Un Blues

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Del material conque están hechos los sueños

12 nov 2014

Los crímenes sin resolver de Hollywood

La lista 'hollywoodiense' de muertes atroces y misteriosas es muy larga: nosotros la resumimos para ti en esta lista de casos inescrutables.

cabecera

El pasado miércoles, tras más de un año desaparecido, un ejecutivo de 20th Century Fox llamado Gavin Smith fue encontrado muerto en las montañas de San Gabriel, cerca de Los Ángeles. Veterano de guerra y estrella del baloncesto universitario, Smith se había abierto camino en el departamento de distribución de la Fox hasta ocupar un puesto de importancia, lidiando a la vez con una vida personal caracterizada por los problemas matrimoniales y los problemas con las drogas. De hecho, el primer sospechoso de su muerte es John Creech, un traficante de drogas a cuya esposa Smith conoció durante su estancia en una clínica de desintoxicación. Desde hace dos años, el caso ha suscitado muchos rumores en los mentideros de Hollywood. Y es de suponer que, tras el descubrimiento del cadáver, los rumores vayan a más. Por lo pronto, hasta que la investigación ofrezca resultados y se celebre un juicio, la muerte de Gavin Smith queda como una más en la larga lista de crímenes sin resolver que se han producido en la Meca del Cine: desde asesinatos cuyo culpable nunca fue hallado hasta óbitos accidentales que podrían no haberlo sido tanto, el historial hollywoodiense de muertes misteriosas es largo y está lleno de morbo. Aquí te ofrecemos unos ejemplos.

La Dalia Negra

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Elizabeth Short no era una estrella de cine. En realidad, se trataba de una aspirante a actriz cuya familia se había arruinado en el crack bursátil de 1929, y que se abría camino por Hollywood entre tropiezos con la ley y amoríos diversos. ¿Por qué encabeza esta lista? Pues porque en 1947, cuando contaba 23 años, fue asesinada en un crimen de inusitada atrocidad que ha pasado a la historia como el más enigmático de la Meca del Cine: el cuerpo de la joven fue hallado en un solar, partido en dos pedazos y tan cruelmente mutilado que la persona que lo descubrió pensó a primera vista que se trataba de un maniquí. Tras el macabro hallazgo, la prensa sensacionalista adjudicó a la víctima el mote de ‘Dalia Negra’ (inspirado en La dalia azul, un thriller con guión del escritor Raymond Chandler, que se había estrenado el año anterior) y comenzó a enhebrar una leyenda que convertía a la víctima en toda una mujer fatal, y según la cual el asesinato tendría relación con la industria del celuloide. Algunas teorías conspiranoicas, de hecho, han llegado a considerar como sospechoso del crimen al mismísimo Orson Welles, con quien (se supone) Short habría concertado una audición poco antes de su muerte.
¿Se resolverá alguna vez? Improbable, por no decir imposible: las circunstancias del caso fueron tan difusas en su momento que se manejó una lista de 25 sospechosos. La cual, aunque con variaciones, ha permanecido igual de larga con el paso del tiempo. Incluso se ha especulado con que el culpable podría haber sido el ‘Asesino del Torso’, un serial killer activo en la ciudad de Cleveland entre 1934 y 1938, y cuyos desmanes (que, de rebote, atrajeron la atención de Eliot Ness, el que fuera líder de los Intocables) quiso llevar al cine David Fincher. La historia de la Dalia Negra inspiró una tremebunda novela del escritor James Elroy (L.A. Confidential)  adaptada al cine por Brian DePalma en 2006, y la película Confesiones verdaderas (1981, con Robert De Niro Robert Duvall de protagonistas).

Bob Crane

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¿Recuerdas la serie Los héroes de Hogan? Aquella sitcom, ambientada en un campo de prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial, resultaba sorprendentemente divertida, en parte gracias al trabajo de su protagonista Bob Crane. Un actor (antiguo batería de jazz y locutor radiofónico) cuya vida tuvo espacio para pocos chistes tras la cancelación del show en 1971: el encasillamiento le dejó sin muchos papeles entre los que elegir y su incursión como presentador de un talk show fracasó, con lo que Crane se vio relegado a actuar en bares y restaurantes. En 1978, con 49 años de edad, Crane fue encontrado muerto en la habitación del motel de Arizona donde se alojaba durante una gira. Había sido apaleado hasta la muerte con un objeto que, según los forenses, podría haber sido el trípode de una cámara, y estrangulado con un cable eléctrico.
¿Se resolverá alguna vez? El único sospechoso en firme del asesinato de Bob Crane fue John Henry Carpenter (nada que ver con el director de La Cosa), un viajante de comercio cuya mercancía era de lo más novedosa para la época: el vídeo doméstico. Tras conocerse durante el rodaje de Los héroes de Hogan, el actor y el representante comercial habrían fraguado una sociedad muy peculiar: mientras Crane se trajinaba a mujeres atraídas por su fama, Carpenter grababa a escondidas los actos sexuales. Sin embargo, una primera investigación en 1971 y otra realizada tras la reapertura del caso en 1990 no arrojaron pruebas concluyentes, con lo que Carpenter fue declarado no culpable en ambas ocasiones. La tenebrosa historia de Bob Crane fue retratada por Paul Schrader en su película Desenfocado (2002), con Greg Kinnear Willem Dafoe en los papeles del actor y de John Henry Carpenter.

Interpol ordena a España la detención preventiva de 20 exfranquistas

Una juez argentina solicita su arresto para que sean extraditados

Entre ellos se encuentran los exministros José Utrera Molina y Rodolfo Martín Villa.

 

El exministro Rodolfo Martín Villa la semana pasada en Madrid. / Emilio Naranjo (EFE)

La sección de Interpol radicada en Argentina ha cursado una comunicación "muy urgente" a su oficina de Interpol Madrid solicitando la detención preventiva con fines de extradición de las 20 personas investigadas por la juez María Servini por crímenes del franquismo, entre los que se encuentran los exministros José Utrera Molina o Rodolfo Martín Villa.
Así lo expone en un escrito con fecha del 4 de noviembre, recogido por la agencia Europa Press, presentado ante el juzgado del que es titular María Servini de Cubría, en el que le pide todos los datos identificativos de los imputados como requisito "indispensable" para emitir una orden de captura internacional completa y evitar detener a personas con su mismo nombre, es decir, "casos de homonimia", dice.
Esta información permitirá a Interpol hacer extensiva la medida de la detención a todas las policías de los países miembros de la Organización Internacional de Policía Criminal OIPC-Interpol para el supuesto de que los imputados se encuentren fuera de las fronteras españolas.

No obstante, dentro del mercado de la cooperación policial internacional existente con los colegas españoles, Interpol Argentina ya ha reclamado que proporcionen la totalidad de los registros filiatorios que posean sobre los investigados.
La Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina (CEAQUA), personada en la causa abierta en Buenos Aires, ha explicado que una vez cursada y recibida la orden de detención preventiva por parte de las autoridades competentes, las Fuerzas de Seguridad deberán proceder a la detención de los reclamados para ponerles a disposición del Juzgado Central de Instrucción de la Audiencia Nacional que esté de guardia en un plazo no superior a las 24 horas.
La organización, que alude al artículo 8 de la ley 4/1985 de Extradición Pasiva española, añade que la Audiencia Nacional podrá ordenar la prisión provisional, su libertad o medidas cautelares, como visitas periódicas a un juzgado, retirada del pasaporte o prestación de fianza, entre otras.
El Juzgado español deberá después comunicar su decisión al Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional Federal número 1 de Buenos Aires, que puede solicitar la extradición en el plazo que determine
. En caso de ordenar una detención preventiva, ésta no puede prolongarse más allá de cuarenta días si dentro de este plazo no se presenta la solicitud de extradición, según CEAQUA.
Estas disposiciones coinciden con lo establecido en el artículo 24 del Tratado Bilateral de Extradición y Asistencia Jurídica en materia penal suscrito en Buenos Aires el 3 de marzo de 1987 entre el Reino de España y la República Argentina.
La juez Servini imputó y ordenó detener recientemente a una veintena de personas por crímenes del franquismo, aunque una de ellas, el ex ministro Antonio Barrera de Irimo, falleció recientemente y por lo tanto se ha extinguido cualquier acción penal.
La magistrada imputa a Martín Villa (ministro de Gobernación entre 1976 y 1979), a Utrera Molina, que es suegro del exministro de Justicia Alberto Ruiz-Gallardón, a otros políticos de la dictadura, ex miembros de las Fuerzas Armadas, ex jueces y hasta un antiguo ginecólogo.
Entre los políticos, se encuentran los ex ministros Antonio Carro Martínez (ministro desde 1974 a 1975), Licinio de la Fuente (vicepresidente del Gobierno entre 1974 y 1975), José María Sánchez Ventura (ministro en el último gobierno franquista), Alfonso Osorio García (ministro de presidencia entre 1975 y 1976) y Antonio Barrera de Irimo, quien falleció el pasado septiembre.
En concreto, acusa a Utrera Molina, Licino de la Fuente, Carro y Barrera de haber convalidado con su firma la sentencia de muerte de Salvador Puig Antich en 1974
. La hermana del último condenado en el garrote vil en España es una de las querellantes de la causa.
A Rodolfo Martín Villa le considera responsable de la represión de una concentración de trabajadores en Vitoria el 3 de marzo de 1976, en la que fueron asesinados cinco trabajadores y hubo más de cien heridos, muchos de ellos por armas de fuego.
Al ex ministro de Presidencia Antonio Carro le acusa de convalidar la sentencia de muerte de Puig Antich y de los últimos fusilamientos del régimen franquista el 27 de septiembre de 1.975 en Madrid, Barcelona y Burgos, en las que fueron ejecutados José Humberto Baena Alonso, José Luís Sánchez Bravo Sollas, Ramón García Sanz, Juan Paredes Manot, y Ángel Otaegui Echeverría.
Contra Sánchez Ventura se dirige por haber firmado las sentencias de muerte de los últimos fusilamientos del régimen franquista, al igual que contra Fernándo Suárez, mientras que Osorio está acusado por su responsabilidad por la muerte de los trabajadores de Vitoria.
Además de estos cargos políticos, la querella se dirige contra antiguos miembros de las Fuerzas Armadas, auditores del Cuerpo Jurídico del Ejército o un médico ginecólogo acusado de sustracción de menores.
A petición de la Fiscalía, ha imputado a Antonio Troncoso (coronel auditor del Cuerpo Jurídico Militar), Carlos Rey (antiguo capitán auditor del cuerpo jurídico del Ejército) y a antiguos miembros de las Fuerzas Armadas, Jesús Quintana, Jesús González, Ricardo Algar, Félix Criado, Pascual Honrado, Jesús Martínez, Benjamín Solsona y Atilano del Valle.
Además, imputa a Abelardo García, denunciado por el caso de Flor Díaz Carrasco quien busca a su hermano desaparecido en el Hospital Municipal de La Línea de la Concepción el 6 de noviembre de 1967 donde trabajaba como médico ginecólogo.
La magistrada recuerda que la Audiencia Nacional rechazó extraditar al expolicía Antonio González Pacheco 'Billy el niño' y al excapitán de la Guardia Civil Jesús Muñecas por estar prescritos sus delitos y que numerosos juzgados españoles han archivado este tipo de casos.
Servini, que viajó el pasado mayo a España para interrogar a víctimas y visitar distintas instituciones, alega que Argentina es competente para conocer de esta querella criminal y enmarca los hechos en crímenes de lesa humanidad.
"En el terreno de los crímenes de derecho internacional, la extraterritorialidad equipara y aún desplaza a la territorialidad como base para el ejercicio jurisdiccional', dice Servini, que defiende la jurisdicción por parte de los tribunales argentinos y alude a la Convención contra la Tortura y la Convención Interamericana sobre desaparición forzada de personas.
El caso tiene su origen en la denuncia interpuesta en abril de 2010 por múltiples víctimas y sus familiares agrupados en la Coordinadora CEAQUA al entender que los crímenes ocurridos desde el 17 de julio de 1936 constituían un plan sistemático y planificado de 'aterrorizar a españoles' por su ideología y de sustracción de menores.

Elena Francis, consejos para la mujer sumisa

Durante 36 años su consultorio diseñó a la mujer, madre y esposa del franquismo.

 Un estudio rememora la figura de la 'coach' sentimental más popular de la historia de España.

 

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Los consultorios sentimentales de antes hacían las veces de los psicólogos, coaches y sexólogos de ahora, incluso cuando hablar de sexo estaba mal visto o era casi pecado.
 De entre todos esos consejeros, en España, destacó Elena Francis, que durante 36 años y desde la radio recomendó a las mujeres abnegación, aguante, mirar para otro lado, hacer la vista gorda, tener paciencia, esperar a que las cosas cambiasen o sacrificarse por los hijos y la familia.
 El programa no fue sino la doctrina del régimen franquista disfrazada de consultorio sentimental, aunque llegó a sobrevivir al propio Franco –se emitió entre 1947 y 1984- y agonizó hasta su muerte, al negarse a actualizarse y seguir preconizando una moral de posguerra, cuando el destape, el divorcio, el feminismo y la lucha por la ley del aborto campaban a sus anchas por una España con prisas por sacudirse su pasado reciente.

Pura Sánchez, profesora de secundaria de lengua y literatura en el instituto Velázquez, de Sevilla, trabaja en un estudio ligado al equipo de investigación de la Universidad de esa misma ciudad, dentro del departamento de antropología social. 
El trabajo es una reflexión de la vida íntima de nuestras madres y abuelas a través del análisis de consultorios de radio y revistas femeninas
. Pura espera que su investigación tenga éxito y se convierta, en el futuro, en libro.
 Leer las cartas que las mujeres de aquella época mandaban a Elena Francis con sus preguntas, ha sido una de las tareas de Sánchez para elaborar su estudio.
 Unas cartas a las que ella identifica con "mensajes de náufragos en una botella" y que describen un panorama de amas de casa solas, relegadas al hogar y a las tareas domésticas y con poca conexión con el mundo.
 “Es cuando la mujer sale a trabajar cuando empieza a interactuar con otras congéneres, a contarle sus problemas y a compararse con ellas.
 En los primeros años de la posguerra el lugar de las féminas estaba en casa y su relación con el mundo era bajo el acompañamiento de sus maridos”, cuenta Sánchez, “por eso muchas recurrían al consultorio de la doctora Francis, porque no tenían a nadie a quién contarle sus inquietudes, o porque éstas eran tan graves que temían ser estigmatizadas por ello”.
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  El gran engaño: Elena era un cura (y un psicólogo)

En el año 1982, cuando el programa todavía se oía en la radio, Gerard Imbert, actualmente catedrático de comunicación audiovisual en la Universidad Carlos III, de Madrid, destapó en su libro Elena Francis, un consultorio para la transición (Península) el gran engaño. El alma y cuerpo del consultorio no existía, era todo un montaje que el Instituto de Belleza Francis, con sede en Barcelona, se había inventado para hacer publicidad de sus productos.
 Doña Elena era un ser ficticio y las cartas las contestaba un equipo de asesores, entre los que se encontraban un cura y un psicólogo. Más tarde, a partir del año 66, los guiones del programa, que se basaban enteramente en la correspondencia, se le encargaron al periodista y crítico de toros Juan Soto Viñolo
. Diversos nombres prestaron su voz al personaje irreal y, entre ellos, Maruja Fernández, actriz de doblaje y locutora –dobló a Anna Magnani, entre otras estrellas– fue la más emblemática.
 Lo único que era verdad eran las 20.000 cartas que llegaban cada mes al Instituto de Belleza Francis, procedentes de toda España.

El escándalo que siguió a la publicación del libro de Imbert fue tapado por el programa, que emitió un comunicado afirmando que “Elena Francis existe, es un ente físico. Se trata de una señora muy digna, muy preparada y muy amante de su intimidad, que tendrá en la actualidad entre 68 y 70 años.
 No es posible hablar con ella porque sigue una norma estricta de no conceder entrevistas ni aparecer en público".


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Sophia Loren, en una imagen de archivo.
Foto: Corbis
La mujer abnegada y atada al matrimonio

Según Gerard Imbert, “la filosofía del programa era la de proponer un modelo de mujer abnegada, sufridora, entregada enteramente al hogar y capaz de cualquier cosa con tal de salvar la unidad familiar. Infidelidades, malos tratos, alcoholismo… 
Todo había que soportarlo por el bien de los hijos y su futuro”. “El matrimonio era un contrato en el que el hombre podía romper todas las reglas pero la mujer ninguna”, comenta Pura Sánchez.
La mujer abnegada y atada al matrimonio

Según Gerard Imbert, “la filosofía del programa era la de proponer un modelo de mujer abnegada, sufridora, entregada enteramente al hogar y capaz de cualquier cosa con tal de salvar la unidad familiar. Infidelidades, malos tratos, alcoholismo… Todo había que soportarlo por el bien de los hijos y su futuro”. “El matrimonio era un contrato en el que el hombre podía romper todas las reglas pero la mujer ninguna”, comenta Pura Sánchez.

A lo largo de sus 36 años de vida en antena, el consultorio adoptó diversos formatos y tiempos de duración, que oscilaron entre 30 minutos y una hora. Se ponían canciones dedicadas, se leían autobiografías o vidas de santos, como modelos a imitar, pero el cuerpo principal del programa consistía en leer las preguntas de las oyentes y darles consejo
. Algunas cartas, si así se solicitaba, eran contestadas por correo, lo que servía como confirmación de que doña Francis existía y no era una mera leyenda. Según Imbert, “el formato del programa cumplía también una función que subrayaba la ideología del mismo.
 Todo estaba muy regulado, la música, la lectura de la pregunta planteada por la oyente, un breve paréntesis amenizado por una melodía, en el que pareciera que doña Francis estaba pensando la respuesta y el comentario. Era como un ritual, una misa. La voz que daba vida al personaje era también cuidadosamente elegida.
Debía ser grave, con un cierto tono entre autoritario y maternal, porque había muchas Elenas Francis encerradas en una: la amiga, confidente, directora espiritual; pero también la censora, la juez, la represora.
Todo estaba empapado de grandes dosis de maternalismo”.
dentro radio

 

¿Qué hay detrás de la afición a no llevar ropa interior?.....................................RITA ABUNDANCIA


Instinto básico  
Sharon Stone en Instinto básico.
 ¿Recuerdan aquel anuncio de vaqueros que protagonizó una adolescente Brooke Shields –por entonces contaba con tan solo 15 años–, en el que enfundada en unos pantalones Calvin Klein preguntaba y contestaba al mundo: “¿Quieres saber lo que se interpone entre mis Calvin y yo?, nada” Corrían los años 80 y aquel eslogan fue todo un impacto que ayudó a la firma, que luego se dedicaría también a hacer ropa interior, a convertirse en trasgresora y, por lo tanto, en objeto de deseo del imaginario colectivo
. El feminismo había quemado muchos sujetadores y estábamos ya algo acostumbrados a ver pechos, pero andar con la entrepierna al aire, lo que ahora se conoce como ir en plan comando o, según los chilenos, “andar a lo gringo”, era algo menos frecuente, aunque contaba ya con algunas practicantes. Marta Chávarri, marquesa de Cubas, engrosó el capítulo de dos rombos de la historia de España gracias a una foto tomada en 1989 y publicada en la revista Interviú, en la que aparecía en una discoteca, con minifalda, sin bragas –aunque eso sí, llevaba pantis de cristal– y a lo loco, mucho antes de que Sharon Stone cruzara las piernas en Instinto básico (1992) para temor de los fabricantes de lencería.

Afortunadamente para las firmas de ropa interior, ésta se sigue usando, solo que parece ser que la tendencia es ahora llevarla a diario y prescindir de ella en las grandes ocasiones como estrenos, entregas de premios, ceremonias de los Oscar, festivales de cine y demás actos multitudinarios.
 Ir sin nada debajo es la consigna y ha generado el nacimiento de un nuevo término, que los anglosajones designan como side butt –y que algunos medios han traducido ya como “culo lateral”–. Olvidemos las piernas y los escotes, la parte de la anatomía que ahora triunfa es la parte exterior de las nalgas, que desnudas son la prueba inequívoca de que su dueña se ha dejado las bragas en casa.

Gwyneth Paltrow, Rihanna, Lady Gaga, Jennifer Lawrence, Emma Watson, Anne Hathaway, Melody Thomton, Kelly Rowland, Jennifer López, Lindsay Lohan, Brooke Shields, Sharon Stone o Kim Kardashian son famosas que han enseñado ingle en las grandes ocasiones.
Algunas incluso han mostrado algo más, en contra de su voluntad, como cuando una ráfaga de viento levantó la falda de Laura Pausini durante un concierto en Lima, el pasado verano, e hizo evidente que no llevaba nada debajo
Muchas madres de las de antes, como la mía, insistían siempre en cambiar las bragas a las niñas cuando estas iban a algún acto importante –en mi caso acompañarla en sus compras por la ciudad de Vigo–, aludiendo a la posibilidad de que tuvieras un accidente y en el hospital, al atenderte, repararan que tu ropa interior no estaba impoluta –lo de menos era si te partías la cabeza o el espinazo–. ¡Qué equivocadas estaban y cuánto nos perjudicaron sus ideas en nuestra lucha por hacernos un hueco en la sociedad!

Siguiendo la filosofía del carpe diem y de vivir cada día como si fuera el último, algunas celebrities reconocen que no solo prescinden de la ropa interior en las grandes ocasiones, sino a diario, como Genevieve Jones; la modelo norteamericana Chrissy Teigen, como confesaba en el programa de televisión norteamericano Fashion Police; o Christina Aguilera, que ha declarado, “no me gusta llevar bragas. Me gusta ser tan libre como pueda el máximo tiempo posible, soy así. Además, no llevar ropa interior me hace sentir más poderosa, es decir, me da confianza en mi misma”.
En el bando masculino, el máximo seguidor de esta creencia es, sin duda, Jon Hamm, Don Draper en la pequeña pantalla.
Su afición a no gastar un dólar en calzoncillos creó más de un altercado y quejas por parte de sus compañeros de reparto, durante el rodaje de Mad Men; mientras las fotos que los paparazzi hacían del actor por la calle, en plan comando, provocaron este titular en la revista online Gawker: “El pene de Jon Hamm saca a su dueño a dar una vuelta ”.
jon hamm
Tres ejemplos de por qué la entrepierna de Hamm es objeto de culto en Internet
Foto: Cordon Press
Otro ámbito que se suma a la nueva moda de ‘sin nada debajo’ parece ser el del deporte, aludiendo al hecho de evitar las rozaduras de las prendas íntimas; su capacidad de opresión, como puede ser en caso del sujetador, o para huir de las antiestéticas marcas de la ropa interior cuando se llevan ropas muy ajustadas. Muchas mujeres que practican actividades físicas, dejan antes la lencería en casa, lo que ha provocado ya la aparición de los primeros pantalones de yoga diseñados para no llevar nada más, de la firma de lencería Dear Kate, o los que se utilizan para correr, de otras marcas, que llevan ya tiempo en el mercado.
Aunque prescindir del sujetador sea un acto meramente coqueto, éste tiene ya unas connotaciones feministas inamovibles.
  El sostén oprime, oculta y reserva para su dueño el objeto fetiche de la feminidad: los pechos.
 O los moldea en formas imposibles –hasta de cono puntiagudo–, para ser consumidos por el capitalismo erótico.
 La periodista Susan Brownmiller en su libro Feminity, donde analizaba el concepto de feminidad a lo largo de la historia y en diversas sociedades, llegó a decir que las mujeres sin sostén asombran y provocan las iras de los hombres porque “implícitamente piensan que ellos son los dueños de los pechos femeninos y solo ellos pueden retirar el sujetador”.
 A los que les parezca que ya hemos superado aquel periodo con creces, no tienen más que echar una ojeada a Instagram y su obsesión por los pezones o el alboroto que se monta poque las chicas de Femen todavía provocan con su particular uniforme.

La razón por la que se prescinde de la parte de abajo no está tan clara, y no parece responder a ninguna reivindicación conocida.
 A parte de evitar las marcas en ropas muy ceñidas, puede ser un arma de doble filo, cuando se usa con pantalones, ya que a veces acentúa aún más el camel toe, antídoto de la lujuria por excelencia, por más que a algunos hombres, desprovistos de cualquier noción estética pero sobrados de testosterona, les parezca sexy. 
La revista W Magazine en un artículo titulado What Lies Beneath?, intentaba buscar explicaciones a la tendencia de ahorrar en lencería.
 “Hemos pasado de la fase feminista a la era de Acuario”, decía el reportaje y continuaba, “Emily Weiss, la creadora del blog de belleza Into the Gloss, comentaba, “el marketing de los sujetadores tiene mucho que ver con transformarte en algo en lo que tu no eres
. Tiene que ver con crear esa imagen masculina de lo que es sexy: pechos juntos y alzados, que parece que tengan tres tallas más
. Es alimentar una mentira, en vez de apoyar el propio cuerpo, o hacerte ver que eres excitante poniéndote algo encima, simplemente porque es muy bonito”.
 Ni que decir tiene que Weiss practica la ideología del no sujetador.
Para argumentar la practica de ir con el culo al aire, W Magazine se apoyaba en una versión de categoría
. Nada más ni nada menos que la de Kate Young, estilista de Natalie Portman y Michelle Williams, entre otras, que explicaba que “lo importante del culo es que hay que moverlo cuando caminas pero, por supuesto, no menearlo demasiado”.
 Con actrices y gente corriente entrenándose como atletas de élite en el gimnasio, es normal que luego quieran enseñar al mundo los resultados.
 “Alguna gente no lleva ropa interior para demostrar que no la necesita”, continúa Young. “El mensaje es: mira, mi cuerpo es increíblemente perfecto.
 No necesita ninguna ayuda”, añade. Ya saben, una nueva tarea surge en la vasta asignatura de “estar como un queso”.
 La consistencia perfecta del culo debe ser como la del combinado favorito de James Bond, agitado pero no revuelto.
 

¿Recuerdan aquel anuncio de vaqueros que protagonizó una adolescente Brooke Shields –por entonces contaba con tan solo 15 años–, en el que enfundada en unos pantalones Calvin Klein preguntaba y contestaba al mundo: “¿Quieres saber lo que se interpone entre mis Calvin y yo?, nada” Corrían los años 80 y aquel eslogan fue todo un impacto que ayudó a la firma, que luego se dedicaría también a hacer ropa interior, a convertirse en trasgresora y, por lo tanto, en objeto de deseo del imaginario colectivo. El feminismo había quemado muchos sujetadores y estábamos ya algo acostumbrados a ver pechos, pero andar con la entrepierna al aire, lo que ahora se conoce como ir en plan comando o, según los chilenos, “andar a lo gringo”, era algo menos frecuente, aunque contaba ya con algunas practicantes. Marta Chávarri, marquesa de Cubas, engrosó el capítulo de dos rombos de la historia de España gracias a una foto tomada en 1989 y publicada en la revista Interviú, en la que aparecía en una discoteca, con minifalda, sin bragas –aunque eso sí, llevaba pantis de cristal– y a lo loco, mucho antes de que Sharon Stone cruzara las piernas en Instinto básico (1992) para temor de los fabricantes de lencería.

Afortunadamente para las firmas de ropa interior, ésta se sigue usando, solo que parece ser que la tendencia es ahora llevarla a diario y prescindir de ella en las grandes ocasiones como estrenos, entregas de premios, ceremonias de los Oscar, festivales de cine y demás actos multitudinarios. Ir sin nada debajo es la consigna y ha generado el nacimiento de un nuevo término, que los anglosajones designan como side butt –y que algunos medios han traducido ya como “culo lateral”–. Olvidemos las piernas y los escotes, la parte de la anatomía que ahora triunfa es la parte exterior de las nalgas, que desnudas son la prueba inequívoca de que su dueña se ha dejado las bragas en casa.

Gwyneth Paltrow, Rihanna, Lady Gaga, Jennifer Lawrence, Emma Watson, Anne Hathaway, Melody Thomton, Kelly Rowland, Jennifer López, Lindsay Lohan, Brooke Shields, Sharon Stone o Kim Kardashian son famosas que han enseñado ingle en las grandes ocasiones.
 Algunas incluso han mostrado algo más, en contra de su voluntad, como cuando una ráfaga de viento levantó la falda de Laura Pausini durante un concierto en Lima, el pasado verano, e hizo evidente que no llevaba nada debajo. Muchas madres de las de antes, como la mía, insistían siempre en cambiar las bragas a las niñas cuando estas iban a algún acto importante –en mi caso acompañarla en sus compras por la ciudad de Vigo–, aludiendo a la posibilidad de que tuvieras un accidente y en el hospital, al atenderte, repararan que tu ropa interior no estaba impoluta –lo de menos era si te partías la cabeza o el espinazo–. ¡Qué equivocadas estaban y cuánto nos perjudicaron sus ideas en nuestra lucha por hacernos un hueco en la sociedad!

Siguiendo la filosofía del carpe diem y de vivir cada día como si fuera el último, algunas celebrities reconocen que no solo prescinden de la ropa interior en las grandes ocasiones, sino a diario, como Genevieve Jones; la modelo norteamericana Chrissy Teigen, como confesaba en el programa de televisión norteamericano Fashion Police; o Christina Aguilera, que ha declarado, “no me gusta llevar bragas. Me gusta ser tan libre como pueda el máximo tiempo posible, soy así. Además, no llevar ropa interior me hace sentir más poderosa, es decir, me da confianza en mi misma”. En el bando masculino, el máximo seguidor de esta creencia es, sin duda, Jon Hamm, Don Draper en la pequeña pantalla.
Su afición a no gastar un dólar en calzoncillos creó más de un altercado y quejas por parte de sus compañeros de reparto, durante el rodaje de Mad Men; mientras las fotos que los paparazzi hacían del actor por la calle, en plan comando, provocaron este titular en la revista online Gawker: “El pene de Jon Hamm saca a su dueño a dar una vuelta ”.
jon hamm
Tres ejemplos de por qué la entrepierna de Hamm es objeto de culto en Internet
Foto: Cordon Press
Otro ámbito que se suma a la nueva moda de ‘sin nada debajo’ parece ser el del deporte, aludiendo al hecho de evitar las rozaduras de las prendas íntimas; su capacidad de opresión, como puede ser en caso del sujetador, o para huir de las antiestéticas marcas de la ropa interior cuando se llevan ropas muy ajustadas. Muchas mujeres que practican actividades físicas, dejan antes la lencería en casa, lo que ha provocado ya la aparición de los primeros pantalones de yoga diseñados para no llevar nada más, de la firma de lencería Dear Kate, o los que se utilizan para correr, de otras marcas, que llevan ya tiempo en el mercado.

Aunque prescindir del sujetador sea un acto meramente coqueto, éste tiene ya unas connotaciones feministas inamovibles. El sostén oprime, oculta y reserva para su dueño el objeto fetiche de la feminidad: los pechos. O los moldea en formas imposibles –hasta de cono puntiagudo–, para ser consumidos por el capitalismo erótico. La periodista Susan Brownmiller en su libro Feminity, donde analizaba el concepto de feminidad a lo largo de la historia y en diversas sociedades, llegó a decir que las mujeres sin sostén asombran y provocan las iras de los hombres porque “implícitamente piensan que ellos son los dueños de los pechos femeninos y solo ellos pueden retirar el sujetador”. A los que les parezca que ya hemos superado aquel periodo con creces, no tienen más que echar una ojeada a Instagram y su obsesión por los pezones o el alboroto que se monta poque las chicas de Femen todavía provocan con su particular uniforme.

La razón por la que se prescinde de la parte de abajo no está tan clara, y no parece responder a ninguna reivindicación conocida. A parte de evitar las marcas en ropas muy ceñidas, puede ser un arma de doble filo, cuando se usa con pantalones, ya que a veces acentúa aún más el camel toe, antídoto de la lujuria por excelencia, por más que a algunos hombres, desprovistos de cualquier noción estética pero sobrados de testosterona, les parezca sexy. La revista W Magazine en un artículo titulado What Lies Beneath?, intentaba buscar explicaciones a la tendencia de ahorrar en lencería. “Hemos pasado de la fase feminista a la era de Acuario”, decía el reportaje y continuaba, “Emily Weiss, la creadora del blog de belleza Into the Gloss, comentaba, “el marketing de los sujetadores tiene mucho que ver con transformarte en algo en lo que tu no eres. Tiene que ver con crear esa imagen masculina de lo que es sexy: pechos juntos y alzados, que parece que tengan tres tallas más. Es alimentar una mentira, en vez de apoyar el propio cuerpo, o hacerte ver que eres excitante poniéndote algo encima, simplemente porque es muy bonito”. Ni que decir tiene que Weiss practica la ideología del no sujetador.

Para argumentar la practica de ir con el culo al aire, W Magazine se apoyaba en una versión de categoría. Nada más ni nada menos que la de Kate Young, estilista de Natalie Portman y Michelle Williams, entre otras, que explicaba que “lo importante del culo es que hay que moverlo cuando caminas pero, por supuesto, no menearlo demasiado”. Con actrices y gente corriente entrenándose como atletas de élite en el gimnasio, es normal que luego quieran enseñar al mundo los resultados. “Alguna gente no lleva ropa interior para demostrar que no la necesita”, continúa Young. “El mensaje es: mira, mi cuerpo es increíblemente perfecto. No necesita ninguna ayuda”, añade. Ya saben, una nueva tarea surge en la vasta asignatura de “estar como un queso”. La consistencia perfecta del culo debe ser como la del combinado favorito de James Bond, agitado pero no revuelto.
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