Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

5 jul 2014

La ventana indispuesta........................................................................................Javier Ocaña


Elijah Wood y el sin fin de pantallas de Nacho Vigalondo en 'Open Windows'.

Atreverse a hacer algo en una película que nadie antes haya intentado tiene un punto de insolencia. De admirable insolencia
. Desde lanzar la cámara al aire para luego recogerla entre tus brazos y ver lo que ha grabado el puro azar, como hizo Man Ray en 1927, a jugar de tal manera con el punto de vista que, reduciéndolo a su mínima expresión, lo multipliques luego por otros cientos a lo largo del metraje, como ha hecho Nacho Vigalondo en Open windows, una filigrana técnica que no acaba de rematar en un último tercio con demasiados retruécanos (el físico, sobre todo), pero que hay que valorar.
Para entendernos, Vigalondo ha construido un thriller sobre el poder de Internet, nuestra natural condición de voyeurs y la paranoia alrededor de la fama, la sobreexposición y hasta la hipervigilancia, donde la pantalla de cine es una especie de transposición de la pantalla del ordenador del protagonista, lo único que vemos; un insólito punto de vista que se multiplica cada vez que se abre una nueva ventana en el aparato con una nueva acción y / o escenario (y se abren muchísimas). Como en La ventana indiscreta, pero a lo bestia, aunque por su condición de travieso juguete metacinematográfico la experiencia tenga mucho menos de Hitchcock que de Brian de Palma.
 Lo que nos lleva a un divertimento que aguanta la metralla mientras no se agota la paciencia del espectador por seguir la trama, en principio jugosa, al final más débil, conforme el rizo corre el riesgo de convertirse en embrollo después de tantos giros; como si el Peter Greenaway de las multipantallas se hubiese emborrachado una mala noche a base de hipervínculos.
El potencial de un arte (y un espectáculo) como el del cine, aún en pañales con poco más de un siglo, es tan grande que, aunque luego la película tenga menos trascendencia que su carácter primigenio, la tentativa del director de Los cronocrímenes, tan joven artísticamente como para tener apenas tres largos, resulta imposible de desdeñar.
OPEN WINDOWS
Dirección: Nacho Vigalondo.
Intérpretes: Elijah Wood, Sasha Grey, Neil Maskell, Adam Quintero.
Género: thriller. España, 2014.
Duración: 100 minutos.

Diálogo y Orgullo.............................................................................................. Boris Izaguirre

Mientras la selección se ha ido de vacaciones antes de tiempo y Conchita Wurst está en Madrid, en la cena del embajador de EE UU todos hablaban de Sarkozy.

 

Sarkozy y Bruni, a su llegada a Barcelona el pasado 18 de junio. / david oller (ep)

¡Gracias al Orgullo Gay he besado a Conchita Wurst! Y su barba es real, nada de trucos
. Pincha suavemente y de inmediato queda relegada por la intensidad de su mirada.
 En un principio vi lentillas de un verde atigrado, pero luego confirmé que son las pestañas las verdaderas obras de ingeniería.
Y a su vez esa mirada queda eclipsada por la serenidad que transmite ante el revuelo que genera. ¿Es un hombre? ¿Es una mujer?
 Sencillamente es Divina Conchita, como demostró al declarar: “Cuando conquisté el trofeo de Eurovisión, gané no solo por mí. Lo hice por todos nosotros”, provocando una tumultuosa ovación.
La convocatoria del Orgullo Gay ha sido un éxito un año más, generando polémicas, ingresos y pitadas contra Ana Botella, gran ausente, pero también protagonista de estas fiestas en su ciudad. Para muchos, Botella podría orquestar su antipatía hacia la fiesta gay más populosa de Europa para ir calentando los motores de su campaña electoral.
 Sin gastarse un euro, le genera una publicidad, en principio adversa, que le hace estar muy presente.
El grito de “La Botella al contenedor” fue muy coreado porque mezclaba gracia con espíritu de reciclaje.
Estos días se bailó, se desfiló y se habló de las vacaciones de la derrotada selección española de fútbo
l. Los destinos de los excampeones han sido diversos, pero casi siempre costeros.
 Lamentablemente se trata de unas vacaciones un tanto improvisadas, ya que comenzaron antes de lo previsto.
Piqué y Shakira se fueron a Cancún, a pasar calor y tormentas. Iker y Sara, al Algarve, que combina con los ojos de ella y con la economía de él
. Ramos y Rubio prefirieron quedarse en Madrid preparándose para la boda de René Ramos con Vania Millán, donde deslumbrarán con la audacia de sus modelos y cuerpazos.
 Como siempre ha llamado la atención, sin ser de La Roja, Cristiano Ronaldo, que está a su bola en Mykonos, una isla llena de diversión, música electrónica y espectáculos nocturnos “de lo más atrevidos”, sin su novia, pero en compañía de esos amigos con los que exhibe tipazo en la cubierta de algún yate
. Mientras en otra isla, Ibiza, el simpático y profesional Pepe Reina encajó el rapapolvo del doctor Enrique Monereo en una fiesta de esas con escasa iluminación, siguiendo la tendencia de que todo esté a media luz
. Monereo se le quejó: “Cuando nos habéis dado gloria os lo hemos dado todo, pero no es de recibo que nadie saludara a las personas que os fueron a recibir al aeropuerto”.
 Reina respondió que siguieron el protocolo de siempre, que es bajar del avión por el área especial y salir de allí sin más regateo.
 “Hubiera sido un gesto bonito que alguno de vosotros saludara a los aficionados que querían demostraros su afecto”, cortó el cirujano
. Alguien próximo preguntó si rodarían cabezas en la selección y Reina aún más macizo e institucional afirmó:
 “Aunque no me guste, es probable”.
 El doctor, hablando por muchos, dijo que esperaba que rodaran. “Porque eres cirujano”, esquivó Reina. Monereo remató
: “Yo solo corto con bisturí”.
En Ibiza recortar nunca es fácil.
 Esta semana se esperaba con cierta ansiedad una fiesta dedicada al filme Eyes wide shut, ofrecida en un viejo almacén adquirido por un millonario colombiano.
 Este evento ya se ha celebrado en Austria y Holanda, ofreciendo lujuria, sensualidad y lujo.
 Y otorga mucha importancia al código de vestir
. Hay cáterin, carne humana y diversas experiencias, lo que ocurra o lo que se coma allí es cosa de cada quien.
 Parece como si volviese esa Ibiza nocturna de drogas y revolcón sexual frente a la diurna de rusas y medusas.
Con más tela fue el desfile otoño-invierno de Mango en el Hospital de Sant Pau, en Barcelona
. Allí Helena Rakosnik ejerció de embajadora del Gobierno catalán y entabló diálogo con Jaime de Marichalar y Tamara Falcó, una sardana que mezclaba lo político con lo social y a Madrid con Barcelona.
 Gracias al encuentro de esas tres personalidades tan independientes, Tamara pudo preguntar a Helena si su marido, Artur Mas, había sido siempre político. Helena respondió que “afortunadamente no”, confiándole además que su matrimonio dura ya 32 años
. Tamara también quiso saber si eran católicos.
 Esta vez Helena respondió con un “sí, y creyentes”. Tamara se sintió más cómoda con el acento. Luego Helena quiso saber si la fe de Tamara era tan auténtica como lo sentía esa noche.
Le respondieron afirmativamente, asentando así ese imprescindible diálogo cortés y diplomático para la historia de dos ciudades.
Dos días después de esa conversación, el embajador de EE UU y Michael Smith aprovecharon el día de la independencia americana para citar a las ocho y media de la tarde
. Un horario extravagante para cualquier norteamericano que demuestra su esfuerzo por adaptarse a nuestras costumbres.
 Entre hamburguesas y maíz transgénico, todo el mundo hablaba de la imputación a Sarkozy. “Fíjate, en las repúblicas es más fácil imputar a un jefe de Estado”.
 En EE UU lo hicieron con Nixon y casi con Clinton.
 En Brasil, con Collor de Mello, que era guapísimo, pero corruptísimo.
En Italia le han parado los pies a Berlusconi.
“Y mientras, Carla Bruni ¿qué hace?”, preguntó alguien coca-cola en mano. “Cantar, mon amour, cantar”.

¡Peeedro!........................................................... Luz Sánchez-Mellado

Quede cristalina mi neutralidad en el proceso de renovación de la cúpula socialista, no vaya a ser que los que palmen el Congreso impugnen el resultado por esta humilde tribunilla.

 

Pedro Sánchez. / ALEJANDRO GARCÍA (EFE)

Esto es el principio del fin, lo presiento.
Por lo pronto, ya se me ha secado el humor vítreo
. Sí, sí, tú ríete del prójimo, que es gratis, ya te llegará tu San Martín de Porres.
 Resulta que, pasada la cuarentena, además de caérsete los pellejos a media asta y ponérsete patas de gallo de pelea mexicano, también se te arrugan los ojos por dentro.
 El desplome del colágeno, hija, que no perdona ni a Kim Kardashian, al tiempo, y eso que la doña está almacenando en sus glúteos la Reserva Mundial de la Biosfera.
 Total, que heme aquí, con los clisos a rombos, seca de cintura para todas las latitudes, y teniendo que hidratarme cada cinco minutos con lágrimas artificiales, con los hectólitros que lloro yo solita de autocompasión por los rincones.
Como que estoy pensando en pedir hora con el carnicero, perdón, cirujano de Esperanza Aguirre. Políticamente no sé, sobre todo desde la espantá que les hizo a los guardias de tráfico de su íntima Botella
. Pero desde que confesara ella misma que se había sajado la visera de los párpados para verse más mona, está más viva que nunca.
 Palmo y medio, tirando por lo bajo, se le han abierto los ojos.
“Guapísssimo”, así, con tres eses por lo menos, llamó el otro día a Pedro Sánchez, la nueva luminaria del star-system socialista en plena rueda de prensa pepera poniéndole ojitos de cordera. Vamos, que le faltó gritarle ¡Peeedro!, como Penélope a Almodóvar.
 Como que ya hay por ahí estrechos y puretas que quieren empurarla por romper la disciplina de partido requebrando al adversario
. Pero, mira, ahí te apoyo, Espe. Vale que vayas un día de Miss Neocon Súper, otro de Lady Ultraliberal Con Alas, y otro de pobre sexagenaria indefensa, según te convenga.
 Pero lo que no estás de ninguna manera es ciega.
Y mira que a mí, en lo que al físico respecta, el niño bonito de Susana Díaz no me da ni frío ni calor ni todo lo contrario, y eso que me sofoco viva hasta sorbiendo un Calippo.
 Muy educado, muy correcto, muy formalito, vale
. Muy alto, muy esbelto, muy apolíneo, de acuerdo.
 El yerno perfecto en persona. Pero, hija, a mi en cuestión de líderes los que me pierden son los dionisíacos con su puntito de perdonavidas propias y ajenas tipo Guindos, Floriano y Rubalcaba, que en paz descanse.
 Cada una tiene sus perversiones.
A todo esto, quede cristalina mi exquisita netralidad en el proceso de renovación de la cúpula socialista, no vaya a ser que los que palmen el Congreso impugnen el resultado por esta humilde tribunilla.
 Es más, confieso que Eduardo Madina, con su aire de indie de toda la vida, y Pérez Tapias, con su melena de león maduro al viento, tienen cada uno lo suyo.
 Pero, francamente, más allá de su fascinante debate de ideas, no me imagino a los tres candidatos luchando en el barro como a esos otros tres chulazos
. Y te dejo, que tengo una prisa loca.
Voy a crear un change.org para boicotear la candidatura de Guindos a la presidencia del Eurogrupo antes de que me lo pise alguna lista
. Llámame egoísta, antipatriota, loba en celo. Pero ese macho ibérico, lince de las finanzas encima, es especie protegida en España.
 Y yo le vi primero.

 

La Gaviota levanta el vuelo............................................................... Jan Martínez Ahrens

La actriz que hizo llorar a medio mundo abandonó su carrera por amor a Peña Nieto

Ahora parece que Angélica Rivera está dispuesta a dar otro giro a su vida y salir del segundo plano

Su primer movimiento: un posado todo glamur.

Angélica Rivera junto a su esposo, el presidente mexicano Enrique Peña Nieto, en la campaña electoral de 2012. / edgard garrido (reuters)

Angélica Rivera y Enrique Peña Nieto podrían haberse conocido en la escena de una telenovela y casi nadie se habría dado cuenta.
 Cuando tuvieron su primera cita, allá en 2008 bajo las tenues luces del restaurante Philippe, en México DF, ambos vivían la espuma de sus días.
 Ella era una bella y popular estrella de televisión recién divorciada, y él, un pujante y mujeriego gobernador que hacía un año había enviudado.
 Ella tenía hijos, y él también.
 Habían quedado a las nueve de la noche y, conversando, se les había hecho ya la una de la madrugada.
 Hubo en esa secuencia eso que llaman química, y aquello derivó en noviazgo, matrimonio, campaña electoral y, como guinda final, en la conversión de Angélica Rivera en primera dama de México. Entraba así en la residencia oficial de Los Pinos la actriz que había hecho llorar a medio mundo con su interpretación de La Gaviota en la irresumible telenovela Destilando amor.
El guion debería haber terminado aquí.
Y eso pareció en un principio. Rivera, una mujer calificada por sus amigos de muy franca y transparente, era más famosa que Peña Nieto cuando le conoció, pero con el matrimonio abandonó su carrera, apostó por la familia y adoptó un segundo plano, con un perfil más diluido que sus predecesoras.
 Durante largo tiempo, La Gaviota, como aún se la llama en México, dejó de batir las alas
. Pero algo parece que ha cambiado en esta sosegada agenda
. A sus 44 años, Angélica Rivera, como en sus mejores tiempos, ha protagonizado en las últimas semanas algunos golpes de imagen; entre ellos, una comentada sesión de fotos en poses de cierta sensualidad que la han devuelto, aunque sin abandonar los tonos suaves, al primer plano de la escena.
Ya les ocurrió, con diversa fortuna y por otros motivos, a anteriores primeras damas
. En la vida política mexicana reciente aún se agita la sombra de Marta Sahagún, primero portavoz y luego esposa del presidente Vicente Fox (2000-2006).
 Sus ambiciones políticas, destapadas al final del mandato, desencadenaron tal tormenta que desde entonces ninguna primera dama ha pisado ese jardín.
 “Y menos que nadie Rivera, ella no tiene nada que ver con la vida de los partidos; era popular antes y lo será después, pero con una figura pública propia.
 No tiene ambición política ninguna”, señala el especialista en comunicación social y encuestas Roy Campos.
Peña Nieto y Rivera, con los hijos que ambos han aportado al matrimonio, en 2012. / mario vázquez (afp)
En la elaboración de su imagen, Rivera ha adoptado una línea neutra
. En los grandes temas de debate, como el aborto o el matrimonio homosexual, no se le conoce opinión propia.
 Tampoco se ha distinguido por entrar en la batalla de los partidos ni tener preferidos para la sucesión interna.
Ella desempeña su papel de artista retirada, que supone un activo para el presidente Peña Nieto.
 “Le acerca a un segmento de la población a la que no le gusta la política, pero sí el espectáculo”, dice Roy.
Desde este prisma se interpreta en ambientes políticos su aparición en la portada de la edición mexicana de la revista Marie Claire
 . Bajo el titular “Redefiniendo el poder femenino”, la primera dama posa junto a su hija mayor, Sofía Castro, de 17 años.
 El reportaje, acompañado de una entrevista amigable, las muestra en el interior de la residencia presidencial de Los Pinos
. A lo largo de 22 páginas desfilan imágenes en blanco y negro, con poses muy estereotipadas y algunas insinuantes:
 Rivera con los hombros y media espalda desnudos; sentada con gabardina de piel y zapatos de aguja mostrando una cimbreante pierna… Algo extraordinario en el recatado ramo de las primeras damas, donde los posados no salen del espectro que va de lo maternal a lo ejecutivo.
La sesión fotográfica ha dado la vuelta al mundo. The Washington Post, por ejemplo, la utilizó para lanzar una provocativa pregunta: ¿por qué no pueden ser sexis las primeras damas?
 En México, las poses de Rivera, bien conocida como actriz, han sido asumidas sin alharacas. Tampoco ha escandalizado la extrema brevedad de la falda de su hija, que está arrancando su carrera de actriz.
El aguijón más bien ha procedido del menoscabo que las imágenes pueden infligir al trabajo social que, desde tiempos del virreinato, recae en la primera dama.
“Salir en portadas de revistas es normal.
 Pero sus poses no son de esposa de mandatario, con un trabajo social, sino de actriz.
Le benefician a ella, no a la nación.
 Ahí hay una contradicción”, afirma Sara Sefchovich, catedrática de la UNAM y autora de La suerte de la consorte, una historia de las primeras damas mexicanas
. “Pero hay que reconocer que ha desarrollado a la perfección su papel como acompañante oficial del presidente”, continúa Sefchovich, “tiene un gran manejo de la imagen; es popular y representa la historia de un éxito, casi de un cuento de hadas”.
Y es cierto que, a vista de pájaro, la vida de Angélica Rivera, Angie para los amigos, dibuja una trayectoria ascendente
. Nacida en 1969 en México DF en el seno de una familia de clase media, pronto su madre se quedó sola a cargo de los seis hijos.
Y ella asumió un papel motriz, hasta el punto de que acabaría pagando la carrera a sus hermanos.
“Era popular antes y lo será después, pero con una figura pública propia.
 No tiene ambición política ninguna”
Su primera oportunidad le llegó a los 17 años cuando, animada por la estrella absoluta de las telenovelas Verónica Castro, ganó el popularísimo certamen de belleza El rostro de El Heraldo, semillero de las grandes figuras de los culebrones.
 Su aparición ese año en un vídeo de un adolescente Luis Miguel (Ahora te puedes marchar) y su trabajo como presentadora en TNT le abrieron las puertas de la factoría Televisa y sus telenovelas. Ahí debutó con Dulce desafío en 1988.
 Luego vinieron 20 años de trabajo jalonado de títulos de sonoridad fucsia como Huracán, Sueño de amor, Ángela, Mariana de la noche, La dueña o Destilando amor.
 “Es una actriz muy conocida, pero sin ser un icono nacional como Verónica Castro o Lucía Méndez”, indica el escritor Fabrizio Mejía Madrid.
Durante ese periodo se casó con el productor José Alberto Castro (hermano de la archiconocida Verónica), con quien tuvo tres hijas.
 La relación acabó en divorcio en 2008.
 Fue poco después cuando ella, “priista de corazón”, participó como imagen en una campaña de “compromisos cumplidos” de la Administración del Estado de México.
 En esa promoción conoció al entonces gobernador Enrique Peña Nieto
. Un político que parecía haber tocado techo y al que un año antes se le había muerto su esposa, Mónica Pretelini Sáenz
. Con ella había tenido dos niñas, un niño y una relación marcada por la infidelidad
 El propio Peña Nieto reconocería años después haber engendrado dos hijos fuera del matrimonio.
La divorciada y el viudo
. La estrella y el gobernador.
 Dos figuras que, a tenor del relato de la propia Angélica Rivera, sintieron una fulminante atracción hasta el punto de que a los cinco meses de salir, él se declaró.
 Así lo recordó la actriz posteriormente: “
Se me quedó mirando a los ojos, me abrazó lentamente y me preguntó si quería ser su novia
. Era la primera vez que alguien me lo preguntaba
. Por supuesto que le dije que sí.
Y él me contestó: ‘Dime el sí bien’.
 Y le repetí más fuerte: ‘¡Por supuesto que sí!”.
Tras este éxtasis amoroso, la pareja empezó a aparecer en los actos sociales
. El romance era notorio y Peña Nieto, amante de los grandes gestos, no desaprovechó un viaje en diciembre de 2009 al Vaticano para, en la basílica de San Pedro, anunciar ante el Pontífice su próxima boda y recibir la bendición.
 Apenas un año después se casaron en Toluca
. Ella, para culminar esta historia de miel y flores, lucía un vestido de novia aperlado, rematado por una torera con cuello chimenea.
Angélica Rivera, caracterizada como La Gaviota.
Llegaron luego los tiempos electorales
. Una batalla dura en México.
 Pero en 2012 Peña Nieto, del que muchos pensaban que tenía la mandíbula de cristal y que no aguantaría el primer asalto, se creció
. Su esposa fue activa y, como reconocen los expertos en imagen política, le sirvió de ayuda.
Su vestimenta se hizo más sobria, abandonó los brillos y los cabellos alborotados, adoptó el papel de madre, incluyendo a tres vástagos de Peña Nieto; hasta emitió una serie de vídeos narrando sus percepciones de la campaña.
Alcanzada la gloria presidencial, optó por la discreción.
 Sin olvidar sus orígenes artísticos, racionó a cuentagotas sus apariciones con la gente del espectáculo.
La actriz, conocida en Latinoamérica, pero también en China e Indonesia, parecía haber desaparecido.
 “En un país donde las telenovelas son una religión, ella bajó su perfil.
 No solo hubo un cambio físico, sino también de personalidad pública.
 Pasó a ser más hermética y cautelosa”, indica el periodista Alberto Tavira.
Pero ahora ha recuperado aliento.
Y ha vuelto a brillar.
Una señal se activó en su viaje a España en junio, donde su indumentaria en los encuentros con la familia real y su duelo de estilo con Letizia arrasaron en Latinoamérica.
 Y después llegaron sus fotos en la residencia presidencial, uno de los grandes símbolos del poder institucional en México.
 Nadie sabe si es un movimiento pasajero o si supone el inicio de un retorno a su poderosa marca, a su propia imagen y, de algún modo, a la ruptura con un papel excesivamente subordinado.
 En la entrevista que tanto revuelo ha generado apunta:
“Hay tres cosas en la vida que nadie te puede quitar: tu libertad, tu esencia y tu dignidad.
Esta última es algo que las mujeres no debemos perder nunca; tú puedes regalar de ti muchas cosas sin que te afecte, pero esa no”.