Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

19 feb 2016

Alicia y Esther Koplowitz


Alicia y Esther Koplowitz, al fin juntas: amor, finanzas y conflictos familiares

 

Alicia y Esther Koplowitz, fotografiadas por Carlos Neville en la portada del número de marzo de Vanity Fair. 
Esther Koplowitz lleva tres semanas recluida en su domicilio madrileño de Paseo de la Habana.
 Con una deuda personal cercana a los 840 millones de euros y los dividendos cancelados desde 2012, afronta un giro de 180 grados en FCC, en la que el mexicano Carlos Slim se ha hecho con la mayoría de las acciones.
 Hasta 2005, se había negado a endeudarse. “Fueron los años de la burbuja inmobiliaria, en los que el discurso era: ‘Si usted no contrae deuda, es un mal gestor’. Y ella cedió”, explica Felipe Bernabé, secretario general de la compañía y amigo de Esther.

La situación de su hermana pequeña Alicia es bien distinta.
 Desde su cuartel general de Omega Capital, una de las gestoras de SICAV más rentables de España, controla un patrimonio estimado en 2.300 millones de euros, según Forbes
. Su hijo mayor Alberto Cortina es su “mano derecha y depositario”, según nos explica su consejero Óscar Fanjul, que la informa a diario de la marcha de sus inversiones.
La historia de estas dos mujeres pudo ser diferente si Esther hubiese aceptado la propuesta de su hermana.
Un día de la primavera de 1998, Alicia se presentó en su despacho de Paseo de la Habana. Se sentó frente a ella y mantuvieron una conversación trascendente que no se ha conocido hasta ahora. Según algunos de los presentes en los consejos de administración de aquella época, Alicia era partidaria de reestructurar parte de la plantilla para multiplicar el negocio
; Esther, en cambio, era más conservadora y quería mantener las cosas como estaban.
Alicia planteó tres opciones: comprar las acciones a su hermana, venderle las suyas, o bien permitir la entrada de un tercero que pusiera fin a sus diferencias.
Esther prefirió comprar. Era el negocio de su padre. Alicia le dio unos plazos muy cortos”, explica Gustavo Villapalos, exconsejero de FCC y exrector de la Universidad Complutense de Madrid.
 Aquella operación financiera supuso que Esther le pagara 871 millones de euros a su hermana por sus acciones.
Alicia no vendió por hacer dinero
. No hubo arrepentimiento por su parte, pero sintió nostalgia por desentenderse de la empresa que había creado su padre.
 Tenía sentimientos encontrados”, describe Fanjul.

En 1969, Esther se casó con Alberto Alcocer; Alicia, dos años menor, con Alberto Cortina
. Los Albertos tomaron las riendas de la empresa familiar
. Veinte años después, el país entero fue testigo de cómo Alberto Cortina le era infiel a Alicia con una joven Marta Chávarri.
 La conmoción que produjo su divorcio auguraba un desastre económico. “¡Jamás pensamos que un lío de faldas pudiera desatar esa tormenta financiera!”, destaca uno de los banqueros de éxito de aquellos años.
Esther también se divorció.
 “Confió tanto en su marido que le dio el control de todo.
 Se centró en criar a sus hijos. Y de pronto, Alberto se portó muy mal.
 Fue horroroso. Sin ninguna experiencia se puso al frente de la empresa junto a su hermana”, recalca su amigo Ignacio Elorrieta.
 “Esther no tiene ningún trato con Alcocer. Ella sabe quién es este señor que le ha hecho todo el daño que ha podido.
 Sigue siendo el padre de sus hijas, pero en esa batalla el cariño de las niñas está con su madre”, relata. En aquellos años, pasaron de ser amas de casa a dirigir una de las constructoras más importantes de España.
Se sintieron acosadas por la prensa, se blindaron y poco más se supo de sus vidas privadas.

Carlos Fitz-James Stuart, el hijo de la desaparecida duquesa de Alba, habla por primera vez de su noviazgo con Alicia Koplowitz: “Mantuvimos una relación sentimental de varios años, aunque intermitente
. En serio estuvimos unos tres años, con sus altibajos. 
Ella se separó en el 89 y empezamos a vernos dos o tres años más tarde. Hubo momentos maravillosos, pero nunca nos gustó que se hablara de nuestra vida privada.
 Eso de que nos íbamos a casar no era cierto”. Desde hace dos años, Alicia sale con el inversor portugués Miguel Pais do Amaral. Esther, por su parte, contrajo segundas nupcias en 2003 con Fernando Falcó, marqués de Cubas, en su finca La Gata.
 Se divorciaron seis años después, aunque conservan una gran amistad y un trato casi diario: él aún vive en su casa.

 
 

La popular presentadora estuvo arropada por su hija Lara Dibildos, además de sus nietos, Fran y Álvaro

hacía mucho tiempo que no la veíamos en público, pero la ocasión lo merecía. Laura Valenzuela celebró su 85º cumpleaños de la mejor forma posible, soplando las velas rodeada de los suyos. Radiante y sin poder borrar la sonrisa de su rostro, la popular presentadora fue la gran protagonista de una velada muy especial que celebraron en un restaurante italiano de la capital.
Junto a ella, como siempre, no podía faltar su hija Lara Dibildos, que se mostró muy emocionada y no dejó de darle besos a su madre
. "Hoy, la mujer que más quiero en el mundo cumple 85 años, mi madre!! Siempre has sido una madre maravillosa pero también eres la mejor abuela. @franmurciadibildos Luego te achuchamos y lo celebramos, te quiero mamá!! 🎈 🎉 🎂 😍 😘 #Madrid #Mamá #LaMejor #Cumpleaños #Felicidades #Guapa #YoFirmoYa #Familia #Celebración #Momentos #Sonrisas #TeQuieroMamá", escribió Lara en su perfil personal de Instagram para felicitar a su madre en este día tan señalado.
La 'cumpleañera' no podía estar más feliz, ya que también consiguió reunir a sus nietos: el mayor, Fran, fruto de la relación entre Lara Dibildos y Fran Murcia, y el pequeño Álvaro. Tampoco faltó Anna, la hija que Álvaro Muñoz Escassi tuvo con Mercedes Barrachina, y que ¡HOLA! descubrió el pasado mes de agosto, ni Joaquín Capel, pareja de Lara, y que se mostró muy feliz de poder celebrar este gran día con toda la familia.

La hija de Álvaro Muñoz Escassi, una más en el 85º cumpleaños de Laura Valenzuela.

Las meninas (holandesas) desfilan en el Rijksmuseum de Ámsterdam.........................................I.sabel Ferrer

La sala expone casi un centenar de vestidos emblemáticos, desde el Siglo de Oro hasta el diseño sesentero de la serie Mondrian, de Yves Saint Laurent.

Parte de la muestra titulada 'Catwalk' que se presenta en el Rijksmuseum, de Ámsterdam.
“¿Lo reconoce? Es un diseño de Balenciaga elaborado en tafetán de seda,”, dice Bianca du Mortier, conservadora de la colección de vestidos del Rijksmuseum, de Ámsterdam, indicando un modelo negro de cóctel que perteneció a una dama de la alta sociedad holandesa. El centro posee una colección de 10.000 trajes y accesorios fechados entre 1700 y 1960, y ha reunido casi un centenar en una muestra titulada Catwalk (Pasarela), abierta hasta mayo. No es una metáfora facilona, porque la pieza del español está montada, junto con otras del siglo XX, sobre maniquís que giran lentamente ante el espectador, acomodado en la primera fila de un desfile de excepción. En medio de una auténtica fiesta de seda y bordados, puede seguirse luego la evolución de la silueta femenina, desde los escotes estilo imperio y los corsés, a la liberación de la minifalda dedicada por el modisto francés Yves Saint Laurent al pintor Mondrian.

Parte de la muestra titulada 'Catwalk' que se presenta en el Rijksmuseum, de Ámsterdam.
“¿Lo reconoce? Es un diseño de Balenciaga elaborado en tafetán de seda,”, dice Bianca du Mortier, conservadora de la colección de vestidos del Rijksmuseum, de Ámsterdam, indicando un modelo negro de cóctel que perteneció a una dama de la alta sociedad holandesa. El centro posee una colección de 10.000 trajes y accesorios fechados entre 1700 y 1960, y ha reunido casi un centenar en una muestra titulada Catwalk (Pasarela), abierta hasta mayo. No es una metáfora facilona, porque la pieza del español está montada, junto con otras del siglo XX, sobre maniquís que giran lentamente ante el espectador, acomodado en la primera fila de un desfile de excepción. En medio de una auténtica fiesta de seda y bordados, puede seguirse luego la evolución de la silueta femenina, desde los escotes estilo imperio y los corsés, a la liberación de la minifalda dedicada por el modisto francés Yves Saint Laurent al pintor Mondrian.

Parte de la muestra titulada 'Catwalk' que se presenta en el Rijksmuseum, de Ámsterdam.
“¿Lo reconoce? Es un diseño de Balenciaga elaborado en tafetán de seda,”, dice Bianca du Mortier, conservadora de la colección de vestidos del Rijksmuseum, de Ámsterdam, indicando un modelo negro de cóctel que perteneció a una dama de la alta sociedad holandesa. El centro posee una colección de 10.000 trajes y accesorios fechados entre 1700 y 1960, y ha reunido casi un centenar en una muestra titulada Catwalk (Pasarela), abierta hasta mayo. No es una metáfora facilona, porque la pieza del español está montada, junto con otras del siglo XX, sobre maniquís que giran lentamente ante el espectador, acomodado en la primera fila de un desfile de excepción. En medio de una auténtica fiesta de seda y bordados, puede seguirse luego la evolución de la silueta femenina, desde los escotes estilo imperio y los corsés, a la liberación de la minifalda dedicada por el modisto francés Yves Saint Laurent al pintor Mondrian.


Las meninas (holandesas) desfilan en el Rijksmuseum de Ámsterdam

La sala expone casi un centenar de vestidos emblemáticos, desde el Siglo de Oro hasta el diseño sesentero de la serie Mondrian, de Yves Saint Laurent

Parte de la muestra titulada 'Catwalk' que se presenta en el Rijksmuseum, de Ámsterdam.
“¿Lo reconoce? Es un diseño de Balenciaga elaborado en tafetán de seda,”, dice Bianca du Mortier, conservadora de la colección de vestidos del Rijksmuseum, de Ámsterdam, indicando un modelo negro de cóctel que perteneció a una dama de la alta sociedad holandesa. El centro posee una colección de 10.000 trajes y accesorios fechados entre 1700 y 1960, y ha reunido casi un centenar en una muestra titulada Catwalk (Pasarela), abierta hasta mayo. No es una metáfora facilona, porque la pieza del español está montada, junto con otras del siglo XX, sobre maniquís que giran lentamente ante el espectador, acomodado en la primera fila de un desfile de excepción. En medio de una auténtica fiesta de seda y bordados, puede seguirse luego la evolución de la silueta femenina, desde los escotes estilo imperio y los corsés, a la liberación de la minifalda dedicada por el modisto francés Yves Saint Laurent al pintor Mondrian.
Tal vez la ropa actual marque más tendencias que clases sociales, pero en el Siglo de Oro, solo el conde Hendrik Casimir I de Nassau podía permitirse un impecable calzoncillo de lino, “lavado por los sirvientes incluso en plena campaña militar”
. Los nombres de estos primeros sastres, costureras (y abnegadas lavanderas) no han pasado a la historia, pero uno de sus trabajos tiene apellido propio.
 Es el vestido más voluminoso de Holanda, fabricado para la boda de Helena Slicher, una plebeya que se casó en 1759 con un barón. “En realidad, ni siquiera su recién adquirido estatus social permitía algo tan espectacular.
Es lo más parecido a la ropa de las meninas españolas.
 Muy difícil de llevar, y maravilloso en su ejecución”, dice Du Mortier, que señala luego un vestido dorado. “En Holanda, este modelo era para la nobleza. En Francia, su estampado de grandes motivos se consideraba tela de cortina. Cara, pero cortina”.
Muestra 'Catwalk' en Rijksmuseum, en Ámsterdam.
La colección del museo se ha formado gracias a donaciones de los dueños de los vestidos. Monarcas incluidos. Por eso presume de la bata de seda japonesa de Guillermo III de Orange, rey de Inglaterra en el siglo XVII, a la vez que estatúder (gobernador general) de las Provincias Unidas de los Países Bajos.
“En su día, era violeta, aunque ahora parece dorada. Imagínese cómo debía imponer con este atuendo intenso y de un tejido excepcional”, apunta la conservadora. En la pasarela solo hay vestidos del siglo XX para que las vibraciones no desprendan los adornos. En una sala contigua, por el contrario, destaca un grupo de piezas a partir de 1800, que evidencian la evolución de la silueta femenina. En particular el corsé, que también abandonó la cintura de avispa. “Se trataba de que ellas caminaran con gracia evitando movimientos bruscos”. A cambio, la hechura era preciosista y los detalles y accesorios interminables.
Para mostrar la liberación de la rígida vestimenta femenina del pasado, Erwin Olaf, el fotógrafo holandés encargado de la escenografía, ha metido en un marco gigantesco el último vestido expuesto. Pertenece a la serie dedicada por Yves Saint Laurent a la pintura geométrica de Mondrian, y semeja un altar laico. “Quería conmemorar la vida, la revolución sexual y la igualdad de derechos cantadas por la generación de los años sesenta”.
Conocido por sus campañas publicitarias para marcas como Microsoft, Nokia o Levi´s, Olaf aceptó el encargo porque le parecía un reto “darle movimiento a un trabajo en tres dimensiones, yo que vengo de la fotografía”, reconoce.