Luna son mínimas.
 Aunque, pensándolo bien, lo triste es que también son minúsculas para nosotros.
A medida que sus protagonistas van desapareciendo uno tras otro los viajes del Apolo se van perdiendo en el olvido para las nuevas generaciones.
 Pronto, y si no lo remediamos, no serán más que una pequeña nota a pie de página en los libros de historia.
 Eso sí, una nota gloriosa y épica, una nota que nos recuerda de las cosas maravillosas de las que somos capaces cuando nos lo proponemos.
 Ante esta sombría perspectiva, no es de extrañar que cada vez más gente inteligente crea que nunca fuimos a la Luna.
 Pero no importa, podemos autoengañarnos todo lo que queramos. Porque hace 45 años Ed Mitchell se paseó por la Luna
. Sus huellas todavía siguen allí y allí seguirán hasta mucho después de que todos nosotros hayamos desaparecido.
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El lugar del alunizaje del módulo lunar Antares visto por la sonda LRO. Se aprecian la etapa de descenso del módulo lunar, el ALSEP (marcado por la flecha) y las huellas que dejaron Shepard, Mitchell y el carrito de instrumentos MET (NASA).

2 abr 2016

Angela Davis: “La pena capital es racista”

La activista que inspiró a Lennon defiende que la condena a muerte es herencia de la esclavitud. En un libro analiza el sistema carcelario en EE UU.

Angela Davis lidera una protesta contra el racismo en Raleigh en 1974. 
Angela Davis es uno de los rostros más conocidos de la lucha contra el racismo en Estados Unidos desde hace medio siglo
. Icono de los movimientos radicales de los sesenta, participó en los principios de los Panteras Negras, fue apartada de la universidad por declararse comunista y pisó la cárcel. John Lennon le dedicó una canción
. Volvió a la universidad, primero en San José y luego en Santa Cruz (California), donde enseñó filosofía durante tres décadas.
 Las fotos de aquella joven de mirada desafiante se sobreponen en el imaginario colectivo a toda su vida posterior, pero Davis (Birmingham, Alabama, 1944) ha mantenido desde la universidad sus tesis contra el sistema carcelario y el racismo institucionalizado.
La editorial Trotta publica este año en España un volumen con dos ensayos previos, ¿Están obsoletas las prisiones? (2003) y Democracia de la abolición (2005), en colaboración con el profesor de filosofía Eduardo Mendieta.
  En ellos se resume buena parte de ese pensamiento. Estados Unidos tiene la población carcelaria más grande del mundo, por delante de China. Son 2,2 millones de personas entre rejas que cuestan más de 70.000 millones de dólares al año (62.720 millones de euros).
 Se trata de un “complejo industrial carcelario”, en palabras de Davis, que traza en sus escritos una línea que relaciona directamente las instituciones de la esclavitud con el sistema penal actual en Estados Unidos.
Un ejemplo concreto de esa herencia es la pena de muerte, una excepción norteamericana en el contexto de las naciones desarrolladas. “
La persistencia de la pena de muerte como una forma habitual de castigo es uno de los ejemplos más dramáticos de cómo las consecuencias de la esclavitud siguen dando forma a nuestra sociedad”, explica Davis en una entrevista por correo electrónico.
 “La pena capital sobrevivió a la abolición de formas de castigo corporal obsoletas al convertirse en parte de las leyes de esclavitud.
 Por eso es una institución completamente racista, no solo porque se dirige de manera desproporcionada contra personas negras y de color, sino que además es una institución heredada de la esclavitud.
 Como ha señalado [la profesora y activista de los derechos civiles] Michelle Alexander, hay más hombres negros en prisión bajo control de la justicia criminal de los que había esclavizados en 1850”.
“El complejo carcelario atañe a relaciones entre cárceles, policía, empresas y Gobierno. Desmantelarlo requiere más que leyes”
La reforma de un sistema penal que ha crecido de manera desproporcionada desde el endurecimiento de penas de los ochenta y los noventa está ya entre las prioridades de ambos partidos, con notables avances en el ámbito estatal en California y Texas.
 Davis, sin embargo, sigue apostando por el abolicionismo del sistema carcelario. “Después de décadas de organizarse radicalmente y de investigación académica, la crisis de las prisiones y la violencia policial finalmente se han convertido en asuntos del discurso público”, argumenta.
 Pero “el consenso se ha desarrollado a partir de reformas que se presentan como capaces de ‘arreglar el sistema’
. Los abolicionistas consideran que no es una cuestión de hacer reformas menores, o incluso grandes, sino de desmantelar el sistema y reconstruir la justicia penal y los sistemas policiales, además de reconceptualizar y transformar la sociedad en su conjunto para que no tenga que apoyarse en la violencia institucionalizada”.
“El complejo industrial carcelario”, continúa, “consiste en una serie de relaciones entre cárceles, policía, empresas, medios y el Gobierno.
 Desmantelarlo requiere más que leyes”. Para Davis, la superpoblación es consecuencia de un enfoque neoliberal centrado en los beneficios de la industria.
 “El complejo industrial carcelario es un fenómeno global con ramificaciones en África, Latinoamérica y Asia”.
En el caso de Europa, afirma, se ve en su población de presos inmigrantes.
 “Desgraciadamente los europeos no están exentos de las consecuencias de la esclavitud transatlántica, y desde luego no lo están de las consecuencias del colonialismo.
 Francia, por ejemplo, ha establecido un Día del Recuerdo de la Esclavitud y el Comercio de Esclavos.
Debería reconocerse que los refugiados de África siguen las mismas rutas del comercio de esclavos. Ciertamente, Europa está experimentando ahora los resultados de una larga historia de esclavitud y colonización”.
Los textos que se presentan ahora en España están escritos antes de que en Estados Unidos ocurriera algo impensable.
 En enero de 2009, un hombre de raza negra juró como presidente del país. Para alguien que estuvo en el inicio de movimientos como los Panteras Negras, en estos siete años la presencia de Barack Obama en Washington “ha tenido un impacto profundo en las percepciones sobre la raza y el racismo”.
 “Acabamos de embarcarnos en una conversación nacional después de varios intentos fallidos, primero durante la presidencia de Clinton, luego durante la campaña electoral de Obama y el primer periodo de su presidencia
. Desgraciadamente, Obama ha sido frenado por poderosos críticos que equiparan cualquier intento por su parte de discutir sobre raza con sus preocupaciones personales como primer presidente negro”.
“Obama ha sido frenado por poderosos que equiparan sus intentos de discutir sobre raza con sus preocupaciones personales”
Davis sigue con especial interés, sin embargo, la última expresión de la comunidad negra en las calles.
 El movimiento Black Lives Matter, surgido a partir de una serie de muertes violentas de afroamericanos a manos de la policía, “ha emergido en el espacio contradictorio creado por el hecho de una presidencia negra y la aparente incapacidad de esa presidencia para llevar a cabo ningún gran cambio respecto a la persistencia del racismo”, opina Davis.
 “La pregunta que yo me haría sobre esto es por qué ha tardado tanto en emerger un principio de movimiento de masas.
Pero claro, uno no puede predecir cuándo se van a dar juntas las condiciones para producir una encrucijada histórica como la que se vio en las protestas de Ferguson” (agosto de 2014).
Un movimiento como Black Lives Matter es “precisamente lo que necesitan las comunidades negras en Estados Unidos, es lo que necesita el país”.
 “No podemos asumir que el racismo es sobre todo un problema para aquellos que lo padecen.
El racismo distorsiona y corrompe instituciones y mentes, crea una asunción de superioridad, produce el privilegio blanco.
 Hay quienes creen que el eslogan Black Lives Matter tiene una connotación particular, pero no podría ser más universal
. Decir simplemente All Lives Matter es ignorar hasta qué punto las vidas negras y de color son objeto de racismo y represión. Decir que las vidas negras importan, sin embargo, es proclamar que en efecto todas las vidas importan”.
En una época en que las imágenes de violencia policial contra personas de raza negra se distribuyen a una velocidad y a una cantidad de gente como nunca antes, sin embargo no ha surgido un movimiento violento organizado como ocurrió en los sesenta. “La historia en realidad nunca se repite”, responde Davis. “Las condiciones son hoy muy diferentes.
 La mejor manera de recordar el 50º aniversario de los Panteras Negras este año es reconociendo que hoy necesitamos movimientos que reflejen los cambios sucedidos en esos 50 años, especialmente el auge de nuevas tecnologías de comunicación, la vasta influencia de las redes sociales y la agudización de las contradicciones de riqueza y pobreza”.
Tras siete años de Barack Obama, parece haber una reacción de una parte de la derecha de Estados Unidos que se ha entusiasmado con un candidato abiertamente xenófobo y que coquetea con los prejuicios más básicos.
“Es increíble que tengamos un candidato republicano que quiere prohibir a los musulmanes entrar en el país y que califica a los mexicanos de violadores y asesinos.
 El racismo de Donald Trump está animando a todo tipo de racismos al igual que una relación sin complejos con el fascismo”, considera Davis.
“Europa experimenta los resultados de la colonización. Los refugiados siguen las mismas rutas del comercio de esclavos”
En este sentido, Davis no cree que el racismo contra los negros y el que sufren los hispanos tenga las mismas causas profundas, pero sí que su reacción podría ser parecida.
“A pesar de que la historia de los latinos y la de los negros se cruzan, incluido el hecho de que un número importante de latinos son de ascendencia africana, hay diferencias. Igual que la colonización y la esclavitud son diferentes, aunque profundamente relacionadas históricamente, esas gentes cuyos ancestros fueron objeto de estas formas de represión sufren diferentes formas de opresión.
 Juntar a esas dos comunidades en movimientos contra el racismo requiere, por ejemplo, un mayor compromiso en las comunidades negras en el apoyo a los derechos de los inmigrantes”.
Desde la experiencia de medio siglo de activismo y trabajo académico, Angela Davis no cree que sean posibles las sociedades en las que idealmente la gente fuera ciega a los colores.
 “No creo que debamos luchar por una sociedad en la que la raza esté completamente ausente.
 De hecho, no creo que sea posible revertir el desarrollo de la historia, hacer como si la esclavitud nunca hubiera existido, como si la colonización de las Américas, África o Asia nunca hubiera ocurrido”
. Pero sí se puede seguir aspirando a una sociedad “libre de jerarquías raciales, desigualdades raciales o violencia racial.
 Es el racismo lo que debemos expulsar de nuestras sociedades”. •