Franceses, ingleses, suecos, libaneses, irlandeses y latinoamericanos
La feria es una muestra del catálogo de traducciones (14%) y diversidad del español.
Son las doce pasadas y la megafonía no deja de soltar los nombres de
los autores que han peregrinado esa mañana del sábado al Paseo de Coches
del Retiro, de Madrid.
Y entre una gran mayoría de nombres y apellidos españoles destacan como fuegos artificiales aquellos ajenos al idioma como Mari Jungstedt, Anna Gavalda, John Connolly, Nathan Filer, Maha Akhtar, Guillaume Long, Rébecca Dautreumer… al igual que en días anteriores habían anunciado los de Cornelia Funke, Ben Brooks, Neil Gaiman, Federico Moccia…
Una muestra de la gran biblioteca global traducida en España. Una suerte. El porcentaje de traducciones de todo el mundo oscila aquí entre el 12 y el 14%.
Una cifra alta comparada con países como Estados Unidos donde apenas llega al 4%. Y parte de esos escritores pasan estos días por la 73ª Feria del Libro de Madrid, en el Parque del Retiro.
Anna Gavalda abre el libro en la primera página donde empieza a escribir la dedicatoria en francés, pero la pluma estilográfica le falla
. Sin levantar la mirada de la novela, insinúa una sonrisa mientras coge el recambio de la pluma y termina la dedicatoria.
Levanta la cabeza, y ahora sí le sonríe a la lectora, al tiempo que le pasa el libro, Billie (Seix Barral). Es su primera vez en una feria, aunque elviernes pasó “volando” por la de Bilbao donde recibió el Premio Pluma de Plata, por su trayectoria
. Tras varios años de exitosas ventas nunca se había encontrado con su público así. Se ha sorprendido. “Aquí te das cuenta”, reconoce, “de que quizás otros colectivos hacen más ruido, ocupan más espacio, pero que los lectores forman parte de un ejército discreto y atento”.
Unas casetas más allá, el irlandés John Connolly también debuta en la feria firmando libros como La ira de los ángeles o Cuervos (Tusquets).
Ver tanto “lector normal y corriente" le ha llenado de esperanza, afirma, frente a los discursos catastrofistas y debates “de gente ignorante que parece celebrar el fin de los libros impresos y de las librerías.
Es una satisfacción constatar, aquí, en Madrid, que se equivocan”.
Y mientras ellos son dos “veteranos” escritores, ya muy reconocidos en sus países y en el extranjero, el inglés Nathan Filer acaba de debutar con la novela La luna no está (Alianza), con la cual ha obtenido el Premio Costa 2014.
Un sentimiento de humildad es lo que ha experimentado Filer en esta cita literaria.
Recuerda que escribir es un acto solitario y que cuando el autor lo hace cree que su libro es el único, pero aquí, revela, “te das cuenta de que cada libro contiene una historia que merece la pena ser disfrutada”.
Algo parecido a lo que piensa la libanesa Maha Akhtar, autora de Las huellas en el desierto (Roca Editorial).
Ella quería estar en la feria y para eso tuvo que aplazar su billete de vuelta a Nueva York, tras la promoción de su novela estos últimos días. Para ello tuvo que contar con la autorización de su jefa: su majestad, la Reina Noor de Jordania.
Trabaja con ella como responsable de protocolo y comunicación. La escritora dice entusiasta que se ha sentido "como esas viejas contadoras de historias que van entreteniendo de pueblo en pueblo".
La sueca Mari Jungstedt, que desde hace un año vive en Canarias, lo intenta ya con siete libros de novela negra en editorial Maeva
. En esas páginas, dice en un buen español, pretende ir más allá de la historia narrada y contar aspectos más profundos sobre la niñez y la juventud y "cómo aquella época aflora en la vida adulta".
Aunque no todos los nombres que suenan a otros idiomas son de escritores en otra lengua distinta al español.
Dos de ellos son Eduardo Sacheri y Santiago Roncagliolo. Sacheri es el director de cine (El secreto de sus ojos) y escritor argentino que presenta estos días La vida que pensamos. Cuentos de fútbol (Alfaguara) está encantado
. Además, últimamente se ha puesto al día con la lectura de uno de los autores que anda por aquí, el cubano Leonardo Padura. El peruano Roncagliolo es más habitual en los días de feria, este año con su novela La pena máxima (Alfagaura). Ambios, argentino y peruano, participan este domingo en una mesa redonda sobre fútbol y literatura.
Este es el ecuador de la feria. El fin de semana que por tradición se vende más.
No paran de llegar lectores y paseantes. Ya se han repartido más de cien mil bolsas en nueve días, una buena señal.
Todos esperan frenar, o al menos amortiguar, la caída en las ventas generales que en los últimos siete años es del 40%.
Y sobre el murmullo de ese río de gente que va por las 364 casetas que albergan a 502 expositores se impone cada dos por tres la voz de una mujer por megafonía que anuncia más y más nombres de escritores.
Serán tantos, que cuando llegue el último día de feria, 15 de junio, habrán sido casi mil en unos 3.000 actos de firmas.
Tanto de autores en otros idiomas, pero sobre todo de los anfitriones como Rafael Chirbes, Enrique Vila-Matas, Manuel Rivas, Isaac Rosa,Julia Navarro, Clara Sánchez, Ignacio Martínez de Pisón, Almudena Grandes, Eduardo Mendicutti, Ignacio Martínez de Pisón, Jorge Martínez Reverte, Juan José Millás, Jon Bilbao, Javier Marías…
Y entre una gran mayoría de nombres y apellidos españoles destacan como fuegos artificiales aquellos ajenos al idioma como Mari Jungstedt, Anna Gavalda, John Connolly, Nathan Filer, Maha Akhtar, Guillaume Long, Rébecca Dautreumer… al igual que en días anteriores habían anunciado los de Cornelia Funke, Ben Brooks, Neil Gaiman, Federico Moccia…
Una muestra de la gran biblioteca global traducida en España. Una suerte. El porcentaje de traducciones de todo el mundo oscila aquí entre el 12 y el 14%.
Una cifra alta comparada con países como Estados Unidos donde apenas llega al 4%. Y parte de esos escritores pasan estos días por la 73ª Feria del Libro de Madrid, en el Parque del Retiro.
Anna Gavalda abre el libro en la primera página donde empieza a escribir la dedicatoria en francés, pero la pluma estilográfica le falla
. Sin levantar la mirada de la novela, insinúa una sonrisa mientras coge el recambio de la pluma y termina la dedicatoria.
Levanta la cabeza, y ahora sí le sonríe a la lectora, al tiempo que le pasa el libro, Billie (Seix Barral). Es su primera vez en una feria, aunque elviernes pasó “volando” por la de Bilbao donde recibió el Premio Pluma de Plata, por su trayectoria
. Tras varios años de exitosas ventas nunca se había encontrado con su público así. Se ha sorprendido. “Aquí te das cuenta”, reconoce, “de que quizás otros colectivos hacen más ruido, ocupan más espacio, pero que los lectores forman parte de un ejército discreto y atento”.
Unas casetas más allá, el irlandés John Connolly también debuta en la feria firmando libros como La ira de los ángeles o Cuervos (Tusquets).
Ver tanto “lector normal y corriente" le ha llenado de esperanza, afirma, frente a los discursos catastrofistas y debates “de gente ignorante que parece celebrar el fin de los libros impresos y de las librerías.
Es una satisfacción constatar, aquí, en Madrid, que se equivocan”.
Y mientras ellos son dos “veteranos” escritores, ya muy reconocidos en sus países y en el extranjero, el inglés Nathan Filer acaba de debutar con la novela La luna no está (Alianza), con la cual ha obtenido el Premio Costa 2014.
Un sentimiento de humildad es lo que ha experimentado Filer en esta cita literaria.
Recuerda que escribir es un acto solitario y que cuando el autor lo hace cree que su libro es el único, pero aquí, revela, “te das cuenta de que cada libro contiene una historia que merece la pena ser disfrutada”.
Algo parecido a lo que piensa la libanesa Maha Akhtar, autora de Las huellas en el desierto (Roca Editorial).
Ella quería estar en la feria y para eso tuvo que aplazar su billete de vuelta a Nueva York, tras la promoción de su novela estos últimos días. Para ello tuvo que contar con la autorización de su jefa: su majestad, la Reina Noor de Jordania.
Trabaja con ella como responsable de protocolo y comunicación. La escritora dice entusiasta que se ha sentido "como esas viejas contadoras de historias que van entreteniendo de pueblo en pueblo".
La sueca Mari Jungstedt, que desde hace un año vive en Canarias, lo intenta ya con siete libros de novela negra en editorial Maeva
. En esas páginas, dice en un buen español, pretende ir más allá de la historia narrada y contar aspectos más profundos sobre la niñez y la juventud y "cómo aquella época aflora en la vida adulta".
Aunque no todos los nombres que suenan a otros idiomas son de escritores en otra lengua distinta al español.
Dos de ellos son Eduardo Sacheri y Santiago Roncagliolo. Sacheri es el director de cine (El secreto de sus ojos) y escritor argentino que presenta estos días La vida que pensamos. Cuentos de fútbol (Alfaguara) está encantado
. Además, últimamente se ha puesto al día con la lectura de uno de los autores que anda por aquí, el cubano Leonardo Padura. El peruano Roncagliolo es más habitual en los días de feria, este año con su novela La pena máxima (Alfagaura). Ambios, argentino y peruano, participan este domingo en una mesa redonda sobre fútbol y literatura.
Este es el ecuador de la feria. El fin de semana que por tradición se vende más.
No paran de llegar lectores y paseantes. Ya se han repartido más de cien mil bolsas en nueve días, una buena señal.
Todos esperan frenar, o al menos amortiguar, la caída en las ventas generales que en los últimos siete años es del 40%.
Y sobre el murmullo de ese río de gente que va por las 364 casetas que albergan a 502 expositores se impone cada dos por tres la voz de una mujer por megafonía que anuncia más y más nombres de escritores.
Serán tantos, que cuando llegue el último día de feria, 15 de junio, habrán sido casi mil en unos 3.000 actos de firmas.
Tanto de autores en otros idiomas, pero sobre todo de los anfitriones como Rafael Chirbes, Enrique Vila-Matas, Manuel Rivas, Isaac Rosa,Julia Navarro, Clara Sánchez, Ignacio Martínez de Pisón, Almudena Grandes, Eduardo Mendicutti, Ignacio Martínez de Pisón, Jorge Martínez Reverte, Juan José Millás, Jon Bilbao, Javier Marías…
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