Acabo de llegar de Huesca,
donde estos días se ha celebrado la fase final de un concurso estatal
de danza, en el que se han reunido chicas y chicos llegados desde
diversos lugares de la península y de las islas.
La danza es un arte, la expresión de
unos sentimientos a través del movimiento. La danza te alegra, te
entristece, te anima, te sobrecoge. El artista juega con el espacio, con
el ritmo, con el sonido para convertirte en un espectador activo, un
espectador que siente. Es probable que cualquier expresión artística
persiga, y consiga, cosas parecidas. La danza lo hace con el cuerpo y
sin utilizar la voz.
Hay quien baila simplemente porque le
gusta, porque disfruta haciéndolo y así se siente recompensado y feliz.
Hay quien pasa a un estadio superior y la convierte en su profesión, ya
sea como bailarín o bailarina, ya sea como docente dedicado a hacer
crecer a otros el amor a la danza mediante el dominio de la técnica. La
danza es, en cualquier caso, un placer para los sentidos, la antítesis
de lo que Sydney Pollack planteaba en la película “Danzad, danzad, malditos” (cuyo título original era “They shoot horses, don’t they?”), donde se convertía en una pesadilla. Bailar nunca debe ser un sufrimiento, y no lo es para los que aman la danza.
¿Y qué tiene que ver la danza con la
educación en línea? Seguramente, no mucho. O, al menos, probablemente,
muchos no entiendan necesario relacionarlas. Puede que tengan razón. Sin
embargo, yo que estoy ligado afectivamente con la danza, aunque mis
capacidades en ese campo sean algo más que limitadas, creo que –como en
casi todos los campos- el desarrollo de Internet y de la educación en
línea puede contribuir positivamente a la mejora del aprendizaje de la
danza.
Por un lado, es evidente que resulta un complemento excelente en aquellos programas
donde debe aprenderse una parte del contenido que no trata del
desempeño práctico de la danza. Así la historia de la danza, las
tendencias y sus máximos exponentes pueden ser estudiados y aprendidos
no solo a partir de textos, sino también con recursos audiovisuales que
permiten a los estudiantes adquirir conocimientos mucho más consistentes
en un menor tiempo y más agradablemente.
Por otro, puede ser de una ayuda inestimable disponer de grabaciones que nos indican exactamente cómo deben ser los movimientos
que es necesario ejecutar y cuáles son los puntos de mayor dificultad
en el momento de aprender y dominar una determinada técnica.
Complementar el estudio de la danza con
la educación en línea y sus recursos no presupone, en ningún caso,
reducir la participación del profesorado. Ni tampoco este post aboga por
enseñar solo en línea. Sin embargo, sí que, a pesar de muchas instituciones
ya han adoptado las metodologías y los recursos de la educación en
línea para mejorar el aprendizaje de la danza, otras aún no han iniciado
este camino y se lo podrían plantear.
De hecho, distintas universidades y
escuelas superiores de danza ya han incorporado la educación en línea en
sus programas, como la University of Washington, o la Rutgers University.
Fuente: http://plataformac.com
El mundo digital es una puerta abierta a
las oportunidades para la mayoría de profesiones y para la enseñanza de
la mayoría de ellas. Las posibilidades que se han abierto para los
bailarines de disponer de “books” en línea, de fácil acceso, y multimedia: en realidad son los “e-portfolios” de los que hablaba Lourdes Guàrdia en este mismo blog hace unas cuantas semanas.
Nunca sabremos si Nijinsky o Nureyev
habrían valorado el uso de la educación en línea en su formación, o si
lo hubieran hecho grandes bailarines aún vivos, pero a los que el
desarrollo de la tecnología en la educación les alcanzó ya con su
carrera hecha. Pero estamos a tiempo de aprovecharla para los futuros
bailarines y bailarinas que esperan su turno en el escenario mundial.
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