Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

6 may 2014

Diez razones por las que Charles James merece una exposición en el MET

¿Por qué un diseñador desconocido es el protagonista de la exhibición de moda más esperada del año?

Leticia García (Nueva York)
Charles James modelo 

Diez razones por las que Charles James merece una exposición en el MET

¿Por qué un diseñador desconocido es el protagonista de la exhibición de moda más esperada del año?

Charles James modelo
El diseñador y una modelo, fotografiados en 1948.
Foto: Cecil Beaton/ Cortesía de The Costume Institute The Metropolitan Museum of Art
Dos años y cuarenta millones de dólares ha costado renovar el ala dedicada a la moda (Costume Institute) que alberga el museo Metropolitan de Nueva York
.Un área que, además, a partir de hoy pasará a llevar el nombre de la editora de moda más famosa (e influyente) del mundo: Anna Wintour.
Las entradas para poder acudir a la cena anual que se celebra esta noche han duplicado su precio (de 15.000 a 25. 000 dólares), lo que no ha frenado a todos los famosos y magnates que se pasearán por la alfombra roja en homenaje a la directora de Vogue y al protagonista de la exposición que, como cada año, se inaugura tras la gala.
Pero, a diferencia de otros años, el protagonista de dicha muestra no es un diseñador de fama mundial como McQueen, una revolucionaria de la indumentria como Schiaparelli o un estilo influyente y revistitado como el punk, sino un modisto angloamericano desconocido por casi todos, expertos incluídos.
¿Por qué Charles James será el encargado de inugurar el Anna Wintour Costume Institute? ¿Por qué dedicarle la exposición de moda más esperada del año?

Charles James 4
Uno de sus diseños, el modelo 'Butterfly', fotografiado en 1954.
Foto: Cecil Beaton/ Cortesía de The Costume Institute The Metropolitan Museum of Art
1. Porque quizá sin él Dior y Balenciaga no habrían sido lo que fueron: Obsesionado con revisitar la moda del pasado para experimentar con las siluetas del presente, James creó en la década de los 40 vestidos de estríchisimas cinturas y amplísimas faldas, muy similares a la silueta New Look que le dio la fama mundial a Christian Dior.
 Por eso el diseñador francés no dudaba en hablar de James como fuente de inspiración. "Es el talento más grande de mi generación", solía decir.
 Una opinión que también compartía Cristóbal Balenciaga, cuyo patronaje casi escultórico y su gusto por las asimetrías estuvieron fuertemente influídos por el trabajo de James.
 Tal vez sin la obra de este diseñador el legado de ambos habría sido otro.
2. Porque supo aunar moda y arte sin dejar de ser funcional:  James se consideraba un escultor, por eso se tomaba mucho tiempo en diseñar cada una de sus prendas (produjo menos de mil vestidos en cuarenta años de trayectoria), analizaba al detalle cada corte que imprimía en la tela y, finalmente, titulaba su obra con nombres tan descriptivos como 'four leaves', 'butterfly' o 'petal'
. Sus clientas, sin embargo, alababan la comodidad de unos trajes cuyas formas parecían a priori bastante complejas para ser llevadas con naturalidad.
 Cuentan que sus voluminosas faldas eran sorprendentemente ligeras o que el reconocimiento le llegó con un vestido al que le solían llamar 'taxi dress' porque podía llevarse en el asiento trsero de un taxi sin que se arrugara o perdiera su forma.
Charles James 5
Austine Hearst fotografiada con un vestido de James en 1953.
Foto: Cecil Beaton/ Cortesía de The Costume Institute The Metropolitan Museum of Art
3. Porque fue un genuino couturier: y quizá uno de los primeros ( y de los pocos) que comenzó y terminó su carrera en los Estados Unidos.
 Mientras la mitad de los diseñadores americanos hacía fortuna con estilos más prácticos y cotidianos y la otra mitad tenía las miras puestas en las novedades que venían de París, James fue un genuino modisto de Alta Costura.
 Hizo algunas concesiones al prêt-à-porter, pero siempre con acabados majestuosos y exclusivos. Le obsesionaba la manufactura artesanal y la creación únicafuera de colecciones, temporadas o calendarios; así fue como llegó a desfilar en la semana de la Alta Costura de París y a diseñar sobre los cuerpos de las socialités americanas más prestigiosas.
 La elegancia francesa que todos los ricos estadounidenses querían vestir tenía a su mayor exponente en un modisto residente en Nueva York.
4. Porque sus prendas no han pasado de moda: como no lo han hecho las de Balenciaga, Yves Saint Laurent, Chanel y todos los creadores que han traspasado décadas, estilos y tendencias pasajeras.
 La original silueta de sus vestidos sigue siendo perfectamente reconocible y perfectamente llevable a día de hoy. y lo comprobaremos esta noche, cuando muchas famosas luzcan sus prendas en la alfombra roja.
Charles James 3
Nancy James en uno de los diseños de James (1955).
Foto: Cecil Beaton/ Cortesía de The Costume Institute The Metropolitan Museum of Art
5. Porque representa a la perfección el sueño americano: aunque procedía de una familia adinerada, su padre lo desheredó y James se trasladó de Chicago a Nueva York con un par de dólares en el bolsillo y las ganas de fundar un emporio millonario.
 El dinero no llegó a contarse por millones, pero James logró vivir en los hoteles más emblemáticos de la Gran Manzana, a vestir a Mona Bismarck, Babe Paley y otras mujeres ilustres de la ciudad y a poseer puntos de ventas en los grandes alamacenes más prestigiosos de Europa.
 A América le encantan las historias de hombre hechos a sí mismos, y más si estos hombres además supieron embellecer su época.
6. Porque las mejores instatáneas de los años 50 están vestidas por él: y firmadas por Cecil Beaton, el que fuera su mejor amigo y su padrino dentro de la industria.
 Juntos dieron forma a esos innumerables retratos de inspiración surrealista que marcaron la edad dorada de Vogue.
7. Porque era todo un personaje: con fama de ególatra, caprichoso y despilfarrador.
 Decidía qué clientas aceptaba en su taller y no tenía reparos en rechazar a muchas por no ser dignas de sus prendas.
 Sus obras eran extremadamente caras para la época (unos mil quinientos dólares) y nunca quiso ceder ante los precios o las demandas del mercado.
 Cobraba los vestidos a Schiaparelli pero se los regalaba a Chanel y, mientras tanto, tenía litigios abiertos por cadauna de las aventuras empresariales en las que se había embarcado.
 Su figura fue tan polémica y emblemática que repitió el cliché de muchos otros y, ya arruinado, decidió establecer su vivienda-estudio en el mítico Chelsea Hotel, donde murió al poco tiempo.
cover
Vestidos de fiesta de Charles James fotografiados por Cecil Beaton en 1948.
Foto: Cecil Beaton/ Cortesía de The Costume Institute The Metropolitan Museum of Art
8. Porque sólo él podría unir en una sola exposición moda, arquitectura y tecnología: debido a su técnica escultórica y a sus increíbles volúmenes, Harol Koda, comisario del Costume Institute, ha decidido prescindir de escenógrafos contratar al estudio de arquitectos Dillier Scofidio & Renfro para diseñar el espacio de la muestra.
 Los lazos entre la arquitectura y la indumentaria se verán reforzados por maniquíes digitales y herramientas que ofrecerán panorámicas de 360 grados en algunas de las obras.
9. Porque representa a la perfección lo que será el nuevo museo Anna Wintour: un reflejo del carisma de la mujer que da nombre, o lo que es lo mismo, una mezcla entre tradición, modernidad, elitismo y un espíritu profundamente americano.
 En ese sentido, pocos modistos autóctonos han sabido equilibrar pasado, presente y futuro del modo en lo hizo Charles James, por lo que la elección de este semidesconocido resulta más que oportuna.
10. Porque para eso deberían servir las exposiciones importantes: es importante que se homenajee la trayectoria de creadores de fama mundial o se analicen los estilos conocidos por el gran público, pero, en ocasiones, es necesario que los grandes museos saquen del anonimato a esos genios con los que la historia no ha sido demasiado justa.

5 may 2014

Volando Mariposas: Para no olvidar.

Volando Mariposas: Para no olvidar.: Mariposa
Mariposa
Quisiera hacer un verso que tuviera ritmo de Primavera; que fuera como una fina mariposa rara, como una mariposa que volara sobre tu vida, y cándida y ligera revolara sobre tu cuerpo cálido de cálida palmera y al fin su vuelo absurdo reposara -tal como en una roca azul de la pradera- sobre la linda rosa de tu cara... Quisiera hacer un verso que tuviera toda la fragancia de la Primavera y que cual una mariposa rara revolara sobre tu vida, sobre tu cuerpo, sobre tu cara. Nicolás Guillén

Danzad, danzad, benditos .......................................................... Albert Sangrà

Acabo de llegar de Huesca, donde estos días se ha celebrado la fase final de un concurso estatal de danza, en el que se han reunido chicas y chicos llegados desde diversos lugares de la península y de las islas.
La danza es un arte, la expresión de unos sentimientos a través del movimiento. La danza te alegra, te entristece, te anima, te sobrecoge. El artista juega con el espacio, con el ritmo, con el sonido para convertirte en un espectador activo, un espectador que siente. Es probable que cualquier expresión artística persiga, y consiga, cosas parecidas. La danza lo hace con el cuerpo y sin utilizar la voz.
P47_danza1
Hay quien baila simplemente porque le gusta, porque disfruta haciéndolo y así se siente recompensado y feliz. Hay quien pasa a un estadio superior y la convierte en su profesión, ya sea como bailarín o bailarina, ya sea como docente dedicado a hacer crecer a otros el amor a la danza mediante el dominio de la técnica. La danza es, en cualquier caso, un placer para los sentidos, la antítesis de lo que Sydney Pollack planteaba en la película “Danzad, danzad, malditos” (cuyo título original era “They shoot horses, don’t they?”), donde se convertía en una pesadilla. Bailar nunca debe ser un sufrimiento, y no lo es para los que aman la danza.
¿Y qué tiene que ver la danza con la educación en línea? Seguramente, no mucho. O, al menos, probablemente, muchos no entiendan necesario relacionarlas. Puede que tengan razón. Sin embargo, yo que estoy ligado afectivamente con la danza, aunque mis capacidades en ese campo sean algo más que limitadas, creo que –como en casi todos los campos- el desarrollo de Internet y de la educación en línea puede contribuir positivamente a la mejora del aprendizaje de la danza.
Por un lado, es evidente que resulta un complemento excelente en aquellos programas donde debe aprenderse una parte del contenido que no trata del desempeño práctico de la danza. Así la historia de la danza, las tendencias y sus máximos exponentes pueden ser estudiados y aprendidos no solo a partir de textos, sino también con recursos audiovisuales que permiten a los estudiantes adquirir conocimientos mucho más consistentes en un menor tiempo y más agradablemente.
Por otro, puede ser de una ayuda inestimable disponer de grabaciones que nos indican exactamente cómo deben ser los movimientos que es necesario ejecutar y cuáles son los puntos de mayor dificultad en el momento de aprender y dominar una determinada técnica.
Complementar el estudio de la danza con la educación en línea y sus recursos no presupone, en ningún caso, reducir la participación del profesorado. Ni tampoco este post aboga por enseñar solo en línea. Sin embargo, sí que, a pesar de muchas instituciones ya han adoptado las metodologías y los recursos de la educación en línea para mejorar el aprendizaje de la danza, otras aún no han iniciado este camino y se lo podrían plantear.
De hecho, distintas universidades y escuelas superiores de danza ya han incorporado la educación en línea en sus programas, como la University of Washington, o la Rutgers University.
P47_danza2
El mundo digital es una puerta abierta a las oportunidades para la mayoría de profesiones y para la enseñanza de la mayoría de ellas. Las posibilidades que se han abierto para los bailarines de disponer de “books” en línea, de fácil acceso, y multimedia: en realidad son los “e-portfolios” de los que hablaba Lourdes Guàrdia en este mismo blog hace unas cuantas semanas.
Nunca sabremos si Nijinsky o Nureyev habrían valorado el uso de la educación en línea en su formación, o si lo hubieran hecho grandes bailarines aún vivos, pero a los que el desarrollo de la tecnología en la educación les alcanzó ya con su carrera hecha. Pero estamos a tiempo de aprovecharla para los futuros bailarines y bailarinas que esperan su turno en el escenario mundial.

Poner el libro a conversar......................................................Juan Cruz


'Stand' de la editorial Siglo XXI en la feria de Buenos Aires. / d. fernández (efe)

Gabriela Adamo es tan joven, tan suave, parece tan frágil, que los guardias de seguridad que controlan la Feria del Libro de Buenos Aires, que ella dirige, la detienen a la entrada, le piden que se identifique y finalmente la dejan pasar como si fuera una turista despistada que llegara a la ciudad atraída por el Obelisco.
Ella lleva tres años al frente de este certamen veterano (ahora cumple cuarenta años la feria), pero detrás tiene veinte años de lidia con el sector de los libros: fue jefa de prensa y editora en Sudamericana y en Paidós, hasta que en febrero de 2011 le dijeron que se pusiera en este puesto.
 Lo hizo con decisión y practicó la ley de la suavidad dentro de la mano firme: este año ha conseguido traer acá a dos grandes de la literatura mundial, J.M. Coetzee y Paul Auster, a dos grandes de las literaturas hispanas, Almudena Grandes y Arturo Pérez-Reverte, y secundó con entusiasmo y pasión (la pasión de una mujer tranquila) la iniciativa del Gobierno de Sao Paulo (invitado especial a la feria) de traer acá a los protagonistas poéticos de los saraos.
Los saraos son otra historia: gente de la periferia paulista, jóvenes y veteranos, que se reúnen para cantar poesía, con alegría y entusiasmo, pero también con protesta y paradoja; nacieron (y así continúan siendo) para expresar, a través de la poesía, la música y la danza, su protesta por la situación en que viven los alrededores pobres de una de las ciudades más importantes de América; con el vigor de Vinicius de Morais y con el arrojo de los que bailan samba gritando, trajeron a Buenos Aires estos saraos (reuniones vespertinas en tabernas o en plazas) desafiando la ley de la gravedad de las ferias.
 Mientras presentaban el otro día uno de estos saraos y uno de los poetas-músicos-danzarines expresaba sus versos, entre rap y rapsodia de Pablo Neruda, el jefe de Seguridad de la Feria se acercó a los responsables: “O bajan el volumen o los multo”
. Este cronista lo escuchó.
Antes, Gabriela Adamo nos había conducido, gentil y entusiasta, hasta el ámbito mismo de la música (que el encargado de la seguridad creyó que eran solo decibelios) y nos aconsejó que escucháramos, “ahí está una expresión popular con mucho que decir en Brasil y en cualquier parte”
. Ella ha querido esto de la feria, precisamente: que este lugar que en un tiempo fue sitio para exponer ganado se abra a la conversación permanente a partir de los libros.
 Su modelo es una frase que el mexicano Gabriel Zaid expresó en un ensayo: hay que poner el libro en la conversación de la gente. “Los libros”, dice Gabriela Adamo, “tratan de uno y sacan lo mejor de vos…
 Y aquí lo que queremos conseguir son miles de conversaciones, no una gran conversación”.
Ella aprende de todo, y de todo quiere tener en esta feria, la más larga del mundo, pues dura veintiún días. “Nos inspiran muchas cosas.
 Nos inspira el Hay, nos inspira la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, nos inspiran las librerías festivas…
Hay tantos modelos, nosotros no nos cerramos a ninguno”
. Aunque ella, veterana editora, con lo que sueña siempre es con Francfort, la feria de Francfort, “pero eso es otra cosa, acá no la podemos hacer”.
 Esa feria alemana es la reunión de los agentes literarios y de los derechos, ya se sabe, y aunque aquí ha tenido al mítico Andrew Wylie por ese renglón de la vida de los libros todavía no entra la Feria de Buenos Aires.
 Prefiere otros ruidos más tranquilos, como los de los poetas de los saraos.
A ella le asiste otra virtud, como directora de una feria: le apasionan los libros, claro.
 Y cree, además, que “los libros tal como los conocemos seguirán por mucho tiempo; sí, por supuesto que está muy lejos el tiempo en que pueda vislumbrarse el entierro de los libros de papel. Escucho esa predicción desde que empecé en esto.
Van a convivir los soportes, de eso ya no cabe duda”.
Y la feria, dice ella, tiene tanto porvenir como el libro, “porque se construye entre todos: editores, imprentas, librerías, prensa, autores, público…
Ya ves la calidad de los stands, con que profesionalidad, y con qué alegría están montados, son la expresión de una industria que confía en lo que vende.
Eso se contagia”. Es, por otra parte, la expresión misma de Buenos Aires, “donde todos los días sus hermosas librerías presentan libros y se llenan de lectores”.
A ella la han emocionado estos días las palabras de Quino, el padre de Mafalda, la cría que ahora tiene cuarenta años y que sigue hablando de todos nosotros aunque haya pasado tanto siempre sin que el maestro la dibuje… Quino dijo ahí: “La vejez es una mierda”.
 Y la apasionó escuchar a Auster y a Coetzee leyéndose cartas.
 De los libros de la feria me aconseja uno, entre otros, Subrayados, de María Moreno, “textos muy breves sobre libros que le gustaron a la autora”.
 Es un exponente, dice, de algo que ella misma busca en los libros: “la emoción de encontrar conversación”.
Por cierto, como es tan joven, y parece tan frágil, cuando quiso entrar a ese famoso encuentro entre el expansivo Auster y el restringido Coetzee, el encargado de controlar la puerta tras la que ya había ochocientas personas le preguntó a Gabriela Adamo: “¿Y su entrada?”