Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

15 oct 2013

De aquel tsunami a esta música

Un impresionante auditorio portátil del escultor Anish Kapoor y del arquitecto Arata Isozaki acoge el proyecto Ark Nova en zonas devastadas por el desastre japonés de 2011.

Vista aérea del auditorio portátil de Isozaki / Kapoor en las proximidades de Matsushima.
Parece un cuento oriental o, tal vez, una fantasía futurista de corte social.
El punto de partida de esta historia se remonta al trágico terremoto y su consiguiente tsunami en la región de Tohoku, al noreste de Japón, el 11 de marzo de 2011.
Cinco meses después se anunciaba en el Festival de Lucerna la creación de Ark Nova,un proyecto solidario con la región devastada que consistía a grandes rasgos en llevar a la zona el consuelo de la música inaugurando allí un auditorio móvil, diseñado por el artista indio Anish Kapoor y el arquitecto japonés Arata Isozaki, y creando una orquesta de jóvenes de la región afectada por la tragedia.
En el acto de presentación en Lucerna, Claudio Abbado dirigió a la orquesta del festival de la ciudad suiza en el adagio de la Décima sinfonía de Mahler, como homenaje a las víctimas, comprometiéndose además a dirigir el concierto de inauguración en Japón de esta aventura utópica
. Si este tipo de proyectos suelen quedarse normalmente en el apartado de las buenas intenciones, en esta ocasión no ha sido así
. El auditorio se instaló en una pradera a las afueras de Matsushima y la orquesta contó para su preparación con la colaboración de Gustavo Dudamel, que volcó en ella su experiencia del sistema venezolano, y de Ryuichi Sakamoto, implicado al máximo en esta aventura artística y social.
Abbado, Sakamoto, Dudamel y el Festival de Lucerna auspician el proyecto solidario
El aire de leyenda se asoma ya desde la denominación del proyecto. Ark Nova se inspira por una parte en el arca de Noé, tal y como se cuenta en el libro del Génesis del Antiguo Testamento, y por otra en un personaje conocido en la tradición japonesa —según el folclorista Shinobu Orikuchi— como marebito, un visitante extranjero que trae religiones, o en este caso un festival, revitalizando la zona.
Matsushima es uno de los principales destinos turísticos de esta región, entre otras razones por su bahía, donde hay unas 260 islas cubiertas de pinos.
 En una ladera de su demarcación territorial se ha instalado por primera vez el auditorio transportable. La sensación que transmite es en cierto modo de irrealidad, ya desde su forma escultórica de globo hinchable y geometría no clasificable por razones más estéticas que funcionales.
 Las dimensiones son 30 metros de ancho, 36 de largo y 18 de alto.
 La capacidad es de 500 localidades, en bancos corridos de madera procedente de los bosques próximos al templo Zuiganji, un símbolo de Matsushima. Escuchar un concierto aquí supone una experiencia difícilmente definible, algo así como vivir la música dentro de una escultura.
Interior del auditorio
Abbado canceló el pasado 11 de septiembre su presencia en Japón, con la orquesta del Festival de Lucerna, por motivos de salud. Algunos de los músicos más destacados de la orquesta, con Wolfram Christ a la cabeza, interpretaron como alternativa, el pasado sábado, obras de cámara de Brahms y Chaikovski. La idea de la programación es combinar diferentes tipos de música.
Y así, después del concierto de música romántica europea, tuvo lugar un espectáculo de música y danza Shinto, en una modalidad de esta región denominada Kuromori Kagura
. En días precedentes, y dentro de este concepto de convivencia artística, habían tenido lugar actuaciones de jazz y de teatro kabuki, además de las propiamente clásicas.
 El auditorio transportable se trasladará a diferentes puntos de esta región japonesa a lo largo de tres años. Después viajará a otras latitudes: parece ser que ya hay interés de países del golfo Pérsico.
El día estrella de esta insólita experiencia musical y artística fue el pasado domingo, con el venerado Ryuichi Sakamoto al frente de la orquesta de jóvenes Tohoku.
 No cabían todos los músicos en el escenario. Cuatrocientos niños y jóvenes de entre 12 y 18 años, fundamentalmente de las prefecturas de Fukushima (la de la tristemente célebre central nuclear) y Miyagi, han participado en las actividades de formación de esta nueva agrupación musical. Sakamoto dividió la orquesta en dos para el primero de sus conciertos.
Con cada una de esas mitades interpretó fragmentos de su música para cine y algunos de sus temas más populares
. Desde la banda sonora de El último emperador a la de Feliz Navidad, Mr. Lawrence, todo era familiar y festivo para los jóvenes y para el público asistente.
 En el segundo concierto, de enfoque más didáctico, la dirección musical fue compartida por Sakamoto y Yoshihide Otomo.
Los dos volvieron para improvisar temas de vanguardia, desde el piano y la guitarra, en el concierto de clausura del festival, y Sakamoto, ya en solitario al piano, encandiló a sus seguidores con sus propuestas más melódicas.
La euforia se había apoderado del ambiente, estado de ánimo compartido por Isozaki, Sakamoto o Michael Haefliger, director del Festival de Lucerna.
La financiación deArk Nova es compartida por varias instituciones públicas suizas y japonesas y por empresas privadas. No se ha declarado el coste económico de la operación.
 La rentabilidad económica de esta experiencia es más que dudosa.
 Sin embargo, lo que supone como invitación al sueño artístico, la proyección social desde la música y la convivencia entre culturas diferentes es, sencillamente, ejemplar.

 

Brillante y perturbador Murakami ..................del Blog Papeles Perddos

Por: EL PAÍS15/10/2013
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Haruki Murakami, fotografiado en Barcelona cuando ganó el Premi Internacional Catalunya 2011. / JORDI BEDMAR
Por ROSA RIVAS
Hoy llega a las librerías españolas el nuevo libro de Haruki Murakami, Los años de peregrinación del chico sin color, editado por Tusquets y traducido por Gabriel Álvarez Martínez.
 El protagonista de esta novela -de cuyas primeras páginas ofrecemos un extracto- es un hombre, Tsukuru Tazaki, que se enfrenta a un lado oscuro de su pasado que le atormenta.
Aunque no haya conseguido el Nobel como pronosticaban las quinielas, Haruki Murakami sigue despertando interés
. Cada nuevo libro en Japón es esperado con la misma expectación que el florecimiento de los cerezos.
 Y si la novela es más o menos bella, más o menos interesante o más extraña, da igual. Hay legiones de murakamistas (lo mismo que hay muchos a quienes superan sus tramas enigmáticas y sus elucubraciones con los sentimientos de los personajes).
Sus novelas, traducidas a 40 idiomas, son millonarias en ventas (su libro Tokio Blues. Norwegian Wood alcanzó casi 12 millones) y, para no variar, más de un millón de ejemplares vendidos lleva su último libro lanzado en abril pasado en Japón (Shikisai o Motanai Tazaki Tsukuru to, Kare no Junrei no Toshi).
El nombre en japonés del personaje clave del libro tiene un significado positivo (tsukuru es hacer, crear, construir…), sin embargo no evoca ningún color, a diferencia de los nombres que tienen los cuatro amigos de la ciudad de Nagoya donde Tsukuru pasa su juventud y de la que se ve obligado a huir a Tokio abrumado por la ruptura con quienes más unido está.
Le rechazan -“el joven Tsukuru murió cuando sus amigos negaron su existencia”- y no pregunta el porqué: “No me paré a buscar una razón”, confiesa.
 Y su autoestima está en un punto ambiguo aunque busca su lugar en el mundo y sigue adelante como una máquina.
 “Tratar de averiguar su valía se asemejaba a calibrar una sustancia sin disponer de una unidad de medida”, escribe Murakami.
Y Tsukuru, quien visita los andenes de tren como otros van al cine o a conciertos, es consciente de su rumbo (o falta de él): “Sin estación, los trenes no paran, lo que tengo que hacer es proyectar la estación en mi mente”.
En los avatares de Tsukuru , "engullido" por la tentación del suicidio cuando sus amigos de adolescencia dejan de hablarle, pasa de divagar en las estaciones de tren a construirlas de mayor como ingeniero, hay sentimiento de pérdida, desconcierto
. Y en la narración de sus “años de peregrinación” que dan título al libro, hay más ingredientes que también nutren otras novelas del autor de 1Q84.
Las relaciones amistosas (que algunos críticos y lectores emparentan con las de Norwegian Wood), la música (aquí la obra de Liszt, que ha hecho rebrotar la pasión por el compositor en Japón), personajes increíbles (pianistas con poderes para predecir la muerte o captar el color de las personas), mujeres cuya aparición revoluciona la vida del protagonista...
 Precisamente aquí es una mujer, Sara, quien agita la conciencia de Tsukuru y le incita a viajar en pos de las respuestas: no solo a su natal Nagoya, también a la lejana Finlandia.
“Tienes que enfrentarte al pasado.
 No se trata de ver lo que quieres ver, sino lo que tienes que ver, le dice Sara”.
En el peregrinaje de Tsukuru, de nuevo aparece el lado oscuro de la consciencia, la interrelación de planos de percepción; no hay fronteras entre el sueño, la fantasía o la realidad.
“¿Y lo que no tiene lógica no te atrae?”, pregunta uno de los extraños personajes del relato, Midorikawa, cuyo nombre tiene color (verde) y movimiento (río).
La narrativa de Murakami, con descripciones poéticas y certeras, se iguala y se supera a sí misma en esta novela, siempre con nuevas vueltas de tuerca
. Todo es válido para explorar los recovecos del alma humana.
 Esta novela, según declaró el autor a la prensa japonesa cuando apareció Los años de peregrinación del chico sin color, es un “nuevo intento de profundizar “ en el “interés por los seres humanos de ahora”. Reconoce que los propios personajes le han guiado en esa profundización y que en la narración aparecieron más actores de los que inicialmente había planeado para la historia.
 Aunque nacido en Kioto (1949), el escritor describe con buen pincel narrativo las soledades, las frustraciones y las inquietudes de quienes habitan el hormiguero de la gran metrópoli de Tokio.
 Y en esta ciudad sus fans suelen reunirse para hablar de su obra.
CA 815
También siguen sus pasos literarios sus propios compañeros de estudios hace cinco décadas, quienes el pasado 10 de octubre se juntaron en Nishinomiya (una ciudad entre Osaka y Kobe), donde siguen el ritual de devoción harukista desde hace seis años. Esta vez estaban con las copas de champán preparadas por si Murakami lograba el Nobel y se convertía en el tercer escritor japonés en tenerlo (Yasunari Kawabata en 1968 y Kenzaburo Oe en 1994).
 No ha sido así, pero no tiran la toalla:
 “En términos de profundidad de lectura, nadie sobrepasa a Murakami”, dice Takeshi Usami, profesor de literatura japonesa moderna en la Universidad Chuo, y vaticina que “seguirá siendo un candidato al premio”.
* He aquí las primeras páginas de la nueva novela de Murakami editada en español, Los años de peregrinación del chico sin color.
Descargar Losañosdeperegrinacióndelchicosincolor

Factoría Chic: la orgía perpetua


Hemos robado parte del título al libro que Mario Vargas Llosa escribió sobre Madame Bovary.
 Ciertamente, la segunda mitad de los setenta y parte de los ochenta, antes de que se conociera la amenaza del sida, fue una orgía perpetua en buena parte del mundo.
 La de la disco music fue seguramente la última era de desmadre babilónico que vivió el planeta.
 Nile Rodgers confirma esa teoría. En su autobiografía, Le freak, habla de los episodios que ocurrían en su “oficina” nocturna: un cubículo en los servicios de señoras del Studio 54 neoyorquino.
 Y eran cosas que, bueno, no se pueden contar aquí y ahora, en la sección de Cultura de un periódico de referencia.
 El grupo de Nile, Chic, puso elástica banda sonora a aquella bacanal, solos o en compañía de otros
. Con su compinche, Bernard Edwards, echaron polvo de estrellas sobre sus asociados (Norma Jean, Fonzi Thornton), algunas figuras de otros campos (Debbie “Blondie” Harry, Carly Simon, la francesa Sheila), la reina de Motown (Diana Ross les haría sufrir) y hasta probaron con el baladista Johnny Mathis, en unas grabaciones que asustaron a su discográfica y solo se han conocido ahora.

 Aunque la gran hazaña de la Factoría Chic fue transformar a tres hermanas de Filadefia, muy religiosas y desconfiadas, en Sister Sledge, proveedoras de rotundos himnos polivalentes
. Al igual que muchos de los temas de hoy, su “We are family” suena en versión maxi.
 Para que la noche se alargue....

Conservas finas

De la ría de Arosa al gaditano puerto de Barbate, 10 pistas 'gourmet' enlatadas

Ruta costera por empresas conserveras de alta calidad donde ver, oler y degustar.


Berberechos al natural de la conservera 'gourmet' Luis Escurís Batalla (Pobra do Caramiñal, A Coruña).
Una compilación de recuerdos enlatados.
 Para quienes incorporan a su hoja de ruta empresas conserveras que tanta calidad e identidad dan a un litoral.
 De esa alimentación selecta, mayormente artesanal, aportamos 10 referencias peninsulares situadas en otros tantos puertos pesqueros. La ría pontevedresa de Arosa se ha erigido en la zona cero de los productos gourmet.
01 LUIS ESCURÍS BATALLA

A Pobra do Caramiñal, A Coruña

Si hay una conservera gourmet que cuide con mimo su imagen corporativa esa es la de Luis Escurís Batalla, patriarca del sector, con 83 años a sus espaldas, aunque ya pasó los trastos del negocio a su hijo Luis.
 La web sugiere el contenido, y tiene a gala guardar una exacta correspondencia icónica entre las fotografías y las latas a la vista.
 Luis Escurís no rompe las expectativas de quien se inclina por los calamares da ría (chocos); por las zamburiñas en salsa de vieiras; sea la ventresca o las sardinillas empacadas una a una.
 O los mejillones. O navajas que se deshacen en la boca con la textura de la mantequilla.
Las salsas son caseras, sin química alguna de por medio.
 Una consideración: la línea Fuera de Serie no hace referencia, como pudiera pensarse por su color oscuro, a la calidad, sino al formato redondeado de los envases.
Berberechos al natural de Luis Escurís Batalla.
En Luis Escurís los viajeros no son un segmento residual.
 La tienda es un polo de atracción que llega a generar casi el 60% de las ventas totales. Buscarla en el polígono industrial, y no confundirse con la fábrica Escurís Jealsa-Rianxeira.
Los mejillones gigantes en escabeche (de joyería antes que de marisquería) los elabora Ramón Franco también en La Puebla de Caramiñal, pero no se venden al por menor