Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

2 abr 2014

Ruz confirma que el PP tuvo una cuenta b “continua en el tiempo”

El juez Ruz corrobora que el PP tuvo una cuenta b “continua en el tiempo”.

 

El juez ve indicios de que en el partido existió “una cierta corriente financiera de cobros y pagos"

Esos pagos se habrían hecho al margen de la contabilidad remitida al Tribunal de Cuentas

El magistrado pregunta al fiscal en qué condiciones debe declarar como testigo Aguirre

El PP asegura que hay "una sola contabilidad", mientras Santamaría elude pronunciarse

Cospedal sigue la declaración de Luis Bárcenas, que declara por videconferencia desde la cárcel. / uly martín

Mariano Rajoy fue solemne el pasado 1 de agosto ante el Congreso: “El juez determinará lo que proceda sobre cada una de las insinuaciones; pero ya les adelanto yo que en el Partido Popular ni se ha llevado una doble contabilidad ni se oculta ningún delito”, dijo el presidente del Gobierno ante la Cámara baja, reunida de forma extraordinaria para tratar el escándalo del caso Bárcenas.
 Con retórica más prudente, pero con la misma rotundidad de fondo, el juez de la Audiencia Nacional Pablo Ruz, instructor del caso Gürtel, puso ayer en evidencia esta afirmación presidencial: “El conjunto de elementos bajo análisis (...) permite confirmar, a nivel indiciario (...) la presunta existencia por parte del Partido Popular de una cierta corriente financiera de cobros y pagos continua en el tiempo al margen de la contabilidad remitida al Tribunal de Cuentas”
. Es decir, que el primer partido de España manejaba una contabilidad b, según el magistrado.

Ruz recibió el pasado jueves —un día antes de la fecha límite— un informe que había reclamado a la policía sobre la documentación intervenida en el registro del despacho del arquitecto Gonzalo Urquijo, a quien el PP encargó la reforma de su sede central, en la calle de Génova, 13, de Madrid. Estas obras, realizadas entre 2005 y 2011, fueron abonadas con dinero negro, según la contabilidad secreta del extesorero del PP Luis Bárcenas, publicada por EL PAÍS el pasado 31 de enero.
 La Unidad de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la policía ha hallado facturas, cuadernos y otros documentos que corroboran estos pagos en b, que también fueron reconocidos por el propio Bárcenas en su última declaración ante el juez Ruz, el pasado 15 de julio.
Los agentes cruzaron los datos intervenidos el pasado 27 de septiembre en el registro de la sede de Unifica —la empresa del arquitecto Urquijo— con las anotaciones de la contabilidad de Bárcenas y con otros documentos aportados por el extesorero popular al juez Ruz. También los cotejaron con la documentación entregada por el PP el pasado 12 de agosto, a requerimiento del magistrado, sobre la obra de remodelación de la sede de Génova 13
. El resultado ha sido un informe que certifica la “correlación directa”, tanto de fechas como de cantidades y de personas, entre los papeles de Bárcenas y los papeles de Urquijo.
Con este ansiado informe policial sobre la mesa, el juez Ruz sostiene que los pagos del PP al arquitecto Urquijo no se reflejaron “ni en la facturación ni en la contabilidad oficial, sino en la contabilidad paralela o b llevada en el seno de la citada formación”.
El magistrado indica, en definitiva, que los pagos se atendieron supuestamente “con el remanente de capital no contabilizado disponible en la denominada caja b del partido”.
 Ruz dice que los extesoreros Bárcenas y Álvaro Lapuerta eran los “encargados” de esta contabilidad, que atribuye en todo momento a la formación conservadora. Esta apreciación echa por tierra parte de la línea de defensa política del PP, que se ha empeñado en sostener que las cuentas manuscritas de Bárcenas son un mero apaño del extesorero.
En un auto —resolución judicial razonada— conocido ayer, Ruz insiste en que “se puede confirmar a nivel indiciario la veracidad de las salidas reflejadas” en la contabilidad de Bárcenas en 2008 con referencia a Urquijo, por importe global de 888.000 euros.
 Esta cantidad, resultado de la suma de cuatro entregas de fondos al arquitecto en ese año, supuestamente no fue declarada a Hacienda por Urquijo.
 La cuota tributaria defraudada supera los 120.000 euros, lo que supone un delito fiscal del que Urquijo sería autor. El juez considera que Bárcenas y el exgerente del PP Cristóbal Páez, que fue el ejecutivo del partido que trató más directamente con el arquitecto, deben ser imputados como “cooperadores necesarios o cómplices” del delito fiscal de Urquijo.
Con este razonamiento, Ruz da luz verde a una serie de diligencias de investigación. El magistrado ha citado como imputado el próximo 16 de diciembre a Urquijo y a Cristóbal Páez. También cita como testigos a dos empleadas del estudio de Urquijo que mantuvieron contacto con los responsables de la obra de Génova 13, y al exjefe de seguridad del PP Antonio de la Fuente.
 Además, va a practicar una prueba caligráfica sobre las firmas, rúbricas y manuscritos hallados en Unifica, y ha pedido a esta empresa que entregue todos los documentos relativos a la remodelación de la planta séptima de Génova 13, donde los miembros de la cúpula del PP, entre ellos Rajoy, tienen sus despachos.
Mientras la número dos del Ejecutivo, Soraya Sáenz de Santamaría, evitó pronunciarse sobre el auto y eludió una pregunta al respecto, el Partido Popular no cambia de postura y ayer volvió a negar tajantemente la existencia de una cuenta en b:
“Hay una sola contabilidad en el PP, que es la enviada al juez Ruz, y está fiscalizada por el Tribunal de Cuentas. En ella constan todos los pagos”, señalan fuentes populares, informa Francesco Manetto.
No obstante, dentro del partido hay voces que consideran evidente que en el pasado existió una caja b, aunque la vinculan exclusivamente a los manejos y a los intereses del antiguo responsable de finanzas
 Y el error que varios dirigentes reconocen ahora es que en su momento no se hizo nada para frenar a Bárcenas.
El PSOE exigirá la comparecencia urgente en el Congreso del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para que dé explicaciones sobre la contabilidad b del PP.

 

1 abr 2014

Frankenstein y el milagro de la vida artificial

Annex - Karloff, Boris (Frankenstein)_06
                       Una escena del clásico de horror de Boris Karloff. Universal Pictures.

Frankenstein es una de las más hermosas y vívidas historias que ha alcanzado, gracias a la magia de las letras, la inmortalidad
. La imagen de un doctor tratando de insuflar vida a un cuerpo hecho de trozos de cadáveres sugiere una doble y deliciosa paradoja.
En primer lugar, la novela de Mary Shelley ha logrado sortear las barreras del tiempo desde su creación.
Lejos de envejecer y morir, como corresponde a la mayoría de los libros, ha alcanzado la inmortalidad.
En definitiva, ha vencido sobre la muerte literaria desde que se gestó en 1818, décadas antes de esos tiempos victorianos en los que la ciencia esbozaría un escenario plagado de maravillas, donde el hombre estaba llamado a ejercer un brutal control sobre la naturaleza.
La otra paradoja es el argumento en sí: la ciencia –representada por el Dr. Victor Frankenstein– busca un medio para deshacer el inevitable hechizo de la muerte, dentro de este marco literario fascinante.
Les confieso que el asunto me apasiona, ya que la muerte es un hecho increíblemente misterioso
. Y no puedo imaginar lo que daría por adentrarme en los pensamientos de Mary Shelley cuando creó esta obra maestra del horror gótico, aunque me inclino a pensar que Frankenstein es genuinamente ciencia ficción.

Frankenstein1
                                   El doctor y su criatura. Universal Pictures.  

Esta historia resuena con fuerza tras la noticia de la construcción de un cromosoma artificial de una levadura por parte de un grupo de científicos, que ha sido recalcado por la revista Science como un logro similar al “Monte Everest de la biología”, en el camino hacia la creación de la vida artificial.
La investigación está recogida en el excelente artículo que firma Javier Sampedro en El País, muy recomendable, por lo que les dejó aquí el enlace: (http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/03/27/actualidad/1395944376_149099.html).
Han pasado casi doscientos años desde la publicación de Frankenstein, y la pregunta que nos hacemos es: ¿hasta qué punto la ciencia podrá igualar lo que nos cuenta la literatura de Mary Shelley?
Víctor Frankenstein es un italiano que se expone a la ciencia y filosofía de Agripa, Paracelso y Alberto Magno, nos dice el escritor Jess Nevins, y el objetivo que prende en su mente no es otro que recrear el propio origen de la vida.
 Pero a pesar de su éxito, su criatura le horroriza, le causa repulsión, le produce un problema nervioso del que tarda meses en recuperarse.

News_photo_43456_1379523734
                                 Aaron Eckhart en Yo Frankenstein. Lakeshore Entertaintment

La criatura toma erróneamente el apellido de su creador en la tradición cinematográfica. Frankenstein es el doctor, pero el cine le ha robado el apellido y lo ha colocado al lado de la palabra monstruo.
La literatura nos presenta a un ser marginado, que trata de integrarse en la sociedad, pero en cada encuentro experimenta el amargo sabor del rechazo. Es alguien hambriento de afecto que inevitablemente se convertirá en un proscrito, alguien que odia a la humanidad.
El cine lo ha maltratado, plagándolo de estereotipos. Lejos de ser un monstruo torpe y sanguinario, como ese inolvidable monstruo interpretado por Boris Karloff, se trata de una criatura sensible, de mente sofisticada. Es inteligente, autodidacta, y un buen conversador.
En Yo Frankenstein, al que da vida el notable Aaron Eckarht, Frankenstein se ha convertido en una especie de héroe atormentado que ha pasado por la batidora del cómic y que lucha contra los demonios, recogiendo algo de la amargura que experimentó la criatura de Shelley.
  La versión cinematográfica que más le hace justicia es la de Kenneth Bragath, donde Robert De Niro hace que veamos al “monstruo” con otra cara, con sus justificadas aunque crueles acciones violentas.

Tumblr_mr3ppn7d8y1s5u3s8o7_1280
                                       Robert De Niro, como la criatura. TriStar Pictures.

En la verdadera historia de Frankenstein, la criatura decide matar a varias personas cercanas a su creador a modo de venganza, cuando su exigencia –la creación de una compañera–no puede ser satisfecha por el propio Víctor, que ha abandonado toda ambición científica y se entrega  al arrepentimiento por haber traspasado la línea.
Pero lo cierto es que la novela no nos cuenta la técnica por la que Víctor logra insuflar vida a su creación. No hay detalle científico, y a pesar de que se trata de una historia increíble, creemos que algo así podría llegar a suceder. Creemos en el Víctor Frankenstein del siglo XIX porque asumimos la mentalidad de la época, y pensamos que no hay nada que pueda parar el progreso científico. Mucho más tarde, a finales de ese siglo, contemplaremos maravillas como las luces eléctricas y el teléfono.
Y ahora, los científicos han reconstruido un cromosoma entero y lo han hecho funcionar dentro de una célula. ¿Es eso vida artificial?
Aun no.
El paso dado es gigantesco.
Pero el camino es muchísimo más gigantesco en comparación.

I_frankenstein_2014_movie-widescreen_wallpapers
                        La historia convertida en comic. Lakeshore Entertaintment.

Antes del primer cromosoma artificial, los científicos ya sintetizaban genes en el laboratorio, los insertaban en las células, y lograban que estos genes nuevos se expresaran –normalmente con la producción de proteínas, que es para lo que codifican los genes.
Pero nadie se atrevería a decir hoy en día que los genes son entidades vivas.
Un cromosoma es mucho más que un gen. Es una estructura funcional hecha de ADN y proteínas, que contiene la información genética, dispuesta de la forma adecuada para ser interpretada por la maquinaria celular. ¿Esta vivo un cromosoma? La respuesta es no.
Los científicos no se ponen de acuerdo en admitir si los virus están o no vivos, pese a que son entidades infecciosas que matan millones de personas cada año.
Una célula es algo muchísimo más complejo que un cromosoma.
 Es la expresión mínima de lo que significa la vida. Está dotada de mecanismos extraordinariamente sofisticados.
Una sola célula es una fábrica donde suceden incontables eventos –reacciones metabólicas, respiración, interpretación de los mensajes y las órdenes, segregación de proteínas, almacenamiento de la energía, activación de los genes...es simplemente una maravilla de coordinación asombrosa con miles de millones de otras células.
 Por sí misma, constituye un universo biológico.
Pensemos en las neuronas. Hacen posible el pensamiento, la memoria, las órdenes cerebrales, el mantenimiento de los latidos del corazón, la regulación de la temperatura y el metabolismo del cuerpo...las células y su trabajo hacen posible la vida precisamente porque ellas están vivas
. Lo que no es el caso de  un simple cromosoma de una levadura, que, pese a su complejidad y al enorme mérito del trabajo científico, no deja de ser una pieza muerta.
Víctor Frankenstein logra fabricar una criatura consciente, capaz de aprender y conversar, capaz de controlar su cuerpo.
 Su propia creación es la constatación literaria  de la resolución de un misterio que hoy está envuelto en sombras, el origen de la vida.
Para que esa resolución tenga su reflejo en el mundo real, posible gracias a los avances de la ciencia, los científicos deben lograr crear alguna forma de vida en sus laboratorios.
El objetivo de los expertos que estudian el origen de la vida es el de crear moléculas tan complejas que por sí solas sean capaz de hacer copias de sí mismas, que puedan evolucionar y adaptarse a las circunstancias, y que puedan controlar el medio protegiéndose con membranas.
Han dado algunos pasos, pero la simple creación de una molécula capaz de replicarse queda aún muy lejos. Si algo así se lograra, la sensacional noticia daría la vuelta al mundo
. Gestar una criatura como la de Mary Shelley esta por ahora tan lejos como las naves capaces de viajar a la velocidad de la luz.

Condenan a dos años de cárcel al padre de Sara Carbonero por estafa

La Audiencia de Toledo le aplica la eximente de alteración psíquica por su ludopatía.

La periodista Sara Carbonero. / CORDON

Carlos Javier Carbonero García, padre de la periodista de Telecinco Sara Carbonero, ha sido condenado por la Audiencia provincial de Toledo a dos años de cárcel por un delito de estafa al cobrar a sus vecinos de Corral de Almaguer (Toledo) por unos productos financieros inexistentes.
Según la sentencia, las cantidades de las que se apropió ascienden a un total de 944.330 euros, dinero que tendrá que devolver a los 20 afectados
. El caso no llegó a juicio ya que Carbonero reconoció los hechos, motivo por el que la condena ha disminuido. "El acusado, antes de tener conocimiento que el procedimiento se dirigía contra él, reconoció los hechos", mediante un escrito que presentó el 12 de enero de 2010.
Además, el tribunal le aplica otra eximente, la de la alteración psíquica, puesto que está "afectado en sus facultades volitivas e intelectivas de forma parcial por su dependencia psíquica al juego patológico que le determinaba de modo directo e inmediato a la realización de la comisión de hechos delictivos dirigidos a la obtención de fondos para satisfacer su compulsión al juego".
El fallo relata cómo "aprovechando la confianza que representaba su persona dentro de la comunidad, tanto desde el punto de vista profesional como personal", estafó a sus vecinos, entre 2007 y 2009 para obtener un beneficio económico ilícito
. Lo hizo ofertando dos productos financieros "Acumulator" y "Flexi-Plus" cuyo funcionamiento consistía en que los clientes entregaban una cantidad de dinero mediante la promesa, por parte del acusado, de la obtención de un rédito posterior "que nunca fue obtenido por ninguno de los clientes".

 

El Prado bucea en la mente de El Greco


Vista de la exposición con 'Retrato de un médico', de El Greco.

A estas alturas del año Greco, de cuya muerte se cumplen 400 años el lunes, ya se ha convertido en un tópico decir que el pintor saldrá de las conmemoraciones libre de los tópicos interesados que dibujaron su leyenda, tras su redescubrimiento a finales del siglo XIX, como la de un católico cegado de espiritualidad, zarandeado por las visiones y profundamente español
. Pero es que la exposición La biblioteca del Greco, pequeña pero intensa, se dedica a fondo hasta el 29 de junio en el Museo del Prado a desmontar estos y otros clichés a partir de los libros que el cretense dejó a su muerte, según constaron en dos inventarios efectuados por su hijo: su colección ascendió a 130 ejemplares; menos que Rubens (unos 500), pero más que el pintor español medio de la época.
En todo caso, una cantidad nada desdeñable que coloca a su propietario como a un pintor filósofo, cosmopolita y, pese al lugar común, menos neoplatónico que aristotélico, como demuestra el hecho de que tres volúmenes del segundo figuraran entre sus libros.
 Del primero no tuvo (o no se conservó) ninguno, de modo que difícilmente pudo dejarse influir por las ideas del autor de El Banquete.
Porque esta es, antes que nada, una muestra sobre ideas.
 O, como quiso expresarlo el director de la pinacoteca Miguel Zugaza en una de sus eficaces metáforas: “En Toledo están las manos de El Greco y aquí tenemos el cerebro”.
Se refería, claro, a la “apabullante” exposición dedicada en el museo Santa Cruz de la ciudad castellana al genio que en ella pasó media vida y organizada por El Greco 2014. La fundación presidida por Gregorio Marañón y Bertrán de Lis colabora en la cita del Prado junto a la Biblioteca Nacional.
A esta última institución pertenece El tratado de arquitectura de Vitruvio, una de las dos joyas sobre las que gravita la muestra comisariada por Javier Docampo, responsable de la biblioteca del museo, y el profesor de la Autónoma José Riello
. La otra es una edición las famosas Vidas de Vasari, propiedad de los herederos de Xavier de Salas, exdirector del Prado.
 Los dos volúmenes, profusamente anotados por su propietario, se han colocado abiertos por una página llena de la armónica caligrafía, en una vitrina en el centro de la sala, al lado de los dos inventarios de Jorge Manuel Theotocópuli: el hecho pocos días después de la muerte de su padre y el preparado con más detalle con motivo de su matrimonio.
Alrededor de estos tesoros bibliográficos se despliegan las secciones en las que se ha querido dividir el recorrido: los libros que demuestran el (lógico) ascendente que la cultura griega tuvo sobre nuestro hombre, su gusto por las lecturas italianas contemporáneas, la (no tan extensa después de todo) sección de libros religiosos (11, aunque sin anotar), su inclinación a considerar de la pintura como ciencia especulativa y la fijación por los estudios de arquitectura, parte en la que otro tópico sobre El Greco acaba por los suelos.
 “Por un tratado de pintura”, ha recordado Docampo en la presentación, “tenía cuatro de perspectiva, así que no es cierto que al llegar a España la olvidase en su obra”.
La oferta la completan una serie de pinturas que guardan relación con los libros y sus anotaciones (como el retrato de, acaso, Rodrigo de la Fuente, que además de amigo le regaló el virtuvio) y algunas de las estampas de su colección.
 Y al final, el inevitable guiño táctil. Si el visitante es de los que ante un libro usado y anotado no puede por menos que abalanzarse sobre él en busca de revelaciones acerca de su dueño, le queda al menos el consuelo de un ingenio en el que se puede consultar, deslizando el dedo por una pantalla, el vitruvio digitalizado, que incorpora una colección de sus adendas.
 Ente ellas, esta, toda una declaración de intenciones incluida también en el primoroso catálogo en papel: “La pintura […] es moderadora de todo lo que se ve, y si yo pudiera expresar con palabras lo que es el ver del pintor, la vista parecería como una cosa extraña por lo mucho que concierne a muchas facultades.
Pero la pintura, por ser tan universal, se hace especulativa”.