Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

3 nov 2015

Carme Riera gana el Premio Nacional de las Letras 2015..................................... Winston Manrique Sabogal

El galardón distingue el conjunto de la obra de la escritora y académica mallorquina, que escribe en catalán, básicamente.

 El premio está dotado con 40.000 euros.

La escritora y académica Carme Riera.

La escritora y académica mallorquina Carme Riera ha obtenido el Premio Nacional de las Letras Españolas que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte.
 El galardón, dotado con 40.000 euros, distingue el conjunto de una obra literaria, en cualquiera de las lenguas españolas, de un autor español, "cuya obra esté considerada como parte integrante del conjunto de la literatura española actual".
 El jurado premia a Riera por “la altísima calidad de su obra en catalán y castellano en la que se combina la creación literaria con la investigación y divulgación, una obra polifacética de repercusión universal”.
Riera (Islas Baleares, 1948) es, sobre todo, una narradora y ensayista en catalán.
 Es doctora en Filología Hispánica y Catedrática de Literatura española en la Universidad Autónoma de Barcelona.
 Está especializada en el Siglo de Oro. Es miembro de la Real Academia de la Lengua, ocupando el sillón ‘n’. También es miembro de la Real Academia de Bones Letres
. Entre sus novelas destacan Una primavera para Domenico Guarini, Cuestión de amor propio, En el último azul, Por el cielo y más all, Naturaleza casi muerta y Tiempo de inocencia.
La penúltima batalla de Riera es por la defensa de los derechos de autor.
 Desde junio pasado es la presidenta del Centro Español de Derechos Reprográficos (Cedro), una entidad que gestiona los derechos de propiedad intelectual de autores y editores españoles a la que están asociados 22.513 titulares
. Riera considera necesario que los escritores, traductores, periodistas y editores sean “justamente” retribuidos por la utilización digital de sus obras, como ocurre en la mayoría de los países de Europa.
En un ensayo sobre el Quijote, Carme Riera recoge la antigua diatriba sobre catalanes y españoles. En una entrevista a este diario, en 2014, al reponder sobre
 ¿Qué siente ante lo que ocurre ahora? ¿Miedo, resquemor, podría ser de otra manera?, la académica contesto:
"Creo que debe ser todavía de otra manera. Por supuesto que hay un hecho diferencial.
 Cataluña tiene muchas características que no tienen que ver con Galicia, Castilla o Andalucía, y deben ser respetadas, incluso conocidas y amadas por el resto del país.
 Y a partir de ahí, pienso que Cataluña debe buscar un nuevo encaje y un anclaje dentro de España. No concibo otra cosa.
 Considero que la independencia llevaría a los catalanes a un callejón sin salida, a la ruina y al sacrificio de varias generaciones".
Tras esta reflexión añadió: “Europa no permitirá su entrada", la de Cataluña. "¿Vale la pena?
 Me parece que no
. Considero que tal vez ahora, con el relevo de la institución monárquica, puedan venir otros y se abra un nuevo periodo de reajustes y cambios que permitan llegar a un nuevo entendimiento Cataluña-España. Precisamente es mi amor por esta tierra y sus gentes lo que me lleva a considerar que la independencia sería un desastre".
En 1995, el Ministerio de Cultura le otorgó el Premio Nacional de Narrativa por la obra Dins el darrer blau.
 También fue distinguida con el Premio Anagrama de Ensayo en 1988, por La escuela de Barcelona y, en 1989, con el Premio de las Letras Catalanas Ramon Llull, por Joc de miralls.
Directora de la cátedra José Agustín Goytisolo y coordinadora de la obra completa del autor, del que publicó la antología Los poemas son mi orgullo en 2003.

Todos los premiados

Emilio Lledó, 2014. Luis Goytisolo, 2013. Francisco Rodríguez Andrados, 2012. José Luis Sampredro, 2011. Josep María Castellet, 2010. Rafael Sánchez Ferlosio, 2009. Juan Goytisolo, 2008. Ana María Matute, 2007. Raúl Guerra Garrido, 2006. José Manuel Caballero Bonald, 2005. Félix Grande, 2004. Leopoldo de Luis, 2003. Joan Perucho, 2002. Miquel Batllori, 2001. Martí de Riquer, 2000. Francisco Brines, 1999. Pere Gimferrer, 1998. Francisco Umbral, 1997. Antonio Buero Vallejo, 1996. Manuel Vázquez Montalbán, 1995. Carmen Martín Gaite, 1994. Carlos Bousoño, 1993. José Jiménez Lozano, 1992. Miguel Delibes, 1991. José Hierro, 1990. Joan Corominos, 1989. Francisco Ayala, 1988. Rosa Chacel, 1987. Gabriel Celaya, 1986. Julio Caro Baroja, 1985. José Vicente Foix, 1984.

 

2 nov 2015

Echarle cara y paciencia............................................................... Ana Rodríguez Fischer

'El secreto de la modelo extraviada' lleva el sello del mejor Eduardo Mendoza: una falsa intriga para tapar otra más turbia cuyos personajes dibujan la microhistoria de Barcelona.

 

Eduardo Mendoza, visto por Sciammarella.

No sabemos su nombre, pero es imposible olvidar al personaje que Eduardo Mendoza nos dio a conocer en El misterio de la cripta embrujada (1979) y El laberinto de las aceitunas (1982): un maleante estrafalario y pendenciero que, a fuerza de verse involucrado en algunas historias rocambolescas, se hace detective
. Va siempre a su aire, y tiene como método “echarle cara y paciencia a los asuntos”. Años más tarde reaparecía en La aventura del tocador de señoras (2001), y volvíamos a encontrarlo en El enredo de la bolsa y la vida (2012), novela ambientada en la reciente crisis económica de nuestro país. Ya un tanto cambiado, el detective regentaba entonces una peluquería de señoras que al final traspasaba a los dueños de un vecino bazar chino.
 Estos abrirán allí un restaurante y le darán empleo, confiándole pequeños encargos. En esta situación lo vemos al inicio de El secreto de la modelo extraviada, la nueva novela de Eduardo Mendoza. Anda afanado en el desempeño de un encargo, cuando de repente un incidente callejero le lleva a recordar un caso en el que estuvo involucrado 20 años antes.
La relación de aquellos sucesos lejanos ocupa la primera parte de la novela. La segunda, que transcurre en el presente, está dedicada a revisar dicho caso, aunque ya hubiera prescrito. Lo hace porque ya en su día sospechó de la versión oficial, de la manera tan tonta con que explicaron un desenlace en el que quedaban muchos flecos y no pocos extremos dudosos.
El secreto de la modelo extraviada lleva el sello del mejor Eduardo Mendoza: una falsa intriga inicial urdida para tapar otra bastante más turbia y tentacular.
 Y es la investigación de esta lo que propicia un sinnúmero de lances, en apariencia disparatados e incluso absurdos, dado que aquí la farsa lo recubre todo.
Las peripecias se desencadenan a un ritmo frenético, subrayado en gran medida por el incesante ir y venir del detective en sus pesquisas y por el cañamazo persecución-huida que caracteriza los enredos de este personaje.
 Y así, van desfilando por las páginas de la novela una galería de personajes cuyas vidas dibujan la microhistoria de Barcelona y, especialmente, el contraste entre quienes pululan por los bajos fondos o son simples peones-comparsas y el “senado de plutócratas” miembros de la sociedad secreta APALF —siglas que corresponden al grito Andreu, porti’m a la fàbrica!—; es decir, un grupo de empresarios que, convencidos de que los cambios en la política económica del régimen llevarían a la bancarrota, deciden “poner sus valores fiduciarios, o también podríamos decir calerones [dinero]”, a buen recaudo. Y para ello, organizan “un complejo tejido de evasión de capitales”.
El contrapunto temporal —los 35 años que median entre la primera y la segunda parte de El secreto de la modelo extraviada— es sin duda un recurso afortunado, porque potencia mucho más el sentido de este microcosmos.
 El derrotero seguido por la mayoría de estos personajes sirve para subrayar los cambios en los hábitos y las formas de vida, los valores, y desde luego las transformaciones de la propia ciudad, una Barcelona que algunos juzgan como la “capital mundial del baratillo y la idiocia”.
“Qué se hizo de…” es otro hilo que tira del detective en este retorno a aquel turbio asunto, lo que no presupone blandenguería alguna, pues el relato sigue arrancándole carcajadas al lector porque Eduardo Mendoza no prescinde de sus señas narrativas más genuinas: el humor, la ironía, la parodia, el esperpento y un lenguaje repleto de alusiones y dobles sentidos en el que se mezclan los más variados registros.
 Lo que no excluye que la reaparición de la Sta. Westinghouse, por grotesca que sea, rezume tanta acidez como gravedad cuando concluye que “lo banal cansa y empacha”. Ni tampoco el sarcasmo en el análisis que hace la nueva empresaria Lola Campos de la aventura de los prohombres de la APALF palía la crudeza. “Cada época tiene su metodología. Andando el tiempo, yo acabaré igual o peor. Son las reglas del juego y es bueno que así sea.
 En esto Cataluña lleva ventaja al resto del mundo
. El clásico ciclo catalán pobre-rico-preso favorece la movilidad social y previene la sobrecarga de la tradición”.
 Y en tanto, la suerte de la fregona Blancaflor no ha variado un ápice. Por fortuna, queda el perrito Toby, que no olvida afrentas.
El secreto de la modelo extraviada. Eduardo Mendoza. Seix Barral. Barcelona, 2015. 318 páginas. 18,50 euros. (digital, 12,99)

¿Qué pintura nos impresiona más por su realismo y detalle?...................................Javier Bilbao



A la pregunta «¿qué es el arte?» lo primero que se nos viene a todos a la mente es inevitablemente «morirse de frío», pero si indagamos un poco más encontraremos que la historia de la filosofía está repleta de teorías estéticas. 
Cada pensador tiene la suya, pero cualquier intento de establecer una definición que abarque a todas las obras de arte termina siendo una manta que al taparnos los hombros nos deja los pies fríos; al fin y al cabo ¿qué pueden tener en común la Venus de Willendorf con Thriller de Michael Jackson
El catedrático de filosofía del arte Denis Dutton, por su parte, señala doce características de la creación artística: proporciona placer, demuestra pericia, está sujeta a un estilo, es novedosa, hay una crítica sobre ella, representa algo real o imaginario, enfoca la atención, expresa individualidad, transmite emoción, es un desafío intelectual, está inserta en una tradición y estimula la imaginación. 

Vieja friendo huevos, de Velázquez
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De este autor sevillano podríamos poner cualquiera de sus obras. Pintó escenas de la Biblia y de la mitología griega, acontecimientos históricos como la rendición de Breda, retrató a personajes eclesiásticos, de la realeza y también a enanos de corte (o «gente de placer», como se les llamaba) confiriéndoles tanta dignidad como a los anteriores, y también recreó bodegones.
 En ellos supo captar hasta los detalles más sutiles, como en El aguador de Sevilla, pero nos quedamos con este otro aunque solo sea por haberlo pintado con apenas diecinueve años. Prácticamente un adolescente, y ya era capaz de hacer algo como esto.
La incredulidad de Santo Tomás, de Caravaggio
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Unos años antes Caravaggio había estado pintando escenas religiosas que se caracterizaban por su crudeza. Tanto por la violencia que mostraban, por su hábil uso de las luces y las sombras, como por el aspecto feo e incluso deforme de sus protagonistas, pues acostumbraba a tomar a pordioseros como modelos. En su obra no hay rastro de santidad ni sonrisas beatíficas, todo es humano, demasiado humano. Por eso tampoco podemos dejar de mirarlo.
Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros en las playas de Málaga, de Antonio Gisbert Pérez
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«Con su muerte dieron almas al cielo, a España nombradía. Ansia de patria y libertad henchía sus nobles pechos que jamás temieron», así describió Espronceda a estos liberales que lucharon contra el absolutismo de Fernando VII con el fin de restablecer la Constitución de 1812. Merece la pena fijarse con atención en sus rostros, pensativos y serenos, perfectamente conscientes de la gravedad del momento y de su inminente destino pero sin perder la compostura. El cuadro podemos verlo en el Museo del Prado, del que el propio pintor fue director entre 1868 y 1873.
Doña Juana la Loca, de Francisco Pradilla y Ortiz
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Esta otra pintura también retrata un acontecimiento histórico de nuestro país y la encontraremos en el Museo del Prado, del que igualmente este artista fue director. En la imagen vemos el féretro de Felipe el Hermoso durante su largo traslado de varios meses de duración hasta el lugar en donde sería enterrado, siempre con su desconsolada viuda al lado velando el cadáver. Más adelante, cuando ya estaba recluida en Tordesillas, es de nuevo protagonista de otra obra de Pradilla.
Sagrada Familia del pajarito, de Bartolomé Esteban Murillo
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Una apacible escena familiar con san José, la Virgen María y el niño Jesús dando de comer un pajarito a su perro. Murillo fue el autor de esta pintura en el año 1650.
Galería de cuadros con vistas de la Roma moderna, de Pannini
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Giovanni Paolo Panini fue un pintor y arquitecto del siglo XVIII fascinado por las ruinas de Roma de tal manera que en esta obra combinó todas sus pasiones. Un cuadro repleto de cuadros que nos deja perplejos por su nivel de detalle y complejidad. Todo un trabajo de chinos al que suponemos debió de dedicar un incontable número de horas.
Au Moulin de la Galette, de Ramón Casas
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Una joven parisina fumando un puro y tomando una copa no sabemos si distraída en sus pensamientos o tal vez mirando la entrada a la espera de alguien. En tal caso nos encantaría ser ese alguien. El autor es Ramón Casas, nacido en 1866 y que vivió entre París, Madrid y su ciudad natal, Barcelona.
La discusión política, de Émile Friant
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«Mira yo te explico, aquí hay muchos intereses ocultos y el gobierno no quiere que se sepa que…». La escena está retratada con tal realismo que parece que estuviéramos en la mesa de al lado escuchándolos. El de la derecha está tenso y no quiere ni mirar al que intuimos será su cuñado, el otro se lleva la mano a la cabeza de lo que tiene que escuchar y el cuarto personaje, quizá por efecto del vino que están trasegando, parece tener la mente en algún lugar lejano. El autor de esta pequeña maravilla fue el pintor francés Émile Friant, nacido en 1863, del que también cabe destacar La Toussaint, con el impresionante detalle y expresividad de sus rostros.
Entierro en Ornans, de Gustave Courbet
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Gustave Courbet no podía faltar en esta lista y ya hablamos de él en otra ocasión por su afición a retratar mujeres desnudas. Con el cuadro que vemos sobre estas líneas contribuyó a la fundación de la corriente realista a mediados del siglo XIX, un estilo artístico que era también un compromiso ético y político, pues se reclamaba «por encima de todo realista… realista significa también sincero con la verdadera verdad» y en otra ocasión sostenía que «es mi manera de ver la sociedad en sus intereses y sus pasiones. Es el mundo quien viene a mi casa para ser pintado».
Las espigadoras, de Millet
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Jean-François Millet sentía predilección por mostrar el mundo rural con obras como El Ángelus o esta.
No lo esperaban, de Iliá Repin
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Los sirgadores del Volga, Procesión de Pascua en la región de Kursk o Los cosacos Zaporogos le escriben una carta al Sultán de Turquía son algunos ejemplos del excepcional talento que poseía este pintor ruso decimonónico, que sería posteriormente un ejemplo a seguir para el realismo socialista. La imagen que tenemos sobre estas líneas muestra a un exiliado político regresando a casa, una escena cargada de emoción en la que cada personaje expresa algo distinto con sus gestos y miradas.
Ofelia, de Millais
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Con Hamlet hablando solo de un lado a otro y clamando por una venganza que parece no atreverse a ejecutar, al final la pobre Ofelia también acabó desquiciada perdida y muriendo ahogada, que por algo es una tragedia shakesperiana. John Everett Millais representó en 1852 ese momento con una gran sensibilidad.
Huyendo de la crítica, de Pere Borrell
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Una vez alcanzado cierto nivel de virtuosismo en la representación, la propia naturaleza bidimensional del cuadro empieza a ser una molesta limitación que el pintor querría superar. Aquí vemos al niño retratado por este autor catalán del siglo XIX asomándose a nuestro mundo, por su mirada parece que los seres tridimensionales le resultamos rematadamente extraños.
Gran Vía, de Antonio López
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Este pintor y escultor contemporáneo galardonado con el premio ahora llamado Princesa de Asturias se distingue por su extraordinaria dedicación a cada una de sus obras. Veinte años tardó en terminar el retrato de la familia real, de manera que cuando finalmente se expuso con ellos posando al lado parecía un retrato de Dorian Grey a la inversa. Una de sus pinturas más conocidas es esta magnífica estampa de la Gran Vía madrileña que comenzó en 1975 y terminó cinco años después. El hecho de no pintar vehículos ni personas responde simplemente a la dificultad de hacerlo por su movimiento, aunque contribuye así a realzar la belleza de la imagen, mostrando una ciudad solitaria y postapocalíptica.
Aún dicen que el pescado es caro, de Sorolla
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El extremo opuesto lo encontramos en este artista valenciano, autor de una exorbitante cantidad de cuadros, cuya cifra supera los dos mil doscientos. Este en concreto, protagonizado por un joven pescador herido y dos veteranos atendiéndole, es del año 1894 y su título proviene de una novela de Vicente Blasco Ibáñez.

Carlota Casiraghi rompe con Gad Elmaleh................................................. María Salas Oraá

Unas fotos en la prensa francesa muestran la relación de la hija de Carolina de Mónaco con un director de cine italiano.

 

Gad Elmaleh y Carlota Casiraghi en la boda de su hermano Pierre.
Gad Elmaleh y Carlota Casiraghi en la boda de su hermano Pierre. / CORDON PRESS

Tras varios meses de rumores sobre su ruptura con el cómico francés Gad Elmaleh, Carlota Casiraghi ha sido fotografiada con un director de cine italiano y los medios del país ya han anunciado el inicio de un nuevo romance. Las fotografías las tomó la revista francesa Voici y los semanarios italianos publican que la hija de Carolina de Mónaco y nieta de Grace Kelly tiene un novio "completamente italiano y muy guapo".
Es Lamberto Sanfelice, un director de cine de 40 años a quien la princesa conoció el pasado mes de febrero durante el Festival de Cine de Berlín. En él, Sanfelice presentó su primera película, Cloro. Aunque el director todavía no es demasiado conocido, los expertos afirman que su trabajo en el cine es prometedor y tiene un gran futuro.
La portada de la revista.
Las fotos de la princesa de 29 años y el director de cine, de 40, confirmarían el fin de la relación con el cómico francés  Gad Elmaleh, 15 años mayor que ella.
 Comenzaron a salir a finales de 2011 y en diciembre de 2013 nació su hijo Raphaël, el primero de la princesa de Mónaco y segundo del humorista.
La pareja no convivía desde hace varios meses y aunque los rumores de ruptura planeaban sobre ella, sí acudieron juntos a algunos eventos, como el Longines Athina Onassis Horse Show, en Saint-Tropez y a la boda de Pierre Casiraghi y Beatrice Borromeo este pasado verano.
Desde entonces, Carlota ha sido cada vez más independiente.
Se ha comprado una casa en París y ha inaugurado unos seminarios de filosofía dedicados al amor en Mónaco.
 Dos señales que, junto a las imágenes publicadas con el director de cine, para las revistas italianas son claros signos de que la relación con el humorista francés ha llegado al final.
En las últimas semanas, la hija de Carolina de Mónaco ha asegurado que la filosofía “cambió su vida”. Licenciada en la Sorbona, la descubrió en el instituto de la mano del crítico de Libération Robert Maggiori.
 Con él organiza los Encuentros Filosóficos de Mónaco que se inauguran este jueves en torno al concepto del amor.
 Como preámbulo, la nieta de Grace de Mónaco reflexiona sobre el tema en la revista Philosophie Magazine.
 Carlota tiene su propia receta para un amor que resista al tiempo
. "Creo que la clave de una relación amorosa duradera es cuando ambos comparten pasión por lo verdadero, por la vida", explica en la entrevista cruzada con el filósofo André Comte-Sponville publicada en este magazine.
El pasado mes de junio la pareja se dejó ver por las calles de Saint-Tropez con su hijo Raphael, en medio de las noticias aparecidas en diversos medios franceses que aseguraban que habían roto su relación tras tres años y medio.
 Carlota no habla nunca de su vida privada.
 Fue de nuevo Voici  la revista que aseguró poseer pruebas de que la hija de Carolina de Mónaco había regresado al Principado con su hijo Raphael y abandonado el piso que compartía con el actor en París.
Las informaciones se basaban, entre otras cosas, en que el apartamento está vacío y a que la pareja, tras haber pasado una larga temporada en la lujosa villa que posee el actor en Los Ángeles, la ha puesto a la venta.