Hace unos días se publicó en España 'La niña perdida', la novela
que clausura la saga napolitana de la misteriosa escritora. ¿Quién es
esta escritora y por qué nos obsesiona?
Elena Ferrante (el intrigante pseudónimo de una escritora)
obsesiona a miles de lectores en todo el mundo. La de la foto,
obviamente, no es ella; es una de sus portadas en la edición británica.
.Todo el que ha leído las novelas de Nápoles de Elena Ferrante tiene algo
que contar.
La historia de las amigas Lila y Lenú hipnotiza, remueve,
provoca pesadillas y noches en vela frente a un libro abierto
. Hay quien
se ha pasado la parada de metro, abandonado su vida social, o ha
corrido a la biblioteca o impaciente por continuar con el siguiente tomo
y se ha encontrado con una lista de espera.
Algunos confiesan que se
han sumergido tanto en la ficción que identifican a sus conocidos con
los personajes napolitanos: todos sabemos de algún Sarratore, de algún
Solara, incluso de alguna amiga que podría ser una Lila.
“No puedo
parar. Es una adicción”, repiten los que han entrado en contacto con La amiga estupenda, Un mal nombre o Las deudas del cuerpo. "Procura descansar", aconsejan los veteranos a los que empiezan. Como si la lectura de estos libros inoculara un virus.
En nuestra era de distracciones abundantes y baratas, resulta
prodigioso que una obra literaria despierte esas reacciones viscerales.
Y
más insólito aún es que el acto de lectura tenga tanta presencia.
¿Cuándo fue a última vez que discutimos las circunstancias que rodean al
hecho de leer? Suponemos que todo esto satisface a Elena
Ferrante, o cualquiera que esté detrás de ese nombre.
Porque nadie sabe
quién es realmente.
Se dice que nació en Nápoles y que es posible que
tras una temporada viviendo en Grecia se asentase en Turín, que tenga
hijos, viva sola y sea licenciada en filología clásica.
Además de
escribir enseña, traduce y estudia.
No se sabe nada más. Las pocas
entrevistas que ha concedido han tenido lugar por correspondencia
electrónica y
sólo sus editores italianos la han visto en persona. Si alguien más la conoce, guarda silencio.
Los Ferrante-adictos de todo el mundo, entre los que están escritores
como Zadie Smith, Juan Marsé y Ken Follet y actores como James Franco,
llevan semanas de agitación
. Ha llegado a las librerías La niña perdida,
la última entrega de la tetralogía
. La clausura de la saga ha
confirmado que estamos ante un clásico. El New York Times la describe
como "deslumbrante" y The Guardian afirma que es la primera autora
italiana en mucho tiempo en ser digna del premio Nobel.
Hace apenas unos
días que se publicó en España, (el 15 de octubre por la editorial
Lumen) y en los círculos literarios ya se percibe el revuelo
. “Tengo
encima de la mesa La niña perdida y estoy nerviosa,” dice la autora Luna Miguel en Twitter
Es un caso extraño, el de Elena Ferrante.
Ha logrado ser una
sensación literaria sin participar en el circo de la promoción. Apenas
corrige su trabajo, desconfía del estilo pulido y dice escribir desde
“dentro de un nudo”. Aunque las razones que verdaderamente la
hacen diferente es que nunca cae en el tópico, lo superficial, o lo
previsible, y que escribe desde una terrorífica honestidad.
Las novelas de las dos amigas tienen la intriga de un thriller, la
trama de un culebrón, el contexto sociopolítico de una novela realista y
unos pasajes alucinados propios de la literatura fantástica. Es todos
esos géneros y ninguno de ellos. Ferrante habla sobre los altibajos de
la amistad, la maternidad, el sexo, la relación con el cuerpo y el
abismo de lo doméstico.
Hay pocas obras que hayan tratado la condición
femenina con tanta profundidad y lucidez. Pese a ello se sospecha que
detrás de su obra podría estar un hombre o grupo de hombres. Algunos han
llegado a señalar al autor napolitano Domenico Starnone como la persona
detrás del nombre de pluma, aunque él lo niega con vehemencia.
Ferrante se ha mostrado molesta por las especulaciones. “¿Has oído
hablar de que un libro firmado por un autor hombre es en realidad fruto
del trabajo de un grupo de mujeres?” contesta en un cuestionario de
Vanity Fair.
"Se
tiende a encerrar a las escritoras en un gineceo literario (…) Es
difícil encontrar un comentario que rastree la influencia de una mujer
en la obra literaria de un hombre".
La autora ha afirmado que se ha mantenido en el anonimato
porque el libro, una vez terminado no necesita al autor, y porque ha
querido para liberarse de la “ansiedad de la notoriedad”. Se
siente mejor sin formar parte de un “círculo de gente que se sienten
triunfadores”. En las pocas declaraciones que ha dado Ferrante,
descubrimos que inspiró sus novelas napolitanas en una larga y
complicada amistad que entabló en la infancia.
Es natural pensar que
Elena, la narradora de sus novelas y también escritora, es una voz
autobiográfica, y que la escritora se mantiene en la sombra para poder
acercarse a lo inconfesable sin tener que rendir cuentas a nadie.
Escribir lo que no puede decir
. Esa identificación entre personaje y
autor es lo que Ferrante ha querido evitar, y por ahora se ha salido con
la suya. Ha sido el texto y sólo el texto el que nos ha hechizado..