Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

5 may 2014

Danzad, danzad, benditos .......................................................... Albert Sangrà

Acabo de llegar de Huesca, donde estos días se ha celebrado la fase final de un concurso estatal de danza, en el que se han reunido chicas y chicos llegados desde diversos lugares de la península y de las islas.
La danza es un arte, la expresión de unos sentimientos a través del movimiento. La danza te alegra, te entristece, te anima, te sobrecoge. El artista juega con el espacio, con el ritmo, con el sonido para convertirte en un espectador activo, un espectador que siente. Es probable que cualquier expresión artística persiga, y consiga, cosas parecidas. La danza lo hace con el cuerpo y sin utilizar la voz.
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Hay quien baila simplemente porque le gusta, porque disfruta haciéndolo y así se siente recompensado y feliz. Hay quien pasa a un estadio superior y la convierte en su profesión, ya sea como bailarín o bailarina, ya sea como docente dedicado a hacer crecer a otros el amor a la danza mediante el dominio de la técnica. La danza es, en cualquier caso, un placer para los sentidos, la antítesis de lo que Sydney Pollack planteaba en la película “Danzad, danzad, malditos” (cuyo título original era “They shoot horses, don’t they?”), donde se convertía en una pesadilla. Bailar nunca debe ser un sufrimiento, y no lo es para los que aman la danza.
¿Y qué tiene que ver la danza con la educación en línea? Seguramente, no mucho. O, al menos, probablemente, muchos no entiendan necesario relacionarlas. Puede que tengan razón. Sin embargo, yo que estoy ligado afectivamente con la danza, aunque mis capacidades en ese campo sean algo más que limitadas, creo que –como en casi todos los campos- el desarrollo de Internet y de la educación en línea puede contribuir positivamente a la mejora del aprendizaje de la danza.
Por un lado, es evidente que resulta un complemento excelente en aquellos programas donde debe aprenderse una parte del contenido que no trata del desempeño práctico de la danza. Así la historia de la danza, las tendencias y sus máximos exponentes pueden ser estudiados y aprendidos no solo a partir de textos, sino también con recursos audiovisuales que permiten a los estudiantes adquirir conocimientos mucho más consistentes en un menor tiempo y más agradablemente.
Por otro, puede ser de una ayuda inestimable disponer de grabaciones que nos indican exactamente cómo deben ser los movimientos que es necesario ejecutar y cuáles son los puntos de mayor dificultad en el momento de aprender y dominar una determinada técnica.
Complementar el estudio de la danza con la educación en línea y sus recursos no presupone, en ningún caso, reducir la participación del profesorado. Ni tampoco este post aboga por enseñar solo en línea. Sin embargo, sí que, a pesar de muchas instituciones ya han adoptado las metodologías y los recursos de la educación en línea para mejorar el aprendizaje de la danza, otras aún no han iniciado este camino y se lo podrían plantear.
De hecho, distintas universidades y escuelas superiores de danza ya han incorporado la educación en línea en sus programas, como la University of Washington, o la Rutgers University.
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El mundo digital es una puerta abierta a las oportunidades para la mayoría de profesiones y para la enseñanza de la mayoría de ellas. Las posibilidades que se han abierto para los bailarines de disponer de “books” en línea, de fácil acceso, y multimedia: en realidad son los “e-portfolios” de los que hablaba Lourdes Guàrdia en este mismo blog hace unas cuantas semanas.
Nunca sabremos si Nijinsky o Nureyev habrían valorado el uso de la educación en línea en su formación, o si lo hubieran hecho grandes bailarines aún vivos, pero a los que el desarrollo de la tecnología en la educación les alcanzó ya con su carrera hecha. Pero estamos a tiempo de aprovecharla para los futuros bailarines y bailarinas que esperan su turno en el escenario mundial.

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