Un Blues

Un Blues
Del material conque están hechos los sueños

1 mar 2013

La homofobia invisible

La película no crispa su discurso: habla de algo en lo que todos nos podemos reconocer.

 


Un fotograma de 'Weekend'.

Uno de los dos personajes principales de esta película, que oculta bajo su naturalidad y su discreción expresiva su verdadera importancia, es un estudiante de arte, Glen (un debutante Chris New, versión british, gay y algo jíbara de Ryan Gosling), que graba los testimonios de sus ocasionales compañeros de cama para un proyecto artístico. Cuando, en una cita posterior, su último ligue, Russell (un Tom Cullen impecable), le pregunta sobre la relevancia artística de su proyecto, Glen suelta una argumentación que funciona perfectamente como agenda oculta de la propia Weekend: “Los gays nunca hablan en público (de su actividad sexual) a menos que sean indirectas baratas
. Creo que es porque se avergüenzan. (…) ¿Sabes cuando duermes por primera vez con alguien que no conoces? Te conviertes en un lienzo en blanco y tienes la oportunidad de proyectar sobre ese lienzo quién quieres ser. Y eso es lo interesante porque todo el mundo lo hace. (…) Lo que ocurre es que mientras proyectas quién quieres ser, se abre un hueco entre quién quieres ser y quién eres realmente, y ese hueco te enseña qué te impide ser quién quieres ser”.
Segundo trabajo de Andrew Haigh, ayudante de montaje de Ridley Scott que acabó participando en la edición de Manolete (2008) y debutó en la dirección de largos con Greek Pete (2009) –película sobre las perplejidades sentimentales en la relación entre un chapero y su pareja estable-, Weekend es una película sobresaliente que, a primera vista, no parece una obra únicamente dirigida al público gay: habla de algo tan universal como el amor y de las subterráneas corrientes emocionales que acaban convirtiendo el ligue de una noche en algo que, cuaje o no, acabará resonando en el futuro. La homosexualidad y su representación no son el tabú a superar, pero la película acaba revelando, sutilmente, su carácter reivindicativo al señalar con el dedo la asumida homofobia en nuestros protocolos de comportamiento: por superada que creamos tener, sobre el papel, la idea de la relación entre personas del mismo sexo, ¿por qué sigue siendo problemático que las parejas homosexuales expresen su afecto en público?, ¿somos conscientes de las veces en que, a lo largo del día, una pareja homosexual escucha un comentario intolerante al fondo, una mirada reprobatoria, un atisbo de incomodidad grupal?
Weekend no crispa su discurso: habla de algo en lo que todos nos podemos reconocer, propone dos sólidos retratos de personajes hechos de contradicciones y vulnerabilidades y describe una cotidianidad donde la homofobia es inercia, piel invisible de los comportamientos de quienes nunca se considerarían intolerantes.

Intimidades del rey del rock

Elvis y su admiradora Barbara Gray en la famosa foto de ‘El beso’. / Alfred Wertheimer / Taschen

Alfred Wertheimer tuvo su oportunidad y supo aprovecharla. Estaría luego en Bolivia –tras los pasos del Che– o en el Festival de Woodstock.
 Pero su pasaporte a la inmortalidad fue un encargo aparentemente trivial que le hicieron en 1956: Anne Fulcino, publicista de la discográfica RCA, le propuso fotografiar a Elvis Presley, su último fichaje. La acogida oficial a Elvis había sido horrorosa: los medios de la América urbana rechazaban aquel huracán rural, al que atribuían todo tipo de malas influencias.
Y Elvis llegaba a Nueva York para presentarse en el show de los hermanos Dorsey.
Al Wertheimer apreciaba la música de big band de Tommy Dorsey, pero, tuvo que confesar, nada sabía de Presley. Alemán de nacimiento, en 1936 su familia huyó de Hitler rumbo a Estados Unidos. Según creció, quedó deslumbrado por el trabajo de Walker Evans y los grandes fotógrafos de la Depresión, que habían captado la realidad estadounidense menos amable por encargo de la Administración de Franklin D. Roosevelt.
  En 1956, en Washington mandaban los republicanos, sin interés por semejantes reportajes de denuncia. Así que Alfred se dedicó a retratar estrellas de la canción tipo Lena Horne o Perry Como.
Con todo, el encuentro con Elvis el 17 de marzo de 1956 fue diferente.
 Hubo química entre el fotero y su objetivo. Tanto que Alfred se apuntaría a acompañarlo de finales de junio a principios de julio. Puntos álgidos: una actuación en Richmond (Virginia), un programa de televisión con el humorista Steve Allen, la grabación de Hound dog y Don’t be cruel en el Studio 1 de RCA, un viaje en tren de 26 horas de Nueva York a Memphis, un concierto benéfico el 4 de julio, fiesta nacional de EE UU.
El cantante estaba en transición, de ser una sensación en algunos Estados del Sur a convertirse en fenómeno nacional
¿Fue chiripa o fino olfato por parte de Wertheimer? Elvis estaba en transición, de ser una sensación en algunos Estados del Sur a convertirse en fenómeno a escala nacional. Sin embargo, en 1956 no había una gran demanda de sus imágenes
. En las redacciones, su nombre provocaba incomprensión, cuando no indignación. Wertheimer confiesa que la mayoría de sus más de dos mil fotos durmieron en el archivo hasta el 16 de agosto de 1977, cuando su muerte despertó una insaciable necesidad de material gráfico.
Wertheimer atrapó momentos únicos, como esa secuencia de coqueteo entre Elvis y una admiradora, Barbara Gray, que concluye en esa foto universalmente conocida como El beso.
Tal vez ese fue el problema: se trataba de imágenes demasiado espontáneas, altamente reveladoras, a pesar de su inocencia.
RCA se ocupaba de que fluyeran inmaculadas fotos de estudio hacia las revistas de fans. Las publicaciones serias que cultivaban el fotoperiodismo no estaban seguras respecto a Elvis: se le consideraba una aberración, manifestación de tendencias peligrosas en el seno de la juventud estadounidense. Recordaban el alboroto creado por Frankie en los cuarenta, pero, demonios, Sinatra nunca se contorsionó de forma tan indecente; este tal Elvis parecía… ¡un negro!
Wertheimer aplicó la táctica de la-mosca-en-la-pared: una vez que te has empotrado entre un grupo de gente, se olvida que estás allí. Evitó en lo posible el flash: trabajaba, como dice él, “con la oscuridad disponible”. En pocas ocasiones pidió una pose al cantante.
No había brecha generacional: Alfred tenía 25 años por 21 de Elvis. El fotógrafo se benefició de algo que no se volvería a conceder: el acceso completo al artista, fuera y dentro del escenario.
Wertheimer aplicó
la táctica de la mosca en la pared: una vez empotrado en el séquito, pasaba desapercibido
Lo primero que nos asombra de las instantáneas de Wertheimer es comprobar que, concluidos sus compromisos, Elvis se movía sin séquito.
 Podía salir de compras, quedar con una chica, entrar en un restaurante, viajar en tren… y hacerlo con la única protección de su primo, Junior Smith, un cabeza de chorlito cuya principal cualificación parecía ser su aspecto de delincuente juvenil. En verdad, Junior estaba habituado a la violencia: había luchado en Corea, donde le licenciaron por hacer “cosas malas”.
 Fue el germen de lo que más tarde se denominaría la Memphis mafia, un batallón de facilitadores, listos para satisfacer cualquier necesidad de la estrella y finalmente cómplices en su decadencia.
En la primavera de 1956, las dimensiones del mundo de Elvis eran modestas. Vivía un éxito manejable, que no requería falanges de guardaespaldas.
 En Memphis, cualquiera sabía dónde residían los Presley: en el 1034 de Audubon Drive. Las fanáticas se contentaban con llamar por teléfono y colgar entre risas; si se acercaban a la casa, se les permitía pasear por el jardín. Estaban a salvo: Gladys Smith Presley ejercía de madre preocupada incluso con las desconocidas.
Y Elvis jamás haría algo “impropio” en el hogar familiar.
Ya empezaba a disfrutar de las prerrogativas del estrellato: podía mantener una novia semioficial en su ciudad, pero simultáneamente disfrutaba de aventuras de carretera (todavía no se beneficiaba del inagotable filón de las starlets de Hollywood). Sí, le subían chicas a la suite del hotel, pero necesitaba más compañía comprensiva que sexo casual.
También rondaba vigilante el Coronel Thomas A. Parker, un buscavidas formado en la farándula más rancia. Todo en él era mentira: su rango militar y su nombre. Nació en Holanda como Andreas Cornelis van Kuijk, pero lo mantenía en secreto, ya que entró en Estados Unidos ilegalmente. Por aquel entonces, su control no resultaba demasiado abrumador. El orondo manager no asimilaba que había encontrado la mina de oro: había trabajado con populares vocalistas country como Eddy Arnold o Hank Snow y sospechaba que Elvis The Pelvis era otra sensación con fecha de caducidad. Le encantaba anunciarle como “el único cantante alimentado por la energía atómica”.
En 1956, ni Elvis ni Parker tenían un mapa para moverse por el negocio incipiente del rock and roll. Los medios carecían de referencias para juzgar a un artista similar. Los reportajes describían a Presley como la versión masculina de las bailarinas de burlesque. Sin embargo, sus movimientos escénicos seguramente provenían del abandono de los predicadores sureños y sus feligreses extasiados. Elvis lo intuía: sus ensayos, sus sesiones de grabación, sus juergas, comenzaban con él sentado al piano, entonando himnos religiosos con los presentes.
Las fotos muestran un Estados Unidos que todavía es más Edward Hopper que ‘American graffiti’
La fama todavía no había mostrado su cara enojosa. Aunque estaba al caer alguna demanda de paternidad, el peligro más inmediato residía en enfrentamientos con camareros, empleados de gasolineras o soldados de permiso, que toleraban mal los aires triunfales de Elvis y aquella melena esculpida con gomina.
 Unos cruces de impertinencias que terminaban en peleas confusas que se resolvían ante jueces paternales; el Coronel barría apresuradamente, para que la bronca no llegara a los teletipos de las agencias nacionales.
Las fotos de Wertheimer nos muestran un Estados Unidos que todavía es más Edward Hopper que American graffiti.
 No se aprecia una moda específica para jóvenes: ellas y ellos van vestidos como personas mayores.
 Un concierto se trataba como un evento especial y no se acudía con ropa de sport. La minoría negra es invisible: se reduce a unos empleados del ferrocarril y algunas fans.
Como diría un sabio blues de Willie Dixon, “los hombres no saben, pero las muchachitas sí entienden”. Wertheimer lo comprendió al encontrarse con escenas insólitas: teenagers –y veinteañeras resabiadas– que se abrazaban llorando… de felicidad. Habían descubierto un ideal propio, un muchacho pálido y guapo, de genética misteriosa, sin inhibiciones, con un sonido que fundía tradiciones musicales casi secretas. Se palpaba una temperatura erótica nada normal, pero Elvis mantenía la discreción, como si aquello fuera una broma privada, una fiesta en el instituto.
Wertheimer asistió a los albores de la cultura juvenil. Retrató una generación que pronto exigiría música y ropa propias, que solo en la década siguiente rompería con sus padres y la ideología dominante. La rebeldía de los seguidores de Elvis estaba reprimida. La última vez que Wertheimer se cruzó con el show del Coronel Parker fue en los muelles de Brooklyn, en 1958, cuando el recluta Presley embarcaba rumbo a Alemania para integrarse en el escudo defensivo contra el comunismo.
Ya no era el único cazador de imágenes de aquel coto. Se mezcló con más de 200 periodistas, dispuestos a reflejar el patriotismo del antiguo enemigo público. Pudo apreciar que el Coronel había hecho de las suyas: subrepticiamente, repartió partituras de éxitos de Elvis entre la banda militar que despedía a los soldados. Wertheimer apreció el deleite del tiburón cuando se cruzaron. “Sigue, sigue tomando buenas fotos”, le burló Parker. Nunca más dejaría que un profesional se acercara tanto, y durante tantos días, a su representado.
El libro ‘Alfred Wertheimer. Elvis and the birth of rock and roll’ acaba de ser editado por Taschen.

Los Grimaldi aguardan el nacimiento del primer nieto de Carolina

El hijo de Andrea Casiraghi y Tatiana Santo Domingo ocupará el tercer puesto en la línea de sucesión del Principado de Mónaco.

Carolina de Mónaco con sus cuatro hijos: Andrea, Carlota y Pierre Casiraghi, Alexandra de Hannover y con su hermana Estefanía. / CORDON PRESS

Todo está preparado para la llegada del primer hijo de Andrea Casiraghi y su novia Tatiana Santo Domingo. El bebé ocupará el tercer puesto en la línea de sucesión del Principado de Mónaco tras la princesa Carolina y el propio Andrea. El recién nacido, además, convertirá en abuela a los 57 años a Carolina, una de las figuras más carismáticas de la aristocracia
. Este lugar destacado del bebé se entiende que se debe a que ante la falta de descendencia de Alberto de Mónaco dentro del matrimonio, el llamado a heredar el título de monseñor será su sobrino Andrea.
 Alberto y Charlene se casaron hace más de un año y medio y a pesar de numerosos rumores no han anunciado todavía que esperen descendencia.
Se espera que el bebé nazca en Mónaco ya que ocupa un puesto destacado en la línea de sucesión
. Andrea y Tatiana viven en París aunque tienen varias residencias en otros puntos del mundo.
Andrea y Tatiana se casarán en primavera según anunció en julio el palacio de Mónaco que sin embargo, tardó bastante tiempo en admitir el embarazo.
 De hecho, fue la propia Tatiana, durante una visita de trabajo a Madrid, quien confirmó que esperaba un niño.
"Estoy encantada de anunciar el compromiso de mi hijo, Andrea Casiraghi, con la señorita Tatiana Santo Domingo", proclamó Carolina en un comunicado oficial.
 La pareja lleva siete años de relación y está considera como una de las más glamurosas de la jet mundial. Son jóvenes, famosos y escandalosamente millonarios.
Carolina parece estar feliz de debutar en el papel de suegra y futura abuela.
Su primogénito, de 29 años, sale con una joven a la que conoce bien, ya que primero fue amiga de sus hijos menores Carlota y Pierre y desde hace siete años novia del mayor.
 Por tanto, es una más de la familia y como tal aparece desde hace tiempo en muchos de los actos que celebran los Grimaldi.
 Además Carolina, una princesa ambiciosa, se muestra encantada de emparentar con los Santo Domingo, una de las familias más ricas de Colombia.
 La fortuna que va a heredar Tatiana es de 8.000 millones de euros, que de momento administra uno de sus tíos, pero que pronto pasará a manos de ella y de su único hermano.
Nacido el 8 de junio de 1984 en el Mónaco, recibió el nombre de Andrea en honor a un viejo amigo de la infancia de su padre Stefano.
Cuando tenía siete años murió su padre en un accidente cuando pilotaba una lancha a toda velocidad
. Su muerte lo marcó para siempre y tuvo que recibir asistencia psicológica. Andrea tiene dos hermanos menores, Carlota y Pierre y una media hermana Alejandra de Hannover, del segundo matrimonio de su madre con Ernesto de Hannover.

 

A la espera del Papa vigoroso Por: José María Izquierdo

Del Blog del Ojo Izquierdo

Silencio. ¿Notan que ya estamos en sede vacante? Pues nos quedan días para se ocupe la silla de Pedro.
 Y tendrá, o eso se espera, un ocupante más joven y vigoroso.
 Un par de cuestiones sobe el Papa, y les pido que las tomen sin el menor ánimo irrespetuoso, pero no alcanzo a entender por qué ha insistido Joseph Ratzinger en mantener el nombre de Benedicto XVI y seguir vistiendo de blanco –como bien destacaba ayer el gran Juan Arias-, además de vivir en el Vaticano, bien cerquita de su sucesor.
 ¿No será una sombra extraña? Ya se sabe, lo dijo Calderón de la Barca, que casa con dos Papas mala es de guardar. Y ya puestos, déjenme hacer una inocente broma: ¿podría jugar Ratzinger de Papa suplente si se lesionara, dios no lo quiera, su sucesor?
Por lo demás, poquito. Cosas de Bárcenas, alguna muy graciosa, otras del aquelarre socialista, una curiosidad sobre los registradores, y en especial sobre Santa Pola…
Papahelicoptero2
El editorial de La Razón está dedicado al Papa y, más concretamente, a las declaraciones que ha hecho al diario el cardenal Camarlengo, Tarsicio Bertone. 
 No sé, pero no suena bonito eso de decir que el nuevo Papa debe tener “el vigor y el empuje" necesarios "para llevar con mano firme el timón de la Iglesia”, que dicho así, a lo bruto, es como si dijera algo así como menos mal que se nos ha ido Ratzinger, que muy leído y muy espiritual, pero no aguantaba ni un soplido.
 Y eso cuando aún estaba por los aires Benedicto XVI en el helicóptero, rumbo a ese lugar de ascético recogimiento que es el palacio de Castel Gandolfo, que ocupa con sus jardines 55 hectáreas; más grande que el Vaticano, por cierto
. No parece Bertone, el de los líos del Banco y el Vaticanoleaks un forofo del alemán, la verdad…
Me ha gustado mucho el siguiente Puntazo o editorialillo: “De las tres grandes autonomías por población y proyección económica, Andalucía, Cataluña y Madrid, sólo esta última ha cumplido con creces el objetivo de la reducción del déficit público marcado por el Gobierno
. La región madrileña está muy por debajo de la media con un 1,07 por ciento de déficit sobre el PIB. Por el contrario, Andalucía y Cataluña, con un 2,02 por ciento y un 1,96 por ciento, respectivamente, no han conseguido equilibrar sus cuentas. Algo tendrá que ver que Madrid sea la única de las tres gobernada por el PP”.
 Que hay que ser como hay que ser para tal gansada, cuando las dos autonomías que más se han desviado han sido la Comunidad Valenciana (3,45) y Murcia (3,02). ¿Y están gobernadas por...? Exacto, el oso de peluche para el señor del sombrero panamá: ¡el PP! Habrá que recordar, además, por si han tenido el habitual ataque de amnesia, que Madrid tuvo que rectificar la cifra que había dado para 2011 y subirla -¡más de un punto!- meses después.
 O sea, que la lideresa Aguirre había mentido con toda la bocota. Veremos qué ha hecho su ilustre sucesor…
José María Marco habla del Papa –bien- y Pedro Narváez habla –mal- de Rosa Díez y de los comunistas, al hilo de Italia. Que también son ganas de hacer unas mezclas raras: “Así, entre la ‘vie en rose’ de Doña Rosita y los comunistas del Gobierno andaluz que sacan a las masas a la calle para escupir a Madrid, ya un sinónimo de la maldad, los Grillos sueñan con tomar la alternativa contando chistes a las cigarras mientras en una toma cenital millones de puntitos como hormigas intentan sobrevivir a sus ocurrencias de instituto”.
 Entre medias le sacude a Toni Cantó: “Cantó Toni lo que es habitual en los Grillos de España, aunque esta vez la demagogia fue pillada in fraganti y desafinada”. Y ni una palabra para insultar a los socialistas. Raro, raro…
Hay varios artículos sobre el Papa de expertos varios. Los damos por leídos.
Abc viene importante, que en la Tercera escribe el Prelado del Opus Dei, Javier Echevarría. El primer editorial es para animar al Gobierno a que presente un recurso ante el Tribunal Constitucional contra la resolución del Parlamento catalán respecto a la soberanía:
 “Una vez que el Consejo de Estado ha informado al Gobierno de que existen fundamentos jurídicos suficientes para impugnar ante el Tribunal Constitucional la resolución separatista aprobada por el Parlamento catalán, la siguiente decisión -presentar el recurso- es sólo política y corresponde al Consejo de Ministros, que podría tomarla hoy mismo”.
Muchos, muchos artículos sobre el Papa. Nos quedamos con Hermann Tertsch: “Este Papa ha dedicado su vida a la reflexión con la oración y a la búsqueda de la razón en la fe. 
Y ha visto que la Iglesia ha llegado a una situación dramática bajo el manto de su rutina del letargo intelectual, la corrupción y los hábitos de poder. Que ha de volver a crecer por encima de sí misma para afrontar este mundo de evolución vertiginosa (...)  Siempre tuvo enemigos
. Los de fuera, son los movidos por odio a la Iglesia y fobia al cristianismo. Perversiones intelectuales de las ya mencionadas ideologías redentoras y las agresivas formas del positivismo arrogante, más doctrinario y dogmático que mucha religión. Y los de dentro. Los que en el seno de la Iglesia viven con la pereza y el cinismo del mundo más profano. A todos deja en un aprieto el Papa que se tornó peregrino”. Bueno. Bonito sí queda, sí. Aunque no sé si Ratzinger ha apretado a nadie, la verdad…
No veo gran cosa en El Mundo, que también editorializa sobre Benedicto XVI: 
“El insólito final de un Papado que deja huella”.
 Y hay Sostres, página 18. Cuidado, que si no andan rápidos lo mismo leen este párrafo, como me ha pasado a mí, sobre los actos violentos de ayer en Barcelona: “La pasividad policial ante este tipo de situaciones es exasperante. La primera universidad que estos vándalos necesitan es la mano dura que no tuvieron en casa.
 La pedagogía de la porra es vigorosa e incuestionable y algunos libros, en cambio, están completamente sobrevalorados”.
¿Algo sobre Rubalcaba o el PSOE? Pues claro. Hoy elegimos a Román Cendoya, de  La Gaceta. “El voto del PSC en contra del PSOE entierra políticamente a Rubalcaba. Rubalcaba, el enterrador, ha sido enterrado. Alfredo, en otro acto de cobardía suprema, intenta mantener la ficción de continuar con el PSC como si nada hubiera ocurrido.
 Es un líder sin liderazgo.
 Es el jefe de un partido que con él se ha convertido en un roto. Alfredo Pérez Rubalcaba, el hombre que miente con más sinceridad de España, se miente a sí mismo para perpetuarse sin poder en un no poder. No es el líder de la oposición. No le siguen los que pensó suyos y mucho menos los electores.
 Rubalcaba se creyó la mentira de que era el más listo, el más guapo y el más preparado. Todo lo bueno que pasaba en el PSOE se lo apuntaba él. Todo lo malo siempre era culpa de los demás. Pero al final lo peor que le ha pasado al PSOE es él”. Un par de toques más: “Chacón, en una cuestión tan clara como la que se planteó el martes, no supo qué votar (…) Desde el martes sé que Chacón es una cobarde simple. ¿Cómo va a ser alternativa de Gobierno alguien así?”. 
 Y una última: “Y los que con Guerra alzan su voz no tienen credibilidad ni dignidad (…) Porque los pusilánimes aprietabotones, como Alfonso Guerra, al final siempre responden a la consigna del que hace las listas y no al interés de los ciudadanos. Alfredo RIP con R de Rubalcaba”.
Ya lo dije ayer: ¿uniformidad o independencia de voto dentro de un mismo grupo parlamentario? Si votas en minoría, un desastre, una ruina, un cataclismo. Y si eres disciplinado, te conviertes en un miserable aprietabotones.
 Defínanse, por favor…