El 25 de junio de 1950, España jugó contra Estados Unidos el primer
partido del Mundial de Brasil, también en Curitiba, donde ayer se
enfrentó a Australia.
Aquella tarde, hace hoy 64 años, la selección española empezó perdiendo y no fue hasta el minuto 83 cuando empató Igoa.
En un arranque de furia, dos minutos después marcó Basora. En el 89, Zarra, el mítico Telmo Zarraonaindia, cerró la goleada.
Sucedió aquello en el estadio Durival de Brito y Silva, más conocido como Vila Capanema, donde jugaba el Ferrocarril, un equipo que ya no existe.
Lo que sigue en pie es el campo y está apenas a 200 metros del Arena da Baixada, donde ayer Villa rindió tributo a Zarra, marcó su gol número 59 con la selección, se convirtió en el cuarto español en marcar al menos un gol en tres Mundiales —antes fueron Salinas, Hierro y Raúl— y colgó el 7 de la selección haciendo lo de siempre, marcando un gol.
El asturiano lleva nueve en los Mundiales, uno más que Maradona.
Incomprensiblemente, Villa no había jugado todavía un minuto en lo que va de torneo.
Contra Australia, pegado a la banda izquierda, jugó solo 55 minutos y en ese rato hizo más por el equipo que Diego Costa en dos partidos, y fue escogido el mejor del partido
. Sustituido, el mayor goleador de la historia de España se retiró abatido y cabizbajo al banquillo, donde sus compañeros, puestos en pie, acompañaron su lento camino hasta el saludo con Mata, que le suplió, con aplausos.
La cara de Villa era un poema.
Encajó mal el cambio y aunque el hecho de que el doctor Cota se acercara a él cuando se sentó en el banquillo hizo dudar de que su enfado podía tener que ver con una lesión, lo cierto es que Villa no pidió el cambio.
Sus lágrimas podrían entenderse como de impotencia o el dolor por haber disputado su último encuentro con La Roja o no poder alcanzar los 60 goles.
Del Bosque explicó la decisión, que resultó un tanto sorprendente, dado que todo el mundo sabía que El Guaje dejaba la selección
. El seleccionador se limitó a decir que había sustituido a Villa “para agilizar el medio campo”. Villa tocó 25 veces el balón, dio 19 pases buenos, remató dos veces a puerta y una fue gol, según la FIFA, pero no quiso entrar en consideraciones sobre la sustitución.
“Jugar ha sido una alegría enorme.
Después de los dos primeros partidos queríamos despedirnos dando la cara, intentando hacer un buen partido y ganándolo y así ha sido”, dijo Villa.
“Me voy contento del primer gol y nos vamos tristes porque aspirábamos a estar bastante tiempo aquí”.
El hombre que en Sudáfrica, con cinco goles, llevó a España a la semifinal, dejará un vacío enorme en la selección, más allá de su capacidad para destrozar redes.
“Juego en la selección española desde que tengo uso de razón y si por mí fuera lo haría hasta los 55. Pero soy consciente de que es imposible seguir, que no se puede.
Además, he tomado la decisión de irme al New York City y voy a estar sin competir unos meses.
En esas circunstancias es normal que acabe aquí. Trabajaré como siempre, pero hay que ser realista”, dijo el asturiano al recoger el premio como mejor jugador del partido.
Villa jugó este lunes su último partido con La Roja, el que suma 97, y deja de legado 59 goles.
Nadie ha marcado más goles que él.
Por eso Pedro le señaló como “el mejor”.
El último gol fue, además, histórico: desde el 1 de julio de 1982, en el Calderón, no se marcaba un gol de tacón en un Mundial
. Lo logró el austriaco Bruno Pezzey contra Irlanda del Norte. La jugada, como ocurrió en el segundo gol, de Torres, comenzó con el sabor de un pase de Iniesta, que ayer repartió caramelos
. El de Fuentealbilla habilitó la llegada de Juanfran, que debutó en el Mundial y jugó un gran partido. El alicantino llegó hasta la línea de gol y dio un pase de la muerte que no desaprovechó El Guaje, puro instinto.
Villa, tras el abrazo con sus compañeros, se besó el 7 impreso en la camiseta.
Llegarán más goles y los primeros, curiosamente, serán en Australia, donde jugará un par de partidos con el Melbourne City antes de que en febrero eche a andar el New York City
. De hecho, oficialmente ha fichado por el conjunto australiano. “Se tiene que sentir muy orgulloso. Ha marcado una época. Es irrepetible”, le reconoció Mata.
En Curitiba empezó su historia España en 1950 y la terminó ayer. 64 años después, volvió a marcar tres goles.
A 200 metros de donde marcaron Igoa Basora y Zarra, lo hicieron Villa, Torres y Mata. El Guaje se va, pero su leyenda es eterna.
En Realidad El Mundial es como el cuento de Blancanieves, cada jugador encierra una madrastra en él, pero un dia llega que Blancanieves es la más guapa.....y no es que la madrastra sea fea pero envejece y empieza a odiar a una joven muy bella hasta desearle la muerte, no creo que "El Príncipe sea Del Bosque o quizás si...
Aquella tarde, hace hoy 64 años, la selección española empezó perdiendo y no fue hasta el minuto 83 cuando empató Igoa.
En un arranque de furia, dos minutos después marcó Basora. En el 89, Zarra, el mítico Telmo Zarraonaindia, cerró la goleada.
Sucedió aquello en el estadio Durival de Brito y Silva, más conocido como Vila Capanema, donde jugaba el Ferrocarril, un equipo que ya no existe.
Lo que sigue en pie es el campo y está apenas a 200 metros del Arena da Baixada, donde ayer Villa rindió tributo a Zarra, marcó su gol número 59 con la selección, se convirtió en el cuarto español en marcar al menos un gol en tres Mundiales —antes fueron Salinas, Hierro y Raúl— y colgó el 7 de la selección haciendo lo de siempre, marcando un gol.
El asturiano lleva nueve en los Mundiales, uno más que Maradona.
Incomprensiblemente, Villa no había jugado todavía un minuto en lo que va de torneo.
Contra Australia, pegado a la banda izquierda, jugó solo 55 minutos y en ese rato hizo más por el equipo que Diego Costa en dos partidos, y fue escogido el mejor del partido
. Sustituido, el mayor goleador de la historia de España se retiró abatido y cabizbajo al banquillo, donde sus compañeros, puestos en pie, acompañaron su lento camino hasta el saludo con Mata, que le suplió, con aplausos.
La cara de Villa era un poema.
Encajó mal el cambio y aunque el hecho de que el doctor Cota se acercara a él cuando se sentó en el banquillo hizo dudar de que su enfado podía tener que ver con una lesión, lo cierto es que Villa no pidió el cambio.
Sus lágrimas podrían entenderse como de impotencia o el dolor por haber disputado su último encuentro con La Roja o no poder alcanzar los 60 goles.
Del Bosque explicó la decisión, que resultó un tanto sorprendente, dado que todo el mundo sabía que El Guaje dejaba la selección
. El seleccionador se limitó a decir que había sustituido a Villa “para agilizar el medio campo”. Villa tocó 25 veces el balón, dio 19 pases buenos, remató dos veces a puerta y una fue gol, según la FIFA, pero no quiso entrar en consideraciones sobre la sustitución.
“Jugar ha sido una alegría enorme.
Después de los dos primeros partidos queríamos despedirnos dando la cara, intentando hacer un buen partido y ganándolo y así ha sido”, dijo Villa.
“Me voy contento del primer gol y nos vamos tristes porque aspirábamos a estar bastante tiempo aquí”.
El hombre que en Sudáfrica, con cinco goles, llevó a España a la semifinal, dejará un vacío enorme en la selección, más allá de su capacidad para destrozar redes.
“Juego en la selección española desde que tengo uso de razón y si por mí fuera lo haría hasta los 55. Pero soy consciente de que es imposible seguir, que no se puede.
Además, he tomado la decisión de irme al New York City y voy a estar sin competir unos meses.
En esas circunstancias es normal que acabe aquí. Trabajaré como siempre, pero hay que ser realista”, dijo el asturiano al recoger el premio como mejor jugador del partido.
Villa jugó este lunes su último partido con La Roja, el que suma 97, y deja de legado 59 goles.
Nadie ha marcado más goles que él.
Por eso Pedro le señaló como “el mejor”.
El último gol fue, además, histórico: desde el 1 de julio de 1982, en el Calderón, no se marcaba un gol de tacón en un Mundial
. Lo logró el austriaco Bruno Pezzey contra Irlanda del Norte. La jugada, como ocurrió en el segundo gol, de Torres, comenzó con el sabor de un pase de Iniesta, que ayer repartió caramelos
. El de Fuentealbilla habilitó la llegada de Juanfran, que debutó en el Mundial y jugó un gran partido. El alicantino llegó hasta la línea de gol y dio un pase de la muerte que no desaprovechó El Guaje, puro instinto.
Villa, tras el abrazo con sus compañeros, se besó el 7 impreso en la camiseta.
Llegarán más goles y los primeros, curiosamente, serán en Australia, donde jugará un par de partidos con el Melbourne City antes de que en febrero eche a andar el New York City
. De hecho, oficialmente ha fichado por el conjunto australiano. “Se tiene que sentir muy orgulloso. Ha marcado una época. Es irrepetible”, le reconoció Mata.
En Curitiba empezó su historia España en 1950 y la terminó ayer. 64 años después, volvió a marcar tres goles.
A 200 metros de donde marcaron Igoa Basora y Zarra, lo hicieron Villa, Torres y Mata. El Guaje se va, pero su leyenda es eterna.
En Realidad El Mundial es como el cuento de Blancanieves, cada jugador encierra una madrastra en él, pero un dia llega que Blancanieves es la más guapa.....y no es que la madrastra sea fea pero envejece y empieza a odiar a una joven muy bella hasta desearle la muerte, no creo que "El Príncipe sea Del Bosque o quizás si...