Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

30 ene 2016

Isabel Preysler: entre el plan detox y la burguer party........................................

Terminaba anteayer de escribir el triunfal artículo que tantas alegrías me ha dado (también algún que otro disgusto, a qué negarlo: la gente puede llegar a ser supermalvada) cuando mi madre cambió de canal en la tele del hospital y dijo: “Yo no apruebo ni acepto ni entiendo que escribas sobre chismes, pero ya que lo haces tendrías que escribir sobre esto”.
 Levanté la mirada por encima de las gafas de culo de botella (que sólo me pongo en presencia de mi cariñosa madre) y vi a Isabel Preysler en el asiento de Pablo Motos.
No podía creerlo: estaba más joven todavía que en la maravillosa fiesta que celebró hace unos meses Vanity Fair, cuando la confundí con Tamara (no llevaba las gafas), que fue la última vez que la vi. Pero, entonces, ¿es cierto que esas cremas suyas funcionan?
isabel-preysler-abrir
Mi amigo Txema Mirón, consultor y experto apasionado en el mundo beauty, diría que sí, pero yo tendría que verlo para creerlo.


Desconfío un poco de los efectos milagrosos de las cremas, pero no tanto de los del photoshop.
 He visto con estos ojos míos verdaderos milagros merced a este programa informático (también bastantes descalabros). Y ella lo sabe
. Y es que cuando la Preysler sale en una exclusiva exige un photoshop digno de Ana Rosa Quintana en su propia revista
. No hay otra famosa que cuide tanto su imagen como nuestra “reina de corazones” (quedó demostrado que sigue ostentando este título: rompió los audímetros EH como nadie lo había hecho antes: casi cuatro millones de seres humanos).
Claro que lo de su eterna juventud no es solo cuestión de arreglos de ordenador.
 Porque cuando una la ve en persona no sabe qué edad tiene. Lo mismo podría tener cuarenta y cinco que cincuenta. Tiene sesenta y cuatro
. Y está tan delgada… “Mis amigas vienen un día a la semana a ver una serie y dicen: nos vamos a hinchar.
 Tomamos hamburguesas, perritos calientes, patatas fritas, tarta de chocolate, bizcocho, de todo, absolutamente de todo, estamos todo el tiempo comiendo…Vemos cinco o seis capítulos. Empieza ya a amanecer cuando terminamos y todo ese tiempo estamos comiendo sin parar”
Sí, claro, del Burguer King.
 Dice que es cuestión de genética. Que ella come un montón y no engorda.
 Pero luego dice que tiene entrenador personal. Y que baila en el baño.
 Y en otras entrevistas ha contado que un día a la semana toma solo piña para depurar.
Total, que lo que más me interesó fue su desayuno: Un batido detox (una siempre está a dieta, como Alaska y como mi íntima Topacio Fresh), pero cuando esta mañana ha llegado la enfermera y le he sugerido que me trajera el sencillo batidito ha abierto los ojos tanto que he tenido que decirle que era una broma. Con tod@s la comparto ahora:
Zumo de lima + Brócoli + pimiento + pepino + manzana + col rizada + espinacas + calabacín = Batido energizante de la Preysler.


batido

¡Dice que lo toma todas las mañanas!
Conclusión: que Isabel llegó a la tele después de veinticinco años y arrasó casi más que yo en mi primer post.
 Hubo tuits destructivos, pero los buenos ganaron por goleada.
Y fue tan lista que se metió a todos los periodistas en el bolsillo. No es difícil meterse a un periodista del corazón en el bolsillo. 
Los periodistas del corazón son esos a los que se les insulta una media de 100 veces por semana. En cambio, ella dijo: “Gracias a ellos estoy aquí”. Es casi, casi tan lista como su hija Ana Boyer, que ha superado a la maestra
. Pero de Ana hablaremos otro día. Y de mi adorada Tamara (sin duda mi preferida) hablaremos muchos días. Adoro a Tamara y a su cabecita casi tan loca como la mía.
Ahora os dejo: está a punto de llegar mi coach, y como se entere que no he hecho los ejercicios que me ha mandado para mejorar la relación con mi madre verás la que me lía.
 Bueno es el pelma.
¡Hasta mañana y requete gracias a todos/as los que dejasteis comentarios! (incluido a Javier, que opinó que yo era Ángela Portero disfrazada. ¡Haber estudiado Filología para esto!)
Con todo el cariño

Paco León: "Soy producto de la tele y me moriré como Chanquete"................................ Ines Muñoz Martínez-Mora

Pronto no quedará nadie que le llame Luisma. Protagoniza 'Embarazados' (hoy estreno), prepara una zarzuela y anuncia: "El 'seso er güeno"

 

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Paco León viste chaqueta Cesare Attolini para just One y camisa Barbour.
Ni siquiera tras el estreno de Carmina y amén consiguió tomarse un descanso
. Paco León (Sevilla, 41 años) lleva dentro una fuerza centrífuga que le hace salir disparado en todas las direcciones posibles. “Soy ansiedad pura. Mis Orfidales me cuesta descansar, porque tengo mucha prisa, muchas ganas y mucho todo”, cuenta el sevillano, que acaba de estrenar (el 29 de enero) película como actor (Embarazados), el 1 de abril lo hace como director (Kiki, el amor se hace) y no sabe si luego protagonizará otro proyecto, aunque entre medias anuncia:
 “Dentro de esa voluntad de no aburrir y no aburrirme, voy a hacer una zarzuela dirigida por Miguel del Arco, ¿cómo te quedas?
 No soy de los que espera a que suene el teléfono. Soy hiperactivo y me autogestiono
. Cuando hay proyectos, bien, y si no, me los invento”.

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Paco León viste chaqueta Cesare Attolini para just One y camisa Barbour.
Ni siquiera tras el estreno de Carmina y amén consiguió tomarse un descanso. Paco León (Sevilla, 41 años) lleva dentro una fuerza centrífuga que le hace salir disparado en todas las direcciones posibles. “Soy ansiedad pura. Mis Orfidales me cuesta descansar, porque tengo mucha prisa, muchas ganas y mucho todo”, cuenta el sevillano, que acaba de estrenar (el 29 de enero) película como actor (Embarazados), el 1 de abril lo hace como director (Kiki, el amor se hace) y no sabe si luego protagonizará otro proyecto, aunque entre medias anuncia: “Dentro de esa voluntad de no aburrir y no aburrirme, voy a hacer una zarzuela dirigida por Miguel del Arco, ¿cómo te quedas? No soy de los que espera a que suene el teléfono. Soy hiperactivo y me autogestiono. Cuando hay proyectos, bien, y si no, me los invento”.
En Embarazados no hace de mujer, ni de entrañable extoxicómano, sino de varón en las postrimerías de la treintena con unos espermatozoides tan perezosos a la hora de enfrentarse a la paternidad como él mismo
. De esos hay muchos.
He tenido que interpretar a una persona completamente normal, algo a lo que no estoy acostumbrado, así que he trabajado a un nivel interpretativo no explorado. Lo que pasa es que mi chica es una de las guionistas, y la directora, Juana Macías, es amiga, así que ha sido un proyecto muy familiar
. Me lo propusieron y me parecía que tenía un temazo, todo eso de los padres tardíos, que les dan galletitas de fructosa a sus hijos y les abren un Pinterest.
Me hace gracia que me vean como una folclórica. Vine de Sevilla a Madrid sólo porque aquí es donde más trabajo hay. Pero, ¿conoces a mi hermana? Si yo soy así, ella es un maricón de 50 años en el cuerpo de una de 30
Usted mismo pasea a su hija [Manuela, de cinco años] en un carrito Bugaboo. Y a día de hoy, quien no tiene uno no es nadie.
Y sobre eso precisamente trata la película. Ojalá fuera un exitazo y pudiésemos hacer una segunda parte, ya no sobre el embarazo sino sobre la maternidad-paternidad en sí
. Madre mía. Hay que desmitificarlo porque realmente es durísimo.
 Por mucho que te avisen, es inevitable que cuando te encuentras con todo el pastel pienses: “A mí nadie me había dicho nada de esto”.

Su siguiente proyecto tras la cámara, la comedia sexual Kiki, el amor se hace, es una película de encargo. No es que ande usted a vueltas con el sexo.
 Viniese de donde viniese, la iba a aceptar porque la vi como algo cercano, interesante y que podía hacer mío. Es una película muy vital, descarada y disfrutona, que no deja de ser una comedia romántica porque, al final, la componen cinco historias de amor.
¿Resulta más productivo entonces tomarse el sexo en clave de humor? Aquí desde luego se trata de un enfoque nada oscuro.
Si tiene el subtítulo de El amor se hace es porque apunta en la dirección de que el sexo es el lenguaje universal que nos salva de todo. El seso er güeno.
 Hay que quererse, que estamos aquí tres días, así que mejor rocémonos.
 En ese sentido, el mensaje de la película es el de “haz el amor y no la guerra”, algo bastante hippy que a mí me sigue pareciendo subversivo.
¿Y cómo ve el asunto del sexo hoy en día gracias o por culpa de las aplicaciones para ligar? Porque está claro que las reglas del juego han cambiado. Ahora mismo estamos como niños con juguete nuevo, disfrutando de todos esos medios. Es verdad que ha cambiado el ritual.
Ya no hace falta ir a un bar a echar horas para ligar, o que un amigo haga de intermediario presentándote a alguien que cree que te puede gustar, pero la esencia es la misma. Supongo que hay más oportunidades.
 Y a mí, si hay más interacción, me parece bueno. Si la gente folla más, pues olé.
En su inevitable comparación con Almodóvar late el retrato costumbrista. A usted no le duele España. Siempre me acuerdo de la canción de Mecano esa de “a mi me tocó nacer en Madrid y no es un trauma ni un orgullo para mí porque no me dejaron elegir”.
Soy mucho de “con mi familia me meto yo, no tú”.
Y para mí, lo más honesto es hablar de lo que tienes cerca, por eso creo que, cuanto más particular seas, más universal resultas y, cuanto más básico, más moderno.
No intento hacer juicios de valor sino instantáneas sociales. Cuando me dicen que Carmina es muy española, pues pienso: “Será”.
Incluso hablando, usted es mucho de esa manera de sentenciar que tienen las folclóricas. Es que me he reconciliado mucho con mis raíces a partir de las Carminas
. No es que me viniera a Madrid huyendo de Sevilla para vivir el sueño de la capital sino porque aquí es donde más trabajo hay.
 Y luego es que hay una edad en la que uno vuelve. Cuando eres joven quieres ser todo lo contrario de tus padres, pero llega un momento en el que dices: “No, es que soy ellos. No es que me parezca, es que lo soy, a nivel genético, celular
. Cómo pongo la mano, cómo hablo…”. Y eso es sano.
 Pero me hace gracia que me vea así. ¿Conoce a mi hermana [la actriz María León]? Porque si yo soy así, ella directamente es un maricón de 50 años metido en el cuerpo de una de 30.
¿Por qué ya no se traviste? Con lo guapa que salía con sus personajes de Homo Zapping. Yo es que de mujer gano. Pero no, ya no me queda tan bien la pestaña postiza. No me veo ya, me da mucha pereza. Además, creo que hay que matar a los Frankenstein porque si no todavía podría estar haciendo de Raquel Revuelta o del Luisma perfectamente.
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Paco León posa con traje Acne para Mini, camiseta Diesel y gafas Persol.
Y al Luisma, ¿lo ha matado ya socialmente? Es heavy lo que voy a decir, pero depende del nivel cultural de la gente.
Los que sólo ven televisión me identifican con el Luisma aunque sepan que me llamo Paco León. Y para la gente que lee revistas o va al cine soy Paco León
. Pero no me peleo con ninguna de las cosas. Yo soy producto de la tele y me moriré como Chanquete.
Después de haber contado la historia de su familia, ¿le ronda alguna otra por la cabeza? He abierto tantos campos que reconozco que ahora mismo no sé por dónde tirar. 
Hay tantas opciones que de repente se me hace bola. Me da mucha nostalgia lo de la primera Carmina, la verdad, lo de trabajar el low cost
¿Ese low cost de la primera no fue un camino para poder ser más ambicioso en la segunda? No te creas, yo volvería gustoso a aquello.
 Para mí, el verdadero lujo no es el dinero sino la libertad.
 Esto me ha quedado de titular de aplauso, ¿eh? No, lo pienso de verdad.
 El auténtico lujo es hacer lo que te dé la gana.
Yo no me puedo quejar porque lo hago en un porcentaje muy alto, pero quiero hacerlo más.
 Tengo proyectos muy chulos en mente pero que no puedo hacer porque son muy caros o porque todavía no me dan el crédito artístico de decir: “A este, lo que pida”.
Y su familia, ¿qué tal tras la catarsis de las Carminas? Se ha naturalizado todo mucho. Primero, porque ha nacido una estrella, que es mi madre, que no te creas que está recogidita en casa. Está haciendo Allí abajo (Antena 3) con mi hermana, acabamos de rodar un anuncio dirigido por mí y protagonizado por ella y ahora en enero lanzamos un canal de YouTube.
“Soy vanidoso, pero voy al límite, provoco.
No soy políticamente correcto, y el gamberreo me da mucho morbo. Pero luego soy bastante tímido.

Por eso hago cosas desde mi profesión o las redes que en persona nunca haría
¿Y si su madre se hace más famosa que usted? Ya lo es
. Al menos, en Sevilla. Cuando vamos juntos y nos para un fan por la calle, este me pide a mí que les saque una foto juntos, no que salga yo en ella.
Y hacemos sesiones fotográficas y rodajes y todo, pero siempre a nuestra manera.
 No te creas que mi madre deja de fumar en ningún plató.
Es que las señoras a cierta edad son ingobernables. Eso sí que es libertad.
Hablando de libertad, usted no sólo nos ha puesto en bandeja su universo personal, sino que no tiene ningún pudor a la hora de mostrarse en otro sentido más prosaico, el del desnudo. Se quita la ropa muy alegremente para celebrar el aumento de seguidores en Twitter o Instagram. Me sorprende que lo sigan considerando noticiable porque es algo muy sano que no compromete mi libertad personal.
 A mí, como vanidoso que soy, me preocupa mucho lo que piensen de mí, pero también quiero ser honesto
. Y en esa honestidad está el descaro y el “me da igual”. Voy al límite, provoco. No soy políticamente correcto, y el gamberreo me da mucho morbo
. Pero luego soy bastante tímido. Por eso hago esas cosas desde mi profesión o las redes que en persona nunca haría.
Y todo eso sin haber sacrificado su vida privada por el camino. Es que intento ser muy generoso en un sentido para ser muy rácano en otro.
Y la gente se lo consiente. Lo íntimo lo puedo hacer público, pero lo privado está en otro paquete distinto.

Pierre Lemaitre: “Aprendí de Hitchcock, me inspiro en las series”............................... Berna González Harbour

El francés ha cultivado el género criminal con 'Irène' y el inspector Camille Verhoeven.

Pierre Lemaitre.
Pierre Lemaitre (París, Francia, 1951) es un escritor tardío de rápida consagración.
 Empezó a escribir con 56 años y ya con 63 y una reseñable reputación como autor de novela negra, ganó en 2013 el premio Goncourt, el más importante de las letras francesas.
Fue curiosamente con Nos vemos allá arriba (Salamandra), una obra alejada del género que ha cultivado con Irène (2006) y otros títulos de la serie protagonizada por el inspector Camille Verhoeven, que incluye Alex, Rosy&John y Camille, publicadas por Alfaguara. Lemaitre responde a EL PAÍS por correo electrónico.

PREGUNTA. ¿Existe una nueva novela negra, el género vive una nueva etapa?

RESPUESTA. Creo que en España no se distingue entre novela policiaca y novela negra (las novelas negras tienen como base la historia de un delito pero no siempre cuentan la investigación y la búsqueda del asesino misterioso, por ejemplo mi próximo libro).
 Es una lástima, porque eso permite ver el conjunto policiaca + negra como una vasta galaxia literaria con un abanico increíblemente abierto, porque toca todos los temas que la literatura es capaz de abordar. No sé si vivimos una nueva etapa de la novela negra (en sentido amplio), pero debemos reconocer que el género, en todas sus formas, aborda absolutamente todos los temas sociales...
P. ¿Cómo ha evolucionado el género negro? ¿Ha roto los límites de los temas hacia la historia, la fantasía? ¿Tiene más cualidades o menos?
R. Ha habido muchas evoluciones.
 Pensemos en el camino recorrido, por ejemplo, desde las primeras novelas de Agatha Christie hasta James Ellroy, desde Fantômas hasta Paco Ignacio Taibo II. Creo que tiene razón, que el género no deja de transgredir las categorías habituales.
 A veces leo novelas que pertenecen al género fantástico en sentido estricto pero que toman muchos elementos prestados de la novela policiaca o la novela negra: misterio, suspense, giros imprevistos, pero también un panorama de la sociedad, la investigación psicológica de personajes en el límite de las normas, etcétera.
 Hablo, por ejemplo, de la extraordinaria novela francesa Gagner la guerre, de Jean-Philippe Jaworski, que espero que traduzcan al español.

P. ¿El cine ha cambiado la forma de narrar? ¿Le ha influido a usted?
R. Yo he aprendido mucho de uno de mis maestros, Alfred Hitchcock, pero, en el plano narrativo, las series televisivas son mi mayor inspiración.
El cine posee unos límites naturales, en especial de duración. Mientras que la serie de televisión ha permitido recuperar la novela de grandes dimensiones. Todo Breaking Bad o todo The Wire tienen una duración narrativa superior a Guerra y paz. Esta dimensión novelesca es una gran novedad en las artes de la ficción, porque une la eficacia narrativa del cine a la inmensidad de la novela.
P. ¿Es un género social?
R. Es un género social para los autores que quieren que lo sean.
P. ¿Cómo define su estilo? ¿Realista, social?
R. No soy el más indicado para definirlo. Creo que mi estilo es bastante realista, pero las categorías son todavía algo rígidas.
Algunas novelas mías entran en una categoría muy social y, por tanto, realista, y otras son fábulas (en las que la relación con la realidad relaja bastante).
 Me gustaría ser un novelista no muy fácil de clasificar, porque eso querría decir que aún puedo sorprender a mis lectores y a los críticos literarios.

 

Pinturas con vida propia

Los cuadros de Andrew Wyeth inspiran a la diseñadora floral Isabel Marías

Crea unos bodegones que representan el universo del artista

La obsesión de Isabel Marías, diseñadora y dueña de la tienda de arreglos florales Elisabeth Blumen, siempre ha sido encontrar inspiración en la pintura clásica y contemporánea para crear composiciones diferentes. “Intento buscar elementos artísticos y que mis ramos aporten un toque original a cualquier evento”, explica Marías, de 37 años
. Los lienzos de Andrew Wyeth, que reflejan muy bien el entorno rural, han encajado en su visión creativa.
 Para representar la atmósfera del artista en bodegones, Marías viajó hasta la sierra, donde le fue fácil encontrar plantas de invierno.
 “La obra de Wyeth es muy orgánica y sus paisajes son fríos”, explica. 
La diseñadora recolectó ramas, setas y hojas secas y las entremezcló con flores de tonalidades que van desde el violeta de las anémonas hasta el rojo del acebo.
 Las puertas y ventanas de madera de un almacén abandonado en el madrileño pueblo de Navacerrada sirvieron de escenario con el fin de recrear el taller del pintor estadounidense..

El arte de Andrew Wyeth

Estrella de Diego
El haber nacido en una familia de artistas, la del conocido ilustrador N. C. ­Wyeth, quizá fue fundamental para Andrew Wyeth, uno de los pintores estadounidenses de mayor prestigio del siglo pasado. Wyeth es autor de obras tan esenciales como el cuadro El mundo de Cristina, de 1948, que muestra a una joven en medio de un campo árido desde el que se vislumbran unas casas al fondo. El pintor dibuja su cotidianidad, lo que ve desde la ventana de su casona. Con este lienzo, Wyeth pasó a formar parte del movimiento artístico de la American Scene, cuyo lema era recuperar el paisaje americano, recrear sus parajes hostiles, casi desérticos. Cuadros y fotografías se inundaron de horizontes de claros y oscuros alejados del ritmo de las grandes ciudades. Bajo el título Wyeth. Andrew y Jamie en el taller, el Museo Thyssen-Bornemisza acogerá desde el 1 de marzo hasta el 19 de junio una exposición sobre la obra del artista y de su hijo Jamie.
Nacido en 1917 en Chadds Ford (Pensilvania), Andrew Wyeth pasaba los veranos en Maine, rodeado de elementos familiares que pueblan sus cuadros: “Pinto mi vida”, reflexionaba. Se trata de una pintura a medio camino entre preciosismo y realidad, fascinante en lo minucioso; tiene un sabor casi fotográfico, pictorialista, a pesar de su animadversión al mundo de la fotografía. Pero a Wyeth no le gustaba la etiqueta de pintor realista. Y menos en aquellos años, con el pleno auge de la Escuela de Nueva York, cuna del expresionismo abstracto. Para la crítica y los historiadores del arte, sin embargo, se trata de un artista controvertido. Aclamado por algunos y despreciado por otros, representa un momento básico en el arte estadounidense a veces eclipsado por la fama que alcanzó la Escuela de Nueva York.