Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

2 jun 2014

La hora del Príncipe........................................................... Jesús Rodríguez

Aunque las academias militares habían logrado endurecer el carácter del Heredero (que sufría dolores de espalda por su crecimiento imparable en aquellos años) aquellos años fueron dorados para Don Felipe.
 A los 18 el Rey le regaló su primer coche, un SEAT, después vendría un Volvo rojo deportivo. Su verano era la vela; el invierno, el esquí; sus compañeros de salidas, grandes apellidos de la plutocracia madrileña.
 Llegaron los primeros amores, todas sus novias de aquellos tiempos fueron distinguidas poseedoras de grandes apellidos del entorno de la Zarzuela, entre ellos, Carvajal y Sartorius.
Y el comienzo del acoso de la prensa rosa, siempre limitado por el sólido cordón de seguridad del heredero, formado desde entonces por miembros de la Guardia Civil, entre ellos, viejos conocidos de la Academia General Militar, y hoy en manos de tres coroneles de la Benemérita que cuidan por él y su familia: los coroneles Corona, Cabello y Herráiz.
Para completar sus estudios el dúo sabino-Juan Carlos y el equipo de tutores pensó en que realizará un máster en el extranjero.
 Y ahí el Príncipe ya mostró su preferencia: Relaciones Internacionales en la Universidad de Georgetown, en Washington.
 El centro universitario contaba con ciertas ventajas: era muy discreto; aunque era uno de los más prestigiosos en su sector (es una de las canteras de la diplomacia estadounidense), no tenía las ínfulas de la Ivy League, estaba dirigido por los jesuitas y, sobre todo, se había matriculado en él su primer hermano Pablo, hijo del ex Rey Constantino de Grecia
. Su mejor amigo en aquellos tiempos. En Washington Felipe viviría los años más libres y felices de su vida, con un pisito de estudiantes en pleno Georgetown, rodeado de estudiantes de todo el mundo, y con tres prácticas que le darían un nombre entre sus compañeros: su habilidad con la tortilla de patata, su magisterio bailando salsa y su carrera diaria por el Canal
. A su lado, un mínimo servicio de seguridad y apenas un diplomático como enlace con la Administración, Enrique Pastor.
La vuelta a Madrid dos años después fue un bombazo en el Palacio de la Zarzuela.
 ¿Y ahora qué? Seguía sin haber libro de instrucciones, experiencia y la espera podía ser muy larga. Solo había que echar un vistazo a Carlos de Inglaterra, que cada vez que escuchaba en un oficio religioso una referencia asl “padre Eterno” el pensaba en “su madre eterna”.
 El Principe frisaba los 30. ¿Había que crear una Casa del Príncipe? ¿Tenía que tener un trabajo? ¿Debía dedicarse a la Fundación Príncipe de Asturias? ¿Tenía que marchar destinado a una unidad militar?
 La decisión le tocó a una n7ueva generación de “hombres del Rey” los diplomáticos Almansa y Spottorno, que intentaban dar un nuevo aire a la Institución
. Bajo el control total del Rey se decidió que no tuviera Casa propia (aunque le habían comenzado a construir una residencia propia en un promontorio sobre la Zarzuela, un inmueble grande y ligeramente rancio, como correspondía a los arquitectos-cortesanos del Patrimonio Nacional); que no tuviera una maquinaria propia, ni que tuviera un trabajo fijo
. El Príncipe estaba para aprender la estructura del Estado; para conocer a los ciudadanos; para ayudar a su padre y representarlo cuando fuera conveniente; parea esperar silencioso y concienzudo, sin abrir demasiado la boca ni hacer sombra al Jefe del Estado
. Él lo sería algún día. Por el momento tenía que esperar. Con total lealtad.
En esos días tras su vuelta de Estados Unidos se le creó al heredero una mínima estructura propia.




El Rey don Juan Carlos, junto al Príncipe de Asturias, durante la ceremonia de los Premios Nacionales del Deporte, en el Palacio de El Pardo. / Sergio Barrenechea (efe)






Una Secretaría siempre por debajo jerárquicamente de la estructura del Rey
. Al frente de la misma, Jaime Alfonsín, un brillante abogado del Estado diez mayor que el Príncipe, con experiencia en la Administración y la empresa privada, que fue recomendado por el abogado Aurelio Menéndez al Rey. Alfonsín ha sido durante estas dos décadas un puntal ben el trabajo y la vida del Príncipe; un hombre de una discreción enfermiza, conservador en las formas y de una lealtad a toda prueba.
 En la Secretaría estarían también su viejo ayudante, Emilio Tomé, cuatro ayudantes militares (los tres ejércitos y la Guardia Civil), un equipo de administrativos procedentes del Ejército y un equipo de seguridad a medida.
 Al equipo se incorporaría más tarde el coronel de caballería José Manuel Zueleta, Duque de Abrantes, experto en protocolo y hoy mano derecha de la Princesa Letizia. Ese ha seguido siendo hasta hoy su equipo de apoyo inmediato.
El tándem Almansa/Spottorno tuvo dos grandes cometidos: el primero dar contenido al papel del Heredero durante la larga espera. Idearon un complejo plan de trabajo con varias líneas: uno era una dedicación moderada a la Fundación, que le permitía una gran visibilidad pública una vez al año y conocer a intelectuales universales; el segundo, viajar cada año a una o dos comunidades autónomas para chapuzarse en la caleidoscópica realidad del País; otro más, mantener reuniones privadas con personajes nacionales y extranjeros con especial atención a su generación; además, el Príncipe debía representar a su padre en cuantos actos fuera necesario; no perder el contacto con sus compañeros de las Fuerzas Armadas, recibir clases magistrales de constitucionalismo y de cuantos asuntos fuera necesario por los sabios de la nación y, sobre todo, aprender
. Una feliz idea en aquel momento fue la decisión del Rey de que Felipe le representara en todas las tomas de posesión de jefes de Estado Latinoamericano
. Desde entonces no ha faltado a ninguna. Siempre acompañado por un ministro o un secretario de Estado; y el consiguiente Decreto gubernamental en el que el Ejecutivo disponía que Don Felipe representara a su padre. Hoy, la agenda Latinoamericana del Príncipe es una de las más completas y poderosas del Mundo. Y su prestigio en América Latina en alza, como se pudo contemplar el pasado invierno cuando fue aclamado en Miami (la capital del poder latino) ante los más poderosos de la comunidad hispana de Estados Unidos.
Almansa y Spottorno además de dar sentido a su espera, tuvieron que bregar con otro gran problema, los noviazgos del Príncipe. En especial el segundo (Rafaerl Spottorno, entonces número dos de la Zarzuela y hoy jefe de la Casa de SM el Rey), que fue el encargado de decirle al Príncipe que no podía continuar su relación con Eva Sanum, una joven nórdica de la que el Príncipe estaba profundamente enamorado.
 No podía ser Reina de España. El Príncipe rompió con ella. Su carácter se hizo más hermético. Y Almansa y Spottorno abandonaron la Zarzuela. Felipe había cumplido.
El Príncipe se iba haciendo mayor.
 Quizá más mayor de lo que por edad le correspondía. Profundas arrugas en torno a sus ojos y en la frente.
 La mirada de un azul helado; los puños contraídos. Impecable en sus trajes a medida cortados por Jaime Gallo.
 El pelo en retirada (“mientras sean solo entradas y no sean salidas”, bromeaba con este periodista hace unos pocos años, “vamos aguantando”); al siguiente equipo de la Zarzuela, el de Alberto Aza, diplomático y ex jefe de Gabinete de Adolfo Suárez, le tocó las bodas de las Infantas; sus queridas hermanas, sobre todo Cristina, la más libre y cómplice.
 Algunos en la Casa sugirieron que ambas renunciaran a sus derechos sucesorios para pelar las ramas laterales de la Corona, al parecer la Reina se negó.
 Una vez que las dos pasaron por la vicaría y tuvieron descendencia, todos los ojos, los de los ciudadanos, los medios de comunicación, el Gobierno y su Familia se volvieron hacia él. Tenía que buscar esposa.
Letizia Ortiz alguna vez ha comentado que ella no salió aquella noche a cazar un Príncipe; se lo cruzó y se enamoró de el.
 Era una estrella de la televisión, de clase media, brillante universitaria, con los 30 recién cumplidos y divorciada
. El Príncipe esta vez tomó su decisión. Nadie interfirió. Ella era la elegida. Y exclusivamente por amor. Había entre ellos una fuerte atracción mutua. Para ella, el Príncipe era, sobre todo, una gran persona y alguien que valía la pena; aunque le suponía renunciar a su vida, su carrera, su intimidad. Para él, Letizia era oxígeno, la calle, los colegios públicos, los trayectos en metro, la frescura y, también, un gran respeto intelectual.
 Ella reconoce que esa ambivalencia de caracteres, su dinamismo, curiosidad, desparpajo, y la serenidad y búsqueda siempre del equilibrio del Príncipe, consiguen que el equipo funcione
. A las siete de la mañana suena el despertador en la residencia de los príncipes; después despiertan a las niñas, Leonor y Sofía, y comienza las escenas matutinas de cualquier hogar con niños. Después uno de los dos coge el Lexus respetuoso con el medio ambiente y recorre esos diez minutos tan conocidos para el Príncipe que separan la Zarzuela de su viejo colegio Los Rosales.
 Después, ambos se dirigen a sus despachos en el edificio principal de Zarzuela; justo bajo el del Rey. El de la Princesa un día fue una sala de espera.
Un día Graciano García, ideador de La Fundación Príncipe de Asturias me definió a Don Felipe como un socialdemócrata bien informado
. Con una sola obsesión, ser útil a su país.
 Y ser intachable. Otra fuente directa describe al Príncipe como un hombre de principios
. Por eso, nunca perdonará a Iñaki Urdangarin aunque le haya costado el amor de su querida hermana Cristina. Es difícil decir ahora como será la monarquía de Felipe VI
. Lo que el tiene claro es que sea útil e íntegra; más moderna y transparente; más reducida en aparato policial y de protocolo; más ágil en la toma de decisiones; con profesionales más jóvenes y llegados de otras áreas y con más mujeres (ahora no hay ninguna entre los 11 primeros puestos de dirección de la Zarzuela).
 Más cercana a los ciudadanos en la calle y en los gestos. Felipe no tiene el gancho de Don Juan Carlos; carece de su carisma directo; posiblemente de su olfato y de su condición de superviente. Pero es un demócrata convencido, un adicto a la Constitución (“cuando tengo una duda me agarro a ella y no me suelto” y un hombre su tiempo amante del consenso y los perfectos equilibrios de poder. Sus gestos serán distintos
. Será un Rey intachable para el siglo XXI.¿Pero se han preguntado si el Pueblo español quiere tener una Monarquia?¿No cuentan que igual no querrán ni a Felipe ni a Letizia?

Letizia, primera reina de clase media


Los Príncipes con sus hijas, Leonor y Sofía, en Palma en 2013. / ballesteros (efe)

De no haberse casado con quien se casó, tal vez hoy Letizia Ortiz Rocasolano (Oviedo, 1972) habría contado esta mañana en directo una de esas noticias históricas que tensan a cualquier periodista
. Pero el rey que ha abdicado es su suegro desde hace una década, desde que el 22 de mayo de 2004 salió de la catedral de La Almudena, en Madrid, acompasando sus pasos a los del heredero de la corona española.
Ya no da noticias, o bien mirado las da de otra manera
. En las páginas y programas del corazón hablan de sus vestidos, sus peinados, sus zapatos, su delgadez, sus prontos o sus escapadas
. En el resto de la prensa, a lo largo de esta década, ha ido emergiendo una figura cada vez más autónoma, menos rígida en sus manifestaciones de lo que acostumbra la realeza
. En su agenda propia (la tiene desde 2007) han entrado la defensa de los afectados por enfermedades raras y el apoyo a la innovación, la educación y la colaboración con la Organización Mundial de la Salud (OMS) en temas de nutrición
. En sus hábitos menos protocolarios ha introducido en palacio aficiones de clase media: salidas al cine (es fácil encontrarla en las sesiones de versión original de la plaza de los Cubos en Madrid), conciertos de música indie (compra su entrada junto a un par de amigos y suele entrar cuando ha empezado por razones de seguridad y discreción) o la Feria del Libro, en vaqueros y en visita privada.

La princesa piensa y a veces –y esto es lo novedoso- lo dice.
 Sin sacar los pies del plato, conforme ha ido afianzándose en su tarea, ha aflorado su espíritu crítico. "No es lo mismo decir ayudas que rescate, recesión por crecimiento negativo o reestructuración en vez de recortes", soltó hace un año al inaugurar un seminario sobre lengua en San Millán de la Cogolla (La Rioja).
 Una libertad que jamás se habría tomado la reina Sofía o sus hijos
. Letizia tiene, sin embargo, la mirada desprejuiciada de una perfecta representante de la clase media, alguien que ha viajado en metro y se ha hipotecado para pagar un piso en Valdebernardo. Una mujer con pasado sentimental (se casó por lo civil en agosto de 1998 en Almendralejo con su profesor de Literatura del instituto, Alonso Guerrero, y se divorció un año después) y sueños profesionales.
Al casarse, Letizia Ortiz sacrificó una carrera que había despegado de la mano de Alfredo Urdaci, que le encomendó la presentación del telediario de máxima audiencia a partir de 2003
. En su etapa en TVE, adonde llegó en 2000 procedente de CNN+, cubrió los acontecimientos más importantes de esos años: el hundimiento del Prestige frente a las costas gallegas, los atentados del 11-S contra las Torres Gemelas o la invasión de Irak (una de sus fotos más singulares, captada por Emilio Morenatti, la muestra cubierta con un velo negro en el interior de una mezquita).
 No había otra cosa que quisiera hacer en la vida que situarse ante una cámara. Su padre, Jesús Ortiz, era periodista, igual que su abuela Menchu Álvarez del Valle.
 Así que se matriculó en la Facultad de Ciencias de la Información de la Complutense, donde logró una beca del departamento de Relaciones Internacionales para hacer el doctorado en México, que le permitió trabajar en el diario Siglo XXI. Antes de la televisión picoteó en la prensa escrita (Abc y Efe), pero su mirada estaba puesta en lo audiovisual.
Cuando conoció al Príncipe (en una cena en casa de un compañero de TVE) estaba en pleno ascenso. Por proyección y reconocimiento: en 2000 había recibido el premio Mariano José de Larra de la Asociación de la Prensa de Madrid a la mejor labor de periodista menor de 30 años.
 Así que no solo Felipe de Borbón debió meditar a fondo el trascendental paso que daría casándose con una mujer ajena al círculo aristocrático, también Letizia debió evaluar qué ganaba y qué perdía con su cambio de vida. Dicen todos que se casaron enamorados. Y lo cierto es que las imágenes siempre transmiten entre ambos complicidad y ternura.
En esta década la princesa ha enfrentado momentos difíciles como la muerte de su hermana Érika y, en el plano institucional, el estallido del caso Noós. Pero sin duda lo más importante ha sido el nacimiento de sus hijas: Leonor, el 31 de octubre de 2005, y Sofía, el 29 de abril de 2007.
 A su alrededor ha intentado edificar un hogar normalizado y ajeno al protocolo de una casa real. Los príncipes llevan a las niñas al colegio y las acuestan por la noche.
 Su casa, una residencia construida en 2000 y conocida como el pabellón del Príncipe, trata de huir de la frialdad palaciega y desprender aroma familiar.
Es probable que, cuando se conviertan en el rey Felipe VI y la reina Letizia, no la abandonen.

Resistir la tentación.................................................................. José Ignacio Torreblanca .

Valorar la abdicación del Rey Juan Carlos exige evitar dos tentaciones estrechamente relacionadas entre sí.
 La primera es la del panegírico acrítico. El Rey es una figura histórica y política, lo que supone que el análisis sobre su reinado debe hacerse desde supuestos racionales, no sentimentales
. En ese sentido, la trayectoria del Rey a lo largo de estos casi cuarenta años refleja muy bien tanto los puntos fuertes de nuestra democracia como los débiles.
Entre los primeros ha estado el consenso que hizo de la transición política un logro admirado por una inmensa mayoría dentro y fuera de España, poniendo fin a un pasado de trágicos enfrentamientos entre españoles
. Pero entre los segundos está también la construcción de una democracia demasiado cerrada y poco transparente, con unos políticos sumamente resistentes a imponerse límites externos y, a la vez, muy proclives a confundir los intereses personales con los de las instituciones que ocupan.
 Siempre se dice que, a la hora de diseñar sus instituciones, los padres fundadores de Estados Unidos prefirieron pensar en que los gobernantes serían demonios, no ángeles.
 De ahí la feroz separación de poderes, la rabiosa independencia de los tribunales y el más que férreo escrutinio de los medios de comunicación y la sociedad civil sobre sus políticos.
Si de algo ha adolecido la democracia en España en estos últimos años es de falta de transparencia y de controles, políticos, legislativos, judiciales o sociales, de ahí la combinación de la corrupción, ya de por sí mala, con algo mucho peor: la impunidad y la negativa a asumir responsabilidades políticas. Por desgracia, en este sentido, la Corona ha sido una institución más en una democracia generalmente opaca, anquilosada y de baja calidad, no una que estuviera claramente por encima de las demás y sus vicios
. Esta reflexión, seguramente incómoda para muchos, es esencial si queremos extraer las lecciones que nos permitan mejorar la calidad de las instituciones y, especialmente la Corona, en el futuro más inmediato.
Lo que nos lleva a la segunda tentación a evitar; la de descargar sobre el Príncipe Felipe la responsabilidad de gestionar el fin de un régimen y poner en marcha una “Segunda Transición”
. A primera vista, los elementos están todos ahí: la desafección de la ciudadanía con la política; el cuestionamiento del bipartidismo; la crisis en el modelo productivo; las tensiones identitarias y territoriales y la brecha social que está generando el desempleo masivo y el aumento de las desigualdades.
Sumados al argumento de la renovación generacional, con el que el Príncipe encaja perfectamente en un país donde la generación de la transición, mayor de 70 años, sigue al timón, el cóctel para replicar en la figura del Príncipe la narrativa heroica que encumbró a Juan Carlos al podio de la historia está servido
 Pero el Príncipe debería guardarse del papel de súper-héroe que le quieren adjudicar
. Reformar el sistema político, encauzar el independentismo catalán o recomponer el sistema productivo, por citar sólo alguna de las tareas más urgentes, no es una tarea que esté al alcance de una persona, y menos de un monarca constitucional en una democracia avanzada, cuyos poderes están lógicamente muy limitados, sino una tarea que la sociedad en su conjunto tiene que acometer.
La madurez de la sociedad española se juega pues en lograr convertir la sucesión y la figura del Felipe VI en un impulso más para el cambio, pero gestionar ese cambio por sí misma.



¿Esta va a ser nuestra Reina? A tiempo parcial o a tiempo total??
Felipe más que por él lo va a tener dificil, una Reina como su madre es dificil de encontrar.....y esta no es como la joven Reina de Holanda....no, esta solo quiere ser Reina con arreglos estéticos, conciertos de Rok y vaqueros que le tapen los tacones inmensos de sus botas......Si lo tiene dificil Felipe lo tendrá más por Letizia y sus vanalidades y prepotencia llena de caprichos....

Es

1 jun 2014

La sustituta de Rubalcaba......................................................... Boris Izaguirre

Chabelita, en un acto de promoción. / J. NAHARRO (GETTY)

Mientras el aparato del partido socialista se enreda en sus normas, hay una persona que está haciendo sus cosas bien.
 Y es Chabelita Pantoja, que a sus 18 años ya lucha por sus objetivos (ser madre), se ha alineado en la liga de las avispadas que someten su cuerpo a transformaciones (se operó, gratis, el busto esta semana) y se ha enfrentado a los más viles cronistas sin pantallas de plasma ni selección de preguntas previa.
 Tan solo protegida por su aparatosa masa capilar y una hilera de dientes tan blancos como claras son sus ideas.
 Ya no es la hija de la Pantoja, es la verdadera esperanza latinoamericana llamada a renovar Cantora y lo que haga falta.
Rubalcaba ha necesitado perder más de dos millones de votantes para darse cuenta de que su gestión política no detenía la fosilización de su partido. Sea quien sea quien le sustituya, estará obligado a observar lo que haga Chabelita
. Porque ella es una regeneradora nata. Mientras el bipartidismo se atasca, Chabelita está afianzando su pisada y candidatura. Isabel Pantoja debió intuirlo cuando la vio decidida a ser madre tan joven y fue imposible disuadirla, pero Chabelita tenía claro que ese no solo iba a ser su tique al estrellato, sino también la clave de su autonomía.
 Ahora ya es madre, tiene una familia que sacar adelante.
 Y sabe muy bien que la fama de ser famosa solo por serlo es una carrera que, bien trazada, puede echar kilómetros y kilómetros, de portada en portada.
Chabelita es ideal como candidata no solo porque la mayor parte de su vida la ha vivido como andaluza (y sabemos que el voto y la audiencia andaluzas son determinantes), sino porque conoce los mecanismos y los males que acarrea la corrupción, ha visto en primera fila los padecimientos que la relación con Julián Muñoz han provocado en su madre
. Ella puede además movilizar el voto de los nuevos españoles porque es uno de ellos a pesar de que su origen ha sido afeado repetidas veces por los periodistas. Chabelita reacciono citándolos a todos a ese encuentro donde no solo se los metió en el bolsillo, les convenció de que tiene programa y, sobre todo, sabe cómo llevarlo a cabo.
 Ha entendido que uno de los grandes logros de su madre ha sido alimentar a la prensa rosa con jugosos contenidos desde hace décadas, creando ese aparato de emociones y titulares llamado Cantora. Chabelita no le tiene miedo a ese liderazgo, quiere salir en todas las escenas, marcando terreno, con tantos argumentos como un político en campaña.
Si yo fuera Susana Díaz, organizo un pícnic con Chabelita, le encasqueto una medalla de Andalucía y le sonsaco estrategias y looks (Chabelita tiene muy claras las ideas en ese aspecto: lo de ella es mezclar melena de miss con cositas tomadas aquí y allá tanto a Victoria Beckham como a Kim Kardashian, bien licuadas en la Thermomix de lo latino)
. Cocinando así un proyecto ilusionante. ¡Ah!, y, por supuesto, las posturas, que es otro de los sellos made in Chabelita: ¡qué bien sabe posar!
 El día que Carme Chacón entienda todo lo que hay que aprender de Chabelita, ese día el PSOE será un partido grande, unido y, por supuesto, renovado.
Todos los aparatos, políticos, sociales o religiosos, parecen pedir a gritos renovaciones.
 El papa Francisco anda tonteando con abrir la mano, un poquito, al fin, del celibato obligatorio. Lo dejó claro esta semana sentenciando: no es un dogma, es una regla
. Ojalá los curas católicos puedan casarse en breve, incluso antes de que Rubalcaba deje de insistir en mover los hilos en su partido. Cuando los curas puedan casarse, entonces las mujeres podrán ejercer mayor poder dentro del aparato de la fe
. Pero ya hay gente que anda un poco asustadiza y va propagando eso de “Me preocupa el papa Francisco, ojalá no vaya a sucederle nada”.
 Porque, en el fondo, tanto en Cantora, el PSOE o en el Vaticano asumen esas esperanzadas ideas de renovación, pero hasta un cierto punto: cuando ven que la renovación adquiere visos de nuevo poder, siempre encuentran a mano una tisana bien cargada, una res asalvajada que embiste o un viejo líder que de pronto brama y frena el proceso hasta el siguiente batacazo electoral.
En todas las debacles, como en todas las cosas revueltas, siempre hay alguien que sale vencedor
. Esta semana le ha tocado a Raquel Mosquera, la más célebre peluquera televisiva, renovando la portada de la revista Interviú encorsetada y entaconada, pero ofreciendo sus portentosos senos al aire de los quioscos.
La foto nos devuelve esa ingenuidad pícara de la Transición, donde el erotismo y el descontrol estético iban felizmente de la mano. Enternece que detrás de Mosquera desnuda coloquen un secador de pelo del siglo pasado, como homenaje a su profesión, pero también como recuerdo de ese país bien peinado, simpático y creyente que fuimos antes de querer ser eurodiputados. El consuelo que tenemos es que la triunfadora señora Le Pen visite España estos días y que esa portada de la Mosquera orgullosa de sus tetas y curvas españolísimas fuera lo primero que viera de nosotros. Y quizás así entendiera que en Europa cada uno es como le da la gana de ser. No somos de dogmas, somos de reglas
. Y las reglas, divinamente, se pueden cambiar.