Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

19 feb 2014

Todas esas veces que pude haber muerto.......................................................... Rosa Montero

Esas son las ironías de la vida: escapas de las balas y las bombas, te das la vuelta al mundo varias veces y al final siempre te atrapa tu destino.

Hace un par de semanas murió Manu Leguineche, periodista magnífico, hombre generoso, maestro en tantas cosas.
 Fue un gran corresponsal de guerra; se jugó el pellejo en muchas ocasiones, pero la muerte le estaba esperando en su casa, vengativa y pérfida, haciéndole antes sufrir durante largo tiempo: llevaba demasiados años muy enfermo.
 Esas son las ironías de la vida: escapas de las balas y las bombas, te das la vuelta al mundo varias veces y al final siempre te atrapa tu destino, como en el conocido cuento de Las mil y una noches del criado que, asustado al encontrar a la Muerte en el mercado y ver que le hacía llamativos gestos, sale huyendo de su ciudad y no para hasta llegar a Bagdad; cuando los gestos de la Muerte sólo manifestaban la sorpresa de hallarle en aquel sitio, porque esa misma noche tenía una cita con él en la lejana Bagdad.
 Tanto correr, tanta agitación para acabar en eso.
Recordé entonces que me encontré con Manu Leguineche en Managua, dos o tres días después de que Somoza huyera del país
. Los sandinistas habían ganado la guerra, pero el conflicto bélico todavía coleaba.
 Había muertos en las calles y por las noches dormíamos debajo de la cama porque por las ventanas podían colarse balas perdidas
. Y recordé que entré en el país por tierra, junto con una amiga también periodista, la colombiana Ana Cristina Navarro
. La salida de Somoza nos pilló estando en Guatemala y para poder llegar a Managua aprovechamos el coche de un jesuita que supuestamente iba a devolver a sus padres nicaragüenses a una adolescente que había pasado la guerra refugiada en Guatemala
. Y digo supuestamente porque, en efecto, la niña venía con nosotros y la depositamos con su familia; pero al regresar a Guatemala, el cura nos confesó que su coche iba cargado de “algo” peligrosísimo (lo más probable es que trajera armas de los sandinistas para la resistencia guatemalteca).
 Y con este contrabando de alto voltaje habíamos atravesado El Salvador (bajo una sangrienta dictadura militar y en estado de excepción), jugándonos Ana Cristina y yo inocente y estúpidamente la vida, la libertad y desde luego indudables torturas si nos descubrían.
 Odié a aquel jesuita y todavía le odio.
Este recuerdo avivó otros de otras ocasiones en las que mi vida había estado en peligro.
 Aquella vez en la que la periodista Sol Fuertes y yo estuvimos a punto de naufragar en el lago Titicaca, entre Bolivia y Perú, y nos pasamos horas en una barca infame con el agua helada hasta las rodillas y achicando con un solo cubo (por cierto que achicar a 4.200 metros de altitud asfixia muchísimo)
. O aquel viaje en un trenecito, también en Perú, en el Valle Sagrado del Urubamba, colgada de los estribos, porque el tren iba lleno; y ver a tus pies los abismos de las montañas de los Andes, y sentir que las manos con las que te agarrabas frenéticamente a la barra se quedaban entumecidas; y pensar que no ibas a aguantar hasta la próxima parada (obviamente aguanté)
. O bien ese avión de Iberia en el que el fotógrafo Chema Conesa y yo íbamos a ir a Roma para entrevistar al presidente italiano, Sandro Pertini.
 El vuelo salía a las 8.30 de la mañana y la noche anterior nos llamamos para atrasar el viaje y embarcar dos horas más tarde (eran épocas opulentas del periodismo y los billetes eran enteros y se podían cambiar sin más problemas). 
Pues bien, ese avión de Iberia se estrelló en la pista de despegue contra uno de Aviaco; hubo cerca de doscientos muertos y heridos muy graves y abrasados (el avión de Iberia se incendió)
. O aquella vez que cuatro adolescentes marginales me arrinconaron en un descampado con un coche de lujo obviamente recién robado; me salvó mi perra Trasto, una pastora alemana mestiza que se plantó delante de mí y empezó a rugir y a enseñar los dientes como una leona.
 “Bah, déjalo”, dijo al fin uno de los chicos al conductor, sopesando los inconvenientes.
 Y salieron zumbando.
 Desde aquí le doy las gracias a mi Trasto, que sin duda estará en el cielo de los perros.
Y hay algunas circunstancias críticas más, batallitas de abuela o de casi abuela que podría seguir relatando, y todo esto sin contar todas las veces que estuve a punto de morir sin enterarme, todos esos coches que no me atropellaron porque me paré a atarme el cordón de un zapato en vez de cruzar, todos esos accidentes que no tuve (pero pude tener) mientras conducía, todas esas cornisas que se balancearon sobre mi cabeza sin saberlo.
 La vida es un puro azar, un milagro renovado en cada instante.
 Me pregunto cuánto queda, qué me queda
. Cuántas veces más me salvaré, en qué Bagdad me está esperando Ella.
@BrunaHusky, www.facebook.com/escritorarosamontero, www.rosa-montero.com

 

Seis estilos para ser líder..........................Por: Pilar Jericó.

King 2
Liderar no es tarea sencilla.
 Seguramente todos estemos de acuerdo en que la capacidad intelectual por sí sola no hace a un líder
. ¡Cuánta gente inteligente hemos conocido y que no saben inspirar a su equipo! Una persona es líder cuando tiene seguidores.
 Así de simple.
 Por mucho que nos empeñemos en liderar, si nadie nos sigue, no lo habremos logrado.
 Pero hagamos una matización: ser jefe no significa liderar. “Jefear”, si se me permite esta expresión, consiste en ordenar, que no en inspirar.
Mientras que la jerarquía nos convierte en jefes, la autoridad nos hace líderes. Para lograr dicha autoridad necesitamos como primer punto alcanzar resultados.
 Podemos ser agradables, que la gente nos aprecie e incluso, estar comprometidos, pero si no logramos los objetivos, tampoco seremos líderes.
 Este último punto es fundamental. Muchas veces en sesiones de desarrollo del liderazgo he escuchado hablar de aspectos emocionales, pero se descuida la base esencial: los objetivos.
 Ahora bien, lograr resultados es condición necesaria que no suficiente para ser líder, como se dice en matemáticas.
Si aceptamos este punto de partida, ¿cómo podemos desarrollar nuestra capacidad de liderazgo? Para responder a esta pregunta, tenemos muchas teorías pero vamos a centrarnos hoy en la de los estilos analizados por Daniel Goleman.
Un estilo es una forma de dirigir. Cualquier persona tenemos nuestras tendencias o nuestros hábitos a la hora de enfrentarnos a un problema.
 Lo que ha demostrado Goleman es que los mejores líderes son aquellos que manejan todos los estilos de liderazgo posibles
. Es decir, liderar requiere la flexibilidad para saber adaptarse a cada circunstancia y cada colaborador. Veámoslos para saber como lo podemos aplicar, aunque no tengamos personas a nuestro cargo (también son de utilidad para grupos de amigos, compañeros o incluso, pareja):
  • Defino una visión. El objetivo de este estilo es dar una visión a medio y largo plazo a las personas que nos rodean
  • . Así lo hicieron los grandes líderes como Martin Luther King, cuando dijo “I have a dream” (tengo un sueño). Es una visión que inspira y que apetece seguir.
  •  En nuestra cotidianidad podríamos llevarlo a cabo cuando ayudamos a imaginar un futuro motivador a las personas que nos rodean. 
  • En el mundo de la empresa, este estilo también llamado orientativo, se produce cuando el líder marca un objetivo pero no entra en los detalles sobre cómo conseguirlo.
  •  Así los colaboradores pueden poner su talento en juego. La frase que resume este estilo sería “ven conmigo”.
  • Te hago partícipe en la toma de decisiones. Cuando estas se toman sin invitar al intercambio de opiniones y nos limitamos a informar de las tareas, el reproche y la queja aparecen como un arma arrojadiza.
  •  Cuando se abre una ronda de participación, el riesgo está en que el grupo pueda perderse en la búsqueda de una decisión o que el líder delegue su responsabilidad ante decisiones difíciles
  • . A excepción de las situaciones anteriores, el estilo participativo es muy recomendable y la frase que podría caracterizarlo es “¿qué opinas?”
  • Capacito al equipo. Su principal objetivo es el desarrollo del talento de las personas. 
  • Dicho estilo, denominado capacitador o coach, busca la mejora de las habilidades profesionales. 
  • Para que un líder sea capacitador, requiere interés genuino por las personas y estar dispuesto a invertir tiempo en ellas… cosa que desgraciadamente, no siempre ocurre. La frase que podría resumirlo es “inténtalo”.
  • Cuido las relaciones sociales. Los líderes que utilizan este estilo, también se denomina afiliativo, dan prioridad a las personas antes que a las tareas o los objetivos. Favorece el buen ambiente de trabajo y que haya confianza entre los miembros del equipo. 
  • Pero como comentamos antes, a veces los colaboradores necesitan directrices claras para actuar y saber cómo tienen que mejorar, por lo que la afiliación se debe combinar con la orientación. Es más, incluso cuando un líder abusa del estilo afiliativo, le cuesta diferenciar el desempeño del equipo y tiende al “café para todos”, tan nocivo en la cultura española.
  •  Por ello, no es precisamente un estilo que haya que utilizar en exceso
  • Y la frase que lo resume podría ser “las personas, primero”.
  • Ordeno y mando. Es un estilo de dirección coercitivo, en donde se impone un punto de vista y se rechaza cualquier otra propuesta. 
  • Los colaboradores acaban sintiendo que no hay mucho margen de maniobra y se termina imponiendo la ley del silencio
  • . Esta forma de actuar no resulta efectiva a medio o largo plazo, aunque desgraciadamente es de la más habituales. 
  • Sin embargo, hay que reconocer que existen situaciones donde se demanda este estilo: cuando se ha de romper con tradiciones tóxicas en la compañía, tomar decisiones en un tiempo límite o no dar cancha a empleados conflictivos. La frase resumen es “haz lo que te digo”.
  • Imítame. Haz lo que yo espero sin necesidad de que te lo cuente” sería una frase que resume esta forma de liderar. 
  • Dicho estilo no suele tener buenos resultados, excepto cuando las personas han de imitar las tareas que realiza el jefe.
  •  También es útil cuando tenemos un gran experto en la materia y buscamos aprender imitando sus modos de trabajo. Pero en cualquier caso, el estilo imitativo suele coartar el desarrollo del talento de los colaboradores.
El líder ha de contar con los seis estilos. Es tan perjudicial no saber ser afiliativo como no ser coercitivo en determinados momentos.
 Sin embargo, en situaciones “normales”, podríamos decir, el líder debería apoyarse fundamentalmente en el orientativo, capacitador y participativo; o lo que es lo mismo, no abusar de los estilos imitativos y coercitivos (más propios de un gestor) que limitan el desarrollo de las capacidades de los profesionales y la generación del compromiso.
 Por cierto, ¿cómo es tu jefe o cómo te ves a ti mismo? Sin embargo, la experiencia demuestra que el ser humano es en general bastante autocomplaciente con su forma de gestionar (¡y eso que dicen los sociólogos que algunos latinos tenemos problemas de autoestima!).
 Esta idea la resumió cinematográficamente un directivo después de medir su estilo de liderazgo y comparar la respuesta con la de sus colaboradores: “Yo me veía como George Clooney y vosotros me habéis dicho que soy como King Kong”. Al menos, tuvo sentido del humor.

Fórmula
El líder ha de saber utilizar diferentes estilos de dirección dependiendo de cada circunstancia y de cada persona. 

Recetas
  • Si lideras un grupo de personas, reflexiona: ¿Cuáles son tus puntos fuertes y débiles? ¿Qué estilo te caracteriza y cuales deberías potenciar?
  • Piensa en las ventajas que aportaría al grupo combinar varios estilos en función de la situación.
  • Atrévete a pedir opinión para considerar que se debe cambiar y cuál es la mejor manera de hacerlo. Y no te preocupes… nadie es perfecto y todos podemos cambiar.
  • Pues peso que me quita de encima.....

Sintra, la ciudad a la que le sienta bien la melancolía........................Preciosa, no me cansaría de ir y volver y volver a ir.......

Sintra, la ciudad a la que le sienta bien la melancolía

Por: Paco Nadal
Sintra 1-Paco Nadal...................
Acabo de pasar unos días en Sintra, una ciudad portuguesa sumida casi siempre en una niebla tenue que se enreda entre las ramas de sus bosques, diluye las fachadas de piedra de sus palacios y desdibuja con una gasa de nostalgia los perfiles románticos de sus torreones.
Se diría que a Sintra le sienta muy bien la melancolía.
El porqué de este ambiente húmedo y evocador de Sintra tiene una razón geográfica: el pueblo está situado en una montaña de unos 500 metros de altitud cercana al mar; es la primera elevación con la que tropiezan las humedades del Atlántico cuando tocan tierra. Y al chocar, descargan sobre ella todo su fardo de relente marino.
Por ese microclima -y por su cercanía a Lisboa (apenas 30 minutos en coche)- Sintra fue desde tiempos inmemoriales el lugar donde la corte y la nobleza lusas huían de los rigores estivales de la capital; el emplazamiento perfecto para sus palacetes de recreo.
 En cierto modo, Sintra es la Versalles portuguesa.
Bosques palacio da Pena, Sintra-Paco Nadal
Cuando caminas por sus calles te asalta una extraña sensación de tiempo detenido.
Si Lord Byron te saliera por una esquina declamando párrafos de su Childe Harold's Pilgrimage, escrito en parte durante sus estancias aquí ("¡Oh!, el edén glorioso de Sintra se mezcla en un abigarrado laberinto de monte y cañada") te extrañaría tan poco como ver a tu lado a Eça de Queirós pidiendo la llave de su habitación en la recepción del mítico Lawerence's Hotel, donde solía alojarse.
Aunque la historia de Sintra se remonta mil años atrás con la construcción del primer palacio real (el actual Palacio Nacional de Sintra, el de las chimeneas cónicas), lo que hoy se respira en sus calles es el espíritu decimonónico que instauró el rey consorte D. Fernando II cuando mandó construir el palacio da Pena en lo alto de una colina granítica; un palacio de cuento de hadas cuyo nivel de eclecticismo solo es comparable al de las soberbias vistas que se disfrutan desde sus terrazas.
Atraídos por la familia real llegaron otros muchos nobles y familias acaudaladas de aquella mitad del siglo XIX dispuestos a construirse mansiones dignas donde escenificar la vida alegre y desenfadada de la burguesía de la época
. Sintra en ese aspecto es hija del romanticismo: sus palacios, quintas y jardines están diseñados como un viaje sensorial en el que se cuidan hasta el paroxismo los olores, los colores, los sonidos, la recreación visual y hasta el tacto de la cosas.
Lugares donde la naturaleza se sobrepone al poder del hombre.
Sintra, Montserrate-Paco Nadal
Esta cualidad se percibe sobre todo en la Quinta de Monserrate, el mejor jardín botánico de Sintra. Un acaudalado inglés, Francis Cook, hizo traer especies vegetales de los cinco continentes y gracias al especial microclima de esta sierra portuguesa creó ambientes tan dispares como un bosque de helechos gigantes autóctonos de Nueva Zelanda o el primer prado de césped típicamente inglés que creció en Portugal.
Sobre la colina que domina la finca mandó construir un palacete de estilo nazarita que recuerda por dentro a la Alhambra, donde daba sonadas fiestas y audiciones musicales y que aún hoy, cuando lo ves perfectamente restaurado e iluminado por la noche piensas que es el decorado fantasioso de un sueño de verano.
Palacio Nacional de Sintra-Paco Nadal
O locuras como la Quinta da Regaleira, una especie de jardín de Bomarzo luso en el que otro rico burgués, Antonio Augusto Carvalho Monterio, enterró millones y millones de escudos en construir un palacio, con capilla, torres, lagos, grutas y jardines, lleno de signos iniciáticos y complejos simbolismos sobre la masonería y los rosacruces. 
Palacio de Queluz, Sintra-Paco Nadal
Para conocer bien Sintra hay que hacer cola primero en la pastelería Piriquita y probar sus travesseiros (dulces de hojaldre y pasta de almendra), tomarse un chá en alguno de sus trasnochados y evocadores cafés y deambular luego por el laberinto del pequeño núcleo urbano, siempre silente, siempre discreto, porque aunque la ciudad vive del turismo, raramente se ven hordas de visitantes llenándolo todo.
En Sintra hasta la vulgaridad tiene un toque de refinamiento.
O alojarse en el palacio de Seteais, la fabulosa mansión barroca que se hizo construir el cónsul de Holanda y que hoy es el mejor hotel de Sintra.
Y luego hay que subir por empinadas cuestas enclaustradas entre muros de piedra comidos por el musgo y los líquenes hasta el castelo dos Mouros, antiguo fortín musulmán sobre un peñasco de domos graníticos que domina la sierra.
 Fue más tarde una fortaleza medieval cristiana hasta que D. Fernando II lo compró a la vez que el palacio da Pena y lo restauró (más bien, lo alteró) con una intervención exagerada muy del gusto romántico pero carente de toda ortodoxia histórica.
Desde aquí arriba, entre las almenas de la torre Real, se obtiene una vista maravillosa del excéntrico palacio da Pena, recortado sobre otra colina de rocas redondeadas; del océano Atlántico, que allá a lo lejos crea una línea blanca de espuma cuando choca con el continente, y del pequeño núcleo histórico de Sintra, que parece un puzle de tejados rojos abrazando las dos características chimeneas blancas del palacio nacional, el icono de Sintra.
Decididamente, esta ciudad lleva con mucha elegancia su traje de morriña.
Castelo dos Mouros, Sintra-Paco Nadal
Fotos @ paco nadal

18 feb 2014

Secuestros fascinantes

Secuestro
El secuestro es uno de los crímenes modernos más despreciables, pero también uno de los más fascinantes debido a los efectos psicológicos que puede causar tanto en la victima, como en el victimario o la familia del secuestrado.
 Como ejemplo tenemos a los captores que se preocupan por sus victimas, algunas veces llegan a ser muy protectores durante el tiempo que dura el cautiverio.
Por el contrario, estar secuestrado puede desarrollar un profundo sentimiento de empatía hacia los captores, incluso a niveles tales que el cautivo puede adoptar los valores del secuestrador como validos
. Este ultimo es el famoso “Síndrome de Estocolmo“, un termino que se aplico originalmente a los rehenes de un atraco en un banco en Estocolmo.
 Cuando los rehenes fueron liberados después de 6 días de secuestro, estos defendieron las acciones de sus captores.
La siguiente lista muestra algunos de los secuestros que gozaron de fama en el pasado, algunos por tratarse de familias importantes y adineradas y otras por el hecho del secuestro en sí, hoy el secuestro se ha vuelto algo tan común en varios lugares del mundo (México es el mejor ejemplo) que parece algo tan cotidiano como el amanecer.

Secuestro de John Paul Getty III.

Secuestro de John Paul Getty III
John Paul Getty III
El nieto del industrial estadounidense J. Paul Getty, JPG III, creció en Roma, donde su padre estaba a cargo de parte de las operaciones europeas de Getty Oil. JPG III creció en la década de 1960 como un joven rebelde, hizo todo lo necesario para lograr ser expulsado de la exclusiva escuela privada a la que había asistido.
El 10 de julio de 1973, JPG III fue secuestrado.
 Sus captores enviaron una nota a sus padres exigiendo un rescate de US $ 17 millones. La familia inicialmente no respondió, y algunos de sus parientes se burlaron de la demanda, creyendo que JPG III había organizado su propio secuestro por motivos económicos, algo con lo que él había bromeado de vez en cuando
. Sus secuestradores enviaron otra demanda, pero los trabajadores postales en Italia se fueron a la huelga, retrasando su llegada.
Después de varias semanas, la familia pidió al patriarca, J. Paul, que hiciera efectivo el rescate.
 Él se negó, diciendo que podría alentar el secuestro de sus otros nietos.
Finalmente, en noviembre, los secuestradores enviaron un mechón de pelo JPG III y su oreja, una demanda de rescate mucho más pequeña (en la actualidad poco más de $ 3 millones), y una nota amenazando con enviar el resto de JPG III de vuelta a la familia pieza por pieza. J. Paul finalmente accedió a financiar el rescate, pero sólo la cantidad deducibles de impuestos (algo más de $ 2 millones), y prestaría el resto a su hijo J. Paul Jr., que a su vez tenia que pagar el resto a tasas de intereses.
JPG III fue liberado por sus captores, justo una semana antes de Navidad.
 De la docena de personas que estuvieron involucrados en el secuestro, sólo dos fueron condenados. Varios años más tarde, JPG III fue sometido a una cirugía para reconstruir la oreja cortada.
 En la década de 1980 una sobredosis de drogas mermó su salud, y se mantuvo en mal estado hasta su muerte a principios de 2011.

Secuestro de Mary McElroy.

Secuestro de Mary McElroy
Mary McElroy
Henry McElroy fue el encargado de la ciudad de Kansas City, Missouri, a principios de 1930.
 Una tarde de primavera de 1933, a sus veinticinco años de edad, su hija Mary se estaba bañando en la casa de su padre, cuando una banda de cuatro hombres enmascarados utilizado una escopeta la forzaron a entrar en la casa
. Mary y sus secuestradores tuvieron una conversación de lo más jovial: cuando los secuestradores le exigieron que los acompañara, pidió tiempo para terminar su baño y vestirse.
 Cuando le dijeron que iban a demandar 60 mil dólares, ella respondió: “Yo valgo mucho más que eso.
Los captores de Mary la ocultaban en el sótano de una granja en Kansas City, en la zona rural de Kansas.
 Su padre pagó un rescate negociado de $ 30 mil, y fue liberada después de un día y una noche de cautiverio.
Tres de sus cuatro secuestradores fueron detenidos durante el mes siguiente.
Mary sufrió vergüenzas después del secuestro. En el juicio de sus captores, se negó a cooperar con los fiscales.
 Ella expresó públicamente su simpatía por sus secuestradores, pidió por escrito (con éxito) un indulto cuando el líder de la banda fue condenado a muerte
. Su vida después del secuestro fue muy difícil, sufrió un ataque de nervios antes del juicio, y después varios más.
 Se suicido en 1940, dejando una nota en la que afirmó que sus captores eran las únicas personas en la tierra que no la consideraban una tonta.

Secuestro de Bobby Greenlease.

Secuestro de Bobby Greenlease
Bobby Greenlease
Veinte años después del cautiverio de Mary McElroy, Kansas City fue el escenario de otro secuestro infame.
 Bobby Greenlease era el hijo de seis años de edad, de Robert Greenlease, un acaudalado empresario dueño de concesiones de General Motors en varios estados.
Bobby fue secuestrado en su escuela por Bonnie Heady, una delincuente y adicta a las drogas. Heady pretendía ser tía de Bobby, y afirmó que la madre de Bobby había sufrido un ataque al corazón. Bobby le acompañó por voluntad propia.
Después de tomar cautivo a Bobby, Heady se reunió con su novio, Carl Hall.
 Los dos llevaron a Bobby a una frontera del Kansas, donde Hall disparó y mató al chico.
 A continuación, envió una demanda al padre de Bobby, un rescate de 600,000 dólares.
 El Sr. Greenlease, desesperado por recuperar a su hijo, siguió las instrucciones de los secuestradores de no llamar a la policía, y accedió a pagar el rescate. (En ese momento, 600,000 dólares fue el mayor rescate pagado en un secuestro en los Estados Unidos.)
Hall y Heady recogieron el rescate, luego se separaron y esperaron hasta que las cosas se “calmaran”. Hall dejó Kansas City por St Louis, donde una prostituta con la que hacía negocios descubrió el dinero
. Esta informó a la policía acerca de las grandes sumas de dinero en efectivo que llevaba Hall, la policía lo interrogó, eventualmente habló e implico a Heady
. Cuando la policía llegó a su residencia en Kansas City, encontraron el cuerpo de Bobby, enterrado en su patio trasero.
Hall y Heady fueron declarados culpables y fueron ejecutados en 1953
. Sólo la mitad del dinero del rescate fue recuperado, se rumorea que un policía sin escrúpulos recuperó el dinero para si mismo.

Secuestro de Graeme Thorne.


Secuestro de Graeme Thorne
Graeme Thorne
En la década de 1960, el gobierno de Nueva Gales del Sur tenía dificultades para financiar la construcción de la famosa Ópera de Sydney.
 Para aumentar los ingresos patrocinó una serie de sorteos de lotería, con 100,000 libras en premios. (Esta cantidad sería el equivalente a cerca de $ 4.5 millones de dólares en la actualidad.) Los ganadores de uno de los concursos fueron Bazil y Freda Thorne.
 Como era la costumbre, sus identidades fueron publicadas, junto con su domicilio, cuando el anuncio del premio se hizo.
Un mes más tarde, a sus ocho años de edad el hijo Graeme Thorne, estaba esperando en la acera a un amigo de la familia para darle una vuelta a la escuela
. Fue secuestrado por Stephen Bradley (un emigrante húngaro), que previamente se las había arreglado para localizar la residencia de los Thorne.
El amigo de la familia llegó al lugar de encuentro, y determinó rápidamente que Graeme no estaba en la escuela.
Menos de una hora después del secuestro la policía fue a la residencia de los Thorne para obtener información.
 Mientras la policía estaba en la residencia, una llamada telefónica (contestada por uno de los oficiales) exigía un rescate de 25,000 libras.
 El secuestrador llamó a la policía en varias ocasiones y el rescate nunca fue entregado
. La policía hizo pública la historia casi de inmediato, pidiendo ayuda para encontrar al niño. Lamentablemente, su cuerpo fue descubierto alrededor de cinco semanas después del secuestro. Había muerto de una herida en la cabeza menos de 24 horas después de ser secuestrado, lo que indica que pudo haber recibido accidentalmente la lesión durante el mismo secuestro.
Tres meses después del secuestro, Stephen Bradley fue detenido
. Fue declarado culpable y condenado a cadena perpetua, la fiscalía construyó un libro de texto del caso sobre las pruebas forenses (fibras de la alfombra, pelo, polen, etc) Bradley murió en prisión en 1968.

Secuestro de Lesley Whittle.

Secuestro de Lesley Whittle
Lesley Whittle
Lesley Whittle era la hija de diecisiete años de edad, de George Whittle, un rico hombre de negocios. Donald “Black Panther” Neilson era un ladrón graduado con honores en el crimen cuando asesinó a una de sus victimas
. Sucedió cuando irrumpió en una casa matando al dueño que lo enfrentó, el crimen fue rápido y violento, la esposa de la victima dijo a los periodistas que el asesino de su marido vestía de negro y se movía “como una pantera” de ahí nació el apodo.
En la década de 1970, George Whittle estaba siendo demandado por su esposa debido a maniobras financieras que había emprendido para impedir que recibiera su dinero en caso de su muerte o un divorcio
. Los reportajes sobre la controversia los hizo el Daily Express y otros periódicos, donde Neilson leyó acerca de ellos. Neilson pensó que podía secuestrar al hijo de Whittle, o a su concubina, y exigir un rescate de 50,000 libras. Whittle era lo suficientemente rico, pensó Neilson, para pagar esa cantidad de manera rápida y sin protestar.
Neilson irrumpió en la casa de los Whittle y encontró a Lesley
. La capturó y dejó su demanda. Mediante una serie de contratiempos, el pago del rescate nunca se hizo.
Neilson había dejado a Lesley, con las manos atadas y un alambre alrededor de su cuello, en las alcantarillas cerca de Bathpool Park, Staffordshire
. Luego de que el rescate no fue entregado Neilson huyó y Lesley cayó (o quizás su propio secuestrador la empujó) a una de las alcantarillas.
Neilson fue capturado once meses después, con una escopeta de cañones recortados se las arregló para tener a dos policías en cautiverio, la situación se invirtió hasta que finalmente lo capturaron. Fue declarado culpable del asesinato de Lesley Whittle y varios delitos más
. Ha estado encarcelado desde 1975.

Secuestro de Nina von Gallwitz.

Secuestro de Nina von Gallwitz
Nina von Gallwitz
En diciembre de 1981, Nina von Gallwitz, la hija de ocho años de edad de un funcionario del banco de Colonia, Alemania, fue secuestrada mientras caminaba a la escuela.
 Sus padres estuvieron de acuerdo con las demandas de los secuestradores y trataron de pagar el rescate.
Los secuestradores eran excepcionalmente cuidadosos y asustadizos, tanto que los primeros intentos de recate por la niña Gallwitz no tuvieron éxito porque las circunstancias no eran de su agrado. Afortunadamente, después de cada intento fallido, los secuestradores se ponían en contacto de nuevo, dando a los padres de Nina nuevas instrucciones, a veces con grabaciones de voz de Nina. (Los secuestradores también incrementaron el rescate con el tiempo a la suma de 1,5 millones de marcos.)
Finalmente, en mayo de 1982, los Gallwitz superaron las demandas y acordaron tirar el dinero desde un tren a toda velocidad
. Tres días más tarde Nina apareció en una área de descanso de la autopista. Dijo que la mantenían encerrada en una caja pequeña por largos periodos de tiempo, pero por lo demás se encontraba en perfecto estado.
 Habia pasado más de cinco meses en cautiverio.
Debido al “profesionalismo” de los secuestradores, muy pocas pistas fueron descubiertas, una única excepción notable fue el descubrimiento de varios miles de marcos del rescate en un bosque a unos cuarenta kilómetros de Colonia.
 Los captores nunca fueron aprehendidos.

Secuestro de Anthonette Cayedito.

Secuestro de Anthonette Cayedito.
Anthonette Cayedito
Anthonette Cayedito, una niña Navajo de nueve años de edad, fue secuestrada en la casa de su familia en Gallup, Nuevo México, en abril de 1986. De acuerdo con la hermana de Anthonette, un hombre que dijo ser su tío agarró a Anthonette, la subió en su coche y se marchó.
Varias personas afirmaron ver a Anthonette en los días siguientes al secuestro.
También pudo haber llamado al 911 en 1987, en un intento de escape de sus captores.
La oportunidad perdida más frustrante tuvo lugar en Las Vegas, Nevada.
 Una camarera que dijo haber visto a una chica joven que viajaba con un hombre desaliñado y una mujer. La niña tiraba el tenedor en el suelo y agarraba la mano de la camarera cuando ella le traía cubiertos nuevos
. Después que el grupo se fue del restaurante, la camarera descubrió una nota escrita en una servilleta, colocada debajo del plato de la niña: “Ayúdame. Llama a la policía
Cuando le mostraron una foto de Anthonette, la camarera dijo que se parecía a la chica.
Anthonette nunca ha sido encontrada.
 Nadie conoce la identidad de la niña, que podría haber sido Anthonette, ni de la pareja que viajaba con ella.