El francés ha cultivado el género criminal con 'Irène' y el inspector Camille Verhoeven.
Pierre Lemaitre (París, Francia, 1951) es un escritor tardío de
rápida consagración.
Empezó a escribir con 56 años y ya con 63 y una reseñable reputación como autor de novela negra, ganó en 2013 el premio Goncourt, el más importante de las letras francesas.
Fue curiosamente con Nos vemos allá arriba (Salamandra), una obra alejada del género que ha cultivado con Irène (2006) y otros títulos de la serie protagonizada por el inspector Camille Verhoeven, que incluye Alex, Rosy&John y Camille, publicadas por Alfaguara. Lemaitre responde a EL PAÍS por correo electrónico.
PREGUNTA. ¿Existe una nueva novela negra, el género vive una nueva etapa?
RESPUESTA. Creo que en España no se distingue entre novela policiaca y novela negra (las novelas negras tienen como base la historia de un delito pero no siempre cuentan la investigación y la búsqueda del asesino misterioso, por ejemplo mi próximo libro).
Es una lástima, porque eso permite ver el conjunto policiaca + negra como una vasta galaxia literaria con un abanico increíblemente abierto, porque toca todos los temas que la literatura es capaz de abordar. No sé si vivimos una nueva etapa de la novela negra (en sentido amplio), pero debemos reconocer que el género, en todas sus formas, aborda absolutamente todos los temas sociales...
P. ¿Cómo ha evolucionado el género negro? ¿Ha roto los límites de los temas hacia la historia, la fantasía? ¿Tiene más cualidades o menos?
R. Ha habido muchas evoluciones.
Pensemos en el camino recorrido, por ejemplo, desde las primeras novelas de Agatha Christie hasta James Ellroy, desde Fantômas hasta Paco Ignacio Taibo II. Creo que tiene razón, que el género no deja de transgredir las categorías habituales.
A veces leo novelas que pertenecen al género fantástico en sentido estricto pero que toman muchos elementos prestados de la novela policiaca o la novela negra: misterio, suspense, giros imprevistos, pero también un panorama de la sociedad, la investigación psicológica de personajes en el límite de las normas, etcétera.
Hablo, por ejemplo, de la extraordinaria novela francesa Gagner la guerre, de Jean-Philippe Jaworski, que espero que traduzcan al español.
P. ¿El cine ha cambiado la forma de narrar? ¿Le ha influido a usted?
R. Yo he aprendido mucho de uno de mis maestros, Alfred Hitchcock, pero, en el plano narrativo, las series televisivas son mi mayor inspiración.
El cine posee unos límites naturales, en especial de duración. Mientras que la serie de televisión ha permitido recuperar la novela de grandes dimensiones. Todo Breaking Bad o todo The Wire tienen una duración narrativa superior a Guerra y paz. Esta dimensión novelesca es una gran novedad en las artes de la ficción, porque une la eficacia narrativa del cine a la inmensidad de la novela.
P. ¿Es un género social?
R. Es un género social para los autores que quieren que lo sean.
P. ¿Cómo define su estilo? ¿Realista, social?
R. No soy el más indicado para definirlo. Creo que mi estilo es bastante realista, pero las categorías son todavía algo rígidas.
Algunas novelas mías entran en una categoría muy social y, por tanto, realista, y otras son fábulas (en las que la relación con la realidad relaja bastante).
Me gustaría ser un novelista no muy fácil de clasificar, porque eso querría decir que aún puedo sorprender a mis lectores y a los críticos literarios.
Empezó a escribir con 56 años y ya con 63 y una reseñable reputación como autor de novela negra, ganó en 2013 el premio Goncourt, el más importante de las letras francesas.
Fue curiosamente con Nos vemos allá arriba (Salamandra), una obra alejada del género que ha cultivado con Irène (2006) y otros títulos de la serie protagonizada por el inspector Camille Verhoeven, que incluye Alex, Rosy&John y Camille, publicadas por Alfaguara. Lemaitre responde a EL PAÍS por correo electrónico.
PREGUNTA. ¿Existe una nueva novela negra, el género vive una nueva etapa?
RESPUESTA. Creo que en España no se distingue entre novela policiaca y novela negra (las novelas negras tienen como base la historia de un delito pero no siempre cuentan la investigación y la búsqueda del asesino misterioso, por ejemplo mi próximo libro).
Es una lástima, porque eso permite ver el conjunto policiaca + negra como una vasta galaxia literaria con un abanico increíblemente abierto, porque toca todos los temas que la literatura es capaz de abordar. No sé si vivimos una nueva etapa de la novela negra (en sentido amplio), pero debemos reconocer que el género, en todas sus formas, aborda absolutamente todos los temas sociales...
P. ¿Cómo ha evolucionado el género negro? ¿Ha roto los límites de los temas hacia la historia, la fantasía? ¿Tiene más cualidades o menos?
R. Ha habido muchas evoluciones.
Pensemos en el camino recorrido, por ejemplo, desde las primeras novelas de Agatha Christie hasta James Ellroy, desde Fantômas hasta Paco Ignacio Taibo II. Creo que tiene razón, que el género no deja de transgredir las categorías habituales.
A veces leo novelas que pertenecen al género fantástico en sentido estricto pero que toman muchos elementos prestados de la novela policiaca o la novela negra: misterio, suspense, giros imprevistos, pero también un panorama de la sociedad, la investigación psicológica de personajes en el límite de las normas, etcétera.
Hablo, por ejemplo, de la extraordinaria novela francesa Gagner la guerre, de Jean-Philippe Jaworski, que espero que traduzcan al español.
P. ¿El cine ha cambiado la forma de narrar? ¿Le ha influido a usted?
R. Yo he aprendido mucho de uno de mis maestros, Alfred Hitchcock, pero, en el plano narrativo, las series televisivas son mi mayor inspiración.
El cine posee unos límites naturales, en especial de duración. Mientras que la serie de televisión ha permitido recuperar la novela de grandes dimensiones. Todo Breaking Bad o todo The Wire tienen una duración narrativa superior a Guerra y paz. Esta dimensión novelesca es una gran novedad en las artes de la ficción, porque une la eficacia narrativa del cine a la inmensidad de la novela.
P. ¿Es un género social?
R. Es un género social para los autores que quieren que lo sean.
P. ¿Cómo define su estilo? ¿Realista, social?
R. No soy el más indicado para definirlo. Creo que mi estilo es bastante realista, pero las categorías son todavía algo rígidas.
Algunas novelas mías entran en una categoría muy social y, por tanto, realista, y otras son fábulas (en las que la relación con la realidad relaja bastante).
Me gustaría ser un novelista no muy fácil de clasificar, porque eso querría decir que aún puedo sorprender a mis lectores y a los críticos literarios.
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