Los cuadros de Andrew Wyeth inspiran a la diseñadora floral Isabel Marías
Crea unos bodegones que representan el universo del artista
. Los lienzos de Andrew Wyeth,
que reflejan muy bien el entorno rural, han encajado en su visión
creativa.
Para representar la atmósfera del artista en bodegones, Marías
viajó hasta la sierra, donde le fue fácil encontrar plantas de
invierno.
“La obra de Wyeth es muy orgánica y sus paisajes son fríos”,
explica.
La diseñadora recolectó ramas, setas y hojas secas y las
entremezcló con flores de tonalidades que van desde el violeta de las
anémonas hasta el rojo del acebo.
Las puertas y ventanas de madera de un
almacén abandonado en el madrileño pueblo de Navacerrada sirvieron de
escenario con el fin de recrear el taller del pintor estadounidense..
El arte de Andrew Wyeth
Estrella de Diego
El haber nacido en una familia de artistas, la del conocido
ilustrador N. C. Wyeth, quizá fue fundamental para Andrew Wyeth, uno de
los pintores estadounidenses de mayor prestigio del siglo pasado. Wyeth
es autor de obras tan esenciales como el cuadro El mundo de Cristina,
de 1948, que muestra a una joven en medio de un campo árido desde el
que se vislumbran unas casas al fondo. El pintor dibuja su cotidianidad,
lo que ve desde la ventana de su casona. Con este lienzo, Wyeth pasó a
formar parte del movimiento artístico de la American Scene, cuyo lema
era recuperar el paisaje americano, recrear sus parajes hostiles, casi
desérticos. Cuadros y fotografías se inundaron de horizontes de claros y
oscuros alejados del ritmo de las grandes ciudades. Bajo el título Wyeth. Andrew y Jamie en el taller,
el Museo Thyssen-Bornemisza acogerá desde el 1 de marzo hasta el 19 de
junio una exposición sobre la obra del artista y de su hijo Jamie.Nacido en 1917 en Chadds Ford (Pensilvania), Andrew Wyeth pasaba los veranos en Maine, rodeado de elementos familiares que pueblan sus cuadros: “Pinto mi vida”, reflexionaba. Se trata de una pintura a medio camino entre preciosismo y realidad, fascinante en lo minucioso; tiene un sabor casi fotográfico, pictorialista, a pesar de su animadversión al mundo de la fotografía. Pero a Wyeth no le gustaba la etiqueta de pintor realista. Y menos en aquellos años, con el pleno auge de la Escuela de Nueva York, cuna del expresionismo abstracto. Para la crítica y los historiadores del arte, sin embargo, se trata de un artista controvertido. Aclamado por algunos y despreciado por otros, representa un momento básico en el arte estadounidense a veces eclipsado por la fama que alcanzó la Escuela de Nueva York.
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