Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

18 sept 2013

LA ZONA FANTASMA » Que esto no se cuente..................Javier Marías

Ilustración de Sonia Pulido

En contra de lo que se asevera a menudo, tengo la sensación de que vivimos una época de peligroso aletargamiento de las sociedades.
 Se supone que gracias a Internet y Twitter y los infinitos foros, ocurre justamente lo opuesto, y los usuarios de las redes sociales se vanaglorian de no dejar pasar ni una, de poner a caldo a quien lo merezca, de protestar por todo lo injusto, de boicotear marcas y empresas; en suma, de denunciar y hacer presión y castigar.
 Pero yo no veo que nada de eso traiga nunca verdaderas consecuencias en lo importante, ni haga rectificar ninguna ley, ni obligue a dimitir a casi ningún cargo, a excepción de los políticos americanos infieles a su pareja y los alemanes que han plagiado sus tesis doctorales.
 Muy poca cosa en conjunto. 
Es más, tengo la impresión de que tantas voces chillando por esto o lo otro, todas a la vez, se anulan indefectiblemente entre sí o en el mejor de los casos son víctimas de su sobreabundancia y de la dispersión. Quienes gobiernan se han acostumbrado ya a ese griterío de fondo y han aprendido a hacer caso omiso de él. Una jaula de grillos en la que caben todos los grillos del universo, en realidad es conveniente que estén agrupados ahí: amortiguan recíprocamente sus indignaciones, hacen indistinguibles las justificadas y graves de las arbitrarias y leves, los clamores necesarios de las pataletas superfluas, los abusos intolerables de las cien mil sandeces que se sueltan a diario en el mundo. 
“Las redes están que arden”, oye o lee uno a veces, por tal o cual cuestión. ¿Y? ¿Han visto ustedes que esos incendios varíen algo en alguna ocasión? Algo significativo y de peso, quiero decir.
En cambio, me parece observar que la capacidad de influencia y contagio de los políticos y de “los que mandan” (financieros, grandes multinacionales, banqueros) no hace sino crecer, y con ella, asimismo, su capacidad para desorientar a las poblaciones.
 Cada vez logran más que pasen por buenas prácticas que solíamos saber que estaban mal.
 Desde que se desahucie y lance al arroyo a una familia por un impago al que se ha visto forzada –no por ánimo de engaño ni por mala voluntad– hasta que las condiciones laborales de la gente vayan pareciéndose insólitamente a las de los tiempos de Dickens, a dos pasos de la esclavitud.
 Una de las más malsanas ideas que nos están “colando” es la muy antigua de culpar a quien denuncia las injusticias y abusos cometidos por los Gobiernos, algo típico de las dictaduras, que no admiten ninguna crítica.
 Pero esto sucede en democracias aparentes, viejas o nuevas. Las autoridades estadounidenses, en vez de enfurecerse con los pilotos que en Irak o Afganistán ametrallaron a civiles sin la menor necesidad, vierten su ira contra el soldado Manning, que con sus famosas filtraciones permitió que se supiera de esos asesinatos a sangre fría.
 En vez de llamar a capítulo a la NSA por su indiscriminado espionaje en Internet, organizan una persecución contra Snowden, que reveló su existencia, si es que eso fue una revelación.
 La cantinela habitual en estos casos es que esas denuncias y exposiciones “dañan la imagen del país”, cuando a nadie nos habría cabido duda, hace muy poco, de que lo dañino eran los asesinatos gratuitos y “semifestivos” y el espionaje masivo, la desaforada intromisión en las vidas privadas de los ciudadanos.
La capacidad de influencia y contagio de los políticos y de “los que mandan” no hace sino crecer
En España ocurre lo mismo: “perjudican a la Marca España” (esa enorme catetada e imbecilidad) quienes publican fotos de los españoles rebuscando en los contenedores de basura, o de grandilocuentes edificios oficiales dejados a medio construir o bien vacíos e inútiles, o de aeropuertos en los que jamás se ha posado ningún avión
. Los políticos no reaccionan coléricamente –como debería ser– contra quienes han llevado a que muchos no tengan qué comer, ni contra quienes han despilfarrado el dinero público en sus megalomanías personales, malgastándolo en mamotretos inservibles, o contra Fabra y Camps, que se atrevieron a inaugurar con boato “su” aeropuerto de Castellón. Son sólo tres ejemplos, entre centenares de ellos. 
Quienes perjudican la imagen de España son los banqueros que nos han conducido a la ruina, los gobernantes que nos saquean y expolian fiscalmente sin que además valga de nada (la situación económica general nunca mejora), la CEOE que cada vez exige más siglo XIX y más paro, los promotores inmobiliarios y alcaldes que han destruido nuestras ciudades y costas y seguirán en ello hasta que no quede un palmo de suelo sin sus adefesios
. Son todos esos los que arrastran por el fango la imagen de nuestro país, junto con los incontables corruptos de los que da puntual noticia la prensa internacional. 
No cae sobre ellos la furia, sino que el actual Gobierno la descarga sobre quienes lamentan y denuncian sus atropellos
. La consigna no es “Que esto no se haga más”, sino “Que esto no se cuente”, y lo peor es que la perversa idea se contagia a los ciudadanos. Párense un segundo a pensar: salvando las distancias, es como si, ante las atrocidades nazis, el enfado no hubiera ido dirigido hacia ellos, sino contra quienes divulgaron sus matanzas con el fin de que se castigaran y no volvieran a tener lugar.
 Quien se enfada con los divulgadores y cubre a los criminales y estafadores, a los derrochadores y ladrones, es que en realidad los aprueba y pretende que las injus­ticias y abusos continúen teniendo lugar.

El amor, ese invento de los trovadores

El editor y medievalista Jaume Vallcorba analiza en un ensayo la influencia de la lírica provenzal en nuestro canon de belleza.

Detalle de la portada de 'De la primavera al paraíso', de Jaume Vallcorba.

“Muñequita linda, de cabellos de oro, de dientes de perla, labios de rubí”. Jaume Vallcorba responde con la letra del famoso bolero de María Grever cuando se le pregunta por el modo en que la poesía de los trovadores ha marcado nuestro estándar de belleza.
“Dientes blanquísimos, labios rojos… toda esa tipología viene de allí”, explica Vallcorba (Tarragona, 1949), medievalista y editor de Acantilado
. En ese sello ha publicado De la primavera al Paraíso. El amor, de los trovadores a Dante, un ensayo que analiza la enorme influencia literaria y social de esos poemas cultos que, en lugar de en latín, se escribieron en lengua vulgar durante los siglos XII y XIII en el arco Mediterráneo.
 La geografía es clave porque, como señala irónico el estudioso, no deja de ser paradójico que el pelo rubio –de oro- fuera fundamental en un canon estético aunque hablase de mujeres del sur de Europa.
 Pero ahí está la fuerza de la poesía, que marcó ese canon hasta que en el siglo XX –“para desesperación de los dermatólogos”-
Coco Chanel sustituyó la piel de blanco marfil por el bronceado.
Estos poemas se compusieron para ser cantados. Algunos fueron verdaderos hits en la Edad Media. ¿Qué nos perdemos algo al leerlos sin música? Sin duda. Sobre todo porque la evolución de la música ha sido en occidente muy superior al de la literatura
El ideal físico y ciertas costumbres perviven -como besar la mano a la mujer, residuo del vasallaje-, el resto fue barrido por el Romanticismo, cuya defensa de la sinceridad terminó con ese código sentimental que Gaston Paris bautizó en 1883 como “amor cortés”, o sea, cortesano, feudal.
 El imaginario amoroso de la poesía trovadoresca, cuenta Vallcorba, atravesó triunfante los siglos gracias al papel divulgador que ejercieron las mujeres y a que “se sustenta en el deseo”.
 Otra cosa es que el deseo nunca se cumpla: su cumplimiento sería a la vez su muerte
. En el fondo, todo se sustenta en una refinadísima técnica que conlleva una moral: el amor mejora al poeta y, de paso, a la sociedad.
 No es pues extraño que componer versos formara parte de la educación de los príncipes.
 Lo mismo que la música: “Estos poemas se compusieron para ser cantados.
 Algunos fueron verdaderos hits en la Edad Media. ¿Qué nos perdemos algo al leerlos sin música? Sin duda.
Sobre todo porque la evolución de la música ha sido en occidente muy superior al de la literatura. Todas las reconstrucciones suenan extrañas, nunca sabremos de verdad cómo sonaban”.
Jaume Vallcorba, cuyo libro es también una antología comentada de autores como Bernat de Ventadorn, Jaufré Rudel o Arnaut Daniel, destaca otra de las aportaciones del género: con los relatos de las vidas de los trovadores nace la narrativa corta en lengua romance
. Eso sí, esos relatos mezclan realidad e invención –autoficción lo llamaríamos hoy- y las mujeres a las que desesperadamente se dirigían los poetas eran imaginarias. “Ya dijo Georges Steiner que los auténticos reyes son los de Shakespeare y no los históricos”, explica.
 “La experiencia celebrada por la canción trovadoresca es también más precisa, auténtica y detallada que cualquier manual de comportamiento, educación, modales o psicología”.
El influjo de los trovadores fue tan grande que llegó hasta Dante, la cumbre de la poesía europea, que dudó incluso si escribir su poesía amorosa en provenzal. Vallcorba recuerda el revuelo que se produjo entre algunos de sus colegas cuando el año pasado expuso en el Collège de France esa teoría:
 “El respeto de Dante por Arnaut Daniel era tanto que en el Purgatorio es el único al que deja hablar en provenzal; los demás lo hacen en italiano.
 Además, la Vida nueva no es más que una vida como la de los trovadores”.
 No obstante, la influencia social del código trovadoresco sobrevivió a su influencia literaria.
 Autores como Ausiàs March o, sobre todo, Shakespeare –regodeándose en la piel oscura y el pelo de alambre de su amada- subrayaron el realismo de sus versos hasta dinamitar una convención que, aunque irónicamente, llega hasta nuestros días. “Por eso”, explica Vallcorba,
“Gil de Biedma habla en su poema ‘Albada’ de los pájaros cabrones (no cantores) cuando amanece y tiene que dejar a su amante para ir a la oficina”.

 

Panrico suspende el pago de las nóminas a sus 4.000 empleados

La crisis en Panrico vuelve a agudizarse.
 La empresa de bollería decidió este martes suspender el pago de la nómina de septiembre a sus cerca de 4.000 empleados, según explicaron fuentes del sector, para poder afrontar el pago a sus proveedores. Según estas fuentes, la medida obedece a que la compañía ahora quiere dar prioridad al mantenimiento de la actividad aunque ello suponga abrir otro conflicto laboral en las fábricas
. Un portavoz de Panrico declinó dar explicaciones sobre la decisión.
La crisis del consumo lleva tiempo lastrando los resultados de la compañía, a la que su único accionista, Oaktree, exige que salga ya de números rojos.
 El fondo norteamericano se hizo con el 100% de la empresa el pasado mes de junio tras capitalizar los préstamos que le dio en 2012. El principal desafío de Panrico es plantar cara a las marcas blancas, cuya diferencia de precio puede llegar hasta el 200%, según el sector.
La empresa está elaborando ahora un plan de viabilidad para dejar atrás las pérdidas.
La semana pasada el Consejo de Administración ya nombró al economista y abogado Carlos Gila como primer ejecutivo de la compañía. Gila es experto en reestructuración de empresas, y anteriormente fue vicepresidente ejecutivo de La Seda de Barcelona y consejero de Azucarera Ebro Agrícolas.
Panrico ya vivió el año pasado un conflicto con los trabajadores al amenazar con el cierre de la planta de Santa Perpètua de Mogoda (Barcelona), lo cual al final evitaron con rebajas salariales del 25%. Los recortes, no obstante, han acabado por afectar a otras plantas de la compañía, como la de Sevilla, Valladolid y Santiago de Compostela.

Muere el poeta Juan Luis Panero a los 71 años en Torroella de Montgrí

Juan Luis Panero, en una foto del año 2000. / Pere Duran

El poeta Juan Luis Panero murió el pasado lunes en Torroella de Montgrí (Girona) víctima de un cáncer y hoy ha sido incinerado en una ceremonia familiar en Palafrugell.
Nacido en Madrid en 1942, el pasado día 9 había cumplido 71 años. Era el mayor de los tres hijos del poeta Leopoldo Panero y junto a sus hermanos, Leopoldo María y Michi, fallecido en 2004, protagonizó el mítico documental de Jaime Chávarri El desencanto (1976), un demolición en toda regla de la familia tradicional española
. En aquella película Juan Luis hacía el papel de esteta decadente, una señal de su afición al fracaso porque el viento de la época era más favorable al malditismo de su hermano Leopoldo, uno de los nueve novísimos de Castellet.
Juan Luis Panero siempre fue un poeta de línea clara, narrativo, clásico en el mejor sentido de la palabra, borgiano en lo que ese adjetivo tiene de confusión entre vida y literatura.
Durante buena parte de su carrera, su obra estuvo relegada por la atención que suscitaba la de su torrencial hermano Leopoldo –el loco oficial de la literatura hispana- y por las corrientes neovanguardistas del 68.
 El giro hacia la claridad que dio la lírica española en los años ochenta del siglo pasado rescató una voz poética que se había iniciado en aquel emblemático 1968 con A través del tiempo, que en 1985 recibió el Premio Ciudad de Barcelona por Antes que llegue la noche y que tres años más tarde se convirtió en el primer ganador del Premio Loewe con Galería de fantasmas.
En 1997 la editorial Tusquets publicó su Poesía completa, que incluía seis libros. Más tarde llegaría Enigmas y despedidas (1999), un paso más en un camino cada vez más consciente del paso del tiempo, es decir, de la muerte. Fue su último libro de poemas.
 Meses después de su publicación aparecería Sin rumbo cierto, sus memorias conversadas con el profesor y crítico Fernando Valls. Con él obtuvo el Premio Comillas de autobiografía.
Después de pasar largas temporadas en Latinoamérica, donde trabó amistad con autores como Juan Rulfo, Octavio Paz o el propio Borges, Juan Luis Panero se instaló con su esposa en Torroella de Montgrí.
 De allí solo salía para coloquios y lecturas de poemas en los que declamaba cavernosamente sus versos, se interesaba por el trabajo de los más jóvenes, bebía vino blanco y recibía sin engolar la figura la admiración de lectores para los que ya no era el hijo de ni el hermano de sino el autor de una obra tan cargada de la literatura de los otros –Eliot, Cavafis, Cernuda- que resulta absolutamente personal, inconfundible.
“Frente a mí, imperturbables, desveladas,/pasan, en silencio, vida y muerte,/evitando, con un rictus cansado,/este fantasma insomne, este papel en blanco,/esta hoguera apagada que perdura”. Son las palabras finales de un poema de su primer libro
. Podrían haberlo sido del último porque Juan Luis Panero escribió siempre variaciones sobre un mismo tema: su vida, la vida, la muerte, su muerte.

'Extraño reino' (publicado en Babelia en 2002)

JUAN LUIS PANERO
Un sueño desolado y exacto
real e irreal como la vida
y una misteriosa escenografía,
inquietantes ilustraciones de novela gótica
o borrosas prisiones de Piranesi,
y entre ruinosos arcos, derrotados muros,
los rostros de algunos desaparecidos,
palabras imprecisas -sueño dentro del sueño-
y la mirada intensa de una mujer
salvada del tenaz estrago de los años.
La sensación de estar en un infierno helado
y, de pronto, al despertar la luz del sol,
inesperada y brillante luz de enero.
Con toda esa materia derrumbada
y el repetido rumor del reloj de la muerte
he construido este extraño reino:
espejos rotos donde el sol se refleja.