Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

27 mar 2016

“Hicimos divertida la España de los 70 y 80”........................................ Juan Cruz

Se mantiene como si fuera la prolongación de la imagen de la niña Alaska, musa de una época en la que maduró para seguir siendo la misma.

“Hicimos divertida la España de los 70 y 80”. 
De lo que le ha ocurrido, ¿qué le ha conmovido más? Ver la fragilidad en el otro. Todos creemos que somos más fuertes de lo que somos; he visto a personas que pensaban que iban a luchar y a sobrevivir y al final ni lucharon, ni sobrevivieron.
A muchos de su generación les tocó decir adiós muy pronto… Todas las generaciones tienen accidentes, enfermedades tempranas. La nuestra fue la generación del caballo y del sida.
Siendo muy jóvenes perdimos a gran parte de la gente que teníamos alrededor por unos motivos u otros
. He perdido antes a gente de mi edad que a mis mayores.

 

¿Le dio miedo? No. Está bien que me preguntes eso porque nunca me lo había planteado. No, no me dio miedo.
¿Cómo se salvó usted? Del caballo fue fácil, porque si no consumes no hay peligro. Y del sida supongo que porque nunca he tenido unas prácticas de riesgo. No tiene misterio: no soy una persona arriesgada en lo físico, me dan miedo hasta las montañas rusas. Me alimento mal, tendría que tener todas las enfermedades, pero me tenía que castigar de alguna forma.
¿De qué huían aquellos compañeros suyos? No se trataba de huir hacia un paraíso artificial, nunca lo vi así. Conozco a gente que bebe para quitarse de en medio. Lo nuestro era pura extroversión. Diversión en la España de los 70 y 80, que no era divertida: nosotros la hicimos divertida.

“Hicimos divertida la España de los 70 y 80”. 
De lo que le ha ocurrido, ¿qué le ha conmovido más? Ver la fragilidad en el otro.
 Todos creemos que somos más fuertes de lo que somos; he visto a personas que pensaban que iban a luchar y a sobrevivir y al final ni lucharon, ni sobrevivieron.
A muchos de su generación les tocó decir adiós muy pronto… Todas las generaciones tienen accidentes, enfermedades tempranas. La nuestra fue la generación del caballo y del sida. Siendo muy jóvenes perdimos a gran parte de la gente que teníamos alrededor por unos motivos u otros. He perdido antes a gente de mi edad que a mis mayores.
¿Le dio miedo? No. Está bien que me preguntes eso porque nunca me lo había planteado. No, no me dio miedo.
¿Cómo se salvó usted? Del caballo fue fácil, porque si no consumes no hay peligro. Y del sida supongo que porque nunca he tenido unas prácticas de riesgo. No tiene misterio: no soy una persona arriesgada en lo físico, me dan miedo hasta las montañas rusas. Me alimento mal, tendría que tener todas las enfermedades, pero me tenía que castigar de alguna forma.
¿De qué huían aquellos compañeros suyos? No se trataba de huir hacia un paraíso artificial, nunca lo vi así
. Conozco a gente que bebe para quitarse de en medio. Lo nuestro era pura extroversión. Diversión en la España de los 70 y 80, que no era divertida: nosotros la hicimos divertida.
Aparte de los problemas evidentes, ¿aceleró al menos la creatividad? Por mi carácter y por mi experiencia personal tengo mis dudas.
 Si estoy mal y me han dejado no sirvo creativamente, si estoy ebria tampoco: solo funciono en condiciones.
Entiendo que exista ese artista maldito al que las musas se le presentan en estado de embriaguez o de enorme desolación.
 A mí no me ocurre. Soy muy metódica, muy germánica.
Ha mantenido una energía similar. ¿Qué le alimenta, aparte de los malos alimentos? ¡Los malos alimentos que no me alimentan! No tengo la sensación de que sea la misma energía… Cuando Carmen Maura habla de nuestro primer encuentro en Pepi, Lucy y Bom de Almodóvar y la energía que mostramos cada una allí dice que vio a una niña segura de sí misma, y que eso la ayudó en la primera escena que tuvimos en la película, la de la lluvia dorada, y que pensaba: “¡Pues esta niña va tan segura…!” Y yo no iba nada segura.
 La energía a veces es lo que manifiestas… Antes tenía una energía más de aire, muy poco de la realidad.
¿Y ahora? Una energía consistente, alimentada por lo que tengo. Me alimento de la vorágine, que es el trabajo que yo he elegido, y que en el fondo es una afición por la que nos pagan. Y tengo una estructura de vida asentada
Piensa que soy hija de refugiados en México, de cubana y español republicano; siempre me pareció que cuando cumpliera cierta edad me tendría que ir corriendo del país, porque esa huida permanente era la posibilidad en la que me había criado.
 Ahora tengo mi sillón y mi apego.
¿Qué más heredó de esa mezcla? ¡Nada bueno, me he quedado con lo malo de cada uno! Mi madre es vibrante, vital, con 86 años tiene organizada su propia vida con sus amigas de 40 que le siguen el juego.
 Mi padre murió en México un poco enfadado con el mundo. Por carácter me parezco más a mi padre que a mi madre, y de los dos he heredado la convivencia con los diferentes: eran muy distantes ideológicamente, pero se entendieron y de ellos salí yo.
¿Usted está enfadada con el mundo? No, pero soy muy ceñuda.
 Mi madre no lo es, va con la cara despejada. Yo soy un poco más circunspecta.
¿Qué le cabrea? Me cabrea no poder defenderme de lo que me rodea. Pero más ceñluda que conmigo estoy cabreada con lo que observo.
Mi madre te diría: “Ella nunca se va a decepcionar porque nunca deposita su confianza en nadie”.
 En el fondo debe tener razón.

Nuevas redadas e interrogatorios en varios puntos de Bélgica........................... Agencias María Salas Oraá

Una decena de detenidos después de que un grupo de "hooligans" provocasen altercados en la plaza de la Bolsa de Bruselas.


Vista de la plaza de la Bolsa de Bruselas, con el grupo de radicales en el centro. AP
La fiscalía federal belga ha informado este domingo de que cuatro personas están siendo interrogadas tras 13 nuevos registros en distintas ciudades de la provincia flamenca de Amberes y de la región de Bruselas, en los que fueron detenidas nueve personas en el marco de una investigación por terrorismo.

Cinco de las nueves ya han sido puestas en libertad tras un primer interrogatorio, mientras que las otras cuatro están a la espera de que un juez de instrucción decida si las pone en detención preventiva. La Fiscalía no ha precisado si está vinculado con los atentados de París o de Bruselas.

 


Los registros se produjeron esta mañana en las ciudades de Mechelen (4) y Duffel (1) -ambas en la provincia flamenca de Amberes-, así como en Bruselas centro (3) y en los distritos bruselenses de Molenbeek (1), Anderlecht (1) y Laeken (3), precisó la Fiscalía en un comunicado. "No podemos comunicar nada por el momento en relación a los resultados de los registros", se ha limitado a señalar la fiscalía.
Por otro lado, este domingo la policía antidisturbios belga ha tenido que usar cañones de agua para dispersar a un grupo de unos 200 radicales nacionalistas —autodenominados "hooligans"— que han irrumpido en el memorial improvisado a las víctimas de los atentados instalado en la plaza de la Bolsa de Bruselas.
 Con consignas como "estamos en casa", los manifestantes —rigurosamente vestidos de negro, una estética que se asemeja a la de muchos grupos ultraderechistas— han golpeado a varios traseúntes antes de que llegasen las fuerzas de seguridad. 
No faltaron los saludos nazi y las cervezas en mano de los ultra.


Los radicales se colocaron inicialmente en un lado de la gran alfombra de flores, velas, mensajes, juguetes que depositan los belgas y turistas desde el pasado martes en la Bolsa, gritando a los manifestantes que se encontraban con banderas y pancartas encima de la escalinata desde donde fueron abucheados. El incidente se ha saldado con una decena de detenidos, según ha informado un portavoz de la policía.

Nuevo inculpado en Bélgica

Un juez de instrucción belga ha inculpado este domingo de "participación en actividades de un grupo terrorista" a un segundo hombre relacionado con el proyecto de atentado en Francia, abortado esta semana por las fuerzas de seguridad galas.
El juez ha puesto a Abderamane A. bajo mandato de arresto tras prolongar el sábado 24 horas la prisión preventiva, según ha informado la fiscalía federal a la agencia pública de noticias Belga. El hombre fue arrestado tras ser abatido el viernes en una parada de tranvía en el distrito de Schaerbeek (noreste de Bruselas).

Un detenido en Italia

La policía italiana ha detenido a un hombre argelino de 40 años acusado de haber colaborado en los atentados de París y Bruselas.
 Se trata de Djamal Eddine Ouali y tenía una orden de detención europea emitida por las autoridades belgas por formar parte de una red de falsificadores de documentación que proporciona identidades falsas a terroristas.
 En concreto, Ouali supuestamente elaboró los documentos que utilizaron tres de los terroristas que participaron en los atentados de París y de Bruselas.
 Ouali fue detenido el sábado por la noche en Bellizzi, una ciudad pequeña en la provincia de Salerno (al sur de Italia, cerca de Nápoles) en la que vivía con su esposa.
 La operación para arrestarle comenzó hace una semana, cuando Ouali acudió a la Oficina de la Policía de Inmigración de Salerno para renovar su permiso de residencia.
 Los responsables, al cruzar los datos, se dieron cuenta de que era buscado por las autoridades belgas y comprobaron que sobre él había una orden de captura internacional emitida el pasado 6 de enero.

Las torres gemelas................................................... Fernando Savater

Seguridad y libertad son los pilares de nuestra democracia. No conviene

olvidar que ya una vez los terroristas acabaron con dos célebres torres gemelas;

si se les permite, lo harán también con estas dos garantías inseparables.

Una revista americana de psicología ha publicado La necesidad de drama, estudio sobre el afán de proponer catástrofes y apocalipsis mayores o menores para reclamar auxilio y exhortar a la movilización.
 Desde el pedigüeño que finge ceguera o cojera a la puerta de una iglesia hasta los que auguran el fin del mundo por el calentamiento global o el holocausto nuclear.
Idea divertida y oportuna.
 A mi juicio, uno de los dramas ya imprescindibles para cierta concepción del mundo con afanes regeneradores es el de la disminución de la libertad en nombre de medidas cada vez más exigentes para preservar la seguridad.
 Según ese planteamiento alarmista, los Estados democráticos utilizan el miedo colectivo a los atentados terroristas para controlar cada vez más a los ciudadanos, limitar o incluso cercenar sus derechos y vigilarlos de manera minuciosa e ilegal.
 Lo curioso es que estos temores han cambiado de signo ideológico
.Tradicionalmente, la izquierda prefería la seguridad colectiva frente a la sacralización de la libertad individual que reclamaba la derecha liberal, pero hoy es la que más protesta contra la omnipresencia y omnipotencia del Estado en nuestras vidas, un poco en la línea de la tradición anarquista de Proudhon, cuando advertía que ser gobernados significa ser vigilados, espiados, manipulados, extorsionados, etcétera
 . En cambio, la derecha conservadora pide mayores controles, más presencia policial en calles y lugares neurálgicos, vigilancia de los documentos legales y la llegada de extranjeros, etcétera. Parecen en cierta medida haberse invertido los papeles, porque los avances progresistas de los dos últimos siglos provienen siempre de imposiciones generales que garantizan la enseñanza obligatoria para todos, la sanidad universal (que en EE UU aún es vista como una medida contra la libertad personal), las pensiones contributivas, la no discriminación laboral por género o raza, etcétera
. Otras restricciones protegen obligatoriamente la integridad física, como el cinturón de seguridad en los coches, el límite de velocidad en carretera, las pruebas de alcoholemia, la prohibición de fumar o la obligación de vacunarse
La seguridad y la libertad son los dos pilares esenciales de la oferta que debe garantizar el Estado a los ciudadanos: las torres gemelas de nuestras comunidades democráticas, a la vez preocupadas por la complejidad de los conflictos sociales y por la defensa del derecho a decidir de cada persona adulta.
 La masificación creciente de nuestras sociedades y el empleo de instrumentos técnicos muy útiles pero también potencialmente peligrosos lleva irremediablemente a un aumento de controles para evitar la colisión de intereses: el código de circulación y los semáforos surgieron cuando la creciente circulación de automóviles comenzó a crear conflictos que no se daban cuando solo circulaban peatones y coches de caballos.

 Otras veces las medidas de vigilancia se deben a la aparición de nuevas formas de criminalidad.

 Soy lo suficientemente viejo para recordar cuando se tomaban aviones con la misma facilidad que hoy nos subimos al autobús y en ellos me fumaba mis habanos sin restricción alguna, hasta que la plaga de los secuestros aéreos y las preocupaciones higiénicas cambiaron las cosas.

 Es indudable que las medidas de seguridad en los aeropuertos han contribuido notablemente a hacer mas antipáticos los viajes aéreos, pero conozco pocas personas que renunciarían a ellas si a cambio crece la posibilidad de compartir vuelo con un terrorista dispuesto a destruir el aparato.

 

La envidia y el síndrome de Solomon................................................. Borja Vilaseca

Formamos parte de una sociedad que tiende a condenar el talento y el éxito ajenos

La envidia paraliza el progreso por el miedo que genera no encajar con la opinión de la mayoría

Uno de los mayores temores del ser humano es diferenciarse del resto y no ser aceptado.

 

La envidia y el síndrome de Solomon.  Carlos Spottorno
En 1951, el reconocido psicólogo estadounidense Solomon Asch fue a un instituto para realizar una prueba de visión.
Al menos eso es lo que les dijo a los 123 jóvenes voluntarios que participaron –sin saberlo– en un experimento sobre la conducta humana en un entorno social.
El experimento era muy simple. En una clase de un colegio se juntó a un grupo de siete alumnos, los cuales estaban compinchados con Asch.
 Mientras, un octavo estudiante entraba en la sala creyendo que el resto de chavales participaban en la misma prueba de visión que él.
Haciéndose pasar por oculista, Asch les mostraba tres líneas verticales de diferentes longitudes, dibujadas junto a una cuarta línea.
 De izquierda a derecha, la primera y la cuarta medían exactamente lo mismo. Entonces Asch les pedía que dijesen en voz alta cuál de entre las tres líneas verticales era igual a la otra dibujada justo al lado.
Y lo organizaba de tal manera que el alumno que hacía de cobaya del experimento siempre respondiera en último lugar, habiendo escuchado la opinión del resto de compañeros.
La conformidad es el proceso por medio del cual los miembros de un grupo social cambian sus pensamientos, decisiones y comportamientos para encajar con la opinión de la mayoría”
(Solomon Asch)
La respuesta era tan obvia y sencilla que apenas había lugar para el error. 
Sin embargo, los siete estudiantes compinchados con Asch respondían uno a uno la misma respuesta incorrecta.
Para disimular un poco, se ponían de acuerdo para que uno o dos dieran otra contestación, también errónea. Este ejercicio se repitió 18 veces por cada uno de los 123 voluntarios que participaron en el experimento
. A todos ellos se les hizo comparar las mismas cuatro líneas verticales, puestas en distinto orden. Cabe señalar que solo un 25% de los participantes mantuvo su criterio todas las veces que les pre­­guntaron; el resto se dejó influir y arrastrar al menos en una ocasión por la visión de los demás.
Tanto es así, que los alumnos cobayas respondieron incorrectamente más de un tercio de las veces para no ir en contra de la mayoría.
 Una vez finalizado el experimento, los 123 alumnos voluntarios reconocieron que “distinguían perfectamente qué línea era la correcta, pero que no lo habían dicho en voz alta por miedo a equivocarse, al ridículo o a ser el elemento discordante del grupo”

El síndrome de Solomon pone de manifiesto el lado oscuro de nuestra condición humana.
 Por una parte, revela nuestra falta de autoestima y de confianza en nosotros mismos, creyendo que nuestro valor como personas depende de lo mucho o lo poco que la gente nos valore
. Y por otra, constata una verdad incómoda: que seguimos formando parte de una sociedad en la que se tiende a condenar el talento y el éxito ajenos.
 Aunque nadie hable de ello, en un plano más profundo está mal visto que nos vayan bien las cosas. Y más ahora, en plena crisis económica, con la precaria situación que padecen millones de ciudadanos.
.Detrás de este tipo de conductas se esconde un virus tan escurridizo como letal, que no solo nos enferma, sino que paraliza el progreso de la sociedad: la envidia
. La Real Academia Española define esta emoción como “deseo de algo que no se posee”, lo que provoca “tristeza o desdicha al observar el bien ajeno”. La envidia surge cuando nos comparamos con otra persona y concluimos que tiene algo que nosotros anhelamos.
 Es decir, que nos lleva a poner el foco en nuestras carencias, las cuales se acentúan en la medida en que pensamos en ellas.
 Así es como se crea el complejo de inferioridad; de pronto sentimos que somos menos porque otros tienen más.