Juan José Millás (Valencia, 1946) es uno de los articulistas más reconocidos por los lectores de El PAÍS.
Con su columna de los viernes ha llegado a muchos lectores gracias a su sutileza y visión crítica de la realidad.
Cuenta que empezó a escribir en torno a los 17 o 18 años.
A finales de la década de los 60 comenzó la carrera de Filosofía y Letras, pero la dejó al tercer curso.
Consiguió un trabajo como administrativo en Iberia y lo abandonó para dedicarse de pleno a la lectura y escritura.
En 1974 publicó su primera novela, Cerbero son las sombras, con la que ganó el Premio Sésamo de novela corta.
Un galardón que, en aquella época, representaba un impulso muy importante para escritores hasta entonces desconocidos
. Millás también consiguió el Premio Nadal en 1990 por su novela La soledad era esto, que concurrió al certamen con el título simulado de Un infierno propio.
Es creador de un nuevo género, el articuento, en el que se mezcla realidad y ficción, y forma parte del equipo de colaboradores del diario desde 1990
. La primera columna que escribió en el periódico se titulaba Gripe.
Millás aseguró en una entrevista realizada por Marta Nieto en 1998, que al hacer periodismo también tenía la sensación de estar haciendo literatura
. También explicaba que su afán era llegar a ser un buen reportero a los 60 años. “Yo empecé a escribir en los periódicos tarde, en 1990, y cada día más apasiona más el periodismo”, afirmó.
En la actualidad, a la hora de seleccionar el enfoque de una columna el escritor valenciano sostiene que es preciso cerrar el foco del tema sobre el que se quiere hablar.
“Es muy difícil escoger entre cientos o miles de columnas, pero me gusta mucho una titulada El Kursk”, cuenta Millás.
“Es sobre un submarino ruso que se llamaba así y que tuvo una avería en el verano del año 2000. Sus ocupantes murieron en el fondo del mar.
Al rescatar los cadáveres, en el bolsillo de uno de ellos apareció una nota de cuatro o cinco líneas en la que se narraban aquellos últimos momentos”, continúa el escritor.
“Un día me enteré de que la lectura de esa columna se utilizaba en la ceremonia de apertura de un taller de escritura creativa”.
El pensamiento del escritor acerca del lenguaje es claro: “en la actualidad está muy empobrecido, tanto desde el punto de vista del vocabulario como en el de las construcciones sintácticas”
. Para Millás, esto conduce a un empobrecimiento del pensamiento y hace a las sociedades más sumisas, sin capacidad de rebelarse.
Preguntado por la cercanía de los lectores, Millás recuerda con simpatía como se acercó una persona a saludarle a propósito de un artículo que escribió. “Yo estaba en un restaurante, sacó su billetera y de ella extrajo una columna mía publicada diez años antes.
La llevaba allí desde entonces y se caía a pedazos”.
Millás ganó el Premio Nacional de Narrativa, el premio Planeta por su novela El Mundo y el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes en 2002. Millás también consiguió el Premio Nadal en 1990 por su novela La soledad era esto, que concurrió al certamen con el título simulado de Un infierno propio.
Con su columna de los viernes ha llegado a muchos lectores gracias a su sutileza y visión crítica de la realidad.
Cuenta que empezó a escribir en torno a los 17 o 18 años.
A finales de la década de los 60 comenzó la carrera de Filosofía y Letras, pero la dejó al tercer curso.
Consiguió un trabajo como administrativo en Iberia y lo abandonó para dedicarse de pleno a la lectura y escritura.
En 1974 publicó su primera novela, Cerbero son las sombras, con la que ganó el Premio Sésamo de novela corta.
Un galardón que, en aquella época, representaba un impulso muy importante para escritores hasta entonces desconocidos
. Millás también consiguió el Premio Nadal en 1990 por su novela La soledad era esto, que concurrió al certamen con el título simulado de Un infierno propio.
Es creador de un nuevo género, el articuento, en el que se mezcla realidad y ficción, y forma parte del equipo de colaboradores del diario desde 1990
. La primera columna que escribió en el periódico se titulaba Gripe.
Millás aseguró en una entrevista realizada por Marta Nieto en 1998, que al hacer periodismo también tenía la sensación de estar haciendo literatura
. También explicaba que su afán era llegar a ser un buen reportero a los 60 años. “Yo empecé a escribir en los periódicos tarde, en 1990, y cada día más apasiona más el periodismo”, afirmó.
En la actualidad, a la hora de seleccionar el enfoque de una columna el escritor valenciano sostiene que es preciso cerrar el foco del tema sobre el que se quiere hablar.
“Es muy difícil escoger entre cientos o miles de columnas, pero me gusta mucho una titulada El Kursk”, cuenta Millás.
“Es sobre un submarino ruso que se llamaba así y que tuvo una avería en el verano del año 2000. Sus ocupantes murieron en el fondo del mar.
Al rescatar los cadáveres, en el bolsillo de uno de ellos apareció una nota de cuatro o cinco líneas en la que se narraban aquellos últimos momentos”, continúa el escritor.
“Un día me enteré de que la lectura de esa columna se utilizaba en la ceremonia de apertura de un taller de escritura creativa”.
El pensamiento del escritor acerca del lenguaje es claro: “en la actualidad está muy empobrecido, tanto desde el punto de vista del vocabulario como en el de las construcciones sintácticas”
. Para Millás, esto conduce a un empobrecimiento del pensamiento y hace a las sociedades más sumisas, sin capacidad de rebelarse.
Preguntado por la cercanía de los lectores, Millás recuerda con simpatía como se acercó una persona a saludarle a propósito de un artículo que escribió. “Yo estaba en un restaurante, sacó su billetera y de ella extrajo una columna mía publicada diez años antes.
La llevaba allí desde entonces y se caía a pedazos”.
Millás ganó el Premio Nacional de Narrativa, el premio Planeta por su novela El Mundo y el Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes en 2002. Millás también consiguió el Premio Nadal en 1990 por su novela La soledad era esto, que concurrió al certamen con el título simulado de Un infierno propio.
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