Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

8 jun 2014

Diferencias entre hermanos............................................................... Eugenia de la Torriente


Por alguna razón, las hordas de admiradoras de Zara no tienen un homólogo entre el público masculino.

Al parecer, no era la única que había decidido que la nueva tienda de Zara podía considerarse una atracción turística
. Los 2.400 metros cuadrados recién inaugurados en la calle Serrano de Madrid se habían quedado pequeños para todos los que estaban deseando comprobar cómo se había protegido la arquitectura exterior del edificio años veinte mientras hacían acopio de estampados hawaianos.
Esquivando las largas colas que recorrían las primeras plantas, dedicadas a las colecciones femeninas, encontré muy acogedora la relativa paz de la sección de caballero.
Era evidente que demoraba el inevitable momento de enfrentarme a la marabunta que se interponía en mi descenso hacia la calle, pero entre aquellos bruñidos estantes volvieron a aparecer una serie de preguntas que a menudo me han asaltado (de acuerdo, no en plena noche): ¿qué es lo que falla en las colecciones masculinas de Zara? ¿Por qué el gigante textil que tantas alegrías proporciona a las consumidoras femeninas no es capaz de traducir su fórmula con la misma efectividad al armario de los hombres?
Algo no funciona.
 Y es la misma alquimia difícil de explicar que a veces sucede entre hermanos muy parecidos, pero completamente distintos: en uno la suma de facciones resulta armónica y en el otro, por desgracia, no. En este caso, la planta de caballero es el hermano feo, a pesar de tener el mismo color de ojos y de pelo, la misma educación y hasta los mismos hoyuelos.
 Ahí están todos los trucos que hacen que las prendas desaparezcan como caramelos a la puerta del colegio en las plantas inferiores: las inspiraciones de pasarela, los precios imbatibles…
 Pero, ¿qué hombre quiere una corbata blanca con topos dorados? ¿Por qué aquí resultan tan toscos y chirriantes los estampados que abajo vuelan? La ecuación falla en alguna parte. Algo hay distinto entre las tachuelas de ese zapato brogue y las de aquella sandalia de mujer.
 Algo que consigue que el primero parezca ridículo y la segunda, una ganga
. El problema se mantiene en los dos extremos de la colección.
 Alcanza a los acabados presuntamente lujosos, como ribetes de cuero o camisetas de seda, y consigue que los básicos que ofrecen sus rivales –sobre todo, Uniqlo o Gap– resulten mucho más sólidos, deseables y convincentes.
Seguro que los responsables de Inditex podrían esgrimir cifras que demuestren que su negocio de caballero en Zara hace una porción respetable de esos 16.724 millones de euros en ventas que el grupo registró en 2013.
 Pero lo que nadie puede negar es que el grado de fascinación y excitación que logra la colección masculina no resulta comparable al que la mayor empresa textil del mundo consigue con sus ejercicios para mujer e, incluso, en los de casa y niño. Lo que no está claro es si el problema reside en el producto que ofrece Zara o en la distinta mentalidad de los hombres al comprar.
 Obviamente, es posible que la resistencia masculina a los devaneos de las tendencias les haga insensibles a los cantos de sirena de una chaqueta bomber floreada.
 O que su testaruda fidelidad a ciertos patrones les convierta en especialmente puntillosos con la calidad de los materiales y la importancia de los detalles.
 Al perderse en fantasías, la colección de Zara dilapida la oportunidad de satisfacer el apetito más elemental de los caballeros al vestir.
 Pero lo verdaderamente extraño es que una explicación tan fácil haya escapado al certero olfato de Amancio Ortega y sus huestes.
Mientras desciendo de nuevo a la jungla de mujeres que trajinan vestidos con grafitis inspirados en Brassaï a manos llenas, sigo sin encontrar razón alguna que justifique esa corbata blanca con topos dorados.

La nueva edad de oro................................................................. Quino Petit



A Peter Grant no le dio por comprarse un Porsche con la crisis de los 40
. Lo hizo a los 65. De hecho, el señor Grant nunca ha sentido nada parecido a la llamada “crisis de los 40”.
 Toda su existencia ha consistido en una sucesión de crisis, victorias y derrotas, amenazas de prejubilaciones, aventuras y reinvenciones tras media vida entre Argentina e Inglaterra, la tierra de sus padres, y la otra media en España. 
La jubilación que afrontaba con unos suculentos ahorros tras varios lustros como directivo en la casa Ford se presentaba para él como una oportunidad.
 Y se lanzó a quemar rueda.
Hoy, a punto de cumplir 79 años, el mayor de sus placeres confesables sigue siendo pisar a fondo el acelerador de su flamante Porsche gris plata, modelo 911 Carrera de 1987.
 Lo compró de segunda mano en 2000 y desde aquella adquisición ha participado en decenas de competiciones amateur por circuitos desde el Jarama hasta Montmeló, donde comenzó a rodar peinando canas
. Sigue pisando a fondo cada vez que tiene oportunidad, como en la vigésima edición del rali de regularidad del pasado 24 de mayo organizada por Porsche Club España.
  O como hará una vez más esta soleada mañana casi veraniega sentado sobre los sillones de cuero negro de su bólido
. Con los ojos azul purísima parapetados tras unas gafas de sol, el señor Grant mira al periodista convertido en su copiloto durante un paseo por la sierra de madrileña y, antes de poner al rojo vivo las revoluciones en una recta, entorna una pícara sonrisa de niño malo. “¡Esto es excitación! El sonido de esos tubos de escape saca el crío que llevo dentro. Cuando los oyes al entrar en un túnel… es la excitación máxima. Creo que nací con un poco de gasolina en las venas”.
No cabe duda de que al señor Grant le va la marcha. Su esbelta silueta luce aspecto impecable. Nada en su actitud, en su biografía, ni en su estilo de vida hace sospechar que ronde los 79. Vive solo en su chalé en una urbanización al norte de Madrid donde las casas están flanqueadas por una espesa vegetación perfectamente recortada y a media mañana de un día laborable se escucha el canto de los pájaros.
 Llegó desde Buenos Aires a la capital española con su esposa y sus dos hijos en 1976
. Continuó con su trabajo en la compañía automovilística Ford hasta su jubilación, tras la cual enviudó de Simonetta, su esposa.
 Acababa de comprarse el Porsche y de empezar su nueva etapa llena de desafíos sin ataduras laborales
. No tardó en rehacer su vida sentimental con Marie Sue, una amiga argentina del matrimonio que también había quedado viuda y acabó convertida en la actual pareja del señor Grant.
Peter Grant, de 79 años y corredor de carreras con su Porsche. / Caterina Barjau
"¿Quién me iba a decir que me jubilaría, enviudaría y, al poco tiempo, acabaría teniendo novia y participando en carreras con mi Porsche?”, se pregunta hoy el señor Grant. “Nuestro romance se fraguó por e-mail. Marie Sue tiene 10 años menos que yo y vive en Argentina, donde están sus hijos –muy amigos de los míos–.
 Paso temporadas allí, y ella también viene a verme a Madrid. En verano siempre nos vamos de crucero.
 Hemos recorrido medio mundo así. Próximo destino: Irlanda. Nos saldrá por cinco o seis mil euros. Me ha quedado una pensión como el doble de lo que gana un mileurista.
 Tengo la casa pagada y pienso disfrutar lo que me queda al máximo”.
–Y la pasión en pareja, ¿cómo la vive hoy?
–Eso, con calma… Y hay otras cosas. Te aseguro que no me aburro un solo segundo
. Quizá la única diferencia con mi vida anterior está en que necesito una ensalada de pastillas cada mañana porque las tuberías están taponadas. 
Me operan el 7 de julio de la carótida. Será por la buena vida. Una vida rumbosa.
Mientras siga en este mundo, Peter Grant ha decido vivir a muerte. Poco a poco hay más personas que comparten su actitud entre los 600 millones de mayores de 65 años que habitan el planeta. Una cifra que se doblará en los próximos 20 años, según estimaciones de Naciones Unidas
. Viajamos sin remedio hacia un mundo más envejecido, pero no por ello agotado y sin fuelle. En cada vez más países desarrollados emerge un nuevo estereotipo que arrincona los tópicos de la recta final de la existencia. Sin facturas pendientes, con las hipotecas pagadas, los hijos fuera del nido y lo que queda de vida –cada vez más– por delante. 
Activos física e intelectualmente
. Y con una capacidad progresivamente superior de ejercer de factor de cambio de la economía global. “Gerontolescentes”, les llama Alexandre Kalache, exdirector del programa de envejecimiento de la Organización Mundial de la Salud y hoy al frente del Centro Internacional de Envejecimiento de Brasil, con sede en Río de Janeiro.
Los mayores de 65 años conforman hoy 600 millones de la población mundial. Una cifra que se doblará en los próximos 20 años
Desde esta institución, Kalache ha dado forma al término gerontolescencia. 
 En sus palabras: “Una transición desde la época adulta hasta la senectud, el primer capítulo del envejecimiento.
 Un concepto para expresar el fenómeno que crece a lo largo y ancho del planeta: la existencia de personas mayores de 65 años y hasta más allá de los 80 que se mantienen activos y con un estado de salud mejor que el de cualquiera de las generaciones equivalentes anteriores. 
Beneficiados por los avances tecnológicos de la medicina y por un mayor nivel de formación, a lo que se une la emancipación de la mujer: se encuentran mucho más a gusto con su cuerpo, saben lo que quieren y son cientos de veces más independientes que cualquier generación anterior.
 Y si hablamos de los hombres, solo hay que mencionar la viagra para imaginar lo que eso supone en su propia estima.
 Obviamente no encuadro este fenómeno entre los habitantes de edad avanzada en zonas deprimidas de África o en los suburbios de Río de Janeiro, sino principalmente en el mundo desarrollado.
 Ahora bien: los nuevos estilos de vida pueden emerger en Occidente, pero las sociedades en desarrollo acaban siguiendo su estela”.
Quizá el más hedonista de los modelos de gerontolescencia que menciona Alexandre Kalache ha brillado recientemente en la figura del inefable Jep Gambardella, personaje protagonista de la oscarizada La gran belleza. Inmerso en una suerte de dolce vita del siglo XXI, Gambardella proclama en este filme de Paolo Sorrentino toda una declaración de principios tras compartir alcoba con una bella dama mucho más joven que él a la que abandonará de inmediato para entregarse de nuevo a sus paseos por una Roma nocturna y bohemia: 
“Si a alguna conclusión he llegado al cumplir los 65 es que no quiero perder el tiempo con cosas que no me interesan”.
Es más, el problema puede residir precisamente en tener demasiados intereses en juego a partir de ese momento.
 Para el pintor y arquitecto Juan Navarro Baldeweg (Santander, 1939), cuya obra atesora un prestigioso reconocimiento internacional, seguir en activo a las puertas de cumplir 75 años es una cuestión de pura necesidad vital. Sentado a media mañana de un viernes en el despacho de la planta superior de su estudio madrileño, rodeado de papeles, libros y un torbellino de ideas merodeando su mente, este veterano creador de espíritu renacentista, capaz de establecer nexos entre pintura y arquitectura a través de la luz, explica por qué: 
“Siempre me ha gustado trabajar en varios frentes. Con la madurez encuentro haber ganado en entusiasmo y libertad. Y me queda mucho por hacer. El artista es un colonizador.
 Y el arte tiene que ver con ser pionero.
 Seguir ejerciéndolo es una forma de mantener esa actitud. 
Ahora preparo una recopilación de textos y una exposición antológica de mi arquitectura para finales de septiembre-principios de octubre. Actuar de manera transversal ha sido algo natural a lo largo de toda mi trayectoria”.
Autor, entre muchas otras, de la magistral obra del Palacio de Congresos de Salamanca y de la Biblioteca Hertziana en Roma, Navarro Baldeweg ha impartido sus conocimientos en reputados centros como el MIT de Boston y la Universidad de Yale
. Hoy es partidario de proyectos arquitectónicos “que trabajen sobre lo ya hecho, reinterpretando lo existente para defender un modelo sostenible y de austeridad en tiempos de crisis que nos ayude a cambiar de mentalidad en cuanto a la concepción de las ciudades; el mundo está demasiado construido, hay que transformarlo”.
La planta baja de este chalé custodia su estudio de pintura. El lugar al que Navarro Baldeweg acude como acto de liberación.
 Sobre el suelo reposan algunos de sus últimos lienzos de gran formato que acabarán formando parte de su próxima exposición el año que viene en la galería Marlborough de Madrid que representa su obra pictórica
. “Lo más difícil sigue siendo para mí la pintura. Su valor máximo es su carácter directo. Lo que eres capaz de expresar con la mano y el papel en blanco brinda una satisfacción estupenda con muy poco. En ciertos aspectos artísticos hay algo que solo se consigue en la madurez”.
En España viven ocho millones de personas mayores de 65 años.
 La esperanza de vida alcanza 20 años más, una de las tasas más altas del mundo
Pese a las dificultades, concebir el envejecimiento como conquista. 
Para los integrantes de la generación de Navarro Baldeweg, la crisis económica no es nada nuevo. Los setenteros españoles como él atesoran varias debacles económicas a sus espaldas. Criados en una posguerra repleta de carencias, han sabido inventarse y reinventarse a sí mismos. Hoy viven en España ocho millones de personas mayores de 65 años (17% de la población). Y subiendo. Las previsiones del Instituto Nacional de Estadística doblan esa cifra para mediados de siglo. De los ocho millones actuales, cinco y medio son pensionistas. Tras la jubilación se vive de media hasta 20 años más, una de las tasas de esperanza de vida más altas del mundo que junto a la progresiva reducción de la natalidad vislumbran una nación paulatinamente envejecida. Las empresas tendrán que adaptarse, así como los bienes de consumo y servicios, para este segmento de población
. La revolución económica de las canas ya está en marcha. Las políticas tendrán que afrontar el desafío de ajustar el gasto público a un nuevo mapa demográfico mientras que la tozuda realidad es que la crisis ha laminado penosamente el Estado de bienestar español. En este contexto, cada vez más mayores de 65 años sostienen el tejido familiar con sus ingresos, además de hacerse cargo del cuidado de los nietos y en muchos casos también de los hijos. En 2010, el 7,8% de familias con todos sus miembros en paro dependían de un pensionista. 
 Pero en esta generación que sobrepasa la edad de jubilación y está actuando en muchos casos de punta de lanza para capear la crisis también ha florecido un grupo de personas que se rebelan contra la imagen de la tercera edad como mero sostén familiar. 
Reclaman espacio para desempeñar un papel de cambio social activo.
El arquitecto y pintor Juan Navarro Baldeweg, de 74 años. / Caterina Barjau
Para Myrtha Casanova (La Habana, 1936), recibir al periodista en el Círculo del Liceo de Barcelona a media mañana, poco antes de participar en un encuentro bajo el tema ¿La crisis es real?, significa tener que abrir un hueco en su apretada agenda. 
Presidenta del Instituto Europeo para la Gestión de la Diversidad y de la Plataforma de Artistas Diversos para personas con discapacidad, Casanova arrastra una dilatada trayectoria como emprendedora y forma parte de la Asociación de Mujeres Empresarias de Barcelona. Los estragos de la crisis se deben en parte, según ella, a que los cambios que nos acechan “viajan a mayor velocidad que la capacidad de las instituciones para asimilarlos”.
Los espléndidos 78 años que luce Casanova deben mucho a la hora diaria que dedica al yoga y a las varias que dedica los fines de semana al reiki y a la reflexoterapia, así como a una dieta vegetariana y a llevar una vida “activa, pero moderada”.
 También se desvive en el cuidado de sus nietos y de su hijo Mario, con parálisis cerebral. Tiene tiempo para todo y niega la vigencia de los estereotipos. “El más ridículo de todos es el de la edad. No soy ninguna excepción, el problema es que no soy visible. Una cosa es que yo me jubilé fiscalmente. 
Pero no me he retirado de la aportación que puedo hacer al entorno. Hoy, en vez de hacerlo en las empresas, lo hago a través de las ONG que he fundado. 
Cortar la cabeza a la experiencia es un coste que las compañías no tienen calculado. Pero ya empiezan a pagarlo”.
El envejecimiento de la economía global hacia el que nos encaminamos sin remedio ha protagonizado recientemente la portada del semanario The Economist. En sus páginas aparecía esta advertencia premonitoria: 
“Una economía cada vez más grisácea será más lenta y desigual a menos que las políticas comiencen a adaptarse ya”.
 El distanciamiento se agravará entre los más preparados y los menos; los primeros trabajarán más años y más horas, incide The Economist: 
“La división es más extrema en Estados Unidos, donde los mejor formados baby-boomers están postergando el retiro mientras muchos jóvenes menos preparados han sido expulsados de la fuerza del trabajo”.

Escritores de medio mundo en El Retiro

Franceses, ingleses, suecos, libaneses, irlandeses y latinoamericanos

La feria es una muestra del catálogo de traducciones (14%) y diversidad del español.

El escritor irlandés John Connolly en la Feria del Libro del Madrid / Claudio Álvarez

Son las doce pasadas y la megafonía no deja de soltar los nombres de los autores que han peregrinado esa mañana del sábado al Paseo de Coches del Retiro, de Madrid.
 Y entre una gran mayoría de nombres y apellidos españoles destacan como fuegos artificiales aquellos ajenos al idioma como Mari Jungstedt, Anna Gavalda, John Connolly, Nathan Filer, Maha Akhtar, Guillaume Long, Rébecca Dautreumer… al igual que en días anteriores habían anunciado los de Cornelia Funke, Ben Brooks, Neil Gaiman, Federico Moccia…
Una muestra de la gran biblioteca global traducida en España. Una suerte. El porcentaje de traducciones de todo el mundo oscila aquí entre el 12 y el 14%.
Una cifra alta comparada con países como Estados Unidos donde apenas llega al 4%. Y parte de esos escritores pasan estos días por la 73ª Feria del Libro de Madrid, en el Parque del Retiro.
Claudio Álvarez
Anna Gavalda.
Anna Gavalda abre el libro en la primera página donde empieza a escribir la dedicatoria en francés, pero la pluma estilográfica le falla
. Sin levantar la mirada de la novela, insinúa una sonrisa mientras coge el recambio de la pluma y termina la dedicatoria.
 Levanta la cabeza, y ahora sí le sonríe a la lectora, al tiempo que le pasa el libro, Billie (Seix Barral). Es su primera vez en una feria, aunque elviernes pasó “volando” por la de Bilbao donde recibió el Premio Pluma de Plata, por su trayectoria
. Tras varios años de exitosas ventas nunca se había encontrado con su público así. Se ha sorprendido. “Aquí te das cuenta”, reconoce, “de que quizás otros colectivos hacen más ruido, ocupan más espacio, pero que los lectores forman parte de un ejército discreto y atento”.
Unas casetas más allá, el irlandés John Connolly también debuta en la feria firmando libros como La ira de los ángeles o Cuervos (Tusquets).
 Ver tanto “lector normal y corriente" le ha llenado de esperanza, afirma, frente a los discursos catastrofistas y debates “de gente ignorante que parece celebrar el fin de los libros impresos y de las librerías.
 Es una satisfacción constatar, aquí, en Madrid, que se equivocan”.
Y mientras ellos son dos “veteranos” escritores, ya muy reconocidos en sus países y en el extranjero, el inglés Nathan Filer acaba de debutar con la novela La luna no está (Alianza), con la cual ha obtenido el Premio Costa 2014.
 Un sentimiento de humildad es lo que ha experimentado Filer en esta cita literaria.
 Recuerda que escribir es un acto solitario y que cuando el autor lo hace cree que su libro es el único, pero aquí, revela, “te das cuenta de que cada libro contiene una historia que merece la pena ser disfrutada”.
Maha Akhtar. / efe
Algo parecido a lo que piensa la libanesa Maha Akhtar, autora de Las huellas en el desierto (Roca Editorial).
 Ella quería estar en la feria y para eso tuvo que aplazar su billete de vuelta a Nueva York, tras la promoción de su novela estos últimos días. Para ello tuvo que contar con la autorización de su jefa: su majestad, la Reina Noor de Jordania.
Trabaja con ella como responsable de protocolo y comunicación. La escritora dice entusiasta que se ha sentido "como esas viejas contadoras de historias que van entreteniendo de pueblo en pueblo".
Claudio Álvarez
Mari Jungstedt.
La sueca Mari Jungstedt, que desde hace un año vive en Canarias, lo intenta ya con siete libros de novela negra en editorial Maeva
. En esas páginas, dice en un buen español, pretende ir más allá de la historia narrada y contar aspectos más profundos sobre la niñez y la juventud y "cómo aquella época aflora en la vida adulta".
Aunque no todos los nombres que suenan a otros idiomas son de escritores en otra lengua distinta al español.
Dos de ellos son Eduardo Sacheri y Santiago Roncagliolo. Sacheri es el director de cine (El secreto de sus ojos) y escritor argentino que presenta estos días La vida que pensamos. Cuentos de fútbol (Alfaguara) está encantado
. Además, últimamente se ha puesto al día con la lectura de uno de los autores que anda por aquí, el cubano Leonardo Padura. El peruano Roncagliolo es más habitual en los días de feria, este año con su novela La pena máxima (Alfagaura). Ambios, argentino y peruano, participan este domingo en una mesa redonda sobre fútbol y literatura.
Este es el ecuador de la feria. El fin de semana que por tradición se vende más.
 No paran de llegar lectores y paseantes. Ya se han repartido más de cien mil bolsas en nueve días, una buena señal.
 Todos esperan frenar, o al menos amortiguar, la caída en las ventas generales que en los últimos siete años es del 40%.
Claudio Álvarez
Guillaume Long.
Y sobre el murmullo de ese río de gente que va por las 364 casetas que albergan a 502 expositores se impone cada dos por tres la voz de una mujer por megafonía que anuncia más y más nombres de escritores.
 Serán tantos, que cuando llegue el último día de feria, 15 de junio, habrán sido casi mil en unos 3.000 actos de firmas.
Tanto de autores en otros idiomas, pero sobre todo de los anfitriones como Rafael Chirbes, Enrique Vila-Matas, Manuel Rivas, Isaac Rosa,Julia Navarro, Clara Sánchez, Ignacio Martínez de Pisón, Almudena Grandes, Eduardo Mendicutti, Ignacio Martínez de Pisón, Jorge Martínez Reverte, Juan José Millás, Jon Bilbao, Javier Marías…

 

7 jun 2014

Miles de personas se manifiestan en Canarias contra las prospecciones


Cabeza de la manifestación en Las Palmas de Gran Canaria. / Ángel G. Medina (EFE)

Los canarios han salido a las calles esta tarde en todas las islas del archipiélago de Canarias para manifestarse contra el proyecto de prospección petrolífera que Repsol planea realizar frente a las costas de Fuerteventura y Lanzarote. Organizaciones ecologistas, colectivos sociales, plataformas ciudadanas, partidos políticos y sindicatos llamaron a la protesta bajo el lema Canarias, una sola voz contra las prospecciones.
El Gobierno autonómico (Coalición Canaria y PSOE), contrario a las prospecciones, no convoca, pero sí apoya las movilizaciones. Su presidente, Paulino Rivero, participa en la marcha de La Graciosa.
En el parque de San Telmo, en el centro de Las Palmas de Gran Canaria, Pancho Sánchez, de 56 años, hace sonar un bucio, una caracola que, cuenta, ya usaban los aborígenes de la isla.
 Se detiene para comentar por qué está protestando contra las prospecciones: “Defiendo otro modelo energético, el de otras energías más baratas que tenemos aquí y con las que ahorraríamos dinero y evitaríamos la dependencia del exterior: el sol, el viento, las olas…”
 Y añade: “Aquí nadie ha planteado qué beneficio concreto tendría Canarias.
 ¿Qué ganamos con que Repsol se haga dueña de un recurso nuestro?”.
“Creo que vendrá más gente que a la manifestación de 2012”, concluye.
Miles de personas marcharon por el centro de la capital de Gran Canaria en dirección a la Delegación del Gobierno gritando consignas como “Soria, traidor, trabajas para Repsol” y
 “A ver si te enteras, no queremos petroleras”
. El ministro de Industria, José Manuel Soria, oriundo de Canarias y firme defensor de las prospecciones, protagoniza muchas de las pancartas y de los cánticos
. En una de las imágenes se le ve con el logo de Repsol a la espalda.
“Soria, atiende, tu tierra no se vende”, cantan.
Gerardo le hace una foto a su mujer, Lucía, ataviada con una camiseta que reza: Petroleras no. “Me la acabo de comprar. Le mandamos la foto a mi familia, que no ha querido venir”, se queja ella.
“Las playas y el turismo son lo único que nos queda”, reflexiona él. Sobre el apoyo gubernamental al proyecto, sonríe antes de contestar: “Al Gobierno en Madrid no le va a llegar el chapapote”
. Gerardo dice que está aquí más por la preocupación ambiental que por el “expolio” que lleva asociado el plan.

La última gran protesta ciudadana contra los planes de Repsol se produjo en marzo de 2012, poco después de que el Consejo de Ministros autorizara las prospecciones de hidrocarburos en aguas de Canarias
. La tramitación siguió su curso. Ahora el detonante de las manifestaciones ha sido la autorización del Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente a los trabajos, concedida la semana pasada, un día antes del Día de Canarias y pocas jornadas después de las elecciones europeas. Medio Ambiente ha emitido declaración de impacto ambiental favorable para realizar tres sondeos a unos 60 kilómetros de la costa, lo que en la práctica significa que, a la espera de la última autorización del Ministerio de Industria, Repsol casi tiene vía libre para iniciar los trabajos.
“Las manifestaciones han sido casi una reacción de la propia ciudadanía a la declaración de impacto ambiental”, ha explicado esta mañana Noelia Sánchez, de Ben Magec-Ecologistas en Acción
. En el archipiélago sentó especialmente mal que la firma de esa autorización clave se produjera y se publicitara la tarde antes del día grande de Canarias. Rivero llegó a calificarlo de “afrenta”.
 La autorización gubernamental se produjo, además, apenas unos días antes de que el Supremo se pronuncie, el próximo día 10, sobre siete recursos pendientes contra las prospecciones, entre ellos del propio Gobierno regional y de los cabildos de Fuerteventura y Lanzarote.
El proyecto de Repsol consiste, en una primera fase, en realizar dos o tres sondeos frente a las costas de las islas más orientales del archipiélago para comprobar si hay hidrocarburos y si su extracción es viable y rentable.
Ya tiene permiso ambiental para perforar esos pozos
. Lo haría desde un barco especial —denominado buque de posicionamiento dinámico— que usa un equipo de perforación para alcanzar profundidades de hasta 6.000 metros y recoger muestras de roca y fluidos.
 Los tres pozos autorizados se sitúan en tres de las nueve zonas en las que Repsol tiene autorización para investigar la existencia de hidrocarburos.
 Los sondeos en los dos primeros, llamados Chirimoya y Sandía, durarán unos 45 días. En el tercero, denominado Zanahoria, 180 días.
 Fuentes de Repsol indicaron que la multinacional podría no perforar este tercer pozo. Cada sondeo de este tipo supone una inversión aproximada de 100 millones de euros.
El Ministerio de Agricultura y Medio Ambiente insiste en que en España se han realizado 267 sondeos de este tipo desde mediados del siglo XX y que en ninguno se han producido accidentes graves. Canarias es la única comunidad autónoma con costa donde no se han realizado. Los que se oponen al proyecto recuerdan, sin embargo, que si estos sondeos son positivos después llegará la fase de la explotación (Repsol necesitaría nuevos permisos ambientales) y los riesgos para los ecosistemas marinos y costeros se multiplicarán
. La probabilidad de que se produzca un accidente en estos sondeos es “extremadamente baja”, según el secretario de Estado de Medio Ambiente, Federico Ramos, que sin embargo reconoce que “el riesgo cero no existe”.
La televisión canaria emitió esta mañana el documental Petróleo, el gran engaño, en el que se relata el accidente de la plataforma petrolífera Deepwater Horizon en aguas del Golfo de México en 2010. La plataforma estaba en fase de explotación cuando se produjo una explosión que dejó 11 muertos y generó un vertido masivo de crudo.
Ha habido marchas en las capitales de todas las islas, pero también en Palma de Mallorca y Madrid. Canarios residentes en Nueva York también tienen previsto llevar a cabo una protesta en esta ciudad de Estados Unidos
. “Hemos movilizado a las casas de Canarias en todo el mundo y a los estudiantes que están fuera. Habrá protestas también en Londres y Berlín. Creemos que las manifestaciones serán masivas”, ha señalado Ezequiel Navío, coordinador de la oficina creada en Lanzarote para coordinar los esfuerzos contra las prospecciones.
 El barco de Greenpeace Rainbow Warrior llega este fin de semana a Valencia para denunciar los peligros de los proyectos petrolíferos en Baleares, Canarias, mar de Alborán y golfo de Valencia, ha anunciado la organización.
Las autoridades canarias están radicalmente en contra del proyecto de Repsol, porque aseguran que pone en peligro la riqueza medioambiental de la isla y su principal sector económico, el turismo. Rivero ha llegado a decir del ministro de Industria, José Manuel Soria, también canario y defensor de las prospecciones, que “parece más un accionista de Repsol que un canario” que se preocupa por su tierra. Soria apoya las investigaciones sobre hidrocarburos también en el Mediterráneo, porque asegura que, de dar resultados, contribuirían a reducir la dependencia energética de España. En Baleares, el Gobierno autonómico, del PP, se opone a las prospecciones.
 Cuatro senadores baleares del PP se saltaron la disciplina de voto hace unas semanas para apoyar una moción del PSOE contra las prospecciones.
El Gobierno canario ha anunciado que quiere convocar un referéndum para preguntar a sus ciudadanos si están de acuerdo con el proyecto de Repsol.
Tanto el Ejecutivo autonómico como los cabildos de Fuerteventura y Lanzarote han iniciado varias acciones legales para intentar paralizar las prospecciones.
 La última la presentó el Cabildo de Lanzarote a finales de mayo, al denunciar a un subdirector de Medio Ambiente por haber falsificado supuestamente un informe oficial que formaba parte de la documentación presentada durante la evaluación ambiental de proyecto.
La intención de Repsol de buscar petróleo en Canarias se remonta a 2001, cuando el Gobierno le concedió un primer permiso de exploración.
 El Tribunal Supremo lo paralizó en 2004, pero la empresa subsanó posteriormente las deficiencias de la evaluación ambiental y le fue concedido de nuevo.
Coincidiendo con el Día Mundial del Medio Ambiente, las cinco mayores organizaciones ecologistas organizaron el jueves pasado en la plaza de Callao, en Madrid, un acto simbólico de su rechazo a las prospecciones petrolíferas en el mar. Ecologistas en Acción, Greenpeace, WWF, SEO BirdLife y Amigos de la Tierra consideran las prospecciones “uno de los problemas más acuciantes a los que se enfrenta el medio ambiente” por la amenaza que suponen para los ecosistemas marinos y costeros. Durante el acto crearon un mensaje con grandes letras en el que se leía No al petróleo en la costa y un poste de señales con el mensaje Prospecciones no y con indicaciones de las distancias desde la capital a los lugares que acogen los proyectos.
Con información de Txema Santana.